Epilepsia: ¿cuáles son los síntomas y cómo reaccionar ante un ataque?
Esta enfermedad puede afectar a personas de cualquier edad y manifestarse de diferentes maneras

Un joven con epilepsia | Canva
La epilepsia es un trastorno que puede generar episodios repentinos e inesperados, lo que hace fundamental comprender sus manifestaciones y cómo responder ante ellas.
Estar informado no solo ayuda a disipar mitos, sino que también permite actuar con calma y eficacia en situaciones de emergencia.
¿Qué es la epilepsia?
La epilepsia es un trastorno neurológico crónico caracterizado por la aparición de crisis epilépticas recurrentes. Estas crisis son episodios de actividad eléctrica anormal en el cerebro que pueden provocar convulsiones, pérdida de conciencia, movimientos incontrolados o alteraciones en la percepción y comportamiento.
Se estima que alrededor de 50 millones de personas en el mundo padecen epilepsia, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), convirtiéndola en una de las enfermedades neurológicas más comunes.
¿Qué puede desencadenar la epilepsia?
Las causas de la epilepsia pueden ser variadas y dependen de factores genéticos, estructurales, metabólicos o desconocidos. Algunos de los factores que pueden provocar el desarrollo de esta afección son:
- Factores genéticos: algunas formas de epilepsia tienen un componente hereditario.
- Lesiones cerebrales: traumatismos craneoencefálicos, accidentes cerebrovasculares o tumores cerebrales pueden ser desencadenantes.
- Enfermedades infecciosas: meningitis, encefalitis o neurocisticercosis pueden aumentar el riesgo.
- Desarrollo anormal del cerebro: malformaciones en la estructura cerebral pueden ser causa de crisis epilépticas.
- Trastornos metabólicos: alteraciones en los niveles de glucosa, sodio, calcio o magnesio pueden provocar episodios epilépticos.
- Consumo de sustancias: alcohol, drogas o abstinencia de medicamentos pueden desencadenar crisis.
Síntomas de la epilepsia
Los síntomas de la epilepsia pueden variar dependiendo del tipo de crisis epiléptica. Existen dos tipos principales:
- Crisis focales: afectan solo una parte del cerebro y pueden presentarse con síntomas leves como cambios en la percepción, movimientos involuntarios en una parte del cuerpo o alteraciones emocionales. Algunas crisis focales pueden evolucionar a crisis generalizadas.
- Crisis generalizadas: involucran a todo el cerebro y pueden manifestarse de diferentes maneras:
- Crisis tónico-clónicas: son las más conocidas y se caracterizan por la rigidez muscular (fase tónica) seguida de movimientos espasmódicos incontrolados (fase clónica).
- Ausencias: breves pérdidas de conciencia, sin movimientos evidentes, donde la persona parece desconectada.
- Mioclónicas: sacudidas musculares breves y repentinas.
- Atónicas: pérdida repentina del tono muscular, lo que provoca caídas.
¿Cómo reaccionar ante un ataque epiléptico?
Presenciar una crisis epiléptica puede ser impactante, pero actuar correctamente puede marcar la diferencia en la seguridad del paciente.

Mantener la calma
Ante una crisis epiléptica, es fundamental no entrar en pánico. Mantener la serenidad permitirá actuar de manera adecuada y brindar la ayuda necesaria sin agravar la situación.
Las convulsiones pueden parecer impactantes, pero en la mayoría de los casos duran poco tiempo y no requieren una intervención médica urgente.
Proteger a la persona
Si la persona está en un lugar donde pueda golpearse con objetos cercanos, es recomendable retirarlos para evitar lesiones. Por ejemplo, si está en una habitación con muebles con esquinas pronunciadas, alejarla de ellos o colocar algo acolchonado cerca puede reducir el riesgo de golpes. En caso de que esté en la calle, se debe procurar apartarla de zonas peligrosas, como el tráfico.
Colocar a la persona de lado
Una vez que la crisis ha comenzado, es importante girar con suavidad a la persona y colocarla de lado en posición lateral de seguridad.
Esto facilita la respiración y previene el riesgo de asfixia en caso de que haya salivación excesiva o vómito. No se debe intentar forzar esta posición si la persona está rígida o si la crisis aún está en curso; se puede hacer cuando los movimientos comiencen a disminuir.
No sujetar ni restringir los movimientos
Durante una convulsión, los movimientos son incontrolables, por lo que tratar de inmovilizar a la persona puede causar lesiones, como fracturas o desgarros musculares. Es mejor permitir que la crisis siga su curso mientras se garantiza un entorno seguro.
Controlar la duración de la crisis
La mayoría de las crisis epilépticas duran entre uno y dos minutos. Sin embargo, si una convulsión se prolonga por más de cinco minutos o se repiten varias crisis seguidas sin que la persona recupere la conciencia, es una emergencia médica y se debe llamar a los servicios de urgencias de inmediato.
Acompañar a la persona tras la crisis
Una vez que la convulsión ha terminado, es normal que la persona se sienta confundida, desorientada o agotada. Hablarle con calma, explicarle lo sucedido y brindarle apoyo puede ayudarle a recuperar la tranquilidad. Si es necesario, se le puede ofrecer un espacio seguro para descansar hasta que se sienta mejor.