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Hiperplasia benigna de próstata: qué es y por qué se inflama

Una afección común en hombres mayores que puede comprometer la calidad de vida si no se trata a tiempo

Hiperplasia benigna de próstata: qué es y por qué se inflama

Hiperplasia benigna de Próstata | Canva

La hiperplasia benigna de próstata (HBP) es una condición común en hombres mayores de 50 años que consiste en el agrandamiento no canceroso de la glándula prostática. Esta alteración puede generar una serie de molestias urinarias, siendo los síntomas más frecuentes la dificultad para orinar, el aumento de la frecuencia urinaria (especialmente nocturna), el chorro débil o interrumpido y la sensación de vaciado incompleto de la vejiga. Aunque no se trata de un tumor maligno, su evolución puede afectar seriamente la calidad de vida del paciente.

¿Por qué se inflama la próstata?

El crecimiento prostático está estrechamente ligado a los cambios hormonales asociados al envejecimiento, en particular al desequilibrio entre testosterona y dihidrotestosterona (DHT), una hormona que estimula la multiplicación de células prostáticas. También pueden influir factores genéticos, inflamatorios y metabólicos. Con el tiempo, la próstata agrandada presiona la uretra, dificultando el paso normal de la orina.

¿Cuál es el mejor tratamiento para la hiperplasia benigna de próstata?

El abordaje depende del grado de síntomas y del impacto que estos tienen en la vida del paciente. En casos leves, suele bastar con medidas conservadoras: ajustes en el estilo de vida como reducir el consumo de líquidos por la noche, evitar alcohol y cafeína, y hacer pausas al orinar. Cuando los síntomas son más notorios, se recurre a tratamientos farmacológicos, y los más usados son:

  • Alfa bloqueantes (como tamsulosina): relajan los músculos de la próstata y la vejiga, facilitando la micción.
  • Inhibidores de la 5-alfa reductasa (como finasteride o dutasteride): reducen el tamaño de la próstata al bloquear la conversión de testosterona en DHT.

Ambos tratamientos pueden combinarse si el médico lo considera necesario. En algunos casos también se emplean terapias mínimamente invasivas, como el láser o el vapor de agua, que reducen el tejido prostático con menos riesgo que una cirugía convencional.

¿Cuándo se necesita una operación?

La cirugía para tratar la hiperplasia benigna de próstata (HBP) se contempla como una segunda línea de intervención, cuando los tratamientos médicos —ya sean farmacológicos o mínimamente invasivos— no logran controlar los síntomas o cuando aparecen complicaciones urológicas serias. No todos los pacientes con HBP llegarán a necesitar cirugía, pero hay escenarios en los que el paso al quirófano se vuelve ineludible. Estas son las principales indicaciones clínicas:

La hiperplasia benigna de próstata (HBP)
La hiperplasia benigna de próstata (HBP) es una condición común en hombres mayores de 50 años que consiste en el agrandamiento no canceroso de la glándula prostática.

1. Retención urinaria aguda

Es una de las urgencias más frecuentes asociadas a HBP. Se trata de la incapacidad súbita y dolorosa de orinar, a menudo provocada por un bloqueo completo de la uretra prostática. En estos casos, se recurre inicialmente al sondaje vesical, pero si el problema se repite o no se resuelve, se indica la cirugía como solución definitiva.

2. Infecciones urinarias recurrentes

El vaciado incompleto de la vejiga favorece el estancamiento de la orina, lo que crea un ambiente propicio para el crecimiento bacteriano. Cuando las infecciones urinarias se vuelven crónicas o resistentes al tratamiento, una intervención quirúrgica puede eliminar el obstáculo prostático y así reducir el riesgo de recurrencia.

3. Hematuria (sangre en la orina)

Aunque no es exclusiva de la HBP, la presencia de sangre en la orina sin causa aparente puede deberse a la congestión vascular provocada por una próstata aumentada. Si este sangrado es persistente o severo, y se descartan causas malignas, la cirugía puede ser necesaria para frenar el proceso inflamatorio y vascular.

4. Cálculos vesicales

El residuo urinario prolongado puede llevar a la formación de piedras en la vejiga, que a su vez agravan los síntomas urinarios y aumentan el riesgo de infecciones. La solución en estos casos no solo implica la eliminación de los cálculos, sino también la corrección del origen del problema prostático, a través de una intervención quirúrgica.

5. Deterioro de la función renal

En fases avanzadas y no tratadas, la obstrucción urinaria puede elevar la presión retrógrada en los uréteres y los riñones, afectando su función. Cuando se detecta un compromiso renal relacionado con la HBP, la cirugía se vuelve imperativa para evitar daños permanentes en el sistema urinario superior.

¿En qué se diferencia del cáncer de próstata?

La hiperplasia benigna de próstata y el cáncer de próstata son dos enfermedades distintas, aunque ambas afectan la misma glándula. La HBP no aumenta el riesgo de padecer cáncer, y su crecimiento suele centrarse en la zona central de la próstata, mientras que el cáncer se desarrolla generalmente en la periferia. Además, el cáncer de próstata suele ser asintomático en sus etapas iniciales, lo que lo hace más difícil de detectar sin pruebas específicas como el antígeno prostático específico (PSA) y el tacto rectal. Por el contrario, la HBP suele manifestarse con síntomas urinarios evidentes.

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