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Vicente Muriel, 90 años: “Ocho lecciones para que los jóvenes aprendan a ser felices”

No da recetas mágicas; solo comparte lo que le ha funcionado. Y quizás por eso, sus palabras resuenan con fuerza

Vicente Muriel, 90 años: “Ocho lecciones para que los jóvenes aprendan a ser felices”

Vicente Murie | Cedida

A sus 90 años, Vicente Muriel no necesita grandes escenarios para dejar huella. Le basta una conversación tranquila, el recuerdo de toda una vida de entrega y la sabiduría que solo el tiempo regala. Su nombre no aparece en titulares rimbombantes ni persigue el foco, pero su trayectoria habla por sí sola: fue director escolar de dos colegios, alcalde en Valverde del Fresno, Presidente de la Federación de Baloncesto de Cáceres, socio de honor del Museo Vostell, concejal de Cultura y Deportes en Malpartida de Cáceres y Caballero de Yuste. Detrás de cada uno de estos cargos, hay décadas de compromiso, escucha, trabajo silencioso y sobre todo mucho amor.

Vicente pertenece a una generación que ha vivido guerras, dictaduras, transiciones y revoluciones tecnológicas. Ha visto transformarse la educación, la política, las formas de amar y de relacionarse. Pero lejos de encerrarse en la nostalgia, observa el presente con una mezcla de realismo, ternura y preocupación. Habla despacio, con una claridad que no necesita alzar la voz, como quien sabe que lo importante no es imponer una verdad, sino compartir una experiencia. En un tiempo en el que todo parece girar más deprisa de lo que el alma puede asimilar, sus palabras invitan a detenerse. Porque si algo transmite Vicente Muriel es que la felicidad, la de verdad, la que no caduca al cabo de unas horas, está en lo sencillo, en lo cotidiano y lo verdaderamente humano.

Lo que solo se aprende viviendo

Desde su casa de Cáceres (Extremadura), Vicente comparte con THE OBJECTIVE ocho lecciones esenciales para las nuevas generaciones. Lo hace sin moralismos, sin dar lecciones, con la serenidad de quien ha vivido con los pies en la tierra y el corazón en lo importante. Lecciones que, quizás, no se enseñan en las escuelas ni se aprenden en TikTok, pero que guardan el secreto de una vida bien vivida.

1. Apreciar más el día a día

«Los jóvenes de hoy me parecen más impacientes. Viven rodeados de satisfacciones instantáneas, pero eso les dificulta saborear la verdadera felicidad, que está en lo cotidiano: tomar un café con una nieta, reencontrarse con un viejo amigo, desayunar sin prisas». Para Vicente, la plenitud no está en lo extraordinario, sino en los pequeños rituales que dan sentido a los días.

2. Tener pasión por tu trabajo

«Como docente, siempre intenté que lo que enseñaba le sirviera al alumno para descubrir lo que le gustaba. Hay que acompañar, no desviar». Vicente fue maestro por vocación. Cree en una educación que ayude a cada joven a encontrar su camino, no en moldearlos según expectativas ajenas.

3. El deporte es como lavarse los dientes

«El deporte ha sido clave en mi bienestar emocional y físico. Siempre lo he entendido como una necesidad básica, como lavarse los dientes. Es un motor de vida». Su pasión por el baloncesto lo llevó a liderar la federación regional, pero más allá de los cargos, lo que transmite es una filosofía: cuerpo y mente en equilibrio para vivir mejor.

4. Tener un sentido de vida

«Saber qué quieres y poner toda tu energía en conseguirlo. Eso da dirección y paz interior». Muriel defiende que descubrir nuestra vocación no es un lujo, sino una tarea vital. El rumbo no siempre es claro desde el principio, pero merece la pena buscarlo y construirlo con determinación.

5. Dedicar tiempo y cariño a los tuyos

«La gente vive demasiado deprisa y olvida lo verdaderamente importante: la familia. Y no me refiero solo a la de sangre. Hay que cuidar de los tuyos, los que te hacen bien, con tiempo y amor». En una época de relaciones fugaces, Vicente insiste en el valor de los vínculos duraderos y auténticos. El cariño no se improvisa: se cultiva.

6. El amor con pausa

«Hoy todo va muy deprisa. Antes, a veces te obligaban a casarte, pero yo, por suerte, pude elegir. Y con Modesta llevo 68 años. Claro que hemos discutido, como todas las parejas, pero siempre hemos sabido que merece la pena», confiesa Vicente con una sonrisa serena. Y es que Vicente y Modesta son un ejemplo de que el amor verdadero no se improvisa: se construye a fuego lento. Su historia es un canto a la paciencia, la reconciliación y el compromiso duradero. «La vida compartida con tu compañera de vida es más bonita», dice con emoción, como quien sabe que el tiempo, bien vivido y compartido, no resta: multiplica.

Vicente y Modesta cuando hicieron 50 años de casados.
Vicente y Modesta cuando hicieron 25 años de casados.

7. Que nunca se pierda el respeto por los docentes

«Antes se veía al profesor con respeto, ahora se le trata de igual a igual, y eso está bien en parte, pero se ha perdido autoridad. La política también ha tenido mucha culpa» Habla con tristeza de cómo el sistema ha erosionado la figura del maestro. Defiende el diálogo con el alumnado, pero sin olvidar la figura del docente como guía, no como enemigo.

8. Adaptarse a las circunstancias

Ya lo dijo Darwin: sobrevive el que se adapta. Vicente lo dice con naturalidad, «Yo ya no puedo hacer lo de antes, ni montar en bici ni jugar al baloncesto, pero no pasa nada. Me adapto y busco lo bueno del presente» Muriel es un ejemplo vivo de resiliencia. Su actitud ante el paso del tiempo no es de derrota, sino de aceptación activa. Vivir el presente, sin aferrarse a lo que ya no se puede, es también una forma de felicidad.

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