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Consumo diario de 100 gramos de ultraprocesados: riesgos inesperados para la salud

Ese ‘snack’ que parece inofensivo podría, en realidad, estar comprometiendo tu bienestar más de lo que imaginas

Consumo diario de 100 gramos de ultraprocesados: riesgos inesperados para la salud

Ultraprocesados | Canva

La próxima vez que cojas una bolsa de patatas fritas, una galleta industrial o una bebida azucarada, puede que quieras pensártelo dos veces. Según una recopilación de estudios científicos difundida por el medio Ac2ality, el consumo de apenas 100 gramos diarios de alimentos ultraprocesados es suficiente para afectar negativamente a la salud. Aunque a simple vista esa cantidad no parezca alarmante, la evidencia es contundente: 41 estudios han confirmado esta correlación, alertando sobre los graves riesgos para el organismo, incluso con un consumo moderado.

Un riesgo que va más allá del peso

Cuando hablamos de alimentos ultraprocesados, no nos referimos solo a productos envasados o con ingredientes artificiales. Estos productos son el resultado de formulaciones industriales complejas, que atraviesan múltiples fases de procesamiento. Suelen incorporar una alta carga de azúcares añadidos, grasas saturadas, sal, aditivos, colorantes y conservantes, y en contrapartida, ofrecen poco o ningún valor nutricional: apenas aportan fibra, proteínas de calidad, vitaminas o minerales. En este grupo se encuentran productos tan comunes como los refrescos, la bollería industrial, los cereales azucarados, los platos precocinados, las patatas fritas de bolsa, las galletas y también muchos alimentos promocionados como light o fit que, a pesar de su apariencia saludable, están altamente procesados.

Existe la creencia generalizada de que los ultraprocesados solo afectan al peso corporal. Y si bien su consumo habitual sí está vinculado al sobrepeso y a la obesidad, los riesgos asociados van mucho más allá. La evidencia científica recopilada demuestra que incluso cantidades moderadas y consumidas con frecuencia pueden aumentar de forma significativa el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas. Entre ellas se incluyen la diabetes tipo 2, la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, así como trastornos digestivos y problemas de salud mental como la ansiedad o la depresión.

Procesados
  • Hipertensión arterial
  • Diabetes tipo 2
  • Enfermedades cardiovasculares
  • Trastornos digestivos
  • Algunos tipos de cáncer
  • Problemas de salud mental, como ansiedad y depresión

Este conjunto de patologías, asociadas al estilo de vida y a la alimentación, suponen una de las mayores cargas para los sistemas sanitarios del mundo. Y lo preocupante es que muchas veces los consumidores no son plenamente conscientes del impacto que pueden tener ciertos hábitos cotidianos, como tomar un snack al día o beber un refresco en cada comida.

El engaño de la moderación

Uno de los puntos más destacados por Ac2ality es que el daño no depende exclusivamente de grandes cantidades. La cifra de 100 gramos diarios (el equivalente aproximado a una lata de refresco y un par de galletas) puede parecer insignificante, pero es suficiente para alterar marcadores metabólicos y aumentar el riesgo de enfermedad. Esto rompe con la idea de que “todo es bueno con moderación”. En el caso de los ultraprocesados, la moderación no es garantía de seguridad. Tal como señalan diversos estudios, estos productos alteran la microbiota intestinal, promueven la inflamación crónica y generan respuestas hormonales que contribuyen a un deterioro progresivo del organismo, incluso cuando se consumen en pequeñas dosis.

¿Qué alternativas existen?

Afortunadamente, existen opciones. La clave está en volver a una alimentación basada en productos frescos, mínimamente procesados: frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos, pescados, carnes magras y aceites saludables como el de oliva virgen extra. También es fundamental leer las etiquetas y desconfiar de aquellos productos con listas de ingredientes interminables. Además, resulta esencial educar en salud nutricional desde la infancia, ya que muchos de estos alimentos se promocionan directamente a los más pequeños, estableciendo patrones de consumo que perduran en la edad adulta.

Un reto de salud pública

Los datos son claros y alarmantes. Aunque el ritmo de vida actual favorece la comodidad y la inmediatez que ofrecen los ultraprocesados, la ciencia advierte: lo cómodo puede salir caro para la salud. Si con solo 100 gramos al día ya se generan efectos adversos, la necesidad de cambiar nuestros hábitos alimentarios se vuelve urgente. En palabras de los expertos, no se trata de demonizar alimentos puntuales, sino de ser conscientes de lo que comemos y priorizar una dieta real, natural y equilibrada.

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