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Por qué casi siempre enfermas justo cuando coges vacaciones: tiene su explicación

A muchos nos ocurre: es comenzar el descanso y caer malos. Y la ciencia tiene una explicación

Por qué casi siempre enfermas justo cuando coges vacaciones: tiene su explicación

Es común enfermar cuando empiezas las vacaciones | Freepik

A muchos de nosotros nos ocurre. Tras estar trabajando y lidiando con los problemas del día a día, llegan las ansiadas vacaciones y ¡pum! Segundo día de descanso y has caído enfermo. Y sucede tanto en invierno como en verano. Pero ¿por qué?

Pues porque cuando pasas meses sometido a un nivel alto de estrés continuo, no es raro que, al fin relajarte, tu cuerpo colapse. Sabes que necesitas un respiro, piensas que todo mejora… pero de pronto aparece un resfriado, una migraña o una fatiga inusual. Este fenómeno tiene nombre: es el llamado «let-down effect», o «efecto del bajón»” tras la tensión.

Durante ese periodo estresante, tu organismo produce cortisol en exceso, una hormona con función antiinflamatoria pero que, en exceso y por mucho tiempo, pone en silencio ciertas defensas para mantenerte en modo ‘aviso constante’. El cuerpo aplaza respuestas como la activación total del sistema inmunitario para centrarse en lo urgente. Cuando al fin detienes esa presión, digamos que la ‘guardia baja’ y lo que estaba latente sale a la luz.

Por qué al coger vacaciones o relajarte en extremo te pones enfermo

A continuación, en THE OBJECTIVE profundizaremos en cómo el estrés crónico afecta a tu sistema inmune, por qué al relajarte puedes enfermar, y cómo evitar ese salto brusco entre «modo crisis» y «modo recuperación».

1. Estrés prolongado: el cortisol como doble filo

El eje hipotálamo–hipófisis–adrenal (HPA) regula el estrés, liberando cortisol y adrenalina. En situaciones cortas, esta reacción fortalece la respuesta inmunitaria; pero si se prolonga, se suprime la actividad de linfocitos y células NK, disminuyendo tu capacidad de respuesta a virus y bacterias.

Además, numerosos estudios explican que la exposición crónica al estrés genera una resistencia de las células al cortisol: el cuerpo deja de regular bien la inflamación, lo que lleva a una situación de exposición constante a agentes infecciosos y marcadores inflamatorios elevados.

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2. El «let‑down effect»: cuando el cortisol baja de golpe

Al finalizar un periodo estresante (entrega de un proyecto, un divorcio, cierre de un ciclo…), los niveles de cortisol pueden caer abruptamente. Este descenso provoca que el sistema inmune, que había sido contenido, reaccione de golpe y saque a flote infecciones latentes como resfriados, herpes labial o migraña. Los expertos aseguran que en este momento el cuerpo pasa de estar en «alerta máxima» a un estado de reposo, lo que puede disparar brotes de síntomas físicos.

3. Reacción inflamatoria y fatiga post-estrés

Tras el estrés, el sistema inmunitario no solo recupera su pulso, sino que a veces lo hace con exceso de inflamación. Esto se traduce en aumento de citocinas pro-inflamatorias como IL‑6 o TNF‑α, causando síntomas como fatiga, dolor, fiebre o malestar general, detallan los expertos. Además, meta-análisis en PNI (psiconeuroinmunología) han confirmado recurrentes disminuciones de células T y NK tras estrés prolongado, junto a aumento de marcadores inflamatorios.

Es común enfermar cuando empiezas las vacaciones. Freepik

4. La psiconeuroinmunología: mente, nervios y defensas conectados

La psiconeuroinmunología (PNI) explica cómo el estrés mental o emocional repercute en el cuerpo físico. Desde los años 60, se sabe que la comunicación entre sistema nervioso, endocrino e inmune es bidireccional: lo que sientes afecta tu salud y viceversa. El estrés prolongado crea un «allostatic load», una carga fisiológica que desgasta los sistemas del cuerpo a lo largo del tiempo, incluyendo el inmune, digestivo y cardiovascular.

¿Y se puede evitar?

Aunque es prácticamente prevenir el bajón de salud al relajarte, sí que podemos intentar que no sea tan drástico:

  • Transición gradual: no pases de tensión al descanso total de golpe. Intercala días suaves, como días sin reuniones o pausas activas .
  • Recuperación activa: caminar, meditar o respirar lento regula los niveles de cortisol y reduce inflamación.
  • Dormir bien: el sueño de calidad es esencial para reactivar defensas y regular hormonas.
  • Vida saludable continua: mantener ejercicio, buena alimentación e hidratación incluso en vacaciones fortalece tu inmunidad .
  • Apoyo emocional: conexiones sociales y soporte familiar ayudan a reducir el impacto del estrés crónico.

En este punto, debemos saber que enfermar al relajarnos no es capricho ni fruto del azar o la mala suerte: es el reflejo de un cuerpo que se recupera y reequilibra. El cortisol alta tensión reprime defensas; al bajar, emerge lo que estaba escondido. Conociendo este ciclo y aplicando estrategias suaves de transición y autocuidado, quizá podemos evitar ese brutal momento de «factura post-estrés».

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