El material que recomienda un arquitecto para que los toldos no acumulen calor
Elegir una cubierta correcta no es solo una cuestión de estética o de precio. Es una inversión en confort térmico y salud

Toldos | Canva Pro
Cuando llega el verano, los toldos se convierten en aliados indispensables para proteger nuestras viviendas del sol abrasador. Sin embargo, no todos los toldos cumplen igual de bien su función, y la elección del color y el material puede marcar la diferencia entre una casa fresca o una auténtica trampa térmica. ¿Tienes un toldo verde? Entonces, según el arquitecto técnico y profesor Jordi Martix, no está haciendo su trabajo como debería.
Los toldos verdes han sido una constante en balcones y terrazas urbanas durante décadas. Pero su popularidad no obedece a razones técnicas, sino más bien estéticas. «Vivimos en ciudades dominadas por el hormigón, y la ilusión de ver algo verde, aunque sea en un toldo, ha pesado mucho en nuestras decisiones», explica Martix. Sin embargo, estos toldos, como todos los de colores oscuros, no son los más eficaces para evitar el calentamiento de los espacios.
El problema de los colores oscuros
La clave está en cómo los distintos colores interactúan con la radiación solar. Los tonos oscuros, como el verde tradicional de los toldos, absorben una mayor cantidad de radiación. Esto significa que el tejido se calienta más y actúa como un auténtico radiador colgado justo delante de nuestras ventanas. Aunque sigue siendo mejor que no tener ningún toldo, su eficacia es limitada: el aire bajo el toldo se calienta y ese calor se transmite poco a poco al interior de la vivienda. Jordi Martix ha estudiado este fenómeno y afirma que «un toldo oscuro puede alcanzar temperaturas superficiales muy elevadas y crear una zona caliente justo debajo, que a medio plazo termina aumentando la carga térmica de la casa».

¿Y los toldos blancos?
¿La solución entonces sería instalar un toldo blanco o de un color muy claro? No necesariamente. Aunque los tonos claros tienen la ventaja de reflejar una mayor parte de la radiación solar y, por tanto, se calientan menos que los colores oscuros, también presentan un inconveniente importante. Cuando el tejido es demasiado fino, la luz solar puede atravesarlo parcialmente, lo que reduce significativamente su capacidad para generar sombra efectiva y proteger del calor. Esto significa que, aunque la superficie del toldo no se caliente tanto, la radiación directa aún puede llegar al espacio que se pretende proteger, haciendo que la sensación térmica bajo el toldo no sea tan agradable. «Bloquean peor la radiación directa, por lo que tampoco son ideales si se usan de forma única y sin refuerzo», explica Martix. Por eso, la elección del material y la composición del toldo es crucial para conseguir un equilibrio entre reflejar el calor y bloquear la radiación solar de forma eficaz.
La solución óptima: toldos de doble capa
Frente a estos problemas, Jordi Martix propone una solución técnica y eficaz: toldos de doble capa con materiales inteligentes. «La clave está en diseñar un tejido que sea reflectante por su cara exterior, la que está expuesta al sol, y absorbente por la interior. De esta forma se refleja buena parte de la radiación antes de que penetre, y se mejora el confort térmico en la zona de sombra», explica. Este tipo de toldos, aún poco extendidos en el mercado doméstico, ya están siendo aplicados en arquitectura bioclimática y edificios de bajo consumo energético. Son capaces de reducir de forma significativa el calentamiento de las fachadas y, por tanto, disminuir el uso de aire acondicionado. «Un toldo mal elegido puede hacer que aumente el uso de climatización artificial. Uno bien diseñado, en cambio, puede suponer un ahorro considerable en la factura energética», asegura.