The Objective
Lifestyle

Xavier Guix, psicólogo: «Cómo enseñar a los hijos a defenderse sin devolver una patada»

El reto está en acompañarles sin exigirles ser “corderos” en casa ni “lobos” fuera, sino personas capaces de defenderse con la palabra

Xavier Guix, psicólogo: «Cómo enseñar a los hijos a defenderse sin devolver una patada»

Niños pequeños | Canva pro

Durante generaciones, muchos niños escucharon de sus padres la misma instrucción: “Si te pegan, devuélvela”. Esa frase, tan común en los patios de colegio, buscaba reforzar la autoestima y evitar que los pequeños se convirtieran en víctimas. Sin embargo, con el auge de la resolución pacífica de los conflictos, este consejo fue desterrado en favor de un modelo basado en el diálogo y la negociación. El problema es que, en la práctica, no siempre funciona y puede dejar a los menores sin herramientas eficaces para protegerse.

El psicólogo y divulgador Xavier Guix, autor de El problema de ser demasiado bueno (Arpa Editores, 2024), propone una tercera vía: enseñar a los hijos a defenderse con firmeza, pero sin recurrir a la violencia. «No les decimos que devuelvan la patada, pero hay que enseñarles a que no deben callarse. Que contesten con asertividad: ‘No me hagas esto’. Quizá no funcione siempre, pero lo importante es que aprendan a responde», explica.

La importancia de la asertividad

Guix insiste en que no se trata de reprimir la defensa personal, sino de trasladarla al plano de la palabra. Ser asertivo significa expresar los propios derechos y necesidades de manera clara y respetuosa, sin agredir, pero sin someterse. De este modo, el niño evita dos extremos que pueden ser igualmente dañinos: la agresividad descontrolada o la pasividad absoluta. La psicología educativa respalda esta posición. Diversos estudios apuntan a que los menores que aprenden a comunicarse con asertividad tienen más probabilidades de frenar un episodio de acoso y, además, desarrollan mayor seguridad en sí mismos. La frase “no me hagas esto”, acompañada de contacto visual y tono firme, puede ser más poderosa que cualquier golpe de vuelta.

¿Cómo acompañar a un niño si está en conflicto?

El debate sobre cómo actuar frente a una injusticia en la escuela no se limita al niño, también interpela a los padres. Si no intervienen, corren el riesgo de dejarlo a su suerte; si lo hacen de manera desmedida, pueden caer en la sobreprotección. Guix sugiere un punto de equilibrio: escuchar, acompañar y preguntar al hijo qué ha hecho hasta el momento, de modo que verbalice su experiencia y sea consciente de su papel en la situación. El especialista alerta además sobre los casos que superan el ámbito de un simple conflicto infantil. Cuando se trata de bullying o acoso, la responsabilidad ya no recae en el menor, sino en los adultos. «No podemos pedirle a un niño que se enfrente a alguien cuando los padres no somos capaces de hablar con la otra familia o con el colegio», subraya.

Enseñar a defenderse sin violencia.

Enseñar a poner límites desde la infancia

El núcleo de la propuesta de Guix conecta con la educación en límites. Muchos niños, recuerda, crecen bajo el mandato del “pórtate bien” o “no molestes”, frases que terminan inculcando una obediencia excesiva. Esa tendencia a ser complacientes puede derivar en adultos incapaces de decir “no” y proclives a sacrificarse por los demás. Por eso, aprender a defenderse desde pequeños no significa solo reaccionar en el patio del colegio, sino también construir una identidad más sólida. Saber marcar fronteras, no ceder ante la presión del grupo y reconocer las propias emociones son aprendizajes esenciales que los acompañarán en la vida adulta.

Qué papel tiene el colegio y la sociedad

La responsabilidad de enseñar a defenderse sin violencia no es exclusiva de las familias. La escuela, como espacio de socialización, tiene un papel fundamental. Programas de convivencia escolar, talleres de resolución de conflictos y dinámicas de comunicación no violenta pueden complementar el trabajo de casa. Además, Guix recuerda que los niños aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice. Si observan que sus padres resuelven los problemas desde el diálogo, con respeto y sin recurrir a la agresión, tenderán a imitar ese modelo. En cambio, si se predica la paz en casa, pero se actúa con hostilidad en la vida cotidiana, la incoherencia acaba calando en ellos.

Publicidad