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La verdadera razón por la que los hombres dejan a su esposa por una mujer más joven

Un hombre que cambia de pareja no busca juventud, sino escapar del miedo a envejecer y del reflejo de sí mismo

La verdadera razón por la que los hombres dejan a su esposa por una mujer más joven

Una pareja sin diferencia de edad

Primero cambia de coche. Luego se compra un par de zapatillas demasiado llamativas. Al poco, descubre TikTok. Y de pronto deja a su mujer y se va con una más joven. ¿Por qué suele suceder esto? ¿Es todo resultado de la crisis de mediana edad?

La psicoterapeuta Esther Perel, una de las voces más influyentes en el estudio de la intimidad contemporánea, sostiene que muchas infidelidades –o relaciones con personas mucho más jóvenes– no nacen del deseo hacia el otro, sino del deseo de reencontrarse con uno mismo. En su libro The State of Affairs: Rethinking Infidelity, escribe: «A veces, cuando buscamos la mirada de otra persona, no nos alejamos de nuestra pareja, sino de la persona en la que nos hemos convertido». Perel sugiere que lo que empuja a muchos hombres hacia nuevas relaciones no es tanto la búsqueda de placer, sino la necesidad de sentirse admirados, de volver a verse reflejados en una mirada que les devuelva vitalidad.

Necesidad de sentirse validados

La terapeuta sexual Tracey Cox comparte la misma opinión: «Las investigaciones muestran que muchos hombres que se vinculan con mujeres mucho más jóvenes no persiguen emoción, sino reafirmación. No corren hacia alguien nuevo; huyen de sí mismos: del envejecimiento, de la rutina, de la responsabilidad, de la sensación de que su vida ya no les pertenece. Una mujer joven los hace sentir relevantes otra vez. Los mira con admiración, no con exasperación. Y para un hombre en plena crisis de mediana edad, esa mirada puede resultar embriagadora», asegura en su columna en el Daily Mail.

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Una pareja de jubilados. – Freepik

Estas relaciones suelen fracasar

Cox afirma que este tipo de relaciones suelen acaban en desastre: «Lo que al principio fue un estímulo, pronto se convierte en espejo. Él empieza a comparar: su piel firme con la suya, su energía inagotable con su cansancio, su frescura ante el mundo con su creciente sensación de desconexión. Y, poco a poco, la euforia se transforma en una punzada de pérdida».

«No solo no se siente mejor consigo mismo; ahora entiende con más claridad todo lo que ha dejado atrás. Esta es la historia –repetida miles de veces– de hombres que persiguieron la fuente de la juventud y, en cambio, encontraron un recordatorio cruel de su mortalidad», añade.

¿Por qué casi siempre termina en arrepentimiento?

Los psicólogos y la experiencia colectiva coinciden: las relaciones entre hombres mayores y mujeres jóvenes rara vez prosperan. Estas son las razones más frecuentes que expone Cox:

  • Están en etapas vitales diferentes: ella mira hacia adelante, planifica su futuro. Él mira hacia atrás, repasa su pasado. Cada etapa tiene sus desafíos, pero si las prioridades no coinciden, la distancia se agranda.
  • Diferencias generacionales. En la era de las redes sociales y la inteligencia artificial, incluso diez años de diferencia pueden parecer un abismo. Él no entiende por qué una comida debe ser instagrameable, y ella no comprende por qué él cree que eso no importa. Las parejas más felices suelen compartir referencias culturales y un lenguaje común. Si tu nueva pareja no sabe quién es tu banda favorita, o tú no entiendes sus memes, la desconexión es inevitable.
  • Desequilibrio de poder. Él tiene más estabilidad económica, más experiencia, más contactos. Ella, más juventud y frescura. Al principio, ambos disfrutan de ese intercambio: él se siente admirado; ella, protegida. Pero con el tiempo, los roles se vuelven asfixiantes: él se cansa de ser el «maestro», y ella se rebela contra ser la «alumna». Las relaciones más sanas son aquellas donde ambos se sienten en igualdad de condiciones.
  • La salud y el paso del tiempo. Una diferencia de veinte años se nota poco a los 40, pero mucho a los 70. Por más vitales que se sientan, el cuerpo no negocia. La vejez llega con sus propios límites, y tarde o temprano, la brecha se hace evidente.
  • El peso del juicio social. «Aunque digan que no les importa, el entorno opina. Los amigos se alejan, la familia murmura, los desconocidos miran. Ella es tachada de cazafortunas; él, de hombre desesperado por aferrarse a la juventud. Y esa presión, constante e incómoda, termina erosionando incluso las relaciones más sólidas», sentencia Cox.
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