Ni 18 ni 28 años: esta es la verdadera edad de la madurez cerebral, según la doctora Reyes
Aceptar la adultez emergente es reconocer que el cerebro sigue en desarrollo, que equivocarse es parte del proceso y cuidarse es clave

Madurez cerebral
La doctora Andrea Reyes publicó recientemente un video en su cuenta de Instagram, @dr.pride.pe, donde explica por qué ser adulto legalmente no siempre significa sentirse adulto emocionalmente. En su mensaje, la doctora se apoya en investigaciones científicas como los estudios de Giedd (2015) sobre el cerebro adolescente, la investigación de Sawyer y colaboradores (2018) sobre la adolescencia prolongada, y la teoría de la adultez emergente de Arnett (2014), para mostrar que la madurez emocional sigue evolucionando mucho después de los 18 años. «El cerebro no se detiene al cumplir la mayoría de edad», afirma la doctora Reyes. Explica que el córtex prefrontal, la región encargada de regular emociones, juicio y control de impulsos, sigue madurando hasta aproximadamente los 30 años. Esto significa que aunque una persona pueda firmar contratos, votar o conducir, su capacidad de planificación a largo plazo, manejo del estrés y regulación emocional aún está en construcción.
Adultez emergente: una etapa de construcción
Este fenómeno ha sido identificado por la neurociencia como parte de la adultez emergente, una etapa que abarca entre los 18 y los 29 años, en la que se consolidan la identidad, la estabilidad emocional y la dirección en la vida. Según la doctora Reyes, durante estos años es común que los jóvenes sientan que sus decisiones no siempre son consistentes o que sus planes cambian más de lo esperado. «No es falta de madurez, es neurobiología», subraya, haciendo énfasis en que este proceso es natural y necesario para alcanzar una adultez plena.
Estudios recientes respaldan esta visión. Investigaciones de Giedd (2015) muestran que el cerebro adolescente y joven adulto sigue transformándose a nivel estructural y funcional, especialmente en áreas relacionadas con la planificación y el autocontrol. Sawyer y colaboradores (2018) destacan que la adolescencia y los primeros años de adultez son períodos prolongados de exploración, donde la estabilidad emocional y social todavía se está configurando. Este enfoque coincide con la teoría de Arnett (2014) sobre la adultez emergente, que describe cómo los jóvenes adultos navegan entre la dependencia familiar y la autonomía plena, mientras construyen su identidad y objetivos de vida.
La importancia de cuidar tu cerebro
La doctora Reyes advierte que comprender esta etapa es crucial para reducir la presión que muchos jóvenes sienten por “tenerlo todo resuelto”. Recomienda centrarse en hábitos que fortalezcan el bienestar cerebral, como mantener rutinas de sueño regulares, alimentación balanceada, actividad física constante y la creación de entornos sociales y emocionales positivos. «Cada decisión cuenta, no para apresurar el crecimiento, sino para acercarte a tu mejor versión», aclara. Además, resalta la importancia de la autocompasión. La adultez emergente no es un periodo de debilidad, sino de adaptación y aprendizaje. «Si te sientes ‘atrasado’ o indeciso, no te juzgues. Tu cerebro todavía está afinando las herramientas que te permitirán tomar decisiones más conscientes y equilibradas en el futuro», explica, subrayando que la paciencia y la reflexión son claves en este proceso.
Un punto central del mensaje de la doctora Reyes es reconocer que la madurez emocional no se mide solo por la edad cronológica, sino por la capacidad de gestionar emociones, planificar a largo plazo y mantener relaciones saludables. La neurociencia confirma que el desarrollo cerebral continúa en la veintena larga, lo que hace que esta etapa sea un período de experimentación y consolidación. En otras palabras, sentirse a medio camino entre la adolescencia y la adultez es completamente normal. Para quienes atraviesan esta fase, la recomendación es clara: priorizar el autocuidado y las decisiones conscientes, sin compararse con otros ni con expectativas externas. La construcción de la identidad y la estabilidad emocional es un proceso gradual, y cada paso cuenta para acercarse a una adultez más plena y satisfactoria.
