Cómo saber si un cosmético es de calidad con solo analizar el frasco en el que está envasado
Aunque se dice que la belleza está en el interior el aspecto del envase de un cosmético puede revelar mucha información
Envases de cosméticos | Freepik
Juzgar algo o a alguien por su envoltorio o aspecto físico es, cuanto menos, reprochable. Sin embargo, en asuntos de cosmética, esta regla de educación social puede dejarse aparcada ya que el sector de la belleza nos permite sacar nuestro lado más malvado y criticar a un producto por el aspecto de su envase.
Aunque podemos pensar que lo importante es el cosmético que contiene, la realidad nos dice que el envase también juega un papel fundamental. No solo hablamos de su aspecto estético, donde la firma tiene que esforzarse por transmitir un mensaje en el que el cliente conozca solo con la imagen el espíritu de la marca. La calidad del material en el que esté fabricado ese envase es fundamental para garantizar la calidad y efectividad de del cosmético.
Si eres de las que cree en que todo es marketing y piensa que los frascos son una excusa para encarecer un producto porque en realidad no tienen tanta importancia, tenemos que decirte que estás equivocada. Desde THE OBJECTIVE vamos a entrar en detalle para que comprendas el porqué y para que la próxima vez que vayas a comprar un cosmético sepas fijarte bien en su frasco para confirmar si es lo que realmente estás buscando.
Los problemas de un mal envase
Lo primero que podemos afirmar es que un envase que no sea de calidad puede alterar la estabilidad del producto. «Los productos cosméticos tienen un alto volumen de ingredientes altamente inestables. Es decir, la efectividad o acción de cada componente puede variar cuando se exponen al medioambiente y, para que no ocurra, están los envases de calidad que evitan esa exposición», explica Mireia Fernández, directora dermocosmética de Omorovicza.
Para saber si este aspecto es realmente preocupante, debemos de saber qué pasa cuando un cosmético se desestabiliza. «Cuando una fórmula se desestabiliza pueden pasar muchas cosas según el producto del que hablemos: los activos pueden oxidarse, pueden perder efectividad o, incluso, perderse las emulsiones y empeorar la cosmeticidad del producto», expone Raquel González, cosmetóloga y directora técnica de Perricone MD.
Esto significa que el cosmético puede perder toda su efectividad y que cuando nos lo apliquemos no tenga ningún tipo de resultado actuando como un placebo. Y este no es el peor de los escenarios. Puede suceder que los activos en los que se produzcan estas alteraciones tenga consecuencias negativas para la piel. «Puede derivar en un envejecimiento acelerado o en hipersensibilidades cutáneas, por citar solo algunos ejemplos de las consecuencias posibles», advierte Estefanía Nieto, directora dermocosmética de Medik8.
Tres enemigos de los que protegerse
Existen tres actores que son los que más pueden alterar la estabilidad de un cosmético. Son el aire, la luz y la temperatura. «Son los tres factores que más influyen y debemos aislar a las fórmulas de ellos», explica Marta Agustí, directora dermocosmética de Boutijour.
Comencemos viendo los resultados que puede tener la exposición a la luz. Existen determinados activos, como la Vitamina C, que con la acción de la luz se oxidan. Otros de los resultados es la desactivación, como sucede con el retinol.
La temperatura también juega un papel crucial. El frío puede cristalizar las partes oleosas de un producto y corromperlas. Por su parte, «las temperaturas elevadas pueden desactivar determinados activos», añade Natalia Abellán, directora dermocosmética de Rosalique. Isabel Reverte, directora dermocosmética de Ambari, explica que «el aire en general también puede desestabilizar. Está compuesto de muchas partículas en suspensión como el polvo, la contaminación, etc., que pueden descomponer una fórmula».
¿Podemos fiarnos de los envases transparentes?
Los principios más inestables a la luz son los derivados de minerales como el cobre, la vitamina C o los retinoles, por ejemplo. «Para evitar que les dé la luz, muchas firmas pintan los envases, lo que ayuda a opacar para que la radiación no incida en la fórmula», informan desde la firma Byoode. Otras marcas cosméticas dan un paso más allá y buscan una solución más sofisticada como es una fusión entre vidrio y el ámbar para proteger al producto de la entrada de la luz y del sobrecalientamiento.
Aún así, ya te habrás dado cuenta que en el mercado cosmético existen multitud de envases transparentes. Quizás, incluso estés usando alguno de ellos en tu rutina diaria. ¿Debemos preocuparnos de la estabilidad del producto que contienen? La clave está en saber si los ingredientes que incluye se desestabilizan fácilmente. «Preocúpate de ello cuando sea un cosmético rico en vitamina C, determinados ácidos exfoliantes, activos minerables como el cobre o con retinoides como el retinol o el retinal», advierte Ana Yuste, asesora facial de Pure Niche Lab. En cambio, los envases transparentes suelen ser muy habituales en productos como los tónicos o los sueros de ácido hialurónico. «En este tipo de cosméticos podemos estar tranquilos», nos apuntan desde la firma cosmética Boutijour.
Las fórmulas airless
Los principios más estables necesitan envases airless. Con este nombre llamamos a esos frascos en los que no solo no se deja pasar la luz sino que tampoco hay lugar para el aire. «Un ejemplo son aquellos tubos con un ‘pump’ que no podemos desenroscar», apunta Estefanía Nieto, de Medik8.
Este tipo de envases se utilizan de forma muy común en cosméticos que cuentan en su fórmula con retinal. Ojo, con la letra a, no hablamos de retinol. Se trata de una molécula once veces más rápida que el retinol pero resulta mucho más inestable. Introduciéndolo en este envase evitamos que se corrompa. «Si vemos fórmulas de retinal que no van envasadas así, debemos preocuparnos de la longevidad que vaya a tener el producto», nos recomienda la experta.
Cuidado con este error habitual
Saber las características que debe de tener el frasco de un determinado cosmético es muy importante a la hora de realizar una compra. Pero, una vez en casa, no podemos bajar la guardia. En ocasiones alteramos el envase original y guardamos el producto en otro frasco, sobre todo cuando estamos preparando el neceser de vacaciones y tenemos que ahorrar espacio o someternos a las normas de las aerolíneas. Seguro que en más de una ocasión has traspasado productos a un tarro de tamaño inferior para poder transportarlo y nos apostamos a que este nuevo envase era transparente y no estaba totalmente aislado del aire.
Ahora ya sabes que esta acción resulta irresponsable y hay que evitarla. El fabricante del cosmético no puede asegurar que el envase al que lo vayas a trasladar cumpla con todo lo necesario para mantener la fórmula estable y con toda su eficacia. «Además, en el proceso de trasvase, el producto es fácil que entre en contacto con el aire, la luz e, incluso, con bacterias que podrían alterar el cosmético e influir a reacciones negativas al aplicarlo en la piel», concluye Mireia Fernández, directora dermocosmética de Omorovicza.
Si te va a marchar de viaje, y necesitar llevar tus cosméticos en formatos más pequeños, lo más seguro y recomendado es comprar las mini tallas que muchas firmas ofrecen de sus cosméticos para estos momentos.
Ahora, antes de realizar una compra, ya sabes que el envase no es un simple elemento decorativo. Comprueba la composición de sus ingredientes para fijarte en si el producto viene envasado de la manera más correcta para que esté durante todo su uso en perfectas condiciones.
