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Adicciones de la piel: qué sucede (realmente) cuando te acostumbras a un cosmético

Existen productos que necesitamos utilizar continuamente o cuyos resultados no son los mismos con el paso del tiempo

Adicciones de la piel: qué sucede (realmente) cuando te acostumbras a un cosmético

Rutina de belleza. | Freepik

Cada cual tiene sus manías en cuestiones de belleza. Hay personas que tienen adicción y necesitan continuamente reaplicar su bálsamo de labios, otras lo hacen con sus cremas de manos y hay quienes son incapaces de salir de casa si no se han lavado el pelo esa mañana. Estos son solo algunos ejemplos cotidianos de que existen cosméticos que, sin darnos cuenta, nos crean adicciones.

Aunque no existe ningún estudio científico o psicológico que lo certifique, se trata de una realidad que depende de varios factores. Sin embargo, aunque pensemos que no está de más cuidar nuestra piel o el cabello, hay casos en los que un uso excesivo de un cosmético puede ser perjudicial. Por una parte porque existe la regla que nos confirma que por más que apliquemos más producto eso no significa que vamos a tener mejores resultados. Por el otro, podemos crear una saturación en nuestro organismo que haga que esos productos, que en un principio notábamos sus beneficios, dejen de ser efectivos.

Si crees que puedes tener una adicción cosmética, desde THE OBJECTIVE te vamos a explicar las más comunes así como la mejor manera de ponerle solución. Descubriremos qué ingredientes de belleza son los que más enganchan así como las fórmulas para no caer en el llamado mono cosmético.

¿Existen las adicciones cosméticas?

Cuando nos volvemos adictos a un determinado cosmético, no lo solemos hacer por su packaging o su aroma, sino por la fórmula que contiene. Según explica Paola Gugliotta, experta en genética por la Universidad de Harvard y Directora de estrategia y desarrollo de la firma The Today Project, se debe a que  algunos ingredientes activos pueden generar unos resultados rápidos y visibles que llevan a la percepción de que los necesitamos continuamente. «La clave aquí́ es entender que esto no es una dependencia en el sentido medico o psicológico, sino más bien una respuesta a la eficacia de ciertos ingredientes», explica la experta.

Las cremas de manos son uno de los cosméticos que más adicciones crea. (Fuente: Nivea)
Las cremas de manos son uno de los cosméticos que más adicciones crea. | Nivea

Otros profesionales se inclinan por la opinión de que las adicciones de la piel a los cosméticos son más un mito que una realidad científica. Lo que sí es cierto es que hay algunos factores que hacen que nos parezca que la piel se ha acostumbrado a un producto y que éste ya no funciona igual de bien que en el inicio.

«La piel puede adaptarse a los ingredientes activos de un cosmético con el tiempo. Esto no significa que el producto haya dejado de ser efectivo, sino que la piel ha alcanzado un nuevo equilibrio», explica Ana Torrens, farmacéutica y responsable científica de HD Cosmetic Efficiency. De esta manera, ingredientes antiinflamatorios como la cafeína, hidratantes como el ácido hialurónico, o calmantes como el aloe vera, pueden mostrar resultados rápidos y evidentes al principio. Con el tiempo, la piel puede parecer menos receptiva simplemente porque ha mejorado su condición general.

Cuando la piel se acostumbra a un activo y no responde de la misma manera que antes se produce una desensibilización. Es algo muy común en determinados ingredientes como los retinoides o los ácidos exfoliantes. Podemos solucionarlo muy fácilmente ajustando la concentración de ese ingrediente o cambiando el producto por una temporada.

Ingredientes que enganchan

Aunque nos puede surgir una adicción a cualquier tipo de cosmético, existen una serie de activos que tienden más a que se produzca esta necesidad. Entre los que más destacan nos encontramos con los siguientes:

  • Antiinflamatorios: la cafeína, árnica o el pepino estarían en este grupo. Son elementos que pueden reducir temporalmente la hinchazón y mejorar la apariencia de la piel.
  • Hidratantes: nos enganchan rápidamente porque son capaces de hidratar la piel superficialmente de manera efectiva dándole una apariencia más suave.
  • Calmantes: componentes como la centella asiática, la camomila o el aloe vera son viejas conocidas por sus propiedades calmantes y cicatrizantes. Pueden ayudar a reducir la inflamación y mejoran la salud general de la piel de forma instantánea.
  • Iluminadores: dan un aspecto radiante a la piel y son activos donde nos podemos encontrar con la vitamina C o los alfahidroxiácidos.

Qué sucede realmente

Desencantarnos con un cosmético que adorábamos porque se tiene la percepción de que ha dejado de funcionar suele ser muy habitual. Sin embargo, esto suele ser una falsa sensación y detrás de la creencia de que un producto ha dejado de ser efectivo suele haber diferentes explicaciones.

Adicción a los bálsamos labiales
Bálsamos labiales de Dermo Suavina.

La piel o el cuero cabelludo son órganos que pueden acostumbrase a recibir determinada cantidad de algunos ingredientes dando la sensación de necesitarlos continuamente para mantener el mismo aspecto. Es lo que sucede con los bálsamos labiales o algunas cremas cuando parecen que crean adicción. Como explica Paola Gugliotta, «hay formulas que crean una barrera sobre la piel (como si se tratase de un film transparente) que da una sensación de hidratación temporal pero que evita que la piel respire adecuadamente. Una vez se elimina esa capa, la liberación de humedad acumulada puede llevar a una pérdida temporal de humedad». Cuando esto sucede, tenemos una sensación de sequedad que puede confundirse con la necesidad de volver a utilizar el producto. Pero esa no es la solución. El cuerpo ya cuenta con sus propios mecanismos de regulación y hay que dejarlos actuar para que la piel vuelva a compensarse.

También puede darse lo que los expertos denominan ‘momentum de acción máxima’. Esto sucede cuando un activo ha alcanzado su máximo potencial y ya no puede ofrecernos más mejoría. Esto genera la sensación de que ya no hace efecto cuando, realmente, sí lo está haciendo pero nos hemos olvidado de nuestro estado original.

La evolución de la piel

La piel también puede decir basta. Sería el efecto opuesto y, como detallan desde The Today Project, se da cuando se llega al límite de la tolerancia de la piel. A partir de ese momento, nuestro organismo ya no va a aceptar más el ingrediente activo que estamos utilizando. Además, hay algunos ingredientes como los retinoides, que pueden provocar que las células pierdan sensibilidad con el paso del tiempo y cada vez sean menos receptivas a un cosmético.

Otra falsa adicción que podría sucedernos con un cosmético es que la piel sí se acostumbre a su uso y necesitemos modificar la cantidad, la concentración o la frecuencia para que vuelva a ser efectivo. Es un hecho que puede suceder con los exfoliantes que requieren que se ajusten con el paso del tiempo para que no pierdan su eficacia.

Exfoliante corporal. (Fuente: Freepik/kroshka_nastya)
Exfoliante corporal. | Freepik/kroshka_nastya

Nuestra piel además no se mantiene intacta al paso de los años. Conforme envejecemos, sus necesidades van cambiando así como su respuesta a algunos ingredientes cosméticos. «Lo que funcionó bien en la juventud, puede no ser tan efectivo en etapas posteriores de la vida», explican desde The Today Project.

Por último, debemos de repasar dos efectos que se dan de una manera habitual. El primero es el efecto placebo que es la respuesta psicológica de que un tratamiento tiene más propiedades de las que realmente posee. En resumen, cuanto más creamos en lo que estamos usando, mayor nos parecerá su beneficio. En el lado contrario nos encontramos con el efecto nocebo. Es cuando creemos que el cosmético no es tan beneficioso y no somos conscientes de los resultados reales que sigue produciendo.

Evita el mono cosmético

Existen algunos productos de belleza que, al utilizarlos, nos aportan una sensación de bienestar inmediato. Dejar de aplicarlos nos conduce a la percepción de que los necesitamos, lo que es más una dependencia psicológica que real.

La clave para mantener una piel saludable está en la variedad y la adaptabilidad. Podemos ver una similitud con la alimentación. «Al igual que una dieta diversificada proporciona al cuerpo una amplia gama de nutrientes esenciales, el cuidado de la piel se beneficia al incorporar una variedad de ingredientes a través de los productos cosméticos», aconseja Paola Gugliotta. Por eso, el mejor consejo es saber escuchar a nuestra piel y no caer en adicciones. Dale todos los cuidados que merece y, cuando percibas que los resultados no son los mismos, analiza si se trata de una percepción real o subjetiva. Como puede ser que sea cierto, bastará con que cambies de producto para seguir dándole a tu piel los mimos que necesita.

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