El abanico español es una especie en peligro de extinción en la que merece la pena invertir
Asia está arrasando este sector pero en España aún se fabrican diseños de lujo realizados de manera artesanal

Abanico pintado a mano | Manos de agua
El abanico es un accesorio muy ligado a nuestro país. Después de siglos de historia, hoy sigue siendo un imprescindible que no puede faltar en momentos de máximo calor como el mes de agosto. No es solo porque ayuda a aliviar las altas temperaturas, sino también porque es un complemento más de moda a tener en cuenta a la hora de escoger nuestro outfit.
Pero su éxito no se queda dentro de nuestras fronteras. Beyoncé, Kate Middelton, Madonna, o la Reina Máxima de Holanda no dudan en sacar su abanico cuando aprieta el calor. Además, tampoco es territorio exclusivo para las mujeres. Hombres como Antonio Banderas, el futbolista Samu Costa o políticos como Alberto Núñez Feijóo o el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, también intentan sobrevivir al calor gracias a él.
El abanico, tal como lo conocemos, sigue muy presente en nuestras vidas. Sin embargo, el empuje asiático está poniendo en peligro al abanico autóctono. Los diseños realizados de manera artesanal en nuestro país están en peligro de extinción así que, desde THE OBJECTIVE, hemos decidido que es el momento de impulsar su uso para proteger uno de los complementos más españoles.
El pueblo del abanico
El sector del abanico en nuestro país tiene su cuna en la localidad valenciana de Aldaia. Esta zona, fuertemente castigada por la dana del año pasado, está preocupada porque algunas de sus empresas de abanicos más importantes se han visto muy afectadas y están al borde de la desaparición.

El presidente del Gremio de Abaniqueros de Valencia, Jesús Muñoz, lamenta la situación precaria que vive este accesorio. «Nadie quiere continuar con una artesanía que requiere especialización. No hay teladoras ni caladores y tampoco escuelas que impartan formación», advierte el presidente. Un momento de crisis que nada tiene que ver al esplendor que se vivió durante el siglo XVI cuando esta herramienta llegó a nuestro país procedente de Oriente y que se convirtió en un objeto de lujo en la Francia de Luis XIV y Luis XV.
Muy próxima a la capital valenciana, Aldaia es considerada el epicentro del abanico español desde hace más de 500 años. Es un punto clave de donde nacen algunos de los mejores ejemplares del país por lo que no es de extrañar que sea el único lugar que alberga un Museo del Abanico. En este espacio se pretende difundir la artesanía, la tradición y la historia de este singular complemento.
«Vivimos una situación de desamparo. Las instituciones aseguran que apoyan la artesanía, pero la realidad es muy distinta», indica Muñoz. Arquitecto de profesión, desde hace diez años trabaja en la fabricación de abanicos artesanales que son pintados a mano. De momento, el sector cuenta con un sello especial de certificación llamado AEA (Abanico Español Artesano). Con esta distinción, el cliente puede garantizar que se encuentra ante un abanico elaborado en España, cumpliendo con procesos artesanales de calidad y autenticidad.
Abanicos artesanales
Durante la última celebración de la final del torneo Wimbledon, la organización repartió abanicos para que los asistentes pudieran aliviar el calor. Así, pudo verse a algunos de los presentes, como Kate Middelton o Nicole Kidman, haciendo uso de ellos. «Son abanicos publicitarios. El varillaje es de fabricación China», explica Muñoz. El varillaje español es una tradición que pocos artesanos continúan en nuestro país y se realiza a partir de madera de plátano o abedul u otras procedentes de África y Europa, como las Bubinga o Kotibé.

De estas maderas se sacan todas las piezas que luego se pulen para que queden todas exactamente iguales. Entre los materiales más preciados se encuentran propuestas en ébano o palo santo, aunque cada vez son menos los abanicos tan lujosos. «Valencia aún es el único lugar donde solo un artesano continúa fabricando abanicos de nácar», apunta el experto. El hispano-francés Olivier Bernoux, especialista en abanicos con taller en Madrid, coincide en que la tradición también se está perdiendo en el bordado hecho a mano.
Carlos Dulce es el fundador y director general de Ràfega, una empresa catalana que realiza abanicos artesanales. Con su experiencia es capaz de asegurar que los abanicos españoles no solo se venden en nuestro país. El 17% de su producción es vendida en Europa y el 9% en los Estados Unidos. Además, se muestra optimista ante el futuro porque cree que aún existe margen de crecimiento para el sector.
La historia del abanico
El abanico es un accesorio que ligamos rápidamente con España pero para conocer sus inicios nos debemos de remontar hasta el Imperio Egipcio. En aquella época, se realizaban en tamaños gigantes, se usaban materiales lujosos como las plumas y servían para apaciguar el calor durante las grandes ceremonias.
Los griegos cogieron el testigo del abanico que siguieron usándolo de esta manera tan diferente a como la conocemos hoy en día. Y es que, para llegar a un modelo similar al actual, viajaremos a la China del siglo VII. En este momento surge un diseño pequeño, plegable y práctico que estaba inspirado en las alas de un murciélago. Su éxito se fue extendiendo a lo largo de los siglos por otros países asiáticos hasta llegar a Europa en el siglo XV de la mano de los portugueses.

En Europa se empezaron a crear fábricas especializadas, como la Real Fábrica de Abanicos de España que se convirtió en toda una potencia que rivalizaba con otros diseños franceses o italianos. En los reinados de Luis XIV y Luis XV en Francia, se convirtió en un símbolo de riqueza y posición. Por eso, en esta época surgen los diseños más lujosos con los mejores tejidos y materiales procedentes de cualquier punto del planeta.
En esta primera etapa, el abanico era usado por mujeres y por hombres. El masculino era más pequeño para que pudiera llevarse en el bolsillo. A partir de principios del siglo XX, el hombre deja de utilizarlo como un accesorio más y pasa a estar más ligado al universo femenino.
En la actualidad, China vuelve a ser el país donde más abanicos se fabrica. Sin embargo, su enorme éxito no viene tanto por su calidad sino por sus bajos precios logrados gracias a una producción en cadena a gran escala.
Las últimas novedades
A pesar de los modelos más baratos de plástico y de los objetos de souvernir, el abanico también mantiene un estatus luxury en otro sector del mercado. Los podemos encontrar con materiales lujosos, como sedas o plumas de avestruz, así como adornos exclusivos como bordados artesanales, tachuelas, cristales de Swarovki o flecos.

Entre las grandes novedades se encuentra el uso del lino o el regreso a algunas maderas como el ébano o el palo santo ya que se está recuperando la idea de tener un abanico de lujo que pueda pasar de generación en generación. Estos materiales solo pueden ser trabajados por manos expertas y de manera artesanal por lo que su precio arranca en torno a los 50 euros. Ese es el inicio ya que se pueden llegar a encontrar modelos valorados en 3.000 euros con incrustaciones de diamantes.
Aparte de ser un complemento para llevar en el día a día, este tipo de abanicos lujosos demuestran que también son un accesorio que podemos reservar para ocasiones especiales, como fiestas o bodas. Para estos momentos, si necesitas inspiración, puedes ver los lucidos por las celebrities en las alfombras rojas. Así comprobarás que se llevan los diseños de formatos grandes. Esta tendencia hacia los tamaños XL también tiene su hueco en los armarios masculinos ya que actualmente no se exige que sus propuestas sean versiones más pequeñas.

Otras de las nuevas tendencias son los diseños más atrevidos y divertidos. Suelen ser demandados por la clientela más joven que tiene predilección por los tonos fluorescentes o los estampados llamativos. Incluso se pueden encontrar excentricidades como abanicos que cambian de color por el calor.
Dale un nuevo aire a tus estilismos acompañándolos de un buen abanico. Recuerda que es una buena manera de defender la tradición y la artesanía del país.