Propiedades de la remolacha roja: el superalimento que no puede faltar en tu dieta
Una raíz humilde, versátil y nutritiva que demuestra que lo natural, a menudo, es lo más poderoso

Remolachas | Canva
De color intenso y sabor terroso, la remolacha roja se ha consolidado como uno de los superalimentos más recomendados por nutricionistas y expertos en salud natural. Rica en antioxidantes, vitaminas y minerales esenciales, esta raíz no solo aporta color a los platos, también ofrece una larga lista de beneficios para el organismo. Desde THE OBJECTIVE repasamos sus propiedades más destacadas, cómo tomarla y algunas recetas de cocina prácticas para incluirla en tu día a día.
Propiedades nutricionales de la remolacha roja
La remolacha, también conocida como betabel en algunos países de América Latina, es una raíz que se caracteriza por su alto contenido en fibra, folato (vitamina B9), potasio, hierro, vitamina C y nitratos naturales. Su pigmentación rojiza se debe a los betalaínas, compuestos antioxidantes que ayudan a combatir el estrés oxidativo en el cuerpo. Una ración de 100 gramos de remolacha cocida aporta aproximadamente 44 calorías, lo que la convierte en una opción ligera y nutritiva. Además, es una fuente natural de energía y mejora el rendimiento físico, motivo por el cual es consumida habitualmente por atletas y personas activas.
¿Cómo tomar la remolacha?
La remolacha se puede consumir cruda, cocida, al vapor, en jugos, batidos o incluso en forma de polvo deshidratado, que se añade fácilmente a smoothies o bowls. La clave está en no sobrecocinarla para no perder parte de sus nutrientes. En crudo, rallada o laminada fina, conserva todos sus beneficios y aporta un toque crujiente a ensaladas. Cocida al horno, su sabor se intensifica y se convierte en un acompañamiento perfecto para platos de carne, pescado o legumbres. El jugo de remolacha es una de las formas más populares de consumo, especialmente entre deportistas. Un vaso de zumo fresco antes del ejercicio puede mejorar la resistencia y retrasar la fatiga muscular.

Recetas prácticas con remolacha
- Ensalada de remolacha, queso de cabra y nueces: Cuece la remolacha, córtala en cubos y mézclala con rúcula, queso de cabra desmenuzado, nueces troceadas y una vinagreta de mostaza y miel. Un plato ideal para una comida ligera y saciante.
- Hummus de remolacha: Añade remolacha cocida al clásico hummus de garbanzos. Su color fucsia vibrante lo convierte en una opción vistosa para aperitivos o tostadas saludables.
- Smoothie energizante: mezcla remolacha cruda con manzana, zanahoria, jengibre y un poco de limón. Esta combinación no solo es refrescante, también es un cóctel antioxidante perfecto para empezar el día con vitalidad.
- Chips de remolacha al horno: corta la remolacha en rodajas finas, añade un chorrito de aceite de oliva y hornea hasta que estén crujientes. Una alternativa saludable a los snacks ultraprocesados.
Beneficios para la salud: más allá del color
Numerosos estudios han respaldado los beneficios de la remolacha en diferentes ámbitos de la salud. Uno de los más destacados es su capacidad para reducir la presión arterial gracias a su riqueza en nitratos. De hecho, un ensayo clínico controlado publicado por la American Heart Association en su revista Hypertension demostró que, tras consumir jugo de remolacha, la presión arterial sistólica puede reducirse hasta 10 mm Hg a las 2,5 horas, manteniéndose ligeramente más baja incluso 24 horas después. Estos compuestos se convierten en óxido nítrico en el cuerpo, lo que favorece la dilatación de los vasos sanguíneos y mejora el flujo sanguíneo.
También se le atribuyen propiedades antiinflamatorias, hepatoprotectoras y digestivas. El folato que contiene es fundamental durante el embarazo, ya que ayuda al desarrollo del tubo neural del feto. Por otro lado, su efecto depurativo favorece la eliminación de toxinas del organismo, especialmente del hígado, y su fibra contribuye a una buena salud intestinal. Varios estudios han sugerido que los antioxidantes de la remolacha pueden jugar un papel preventivo frente a enfermedades crónicas como el cáncer o la diabetes tipo 2, aunque aún se requieren más investigaciones clínicas a largo plazo para confirmar estos efectos de manera concluyente.