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Sexualidad

He visto que mi hija tiene condones en el bolso, ¿qué debo hacer? Hablan los expertos

Muchos padres tienen la duda sobre cómo empezar a hablar de sexo con sus hijos. Preguntamos a dos expertos

He visto que mi hija tiene condones en el bolso, ¿qué debo hacer? Hablan los expertos

Una pareja de adolescentes | Freepik

En España, la edad media de inicio en las relaciones sexuales ronda los 16 años, aunque cada vez más adolescentes comienzan antes su despertar afectivo-sexual. Según el último informe de Save the Children, el acceso temprano a contenidos sexuales —ya sea por pornografía, redes sociales o conversaciones con amigos— hace que los jóvenes se enfrenten a temas como el consentimiento, el uso del preservativo o la presión social antes de estar realmente preparados emocionalmente. En ese sentido, por ejemplo, encontrar condones en el bolso de una hija o un hijo puede generar un torbellino de emociones en los padres: sorpresa, miedo, preocupación o incluso culpa. Sin embargo, esta situación no tiene por qué ser un motivo de alarma, sino una oportunidad para hablar con claridad, desde la confianza, la sinceridad y sin dramatismos.

La manera en la que, como padres, reaccionamos ante estos descubrimientos puede marcar una gran diferencia. Los adolescentes necesitan información, guía y un entorno de diálogo seguro, no interrogatorios ni juicios. La educación sexual no empieza cuando surge ‘el problema’, sino mucho antes, y continúa a través de pequeñas conversaciones. Pero ¿qué hacer exactamente? Hablamos con dos expertos para ir sobre seguro.

Luis Miguel Real, psicólogo: «Lo ideal sería usar esta situación como una oportunidad para abrir conversación»

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¿Qué hacer si le encontramos preservativos a nuestro hijo menor de edad? «Respirar. Eso es lo primero. No gritar, no hacer un drama, no interrogar como si estuvieras en un capítulo de CSI. Encontrar preservativos en el bolso de tu hija o hijo no significa que esté teniendo sexo sin frenos ni que haya empezado una doble vida. Significa que, probablemente, está empezando a asumir responsabilidad sobre su sexualidad. Y eso, aunque te choque, es una muy buena señal», señala a THE OBJECTIVE el psicólogo Luis Miguel Real.

«Lo segundo: tu reacción importa mucho más que el hallazgo. Si montas una escena o la haces sentir culpable, solo conseguirás que la próxima vez esconda más las cosas. No que deje de hacerlas, sino que tú no te enteres. Y entonces estarás fuera del circuito de confianza. Lo ideal sería usar esta situación como una oportunidad para abrir conversación. Sin ironías, sin reproches y sin caer en el ‘a mi edad yo no… Puedes decirle algo como: ‘He visto que llevas preservativos, y me ha sorprendido. Si quieres, me gustaría hablar contigo de todo esto con calma, cuando te apetezca’. Dejas la puerta abierta. Que sepa que puede acudir a ti sin miedo», añade el experto, también autor del libro La mentira de la fuerza de voluntad.

Y sí, es probable que tu hijo se incomode. «Pero eso no es un problema. Lo que no puede permitirse es que crezca sin educación afectivo-sexual, o peor aún, con miedo y vergüenza como únicas brújulas. Si tu hija o hijo lleva condones, es muy probable que esté escuchando cosas en el instituto, entre amigas o en redes. Créeme, debería preocuparte más que NO llevara condones, que surgiera la intimidad con alguien y se dejase llevar por la emoción y tuviera sexo sin protección. Si los lleva, es que es precavido», apunta. «Además, llevar condones no es sinónimo de estar teniendo relaciones, igual que llevar tiritas no implica que se haya cortado. Puede que sea simple prevención, o un gesto aprendido de su entorno. Sea como sea, mejor que los tenga y no los necesite, que al revés», sentencia.

Carmen Durán, psicoterapeuta: «Naturalidad y respeto para ganar confianza»

Carmen Durán, psicoterapeuta experta en terapia infanto-juvenil, añade que «no solo es importante qué decir, sino cuándo, cómo y desde dónde. Antes de abordar este tema, asegúrate de algo esencial: que haya confianza y un vínculo de complicidad real. Sin ese terreno fértil, cualquier conversación puede sentirse forzada o incluso invasiva. El entorno importa. Elige un momento íntimo, tranquilo y sin prisas».

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«Lo ideal no es ‘dar una charla’, sino abrir un espacio de diálogo sin presión, donde el adolescente no sienta que estás investigando su vida privada, sino compartiendo desde la empatía. Y aquí va una clave de oro: naturalidad y respeto. Evita el tono solemne o ‘profesoral’. Habla como quien también fue adolescente y recuerda lo incómodo que era tratar ciertos temas. Usa el humor con sensibilidad. Puedes empezar compartiendo alguna anécdota propia —real, cercana, incluso un poco vergonzosa— y preguntar: ‘¿Tú qué opinas de lo que me pasó a mí?’. Es más fácil que se identifiquen contigo si se sienten en igualdad emocional, no en juicio. La clave no está en soltar todo el contenido de golpe, sino en tantear con delicadeza: ‘¿Te ha pasado sentir pudor al cambiarte en los vestuarios? ¿Qué piensas de…?’. Paso a paso».

Lo ideal, señala Durán, es pasar «desde lo superficial a lo más íntimo. Si ves interés, puedes profundizar. Si no, para. Respeta los silencios. No quieras cerrar el tema como si fuese una clase magistral. Mejor dejar la puerta abierta: ‘Cuando quieras hablar de esto, cuenta conmigo’. Evita los sermones. En lugar de ‘deberías’, usa ‘en mi opinión…’, y luego pregunta: ‘¿Tú qué piensas?’. Eso genera diálogo, no rechazo».

«Y recuerda: si aún no habéis hablado nunca del tema, esta primera conversación no es para aleccionar, sino para sembrar confianza. Si algún día hay que hablar de riesgos, protección o experiencias más delicadas, será mucho más fácil si antes se ha construido este puente. Porque hablar de sexualidad no es solo hablar de sexo. Es hablar de emociones, cuerpo, intimidad y autoestima. Y eso no se enseña, se comparte», explica a THE OBJECTIVE.

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