Gerona esconde un tesoro: la Calella de Palafrugell, un paraíso de la Costa Brava
Calella de Palafrugell es el destino perfecto para disfrutar del sol, la playa y la gastronomía
Entre el abrazo de imponentes rocas y pinos que rozan las aguas cristalinas, se esconde Calella de Palafrugell, un antiguo pueblo de pescadores que ha sabido crecer sin perder su esencia marinera. Este enclave parece sacado de un cuadro impresionista, con sus casitas blancas y barcas varadas sobre la arena, entre pequeños cabos rocosos. No es de extrañar que pintores con sus caballetes inmortalicen este paisaje que, por fortuna, permanece inalterado.
Este magnético pueblo, que en sus inicios era un minúsculo puerto pesquero, se encuentra a 3,5 km de Palafrugell, municipio al que pertenece.
Las playas y los miradores
Calella de Palafrugell se abraza al Mediterráneo en un mosaico de calas y acantilados que invitan a la contemplación y al disfrute. Desde sus miradores, la vista se desliza por una sucesión de rincones de ensueño, cada uno con su propia personalidad. El Golfet, Els Canyers, Port Pelegrí, La Platgeta, Calau, Port Bo, Malaespina y Canadell, nombres que evocan la belleza natural de estas calas, separadas por elevaciones rocosas que se adentran en el mar. Un collar de tesoros que se completa con la presencia de las Formigues, un grupo de islotes en el horizonte que añade un toque mágico al paisaje.
En la punta norte del pueblo, la Torre, una atalaya del siglo XVI, vigila el horizonte desde su posición privilegiada. Hoy en día, marca el inicio del Camí de Ronda, un sendero que invita a recorrer la costa hasta la vecina Llafranc, a solo 1,5 km de distancia. En algunas de estas playas de la Costa Brava aún se conservan los antiguos porches donde los pescadores guardaban sus barcas y enseres para pescar. Algunos conservan su función original, otros han sido reconvertidos en pequeños restaurantes o centros de buceo, y otros pertenecen a propiedades privadas.
El Mirador de Manel Juanola i Reixach, en honor al farmacéutico de Palafrugell que creó las famosas pastillas Juanola, ofrece una vista panorámica impresionante. La Punta dels Burricaires, una lengua de roca que se adentra en el mar hasta culminar en un pequeño mirador circular, regala una perspectiva única del Mediterráneo.
El casco antiguo
Siguiendo el camino que te guía hacia la iglesia de Sant Pere, te encuentras con un templo de sencillez marinera que se alza orgulloso entre las casitas. Construida entre 1884 y 1887, su torre cuadrada vigila el pueblo desde lo alto, ofreciendo un panorama impresionante de la costa.
Junto a la cala de Port Bo, donde los pescadores aún conservan sus tradiciones y sus barcas encuentran refugio, se encuentran Les Voltes. Estos icónicos porches, fotografiados por miles de viajeros, son un refugio en invierno y en verano se convierten en un escenario vibrante. Visitantes y artistas locales se reúnen aquí para admirar la belleza del mar y plasmarla en sus lienzos.
Detrás de la playa de Port Bo se abre un pequeño entramado de callejones que conforman la parte más antigua del pueblo. Encajadas entre casitas de dos pisos con muros encalados y cubiertas inclinadas de teja, estas callejuelas invitan a un paseo tranquilo y evocador.
Los restaurantes imprescindibles
A lo largo del paseo marítimo y en las callejuelas del pueblo, se despliegan apetecibles restaurantes. La mayoría de estos restaurantes están especializados en arroces, paellas, mariscos y pescados.
Entre los imprescindibles se encuentran El Palet, La Blava, Tragamar, Sol i Mar, Fiego o Calau, restaurantes con solera que han conquistado a generaciones de comensales. Si buscas algo más contemporáneo, Margarita es una excelente opción, donde la creatividad y la innovación se dan la mano para ofrecer una experiencia culinaria única. Para disfrutar de unas vistas panorámicas, el Hotel La Torre te espera en su restaurante en la terraza, un lugar mágico donde el mar y el cielo se funden en un espectáculo para los sentidos.
La gastronomía en Calella de Palafrugell va más allá de un simple plato. Es una tradición, una forma de vida que se refleja en cada preparación, en cada ingrediente y en cada sabor. A lo largo del año, Palafrugell y sus playas organizan diversas campañas gastronómicas, como la popular Garoinada (erizos de mar). Se realiza de enero a marzo, una oportunidad única para degustar este manjar del mar en su mejor momento.
Las aguas de Calella de Palafrugell
Calella de Palafrugell, un pueblo marinero que enamora a simple vista, esconde en sus profundidades un tesoro. Sus aguas cristalinas albergan un mundo submarino fascinante, listo para ser explorado por los más intrépidos
Puedes disfrutar de snorkeling, una actividad perfecta para los principiantes o para aquellos que quieran explorar la superficie marina de forma más tranquila. Si buscas una experiencia más activa, el paddle surf es una excelente opción. Podrás remar a lo largo de la costa, disfrutando de las vistas panorámicas y de la sensación de libertad que te brinda el mar. Además, los paseos en barco son una forma ideal de descubrir los rincones más escondidos de la costa de Calella.
Ruta de bodegas
Las bodegas del Baix Empordà te invitan a vivir una experiencia sensorial completa, donde cada detalle está cuidado para ofrecer al visitante un viaje inolvidable.
- Celler Mas Oller: ubicada en una antigua masía del término de Torrent, esta bodega te transporta a un pasado lleno de tradición. Recorre sus instalaciones, pasea entre viñedos y disfruta de una cata de sus vinos, elaborados con las mejores uvas de la región.
- Celler Esclanyà: esta bodega familiar te abre sus puertas para compartir la pasión por el vino que ha pasado de generación en generación. Escucha las historias de los descendientes en quinta generación de agricultores mientras degustas sus vinos, fruto de un trabajo meticuloso y artesanal.