El pueblo de León con 90 habitantes donde comer cocido maragato y sus curiosos tejados
Un destino que invita a quienes buscan experiencias genuinas y a quienes desean llevarse consigo un buen recuerdo

Castrillo de los Polvazares | Turismo León
Castrillo de los Polvazares, un diminuto pueblo de la provincia de León con apenas 90 habitantes, es uno de esos lugares que parecen detenidos en el tiempo. Su fama, que se ha extendido más allá de las fronteras de la comunidad, se debe a su encanto auténtico y a tradiciones que lo convierten en un destino imprescindible para quienes buscan una experiencia rural distinta. Considerado uno de los pueblos más bonitos de España, recorrer sus calles empedradas es como abrir un portal a otra época: casas de piedra rojiza, balcones de madera y fachadas cuidadosamente conservadas te transportan al corazón de la arquitectura tradicional leonesa.
Un plato único: el cocido maragato
A pesar de su pequeño tamaño, Castrillo de los Polvazares es un punto de referencia gastronómico. Su principal atractivo culinario es el famoso cocido maragato, un plato que desafía las normas convencionales de la cocina española. La peculiaridad de este cocido es que se sirve al revés: primero se toman las carnes, después los garbanzos y finalmente la sopa. Esta tradición, que tiene sus raíces en la comarca de La Maragatería, surgió como una práctica de los arrieros que necesitaban un plato contundente para recuperar fuerzas tras largos viajes cargados de mercancías. Hoy, los restaurantes del pueblo ofrecen este manjar con recetas que se transmiten de generación en generación, cada una con ligeras variaciones, pero manteniendo siempre la esencia que hace único al cocido maragato. Para los visitantes, probarlo no es solo un acto gastronómico, sino un rito que conecta con la historia y la cultura de la región.
¿Dónde comer el cocido maragato en Castrillo?
Entre los lugares más destacados para degustar el cocido maragato se encuentran Casa Marcelo, uno de los restaurantes más conocidos por la fidelidad a la receta tradicional; El Campanario, que combina la cocina local con un ambiente familiar; y La Era, un espacio acogedor donde además se puede disfrutar de productos locales frescos. Cada uno de estos locales ofrece una experiencia única, desde la presentación del plato hasta la atención cercana, manteniendo viva la tradición culinaria que ha hecho famoso al pueblo.
@lacocinadesantiaguini CASTRILLO DE LOS POLVAZARES Hoy te presento uno de esos lugares que tienes que visitar una vez en la vida. Castrillo de los polvazares es un pueblo de apenas 100 habitantes que concentra varios restaurantes de Cocido Maragato. Es un espectáculo, abundancia y calidad a partes iguales. #comida #restaurante #españa #cocido sonido original – LaCocinaDeSantiaguini
El encanto de las calles y los botijos en los tejados
Más allá de la gastronomía, Castrillo de los Polvazares guarda un detalle curioso que llama la atención de quienes pasean por sus calles: los botijos en los tejados. Este objeto tradicional, que normalmente sirve para conservar agua fresca, se colocaba antiguamente en los tejados como parte de un rito simbólico: al finalizar la construcción de una casa se derramaba agua sobre ella, un gesto relacionado con la fertilidad y la protección del hogar, y el botijo quedaba en lo alto del tejado como señal de que la casa había quedado así protegida, según cuenta el ABC en uno de sus artículos. Con el tiempo, ha pasado a ser un elemento decorativo que se ha convertido en un símbolo del pueblo. Aunque en la actualidad los botijos no cumplen su función original sobre los tejados, su presencia añade un toque pintoresco y singular a la arquitectura, reforzando la sensación de que cada rincón del pueblo tiene su propia historia que contar.

@jose.mari10 ♬ sonido original – Jose mari
La magia de Castrillo no se limita a sus edificios y su cocina. La vida en el pueblo sigue un ritmo pausado, donde los vecinos, aunque pocos, mantienen vivas las costumbres y la memoria de generaciones pasadas. Las fiestas locales, como la Semana Santa, se celebran con fervor y conservan rituales que han perdurado durante siglos. Durante estas celebraciones, el pueblo se llena de visitantes que buscan empaparse de la autenticidad de un lugar que parece escapar del tiempo moderno, un contraste con la rapidez y el bullicio de las grandes ciudades.
