Lisboa podría convertirse en un desierto en menos de 100 años
Los expertos creen que conseguir esta meta es altamente improbable, a pesar de que es lo que se firmó en el acuerdo de la Cumbre de París en 2015. Sin embargo, si conseguimos evitar que las temperaturas crezcan más de dos grados, el crecimiento del desierto se restringiría al norte de África y al sur de España. Esto supondría cambios en la fauna y flora de las áreas afectadas. En cuanto a los seres humanos, probablemente se adaptarían a esta nueva situación, aunque puede ser que la transformación provoque una migración en masa. Los encargados de este estudio son los investigadores Joel Guiot y Wolfgang Crame, del Centro Nacional para la Investigación de Francia, que han utilizado para llevarlo a cabo modelos climáticos que pueden reconstruir 10.000 años de cambios en los ecosistemas.
Si no comenzamos a poner medidas contra las causas del cambio climático, las ciudades costeras del Mediterráneo tendrán un clima tan cálido que algunas podrían convertirse en un desierto. Esto podría afectar también a otras zonas costeras como Portugal,especialmente a Lisboa. Un estudio publicado en la revista Science explica que solo podremos mantener el clima mediterráneo como lo conocemos hoy si reducimos las emisiones de dióxido de carbono lo suficiente como para que dlos niveles de temperatura global no lleguen a ser 1,5 grados mayores que los que había en la época pre-industrial.
Los expertos creen que conseguir esta meta es altamente improbable, a pesar de que es lo que se firmó en el acuerdo de la Cumbre de París en 2015. Sin embargo, si conseguimos evitar que las temperaturas crezcan más de dos grados, el crecimiento del desierto se restringiría al norte de África y al sur de España. Esto supondría cambios en la fauna y flora de las áreas afectadas. En cuanto a los seres humanos, probablemente se adaptarían a esta nueva situación, aunque puede ser que la transformación provoque una migración en masa.
Los encargados de este estudio son los investigadores Joel Guiot y Wolfgang Crame, del Centro Nacional para la Investigación de Francia, que han utilizado para llevarlo a cabo modelos climáticos que pueden reconstruir 10.000 años de cambios en los ecosistemas.