Mariana Enríquez gana el Premio Herralde de novela por 'Nuestra parte de noche'
El jurado reconoce esta novela «continuadora de una tradición que podríamos denominar la Gran Novela Latinoamericana»
La escritora argentina Mariana Enríquez ha ganado este lunes la 37ª edición del Premio Herralde de novela que concede la editorial Anagrama con la obra Nuestra parte de noche, que se inscribe dentro del género del terror gótico.
Enríquez, que recibirá los 18.000 euros de dotación del galardón, se había presentado bajo el seudónimo de Paula Ledesma y el título ficticio de Mi estrella oscura. El jurado del premio estaba compuesto por el librero Lluís Morral, Gonzalo Pontón Gijón, Marta Sanz, Juan Pablo Villalobos y la editora Silvia Sesé.
FALLO DEL 37º #PREMIOHERRALDEDENOVELA: ha resultado ganadora 'Nuestra parte de noche' de Mariana Enriquez. ¡Enhorabuena a la autora! Consulta aquí el fallo completo 👉https://t.co/3xqJ7xHKjK pic.twitter.com/FO21YyiGET
— Editorial Anagrama (@AnagramaEditor) November 4, 2019
En la novela ganadora un padre y un hijo atraviesan Argentina por carretera, desde Buenos Aires hacia las cataratas de Iguazú, en la frontera norte de Brasil, en plenos años de la junta militar, con controles de soldados armados y tensión en el ambiente.
En ese marco realista, Enríquez construye una historia fantástica en la que el lector encuentra casas cuyo interior muta, pasadizos que esconden monstruos inimaginables, rituales con sacrificios humanos, andanzas en el Londres psicodélico de los años 60, enigmáticas liturgias sexuales.
En nombre del jurado, Pontón Gijón dijo que Nuestra parte de noche desborda las convenciones del género al que se adscribe para «elevarse a la categoría de novela total, abierta a grandes asuntos como la inmensidad de la relación entre un padre y un hijo, los lazos terribles del amor y de la amistad, la enfermedad como condición de vida, las máscaras del ritual, la cara oculta de la historia y de la política»
Para Juan Pablo Villalobos, esta novela es una saga, la considera «continuadora de una tradición que podríamos denominar la Gran Novela Latinoamericana» y la sitúa en «una estirpe de obras tan disímiles, pero igualmente ambiciosas y desmesuradas como Rayuela, Paradiso, Cien años de soledad o 2666«.