Más del 80% de paro: la pesadilla de encontrar trabajo de las personas trans
Las personas trans más afectadas son mujeres, migrantes o personas cuyo DNI no registra el cambio de nombre
Ocho de cada diez personas trans no tienen trabajo y la búsqueda de un empleo se convierte en una verdadera pesadilla para este colectivo que tiene que ir con la ley en la mano para defender sus derechos, especialmente si son mujeres, migrantes o su DNI no registra el cambio de nombre.
Es uno de los principales obstáculos que afrontan las personas trans, según explica a Efe Erik García, de la Asociación Visión Trans Aragón, que relata su «complicada experiencia a nivel laboral» después de pasar tres años por psiquiatría y psicología para acceder al tratamiento hormonal, tras los que tuvo que esperar otro año más para la cirugía.
«Con la visibilidad que yo tenía en ese momento, cuando era más andrógino que masculino, mis posibilidades de ofertas laborales eran cero», recuerda García, quien asegura que ha estado siete años trabajando «en lo que le salía» por recomendaciones de amigos.
Según García, no tener modificados los datos del DNI es una de las mayores dificultades para encontrar empleo de las personas trans, situación que se agrava «si eres mujer, migrante, y la única vía laboral que te permite esta sociedad es el trabajo sexual«, al que están abocadas «más del 86% de las mujeres trans que han tenido migrar».
Explica que el tratamiento hormonal es mucho más lento para las mujeres trans, por lo se tarda mucho más en «conseguir el reflejo propio, la aceptación y el empoderamiento para decir esta soy yo». Calcula que lo que un hombre trans puede conseguir en nueve meses, a una mujer le cuesta año y medio.
A las personas que quieran hacer un tratamiento hormonal, Erik García les recomienda acudir a una asociación trans para recibir consejos sobre como empezar su «propio proceso», que, según Rubén Cruz, de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), puede requerir «tratamientos hormonales y quirúrgicos o no«.
Al no existir una Ley estatal trans, la manera de acceder a estos tratamientos difiere de unas comunidades a otras.
«Si la ley autonómica contempla el derecho a la autodeterminación de la identidad de género, el médico de cabecera te deriva a endocrinología, donde se valora el tratamiento hormonal que hay que aplicar», explica Niurka Gibaja, representante de la Colectivo LGTB+ de Madrid (COGAM).
Esto sucede solo en 10 de las 17 comunidades: Andalucía, Madrid, Cataluña, Extremadura, Murcia, Comunidad Valenciana, Navarra, Aragón, Islas Baleares y País Vasco.
En el resto hay que pasar por un «acompañamiento psicológico» para que un especialista realice un informe de disforia de género para comenzar el tratamiento hormonal, lo que Gibaja considera «aberrante porque deciden por nosotras y porque no estamos enfermas».
También critica la lentitud de la Sanidad, ya que terminado el tratamiento hormonal (dos años), comienza la espera para la cirugía (si se quiere realizar) que, en ocasiones, se prolonga hasta seis años, por lo que «mucha gente se cansa» y busca otras alternativas en la sanidad privada.
Y lamenta la escasa formación del personal sanitario, ya que solo un porcentaje muy bajo está especializado en estas cirugías y «por lo general, no te da ninguna garantía al operarte».
En este sentido, Cruz, García y Gibaja, denuncian que en muchas ocasiones los profesionales sanitarios «te obligan a pasar por procedimientos quirúrgicos que no se desean, ya que «hay algunos que son felices con sus genitales».
Creen que queda aun mucho camino que recorrer para terminar con estos prejuicios y con el desconocimiento sobre el colectivo trans, como es su «derecho gestante».
Cruz, que fue la primera persona trans en congelar sus óvulos en el Sistema Nacional de Salud (SNS), recuerda que en 2016 se reconoció el derecho de los trans a conservar su material genético, aunque «en muchos ámbitos nos siguen diciendo que es muy complicado hacerlo y que hay enormes listas de espera, cuando no es así».
Y todos concluyen en asegurar que «eres trans porque eres y no porque te hormonas o te operas».