THE OBJECTIVE
Fuera de micrófono

Miguel Ángel Liso: «Los intentos del poder para controlar a la prensa siempre han sido inútiles»

Director editorial del Grupo Henneo, ha ejercido el periodismo de investigación antes de pisar los despachos

A Miguel Ángel Liso, nacido en Zaragoza hace 68 años, apenas se le nota el acento maño. Sin embargo, jamás ha renunciado a sus raíces aragonesas. Todo lo contrario. Presume de esa tierra bañada por el Ebro en la que sigue viviendo la familia y en la que pasa todo el tiempo que puede.

Allí ha sido director de dos periódicos regionalesDiario16 de Aragón y El Periódico de Aragón–, hasta que el hijo de Antonio Asensio le pidió en 2003 que viniera a Madrid para hacerse cargo de la dirección editorial del Grupo Zeta, tarea que desempeñó hasta su venta a Prensa Ibérica en 2019.

Miguel Ángel Liso es periodista por encima de todo. Ni su actual trabajo de despacho en el Grupo Henneo, ni otras responsabilidades anteriores, han conseguido borrar de su memoria los primeros años en el oficio. Cuando –como explica en Fuera de Micrófono– investigó y destapó, junto a otros compañeros de Cambio16, las tramas y corrupciones policiales de los años 80.  Un comisario, al que luego le cayeron 38 años de cárcel, le amenazó de muerte. «Me dijo: ‘Sé que voy a ir a la cárcel, pero no tengas ninguna duda de que cuando salga te mataré’».

El periodista, Premio Ortega y Gasset 1987 por aquellos trabajos, subraya la importante labor que realiza la prensa regional, al mismo tiempo que critica los intentos fallidos del poder político para regular y controlar la información. «Si desde los medios de comunicación injuriamos, calumniamos o cometemos errores, está el Código Penal y los tribunales de justicia», afirma. Sería, en cambio, partidario de controlar los contenidos de las redes sociales, aunque le parece misión imposible. Tan imposible como que Bildu pida perdón públicamente, y de manera explícita, por las acciones terroristas de ETA.

Como columnista, colaborador y tertuliano en diferentes medios (20Minutos, esRadio o TVE), el periodista zaragozano considera que la información y la opinión deben estar perfectamente delimitadas, al igual que deberíamos asumir, con humildad, que «los periodistas no sabemos de todo».

PREGUNTA.- Estudiaste Periodismo en la Universidad de Navarra.

RESPUESTA.- Desde adolescente, tenía claro que quería ser periodista. Al terminar COU, con unas cartas de recomendación, me fui a Pamplona a hacer el examen de ingreso. Como la economía familiar no era muy boyante, tuve que conseguir becas para pagarme la carrera. Fue una etapa y una experiencia fantástica.

P.- Fuiste compañero de pupitre de Luis Herrero, Antonio Herrero, Jesús María Mellado… Y luego hiciste las prácticas en Europa Press.

R.- En 4º de carrera, Europa Press venía y seleccionaba a tres estudiantes de Periodismo para hacer prácticas. Fui uno de los elegidos y, aunque ya había hecho prácticas anteriormente en Zaragoza, era una oportunidad única poder trabajar en Madrid. Al verano siguiente, ya acabada la carrera, me ofrecieron un contrato en la agencia. Aquello fue importantísimo. Me encantaba Europa Press. Era una escuela de periodistas extraordinaria, fantástica. Trabajé con grandes compañeros.

Miguel Ángel Liso. | Víctor Ubiña

P.- Con Luis Herrero sigues manteniendo relación y colaboras en su programa de esRadio.

R.- Sigo siendo amigo de Luis, colaboro con él, y con Antonio Herrero tenía una amistad bastante profunda. Tres semanas antes de su fallecimiento, hablé con él por teléfono. Yo estaba dirigiendo un periódico en Zaragoza (El Periódico de Aragón) y él estaba en Madrid. Con Jesús María Mellado tengo ahora menos contacto, pero compartimos piso en Pamplona y fue maravilloso. Nos llevábamos fenomenal.

P.- Tus inicios profesionales coinciden con la llegada de la democracia. ¿Cómo viviste aquella etapa?

R.- Empecé haciendo trabajo de mesa, atendiendo a los corresponsales de la agencia. Luego, pase a ocuparme de la información local y laboral. Y en el año 1981, Carlos Yárnoz, compañero y amigo, se fue de la agencia y me propusieron sustituirle en la sección de Política Interior y Exterior, llevando temas de terrorismo y los viajes al extranjero de los presidentes del Gobierno y de los Reyes. Fue una oportunidad impagable, que aproveché para formarme mejor como profesional.

«Me parecía un poco absurdo que un comando de ETA se preocupara por mí»

P.- ¿Cómo fue tu incorporación al Grupo 16?

R.- Me llamó Pepe Oneto, al que yo no conocía, y me integré en el equipo de investigación de Cambio16. Creo que hicimos importantes trabajos. Uno de ellos tuvo muchísima relevancia. Me refiero al dossier sobre la policía, que acabó con juicios y condenas. El caso de El Nani, el caso del joyero Venero… Fue un tema muy delicado, al que le dedicamos mucho tiempo. Por ese trabajo, El País nos dio el Premio Ortega y Gasset en 1986. Cuando me llamaron para decirme que nos habían dado al equipo de investigación de Cambio16 el Premio Ortega y Gasset, en su cuarta edición, yo dije: «Pero, si no nos hemos presentado». «No, no –me contestaron-, en los estatutos del Premio se prevé que puedan valorarse también trabajos no presentados». Fue gratificante y me sorprendió que el Grupo Prisa, que era competencia del Grupo16, nos otorgara aquel premio. Me pareció un gesto de compañerismo y de saber valorar el trabajo de la competencia por parte de Prisa.

P.- ¿Llegaste a tener miedo, mientras investigabas aquellas corrupciones policiales?

 R.- Sí. Llegué a pasar miedo. Conocía a algunos de los comisarios e inspectores implicados, con lo cual resultaba mucho más duro hacer las informaciones. Una vez me llamó el que entonces era secretario de Estado de Interior, Rafael Vera, para decirme que había aparecido en una lista de ETA. En concreto, en los papeles que habían requisado a Santi Potros. Efectivamente, me la enseñó y allí estaba. Éramos doce periodistas. Había en ella datos no muy precisos y la verdad es que no me impactó. No tuve miedo. Hacía muchas informaciones sobre ETA, pero me parecía ridículo, aunque luego se ha demostrado que ETA buscaba objetivos fáciles, y le daba igual que fueran militares o civiles.  Debo reconocer que no me preocupó. No sentí miedo. Me parecía un poco absurdo que un comando de ETA se preocupara por mí. Sin embargo, sí reconozco que tuve miedo cuando el propio Rafael Vera me comunicó que habían salido de una reunión de los policías con los delincuentes que utilizaban para sus fechorías y les habían dado las direcciones nuestras.

«Un comisario de la trama policial me dijo: ‘Iré a la cárcel, pero cuando salga te mataré’»

P.- ¿Tenías a la familia en Zaragoza?

P.- La tenía aquí, en Madrid. Ahí sí tuve miedo. Vera me ofreció protección, pero le dije que no la quería. No me fíaba absolutamente de nadie en ese momento.  Lo que hice fue mandar a la familia un mes fuera y yo me fui a vivir a un apartamento con un amigo. A pesar de las amenazas, no pasó nada. Uno de los comisarios implicados en aquella trama me dijo por teléfono: «Yo sé que voy a ir a la cárcel, pero no tengas ninguna duda de que cuando salga te mataré». Le cayeron 38 años de cárcel y no he sabido nada más de él. El tema quedó enterrado.

P.- Nunca has renunciado a tus raíces aragonesas. Sigues yendo a menudo a Zaragoza y has sido director de dos periódicos de tu ciudad.

R.- Estando en el Grupo16, Pedro J. Ramírez me propuso irme unos meses a Zaragoza a poner en marcha Diario16 de Aragón. Me fui porque me apetecía. Zaragoza es mi tierra y estoy en ella muy a gusto. Pusimos en marcha el periódico, pero había ya una crisis muy profunda en el Grupo16: cesan a Pedro J., hay mucho lío, y el propio Pedro J. me dice que me incorpore a un nuevo proyecto que iba a sacar. Yo le dije: «Mira, Pedro, he sacado a 30 personas de sus puestos de trabajo y me parece una irresponsabilidad tremenda irme y dejarlos, sin saber lo que va a pasar». Lo entendió perfectamente. El Diario16 de Aragón no fue bien y en un momento determinado me llamaron del Grupo Zeta para ofrecerme la dirección de El Periódico de Aragón, que habían sacado a la calle hacía un año y medio. Me pareció una apuesta interesante y estuve once años al frente del periódico. Desde 1992 hasta el 2003.

«Las redes sociales son absolutamente tóxicas, un basurero atómico»

P.- Buen conocedor de la prensa regional, ¿cómo ves ese mercado informativo?

R.- Los periódicos regionales están aguantando bien. Creo, además, que están haciendo un buen periodismo. La mayoría de ellos están llevando a cabo una transición del papel a Internet rápida y acertada. El Heraldo de Aragón está entre los cinco primeros periódicos digitales por audiencia y mantiene el papel. El papel está notando una caída en la difusión. Es algo inapelable, pero se está trabajando bien la marca. La transición a lo digital, con las propias redacciones, está siendo muy interesante.

P.- ¿Ha cambiado la figura del editor de periódicos?

R.- La familia Yarza va ya por la quinta generación de editores. Son editores de los pies a la cabeza. Además, es una generación muy preparada para los tiempos que corren. Los tres hermanos –Fernando, Íñigo y Paloma– han sabido hacer una diversificación del grupo en un momento de crisis. Eso ha sido clave para el desarrollo y la salud financiera del propio grupo. Hace ya años, hubo una apuesta fuerte por los servicios tecnológicos. Existe una empresa, que se llama Hiberus Tecnologías de la Información, en la que trabajan ingenieros, que facilita servicios digitales a muchas empresas del IBEX 35. No sólo trabaja para el Grupo Henneo, sino también para otros medios de información de España y del extranjero.

P.- Antes de trabajar en Henneo, fuiste director editorial del Grupo Zeta, fundado por Antonio Asensio.

R.- En el año 2003, dos años después de la muerte de Antonio Asensio, su hijo me llamó para ofrecerme la dirección editorial de todo el Grupo Zeta. Posteriormente, se vendió el grupo y Antonio Asensio, hijo, se dedicó al área audiovisual.

P.- ¿Qué opinas de las redes sociales?

R.- Las redes sociales, en un 70 u 80% son absolutamente tóxicas. Un basurero bacteriológico, atómico. Ahí, lo que se queda se queda. No desaparece, por mucho que la gente se empeñe. En la prensa convencional –y ahora en la digital– nosotros firmamos la información. Y de ella respondemos con nuestra firma y también los editores, como propietarios de esas publicaciones. Las redes se han convertido en una selva. Se calumnia, se injuria, se insulta y, prácticamente, no pasa nada. La tecnología ha sido clave para el desarrollo de la comunicación y siempre ha habido un cierto temor sobre ella. Los periodistas y los editores tenemos que saber utilizarla bien, si queremos hacer un buen periodismo. Yo empecé siendo activo en las redes sociales y ahora solamente en momentos muy puntuales pongo algún tuit. Hay demasiado odio, demasiado rencor y demasiado ajuste de cuentas.

«Cuando un medio depende sólo de la publicidad institucional, tiene los días contados»

P.- ¿La polarización política se ha trasladado también al periodismo?

R.- Siempre ha habido confrontación entre los medios. Recuerdo las guerras entre El País y Diario16 y entre El País y ABC. Luis María Anson no se cansaba de repetir, línea tras línea, lo del diario gubernamental. A pesar de estos enfrentamientos, había un punto de respeto, de tolerancia y de no excesivo radicalismo. Ha habido siempre enfrentamientos, pero hoy las redes los amplifican. Esto, por desgracia, no tiene vuelta atrás. Ahora, controlar los contenidos de Internet es misión imposible. Lo único que tenemos que hacer los periodistas es tomar conciencia de nuestra responsabilidad, de cómo tenemos que actuar, y seguir nuestro camino.

P.- ¿Estás a favor o en contra de la regulación de los medios por parte del Gobierno?

R.- Los intentos de control de la prensa siempre han sido baldíos y estériles.  Siempre que ha habido una confrontación entre el poder político y la prensa, siempre ha perdido el poder político. Siempre. Esos intentos –sobre todo, en democracias occidentales- son inútiles. Por mucho que se intente, van a fracasar. Además, con las redes y la amplificación que hacen, todavía más. Soy partidario del Código Penal. Si desde los medios de comunicación injuriamos, calumniamos o cometemos errores, está el Código Penal y los tribunales. No hay que tener a eso ningún miedo. Los periodistas no tenemos patente de corso para decir lo que queramos. Cualquier ciudadano que se sienta perjudicado de verdad por una publicación, puede poner una querella en el juzgado. ¿Hace falta reformar el Código Penal y actualizarlo? Posiblemente. Ahora, me parece ridículo hablar de tribunales deontológicos y tribunales de ética. Pero ¿esto de qué va? Yo no me sometería nunca, ni creo en ellos. Sí me sometería al Código Penal, como responsable de lo que escribo, y a los tribunales.  Europa da una serie de normas que no me parecen mal: que haya transparencia en los medios, porque es un respeto al ciudadano.

P.- Pero también debe haber transparencia en el poder político.

R.- Ahora estamos hablando de la profesión periodística, pero vale para todos. Porque el nivel de virtud y de corrupción es similar en todos los sectores.

P.- ¿Quién decide lo que es un pseudomedio?

R.- Eso son pataletas. Si un pseudomedio comete un abuso o un delito, insisto, está el Código Penal.

P.- Los medios también recibimos presiones de otro tipo, como las amenazas de retirada de la publicidad.

R.- Siempre se ha utilizado eso como amenaza. No nos engañemos. La solvencia económica de los medios es un problema que se ha intentado corregir con las suscripciones y las aportaciones de los lectores; cosa que me parece muy bien. Cuando un medio sólo depende de la publicidad institucional, tiene los días contados. Un medio, cuando nace, crece y se desarrolla, tiene que intentar depender de otros recursos para no tener que estar a las órdenes de quien te da esa publicidad institucional. Siempre ha habido presiones con la publicidad institucional. Y los medios que han logrado sortear esas presiones, y siguen siendo independientes, ahí están todavía.

«Nunca hubiéramos imaginado que la mujer de un presidente fuera imputada»

P.- ¿Vivimos uno de los momentos más difíciles de nuestra democracia?

R.- En la Transición hubo momentos durísimos. No nos engañemos. Pero en la Transición, había un punto de tolerancia, de respeto.  A pesar de los enfrentamientos que había, tanto en el Parlamento como en la calle, siempre quedaba esa rendija en la que el problema se podía resolver. Ahora se ha perdido mucho el respeto. Lo que te está diciendo el rival es razonable, pero está todo tan marcado, con tantas líneas rojas, que yo creo que no se escucha a nadie. Y, efectivamente, están ocurriendo cosas inéditas. Cosas que ni tú ni yo hemos vivido antes. Nunca nos hubiéramos imaginado que la mujer de un presidente del Gobierno pudiera estar imputada. Los tribunales dirán si el juez tenía o no razón. La moción de censura que triunfa, la inestabilidad política, los indultos, la amnistía…

P.- O los pactos con formaciones políticas que están en contra de la Constitución…

R.- Exactamente. Es verdad que cosas así nunca las habíamos visto. Sin embargo, como decía Manuel Azaña, España es indestructible, por mucho que algunos se empeñen en destruirla. Por un lado y por el otro. Confío en que, a pesar de estas tensiones gravísimas y de todas las anomalías que están ocurriendo, España va a seguir como país. Pero, tampoco descarto que en algún momento pudieran ocurrir cosas que rompieran nuestra unidad. A pesar de todo, la democracia y la Constitución de 1978, que es ejemplar, son capaces de sostener los enfrentamientos que tenemos. La Transición fue una gran obra, que nos permitió pasar de una dictadura de más de 40 años a una democracia y a una Constitución ejemplares. Sin embargo, ha faltado pedagogía para hacer valer la importancia y la envergadura de la Transición. Con el paso de los años, parece que algunos quieren reescribir la historia. Como si la Transición hubiera sido un chantaje, en el que la izquierda cedió por miedo a… Y no me lo creo. La Transición fue una obra de todos los sectores de la sociedad, empezando por el Rey Juan Carlos, por los políticos ejemplares de entonces y por una profesión periodística que supo estar a la altura de las circunstancias. Ahora, algunos la odian y la quieren reescribir, cuando deberíamos estar orgullosos de lo que pasó.

«Bildu nunca pedirá públicamente perdón a las víctimas de ETA»

P.- Han pasado más de once años desde el alto el fuego decretado por ETA, pero seguimos esperando que Bildu pida perdón.

R.- Debemos ser prácticos: Bildu nunca va a pedir perdón explícito por las acciones de ETA. Olvidémoslo. ¿Por qué? Porque, en su momento, fueron cómplices y no van a rectificar a sus otros cómplices. Entre otras cosas, porque muchos de ellos estaban completamente de acuerdo en lo que hacían. Se han dado pasos importantes hacia delante. Falta pedir ese perdón público, porque lo que han hecho hasta ahora han sido cosas muy tibias, como decir: «comprendemos el dolor de las víctimas, nos solidarizamos con ellas». Se ha dado un paso adelante, pero sigue habiendo homenajes a los terroristas que salen de la cárcel. Sigue habiendo tensión en muchos sitios del País Vasco. Falta el perdón público a las víctimas inocentes que ETA asesinó. Eso sería lo lógico y lo ideal, pero eso no va a ocurrir. Además, la estrategia de las armas no fue buena. Bildu nunca va a pedir ese perdón que a todos nos gustaría.

P.- ¿Quién ha sido para ti el mejor ministro del Interior de la democracia?

R.- He conocido, prácticamente, a todos, pero se movieron en contextos muy distintos. Barrionuevo fue buen ministro, aunque en uno de los peores momentos. Salió lo del GAL, que fue un error tremendo en un estado de Derecho. Rubalcaba fue otro gran ministro de Interior, y Barrionuevo, en una primera etapa, también. Luego, tuvo que ingresar en prisión con Rafael Vera y ese es un tachón muy difícil de levantar.

«Ni Cataluña ni el País Vasco podrán poner en riesgo la democracia española»

P.- Algunos observadores piensan que el problema de la desestabilización se ha trasladado del País Vasco a Cataluña.

R.- Quiero pensar que no. Yo tengo mucha confianza en las instituciones. Ya hubo un intento de desestabilización salvaje, en octubre de 2017, y respondieron las instituciones. Primero el Gobierno, con la aplicación del Artículo 155, y luego los tribunales de justicia. El estado de Derecho se mantuvo. Y el discurso del Rey Felipe VI fue fantástico, magnífico. Habrá momentos de muchísima tensión, pero no creo que en ningún momento Cataluña pueda poner en peligro la democracia española. El gobierno de turno tendrá que sortear obstáculos y vamos a ver cómo lo hace. Creo que en ningún momento Cataluña y el País Vasco podrán en riesgo a la democracia española. Porque el país está por encima de ellos.

P.- ¿Consideras que Zapatero alimentó las expectativas nacionalistas, mientras que Rajoy pensó que el conflicto se arreglaría por sí solo?

R.- Rajoy es como es. Pero, es verdad que tuvo que aplicar el artículo 155 y los tribunales se pusieron en marcha. Zapatero – siempre un poco ambiguo -, se equivocó cuando dijo que respetaría lo que aprobara el parlamento de Cataluña.  No sospechaba lo que iba a hacer Pasqual Maragall con el Estatuto y les dio alas. Luego, el Tribunal Constitucional actuó como tenía que actuar. Lo democrático es aceptarlo. Aquello fue el origen, pero creo que el principal responsable de todo lo que vino después fue Artur Mas. Hizo un ridículo absoluto. Se dejó engañar por las encuestas. Convocó elecciones anticipadas y pasó de 64 diputados a 52. Cualquier político responsable y honesto hubiera dimitido por vergüenza. Ahí es cuando empieza la deriva demencial hacia el independentismo. Y acaba como acaba, en octubre de 2017.

«Me han llamado alguna vez para venderme algún argumentario y nunca les he hecho caso»

P.- ¿Se abusa del periodismo opinativo?

R.- Los tertulianos estamos para opinar, aunque cuando veo algunas tertulias desde fuera me da un poco de vergüenza porque no sabemos de todo. En algunas tertulias en las que he participado, cuando sale un tema que desconozco, procuro orillarme. Lo hago, simplemente, por respeto a quien nos está escuchando. Creo que información y opinión tienen que quedar delimitadas. Vamos hacia un periodismo muy combativo.

P.- En televisión se escenifica incluso la ideología con la propia ubicación de los contertulios.

R.- Procuro aplicar el sentido común y siempre me he sentido independiente de todo. Me han llamado alguna vez para venderme algún argumentario y nunca les he hecho caso. Si he estado de acuerdo con algo que ha hecho un gobierno de derechas, lo he dicho. Y, si ha sido acierto de un gobierno de izquierdas, también. Ahora, hay demasiada ideología. En muchas tertulias se elige a los tertulianos en función de las posturas que vayan a defender, para que haya una confrontación, un enfrentamiento, con opiniones irreconciliables. Eso a mí me parece mal. Todos tenemos nuestra ideología, pero los periodistas debemos intentar acercarnos a la objetividad lo máximo posible.

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