THE OBJECTIVE
Fuera de micrófono

Juancho Armas Marcelo: «En España todo aquel que piensa es un peligro»

Al escritor y periodista canario le preocupan la inmigración y el declive del mundo occidental

Fue jugador amateur del Real Madrid y contó muchos años después aquella experiencia en un libro titulado Cuando éramos los mejores: Los sueños de un futbolista adolescente (1997). Entrenó en el Santiago Bernabéu al lado de Puskás, Zoco y Amancio, con Miguel Muñoz de entrenador, pero había que elegir entre el fútbol y los estudios, y se decantó por la carrera de Lenguas Clásicas.

La literatura y el periodismo cultural lo acabaron alejando de los terrenos de juego. Desde aquellos años 70 hasta hoy -entre Las Palmas de Gran Canaria y Madrid, con una escala inicial en Barcelona-, ha vivido con intensidad la transformación política, social y cultural de nuestro país. Juancho Armas Marcelo –78 años- reivindica también en Fuera de Micrófono su derecho a la nostalgia. «Soy un hombre del siglo XX y también del XIX, desde el punto de vista intelectual. Del siglo XXI sólo me interesa la ciencia -sobre todo la ciencia médica- y la gastronomía», afirma, mientras reflexiona sobre el declive de Occidente y la abundancia de imbéciles en las redes sociales.

Amigo de Mario Vargas Llosa, del que escribió una biografía en 1991, asegura que fue un error del escritor hipano peruano entrar en un mundo (el de Isabel Preysler) que no era el suyo, con la intención de conquistarlo. Como le parece una anomalía preocupante que desde algunos países de Hispanoamérica se nos exijan disculpas por el Descubrimiento de hace más de quinientos años. «Pero cómo voy a pedir yo perdón por lo que hicieron mis abuelos, si los pobres sólo conquistaron las Islas Canarias».

Armas Marcelo, canario en libertad, no ha perdido el sentido crítico con el paso de los años. Avisa del peligro que entraña ejercer el derecho a pensar y pide soluciones para poner fin a lo que considera una invasión de inmigrantes en su tierra canaria.

Cuando escribió su primera novela, El camaleón sobre la alfombra (Premio Pérez Galdós), en 1974, aún vivía Franco. Quizá por eso le sorprenda más tener que escuchar a «machaquitos de treinta años decir que con Franco se vivía mejor. Pero, ¿tú qué sabes?». Al autor de la premiada novela, Réquiem habanero por Fidel (2014), le parece que algo falla. En su opinión, tendríamos que haber hecho más pedagogía sobre lo que fue la dictadura y la lucha por las libertades.

PREGUNTA.- Llegaste a Madrid en el año 1978. ¿Qué ambiente te encontraste?

RESPUESTA.- Era una maravilla salir del franquismo. Yo tenía una condena de cárcel por haber publicado un libro del poeta José Ángel Valente en el año 1970, y no había salido nunca de este país porque el franquismo me lo impedía. Me quitaron el pasaporte y la carrera hasta esos años. Cuando regresó la libertad a España, regresó también a mí. Yo era entonces un magnífico irresponsable, un caballo joven desbocado. Me comía el mundo que quería comerme y estoy muy agradecido por haberlo hecho en la buena dirección.

P.- Siempre has compaginado la literatura con colaboraciones en prensa.

R.- Cincuenta años llevo en ese menester, que además es muy agradecido. Somos ególatras, hay que aceptarlo. La escritura la maneja un ego muy por encima de lo que llamamos supraconciencia, pero es una gimnasia obligatoria para un escritor. Una gimnasia necesaria. Hay que alimentar otra sintaxis que no sea la del libro. Yo, cuando escribo un libro, no pienso nunca en el lector. El lector no me interesa. Actuaría como censura previa en la escritura literaria. En la escritura periodística es todo lo contrario. Uno tiene que saber en qué periódico escribe y para quién escribe. He trabajado en muchos periódicos y he tenido muchos directores. Algunos muy inferiores a mí, por supuesto, pero otros también superiores, que me han enseñado mucho. Aunque no coincidiera ideológicamente con él, Luis María Anson me enseñó mucho de periodismo y de libertad. Más que otros procedentes de una izquierda que luego resultó -casi siempre- hilarante y muy pasota. No era izquierda ni era nada.

«Fui futbolista amateur del Real Madrid hasta los 20 años»

P.- ¿El periodismo cultural es más libre que el periodismo político?

R.- Siempre hay bandos, tribus y jeques. Intereses, publicidad y propaganda. Cuando tratas de evitar estas cosas que acabo de decir, te conviertes en enemigo público número uno. Porque estás en tierra de nadie y, si no tienes un director que te garantice ese pequeño territorio, los comanches están alrededor tuyo todo el día haciéndote la puñeta. Pero eso forma parte del juego, del crecimiento, de saber madurar y de la experiencia misma. Los intereses encontrados, las intrigas, las conspiraciones de juguete y de bolsillo, forman parte del juego.

Juancho Armas Marcelo. | Foto: Víctor Ubiña

P.- En los años noventa escribiste un libro autobiográfico, Cuando éramos los mejores.

R.- Ese libro se subtitulaba Los sueños de un futbolista adolescente, porque cuento mi paso por el fútbol juvenil y amateur del Real Madrid. Fui futbolista amateur hasta los 20 años. Todos los jueves jugaba en el Bernabéu 100 minutos contra los grandes. Éramos los sparrings. Tuve muchas veces enfrente a Puskás, Amancio, Zoco y toda esa gente, con Miguel Muñoz de entrenador. Lo que ocurre es que mis estudios de Lenguas Clásicas eran muy duros y no podía hacer las dos cosas a la vez. El fútbol exigía mucho. Aunque soñaba con ser futbolista, siempre supe que había que estudiar. Si no hubiera estudiado Lenguas Clásicas, no sabría lo que sé. Ni sabría decirlo. Muchas veces, sólo se sabe lo que se sabe decir.

«El siglo XXI no me interesa. Yo estoy en el siglo XX»

P.- ¿Es cierto que en España se escribe mucho, pero sigue leyéndose poco?

R.- Ahora, se escribe mal y se lee peor. Octavio Paz decía, hace mucho tiempo, que se leía más, pero se entendía menos. Hay una especie de lector o lectora que cree que lo es. Pero no tiene base. Lee lo que sale en los periódicos los fines de semana, que suele ser publicidad.  Da mucha pena que alguien se presente delante de ti y te diga: «Yo soy lector o lectora». Cuando metes un poquito el dedo en esa piel, te das cuenta que no lo son. Que leen libros, pero no se enteran. No tienen la comprensión de lo que es el texto, ni la situación mental para situar, asimismo, el libro que están leyendo. Es gente que no ha leído literatura clásica, ni literatura popular del siglo XX. Gente que sólo tiene interés en ese charlatán que acaba de publicar un libro y que sale en los periódicos. No discuto sobre ello porque el siglo XXI me interesa poco. Yo soy un hombre del siglo XX y del XIX, desde el punto de vista intelectual. Del siglo XXI sólo me interesa la ciencia -sobre todo, la ciencia médica- y la gastronomía. Antes, poder elegir ya era un privilegio, pero no sabíamos hacerlo. Ahora, hemos aprendido a elegir.

«Ningún político puede discutir hoy con Fernando Savater de cualquier cosa»

P.- Antonio Machado dijo que en España «de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa». ¿Ha cambiado esta proporción?

R.- Yo diría que han desaparecido los que piensan. El que piensa queda fuera de la numeración. No existe. En España todo aquel que piensa es un peligro. Se trata de hablar para escolares. Hoy no hay ningún político que pueda mantener, por ejemplo, una conversación –no digo ya un debate o una discusión– con Fernando Savater. Se puede estar o no de acuerdo con todo lo que dice, pero es un tipo que sabe lo que es la palabra, la gramática, el mundo clásico… Que sabe dónde está parao. No hay ninguno y, si lo hay, que levante la mano, que pueda discutir con Savater de cualquier cosa. Esta gente tiene un lenguaje escolar, dirigido a escolares. A este país le faltan 100 años de educación para estar en su sitio. Pero España siempre ha sido así. Soy crítico con mi país, al que amo mucho, como amo mucho a mi tierra pequeña. El déficit de educación y de respeto que hay es lamentable. Las veces que he ido a Japón me he parado a pensar: si Japón se paralizara y Occidente echara a correr para alcanzarlo, no lo alcanzaría en 100 años.

«Con las redes sociales se ha dado voz a millones de imbéciles»

P.- ¿Qué pensaría de la España actual tu admirado paisano Benito Pérez Galdós?

R.- Lo mismo que pensaba entonces. Galdós en sus obras sólo enseñaba las uñas. Era un socialista moderado, pero radical al mismo tiempo. Lo que los conservadores exagerados llaman la anti-España. El siglo XXI corre demasiado deprisa y deja atrás muchas cosas importantes. Se pierden cosas muy relevantes. No sé, exactamente, a dónde vamos a ir a parar en este fin de época. Lamentablemente, tengo que decir -y me duele e indigna un poco hacerlo- que el mundo occidental está en declive. Completamente.

Juancho Armas Marcelo en un momento de la entrevista. | Foto: Víctor Ubiña

P.- ¿Qué opinas de las redes sociales?

R.- Como decía Umberto Eco, con las redes sociales se ha dado voz a millones de imbéciles. Entonces, la imbecilidad es millonaria, y además gratis. No hay que estudiar para ser imbécil; al contrario. ¿Cuál es el resultado? Pues que estamos rodeados de imbéciles. El imbécil se disfraza a veces de mediocre y llega siempre porque hay en esta sociedad una selección de mediocres que hace sus cálculos de supervivencia para subir en la escala laboral, social y política. No hay más que arribistas sin formación por todos los lados. Si tuvieran formación, deslumbrarían.

«Lo que piensa Pedro Sánchez de la cultura es nada. Por eso eligió a Màxim Huerta»

P.- ¿Dentro de esta mediocridad podría incluirse algunos ministros de Cultura?

R.- Todos. Un ministro de Cultura puede ser inculto. Eso no importa, porque sólo va a estar cuatro años. El problema es que queda su labor. A mí no se me escapa ni Javier Solana. Se me escapa Jorge Semprún. Hoy por hoy, la cultura es un juguete de cambio político. Sin más. Ahí va a parar quien le toque. Lo que piensa Pedro Sánchez de la cultura es nada. ¿Cómo se le ocurrió a este hombre ofrecerle el Ministerio de Cultura y Deporte a Màxim Huerta? ¿Por qué se le ocurrió? Se le ocurrió porque era una especie de escaparate. Pero es que, después de Màxim Huerta, todo han sido meteduras de pata. La gente tiene que saber que Miquel Iceta no tiene ni 4º de Bachillerato.

P.- Creo que empezó la carrera de Derecho…

R.- ¿Cómo va a empezar Derecho?, si no tiene Bachillerato Superior y Preuniversitario. Era una especie de bestia educada, refinada, pero sin una cabeza medianamente articulada que pudiera entender lo que es la cultura en España, algo muy importante. La creatividad de este país es inmensa, pero no tiene un valor efectivo inmediato, y no interesa gran cosa. El Ministerio de Cultura, a veces, no existe.

P.- A los políticos les gusta más ir a la Gala de los Goya.

R.- Eso es representación. José María Aznar, cuando fue presidente, invitaba a leer poemas en La Bodeguilla montada por Felipe González a poetas de derechas y de izquierdas. Porque iban también de izquierdas, aunque se lo callen ahora por oportunismo. Después, se ocultan porque no les interesa que se sepa.

«La Segunda República fue una ocasión perdida para cambiar España »

P.- ¿Tú fuiste a La Bodeguilla de Aznar?

R.- Nunca, jamás. Ni a La Bodeguilla de Felipe González tampoco. Podía haber ido a la de González, pero no a la Aznar. Felipe y Aznar hacían algo. Querían que se conociera su interés por la cultura, que tenían una inquietud intelectual. No lo creo, francamente. La tesis aquella de Salvador Dalí, cuando le preguntaron en Nueva York si se creía un gran artista y dijo muy serio: «en comparación con quién». Hay que comparar. Coges a Aznar o a Felipe, te vas a la Segunda República y empiezas a ver personalidades que eran gentes cultas, ateneístas, con profundidad sintáctica, sabiendo lo que decían, contra quién lo decían, cómo lo decían y en qué momento lo decían, y te quedas asombrado. Ves la degeneración a la que estamos dedicados. Me hubiera gustado vivir la Segunda República. Como te decía, a mí el siglo XXI no me interesa. Yo estoy en el siglo XX. A veces pienso que la Segunda República fue una ocasión perdida para cambiar España. Soy krausista y me declaro un absoluto enamorado de la Institución Libre de Enseñanza. Lo siento mucho, pero todo eso se fue al traste.

P.- Escribiste en 1991 una biografía de Mario Vargas Llosa, El vicio de escribir. ¿Por qué crees que cayó en los brazos de esa sociedad superficial que tanto criticaba?

R.- Son las contradicciones del ser humano. Al margen de Isabel Preysler, que es una mujer que está en lo suyo – muy inteligente, muy delicada, muy educada y sofisticada -, ese no era el mundo de Vargas Llosa. Su decadencia empieza ahí. Porque él está acostumbrado a vivir en otro mundo, pertrechado por sus propios criterios intelectuales, y lo que hace es desmoronarse. A cada uno le toca desmoronarse de distinta manera, pero a él le tocó esta. Yo lo siento mucho. Los últimos libros, salvo la novela Tiempos recios, sobre Guatemala y el golpe de Estado contra Jacobo Arbenz, todo lo que publicó en esa etapa extraña de la vida de Vargas Llosa no se parece en nada a lo que es el esfuerzo y la enseñanza en la literatura de este escritor. También Alejandro Dumas tuvo su decadencia; tal vez Víctor Hugo, no lo creo, o Gustavo Flaubert. Pero es preferible no publicar. Quedarse en Stendhal. Publicar lo que hay que publicar y no publicar lo que no hay que publicar. Vargas Llosa entró en un mundo que no era el suyo. Pienso que la gente que entra en un mundo que no es el suyo comete el error de intentar conquistarlo y sucumbe. Porque ese otro mundo tiene unos significados y unos significantes que tú has ignorado o has despreciado. Y requiere también su aprendizaje. No es cuestión de entrar a torear al centro del albero y que te lleve el toro por delante. Porque el toro termina matándote.  Eso es lo que ha ocurrido con Mario.

«Zapatero no me interesa; es un charlatán que va a su beneficio»

P.- Conoces muy bien Hispanoamérica. ¿Qué opinas de lo que está ocurriendo políticamente en muchos de aquellos países?

R.- He ido 263 veces a América. Lo que está pasando es el resultado de una terrible demolición que empezó en los años 70 y que termina ahora. América Latina es la demolición, desde México hasta Ushuaia (Argentina).  Por una décima, se escapa Chile, no sabemos hasta cuándo, y Uruguay, que es un país pequeño de tres o cuatro millones de habitantes. Pero lo demás es todo un desastre. Centroamérica es un desastre. México es una guerra. El año pasado murieron en combate, entre militares, policías y narcotraficantes, 50.000 personas. Y esto se repite año tras año, con una insolvencia para resolverlo que más bien parece que exista interés en que ocurra. Eso es un crimen. América Latina es de una decadencia brutal y criminal. Las instituciones no tienen capacidad, porque las sociedades tampoco la tienen para que sus instituciones la tengan. No tienen capacidad para sostener lo que se les está viniendo encima. Tampoco se les puede ayudar, porque ¿quién va a ayudarlos?

P.- José Luis Rodríguez Zapatero lo intenta en Venezuela…

R.- Zapatero no es más que un charlatán que va a su beneficio. Un personaje que no me interesa nada. Me da mucha pena, porque en alguna ocasión creímos en Zapatero.

P.- ¿Pedirías perdón por lo que hicieron allí los españoles hace más de 500 años?

R.- Pero cómo voy a pedir perdón, si son los abuelos de ellos los que hicieron eso. Yo allí nunca tuve familia. Además, te voy a decir una cosa: esto es de risa. Una cosa divertida y aburrida al mismo tiempo. Cansina. Al pueblo mexicano todo esto le da igual. Y creo que el pueblo español se ríe también de ello. Le da igual. Todo esto es un juego allá arriba, en la estupidez política de unos y de otros. ¿A quién se le ocurre decir que tenemos que pedir perdón? Pero, si son tus abuelos, tus bisabuelos, tus tatarabuelos… No los míos. Los míos, los pobres, sólo conquistaron las Islas Canarias. Y, por supuesto, soy descendiente de los conquistadores de las islas. Es posible que haya en mí un porcentaje mínimo de sangre guanche, pero no lo siento. Yo me siento del mundo entero gracias a las Islas Canarias. Otros tipos sólo se sienten de las Islas Canarias porque no conocen el mundo entero y no saben las maravillas que se pierden. Haber estudiado más. Como dicen en mi tierra, ver estudiado más.

«Canarias no aguanta más inmigrantes. No es una invasión, sino una ocupación»

P.- En las nuevas generaciones se critica y cuestiona la Transición a la democracia. ¿Qué opinión tienes al respecto?

R.- La generación que hicimos aquello no tiene que arrepentirse de nada. Cuando dicen que la Transición fue una tramoya, un cuento, eso es mentira. Hubo un pacto muy claro de todas las partes y todos cedieron para que esto saliera bien. Durante unos años, salió bien. Y no sabemos si puede volver a salir bien con la misma Constitución que tenemos. Pero, esa Constitución ha sido hasta el momento insalvable. Ahí está. Y, si no la hubiéramos tenido, no se sabe lo que habría pasado. Ahora, vamos a hablar de la nueva política de Podemos y de Ciudadanos que venían a eliminar las castas y a decir la verdad de la Transición. Yo no hablo de la Santa Transición. Hablo de la Bendita Transición. No es santa, pues no me importa que no lo sea, pero Bendita Transición que sacó adelante la Constitución. Que después discutamos sobre el papel del Rey en el 23-F; yo tengo mis ideas sobre eso y son bastante críticas, pero se hizo un esfuerzo enorme por parte de todos para que esto saliera adelante. No me arrepiento, en absoluto, de haber vivido ese tiempo y de haber estado de acuerdo con ese tiempo. Es posible que no hayamos hecho la pedagogía suficiente. Es probable que no hayamos hecho una pedagogía, una didáctica, sobre lo que eran las libertades y sobre lo que era la dictadura. Oigo ahora a machanguitos de treinta años decir que con Franco se vivía mejor. Pero, ¿tú qué sabes? No se puede decir que había menos corrupción, porque la dictadura es corrupción de arriba a abajo.  Me encuentro ahora con gente mayor, incluso mayor que yo, que dice que antes teníamos la puerta de casa abierta y no pasaba nada. Sí, pero esos son los problemas de la libertad y la educación. Y en las dos cosas está fallando el sistema en general, no solo en España. Los problemas que se nos vienen encima no tienen nada que ver con la inmigración ilegal, que eso no hay quien lo pare.

Juancho Armas Marcelo. | Foto: Víctor Ubiña

P.- Por cierto, como canario, ¿qué consideras que debería hacerse para solucionar el problema de la inmigración?

R.- Los que están, están. Pero hay que resolver que no vengan, con la mano que haya que resolverlo. Canarias no aguanta. En medio de una gran tensión, que crece y crece, está cobrándose una conciencia peligrosa, que es la conciencia no de la invasión, sino de la ocupación. Me dirán que soy un alarmista. No, no soy un alarmista. La isla del Hierro ya está ocupada. Y ya veremos a ver cuál es la siguiente que se ocupa. Hay encerrado un proyecto cada vez más evidente. ¿Por qué marroquíes y mauritanos ricos mandan a sus mujeres –que a lo mejor tienen cuatro–, en estado, a dar a luz a Canarias? Saquen las consecuencias. Compran una casa y se quedan a vivir. ¿Y tú qué tienes contra eso? No tengo nada contra eso, salvo que me digan que están en lo que están. Que no me engañen. No vienen de vacaciones. Están quedándose. Y las Islas Canarias no aguantan más. Están recogiendo gente de todos los lados y se quedan todos los años en Canarias más de 40.000 visitantes.  Eso significa que dentro de diez años sumarán 400.000. Cuidado, yo no soy racista; soy civilizado y occidental, y la pretensión del islamismo ya sabemos cuál es. Esta es la situación.

«Los premios literarios forman parte de esa falta de limpieza que tiene la sociedad»

P.- Los premios literarios dan lectores, pero suelen estar amañados.

R.- He sido jurado y he visto de todo, en el Premio Cervantes , y en los más bajos también. Un año el premio viene dado por la editorial que sea, y otro año no. Depende de muchas cosas. Ahora bien, todo eso forma parte de la vida. Y la vida en la que estamos metidos no es exactamente limpia. Los premios literarios forman parte de esa falta de limpieza que tiene la sociedad.

P.- Eres miembro de distintas academias hispanoamericanas, pero no así de la Real Academia Española de la Lengua. ¿Por qué?

R.- Soy miembro de once academias. Me presentaron de candidato a la RAE hace ocho o nueve años y perdí ante Félix de Azúa. Ya no tengo mayor interés en nada de eso. Fue un momento de euforia en mi biografía. Tengo una jubilación de oro, desde el punto de vista del placer de la vida. Yo desayuno a las cuatro de la mañana.

P.- Buena hora para empezar el día.

R.- No empiezo el día a esa hora. Desayuno, después me acuesto a leer, y cuando tengo sueño, lo dejo. A las 11. 30 me levanto y escribo hasta las 13.00 horas. Estoy en la gloria. Tengo una salud que me felicita todos los días por lo bien que me encuentro. Tengo casi 80 años, y 20 más de noche son en realidad 100. Si un día me dicen: hombre, Juancho. Pero no me lo van a decir.

P.- ¿Qué España les vamos a dejar a nuestros nietos?

R.- Por regla general, soy optimista. Veo que los nietos, los míos por lo menos, son dos seres que se han criado y se siguen criando libres. Son estudiantes y artistas. Están pertrechándose para el duro mundo que les espera. El mundo es de ellos, si se pertrechan. Si están preparados para enfrentarse a él. Nosotros, cuando teníamos 20 años, 21, 30, el viaje era de Madrid a Bilbao, a Sevilla o a Murcia. Ese era nuestro viaje, por regla general. Mientras que nuestros nietos viajarán de Madrid a Washington, de Washington a Groenlandia, de Groenlandia a Buenos Aires, como si fuera cualquier cosa. De día y de noche. Y eso me da optimismo.

[¿Eres anunciante y quieres patrocinar este programa? Escríbenos a [email protected]]

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D