The Objective
Fuera de micrófono

Santiago González: «Todos los males de España tienen su origen en Zapatero»

Piloto de marina y economista en excedencia, descubrió a principio de los 80 que había nacido al pie de una columna

Santiago González nació en Burgos y se marchó a Bilbao porque quería hacerse piloto de marina mercante. Pasó tres años en la mar y a la vuelta decidió quedarse en tierra firme, estudiar Ciencias Económicas y escribir en los periódicos. Como cuenta en Fuera de micrófono, a principios de los 80 tuvo una entrevista con Eduardo Sotillos, director de un nuevo periódico, Tribuna Vasca, le llevó algunas cosas que había escrito y el que luego sería portavoz del primer gobierno socialista de Felipe González le ofreció escribir una columna diaria.

Autor de un libro publicado en 2011, pero que sigue teniendo vigencia, Lágrimas socialdemócratas (La esfera de los libros), ha llegado a la conclusión de que el entonces presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, es el verdadero culpable de la deriva política en la que ahora nos encontramos. En opinión de Santiago González, el muro contra la derecha, del que habla Pedro Sánchez, lo empezó a levantar su antecesor y uno de sus principales valedores.

El sentido del humor y la ironía, así como las frecuentes citas cinematográficas, enriquecen sus columnas de El Mundo, los artículos de su blog y la sección La República de los Tooontos que hace en las mañanas de esRadio. Asegura que han nombrado a tres personas para la secretaria de Organización del PSOE para que se vigilen unos a otros y recuerda que, cuando se anunciaron los 300 actos de este año sobre Franco, él ya avisó que eso no lo iban a resistir ni quienes estaban organizándolos.

Por otra parte, suscribe la opinión de quienes acusan a Internet y a las redes sociales del descaro con el que se mueven los tontos, para llegar a la siguiente conclusión: «antes los tontos eran más humildes y se resistían a hablar en público para que no se notaran sus insuficiencias».

Santiago González, como ha ocurrido en esta ocasión, viaja de vez en cuando de Bilbao a Madrid para ver a su hijo y también para cambiar impresiones y tomar impulso. Tras señalar que Sánchez es un mentiroso patológico, capaz de mentir sin necesidad, confiesa su nueva teoría: «Yo creo que lo hace por vicio».

PREGUNTA.- Bienvenido a Fuera de micrófono, Santiago González, Santi para los amigos.

RESPUESTA.- Sí, los amigos me suelen llamar Santi, aunque algunos ya empiezan a llamarme Santiago. Porque hay unas edades en las que el diminutivo no acaba de casar del todo bien.

P.- ¿Y don Santiago?

R.- Sólo en mi blog de internet. Algunos de ellos son muy amigos, pero hay un aire versallesco en el tratamiento.

P.- Entonces, ¿le puedo tutear?

R.- Hombre, hasta ahí podíamos llegar.

R.- Al repasar tu trayectoria, da la impresión de que has sido columnista toda tu vida. Un montón de años en El Correo y otros tantos en El Mundo.

R.- Lo mío, como columnista, es un caso especial, porque el columnismo es, a medias, el broche final de una carrera de periodista y, a medias, el cementerio de elefantes. Cuando uno ya ha desarrollado toda su carrera, le dan una columna. Pero en mi caso fue al revés: yo empecé como columnista. Una cosa un poco rara. Eduardo Sotillos llegó a Bilbao en el año 82 para dirigir un nuevo periódico. Un periódico de vida efímera que se llamó Tribuna Vasca. En la cena de presentación a los miembros del Consejo de Administración, un conocido mío, profesor de la Facultad de Económicas donde yo estaba estudiando quinto de carrera, habló con Sotillos y le dijo: «conozco a un tío muy interesante; no es periodista de formación, pero ha colaborado en prensa». Le dio mi teléfono y al día siguiente me llamó. Tuvimos una entrevista y me dijo que le llevara cosas que tuviera publicadas. Le llevé una carpetita con fotocopias. Le gustaron algunas cosas que le llevé y me dijo: «veo que tienes una facilidad notable para describir ambientes; ¿te atreverías a escribir una columna diaria?». ¿Quién dijo miedo? Acepté, un poco, por inconsciencia. Así empecé como columnista. Era una columna diaria, salvo los lunes, porque en aquellos tiempos los periódicos no salían el lunes.

«Estuve navegando tres años, pero la vida en el mar es muy dura »

P. Naciste en Burgos y siendo un chaval te trasladaste a Bilbao para estudiar.

R.- Fui a Bilbao a estudiar Náutica y salí piloto de marina mercante. Después de hacer mis prácticas y mis exámenes, estuve navegando tres años. Pero la vida en el mar es muy dura. Además, había una cosa a la que no me acostumbraba:  cuando volvías de vacaciones, te encontrabas como el legendario pingüino en el garaje. Un poco desubicado porque no tenías los horarios ni los hábitos de los amigos.

P.- ¿Desconectado?

R.- Ni siquiera las cosas que hablaban te sonaban cercanas. Así que decidí quedarme en tierra. Habría estudiado Periodismo, pero entonces no había facultad de Periodismo en Bilbao. Por aproximación, decidí hacer Ciencias Económicas. En mi biografía como columnista, hago una analogía con una película de John Ford que me gusta mucho, Pasión de los fuertes, en la que Doc Holliday (Victor Mature), amigo de Wyatt Earp (Henry Fonda), padece mal de amores y se confiesa, como es tradición, con el barman del pueblo. Le dice: «Mac, ¿tú has estado alguna vez enamorado?». Y Mac le responde: «yo siempre he sido camarero». Por analogía, yo tendría que decir que siempre he sido columnista.

P.- En tu etapa de estudiante de Ciencias Económicas perteneciste al Partido Comunista de España (PCE) y lo dejaste porque no te cuadraba lo de los planes cuatrienales. ¿Cómo fue aquello?

R.- Yo milité en el PCE por inconsciencia y porque pertenezco a una generación que durante el franquismo no tenía más referentes de lucha que el Partido Comunista.  Nos afiliamos un tanto ‘desprejuiciadamente’. Es verdad que a mí estudiar Economía me sirvió como elemento de anclaje en la realidad, para poner los pies en el suelo. Aprendí que la planificación no tenía nada que hacer frente al mercado. Que el mercado es el más eficiente asignador de recursos. Recuerdo la lectura de Adam Smith, cuando decía: «debes tu comida diaria y tu cerveza al egoísmo de tu camarero; no a su buen corazón». Al egoísmo de tu panadero, de tu carnicero y de tu cervecero. No a su buen corazón. Por eso, cuando te dirijas a ellos, no les hables de tus necesidades, háblales de sus conveniencias. Entonces, dije: a ver si va a ser así como funciona el mundo… Y acabé coligiendo que, efectivamente, era así como funcionaba el mundo.

«Creo que Zapatero era algo más listo que Sánchez»

P.- En el año 2011 escribiste Lágrimas socialdemócratas (La Esfera de los Libros), una obra cuyo contenido sigue teniendo vigencia.

R.- Antes, en 2004, publiqué un libro sobre el lenguaje del PNV, que se titulaba Palabra de vasco. La parla imprecisa del soberanismo. En ese año 2004 es cuando José Luis Rodríguez Zapatero gana las elecciones. Y, de repente, descubrí que los fallos y las triquiñuelas del lenguaje de los nacionalistas vascos que yo me había estado trabajando se habían extendido a toda España. Poco a poco, empecé a pensar en que allí había un libro. Herman Tertsch me pidió que le presentara uno suyo sobre el socialismo; hice una intervención de media hora y la editora (Imelda Navajo) me dijo: tú tienes que escribir un libro para mí con estas cosas. Así fue. Me puse a escribirlo y tienes razón, Javier: seguimos igual.

P.- ¿Sánchez ha hecho bueno a Zapatero o se llevan poco?

R.- No, no le ha hecho bueno. Yo creo que Zapatero era algo más listo que Sánchez. Pero, todos los males de España en el momento presente tienen su origen en Zapatero. Porque Zapatero descubrió una perversión tremenda, a mi modo de ver: buscar el aglutinante del nosotros en el odio a los de enfrente. Ahí está el origen de la cultura guerracivilista, del enfrentamiento entre izquierdas y derechas. Todo eso que después éste (Pedro Sánchez) lo formula con su habitual torpeza, cuando dice que va a levantar un muro entre españoles y todas esas cosas.

Foto: Kevin Borja

P.- El mensaje de que viene la derecha parece que le funciona.

R.- Efectivamente. Parece mentira que todavía sigan defendiendo eso de la derecha y la ultraderecha, como las excrecencias: lo que está fuera del sistema. Y lo dicen defendiendo a un gobierno que ha pactado con el brazo político de los terroristas y con los golpistas catalanes. Pero, bueno, ¿esto dónde puede ir? En una entrevista reciente, Miguel Tellado decía que Vox no puede compararse con el PSOE ni con ninguno de sus socios en cuanto al respeto a la Constitución y al régimen de libertades.

«Tiene razón Federico Jiménez Losantos cuando dice que la derecha está acomplejada y no da la cara»

P.- ¿Estamos ante la superioridad moral de la izquierda?

R.- Hay un capítulo de mi libro, Lágrimas socialdemócratas, que se titula así precisamente: la superioridad moral de la izquierda. Autoproclamada, claro. Pongo como ejemplo la parábola del fariseo y el publicano de la Biblia. Evidentemente, el fariseo es de izquierdas y está en el centro del templo diciendo: yo te doy gracias, Señor, porque me has hecho bueno, justo, benéfico, y no como ese mamón de publicano que está ahí barriendo con la frente el suelo del templo, como castigo… Y, efectivamente, el publicano era un pobre humilde que estaba pidiendo perdón por sus pecados. Pues esto es algo que se reproduce en los hábitos que tienen nuestra izquierda y nuestra derecha. Federico Jiménez de los Santos tiene una expresión sobre nuestra derecha. Les llama casi de todo, pero tiene razón en eso de que están acomplejados y no se atreven a sacar la cara.

P.- ¿Derechita cobarde?

R.- Sí, sí. De hecho, nos ha sorprendido a todos muchísimo – debo decir que a mí favorablemente – el último discurso de Alberto Núñez Feijóo en el Congreso de los Diputados, cuando sacó algo que era un secreto a voces para todos los que estamos en el ajo, en la pomada de la información. Todos sabíamos lo de los prostíbulos del suegro. Y siguen defendiéndolo, diciendo que Sánchez no tiene la culpa de los negocios de su suegro. Por supuesto que no, pero de lo que se acusa a Sánchez es de que tenía ese delirio abolicionista de la prostitución en la cabeza, mientras se estaba beneficiando económicamente de los negocios del suegro. Porque les pagó una vivienda y un apartamento en Mojácar. En fin, es que su mujer, que no terminó el Bachillerato, con 22 años ya tenía dos pisos de cierta enjundia en propiedad que se los había comprado papá con el dinero que aquellas pobres mujeres y aquellos pobres chicos se habían ganado con el sudor de su frente. Entiéndeme la metáfora.

P.- Como piloto de la marina mercante, ¿cuándo calculas que se producirá el naufragio de Sánchez?

R.- Yo creía que iba a resistir mucho tiempo, pero todo lo que se está acumulando me parece a mí que es ya demasiado para un solo cuerpo. Empiezan a surgir voces dentro de su propio partido que creo van a ser las definitivas. No creo que, por muy duro que se pongan Feijóo y Miguel Tellado en el Congreso, vayan a hacer la más mínima mella en el ánimo de este sujeto. Pero, sí la van a hacer sus propios compañeros cuando vean que Sánchez se va a cargar el Partido Socialista y se va a cargar, sobre todo, sus modus vivendi.

P.- Hemos hablado de tu faceta de columnista, pero no hay que olvidar tus colaboraciones radiofónicas que comenzaste con Carlos Herrera hace ya bastantes años, en Onda Cero.

R.-Estuve 12 años con Carlos Herrera, y ahora estoy con Federico Jiménez Losantos. Tengo que decir que yo en lo de la radio me siento inseguro. Soy más escritor. Hay una película…

P.- Conviene aclarar que eres un cinéfilo empedernido.

R.- Quiero reivindicar, además, que fui el primer columnista que empezó a utilizar como referentes las películas conocidas. Al principio, hacía citas literarias, como todo el mundo, de poemas o de novelas. Pero, un día empecé a pensar que el cine está mucho más cerca de la gente. La gente no lee mucho, pero sí ve películas. El cine es más popular y, por lo tanto, iba a ser un método de enganche. Recuerdo aquella frase que dijo Oscar Wilde cuando le preguntaron si veía diferencias entre la literatura y el periodismo. Dijo: «hay una evidente, que la literatura no se lee y el periodismo no se puede leer». Pero, me preguntabas por la radio…

P.- Después de tantos años con Herrera, ¿fue dolorosa vuestra separación?

R.- No acabé sabiendo muy bien lo que pasó. La verdad es que no me echaron de la Cope. Me ofrecían seguir con una colaboración semanal y respetándome el dinero que ganaba. Pero, yo quería fidelizar clientes, naturalmente. De todas formas, tengo que decir que con la radio no me siento del todo confiado, porque no me gusta nada mi voz. Herrera me decía: «no te preocupes, que eso también me pasa a mí; nos pasa a todos».

P.- Inventaste secciones y contenidos que fueron la bomba, como ‘el desfibrilador de tontos’.

R.- En cierto modo, eso es lo que he venido a trasladar a esRadio, con Federico Jiménez Losantos. Lo que hacía con Herrera era una revista de prensa que tenía una guinda final: ‘la tontería del día’. Ahora, eso se ha transformado, prácticamente, en toda mi colaboración. Y la verdad es que tiene mucho éxito. Pese a que no soy capaz de escucharme, tiene mucho éxito. Y tiene éxito entre los niños. No escribo para niños, sin embargo, me dice mucha gente que llevando a los niños al colegio hay que tener un silencio religioso. «¡Cuidado!, que aquí viene el de los tontos». Y les gusta cantar la canción y todo eso.

«Los cuatro del Peugeot son unos golfos; el primero el jefe de todos ellos»

P.- La ironía en la radio es difícil de entender. ¿Estás de acuerdo con esta apreciación?

R.- En la radio hay que ser un poquito más obvio, porque las comillas no existen. Entonces, mediante explicaciones, contraposiciones y tal, trato de hacerlo un poquito más evidente. Estaba a punto de contarte antes y se me había traspapelado que hay una película de Bill Carson de los años 50, En un aprieto, que tenía una secuencia brillantísima. La protagonista, Ginger Rogers, era una testigo protegida por el FBI, porque la perseguía la mafia. Y, entonces, la tenían dos agentes del FBI en una habitación de hotel en el que había una televisión. Un invento recientísimo, porque la película es del año 1955. Hay una escena de una orquesta interpretando música y se acerca Ginger Rogers… Va oscureciéndose la pantalla, hasta que se queda en negro y dice: «me encanta la televisión; basta con quitar la imagen para que parezca la radio». Me parece una apreciación muy afortunada. Y, mutatis mutandis, decía que el periodismo escrito tiene una ventaja adicional sobre la radio: no depende de cuestiones externas, como la voz, el gracejo explicándote, etcétera. Son, simplemente, las ideas puestas en un lenguaje de signos, como es la escritura. Me siento más a gusto escribiendo. Pero, bueno, algo tiene el agua cuando la bendicen.

P.- Has citado una serie de películas. ¿Con personajes como Ábalos, Koldo, Cerdán y las chicas, podría hacerse una buena película?

R.- Evidentemente. El hombre que tendría que hacerla es Santiago Segura. Su saga de Torrente se adapta perfectamente a estos golfos. Lo que pasa es que me han dicho – no sé si es verdad – que no se acaba de atrever porque dice que con esto no se puede hacer ficción. Está ya todo en la realidad.

P.- ¿Quién te cae mejor de los tres citados corruptos? ¿Con cuál de ellos te irías a tomar una cerveza?

R.- Francamente, pasaría. Son tres golfos. O sea, los cuatro del Peugeot son cuatro golfos. Y el golfo primero es el jefe de todos ellos, claro.

«En lugar de Cerdán, han puesto a tres personas; ¿lo harán para que se vigilen los unos a los otros?»

P.- ¿Qué más tiene que pasar para que todo esto acabe?

R.- Lo que he dicho hace un ratito. Que los socialistas digan: hasta aquí hemos llegado. Y creo que eso está a punto de pasar. Hay mucho desaliento. Es que no hay manera, claro. Hemos vivido en este inicio de verano cosas verdaderamente sorprendentes. Primero, ¿a qué imbécil del Partido Socialista, porque no merece otro nombre, se le ocurre organizar un Comité Federal Extraordinario para que, en fin, eche ahí el resto Sánchez, con sus medidas contra la corrupción y todo esto? Y lo hacen el mismo día en que el PP, que es el partido en alza, que va empujado por las encuestas, hace un congreso. ¿A quién se le ha podido ocurrir? En segundo término, Santos Cerdán acababa de entrar en la cárcel y ponen para sustituirle a tres personas. ¿Lo harán para que se vigilen los unos a los otros? Pero, claro, resulta que, del primero de ellos, hombre de confianza y compañero suyo en la Moncloa, sale a relucir el asunto de sus acosos sexuales a sus subordinadas. Dices, pero bueno, ¿esto cómo puede ser? Es imposible creer que Pedro Sánchez no lo supiera. Pues, claro que lo sabía. Sí son secretos a voces. Esto es lo primero que se cuentan entre ellos. Se lo decían las chicas unas a otras en Moncloa: ten cuidado, si te llama Paco Salazar, vete con una compañera. Entrar de dos en dos al despacho, por si acaso. Esto es lo que hay.

«Sánchez miente, aunque no tenga necesidad; creo que lo hace por vicio»

P.- ¿Mentir sale gratis y el relato se impone, aunque sea mentira?

R.- Eso es lo que están tratando de hacer, aunque creo que no va a ser posible. Algo tenemos en común los periodistas con los políticos, y es que para los dos la mentira es el sacrilegio de nuestra profesión. Uno puede equivocarse, es humano, pero decir lo contrario de lo que piensas con el propósito de engañar, que es la definición canónica de mentira que daba el catecismo, eso no puede ser. Pedro Sánchez es un mentiroso patológico. Miente incluso al médico, como decía el clásico, y miente, aunque no tenga necesidad. Yo creo que lo hace por vicio. Este hombre tiene, entre sus taras personales, ser un narcisista tremendo, un psicópata y un mentiroso. Ha mentido siempre. Empecemos desde su primer acto. Cuando estaba asaltando la presidencia del Gobierno, en la moción de censura que planteó el 31 de mayo y 1 de junio de 2018, le dijo al portavoz del PP, Rafael Hernando: en Alemania, cuando a un ministro se le descubre que ha plagiado su tesis doctoral, tiene que dimitir de su cargo. Lo decía un tipo que – evidente de toda evidencia – había plagiado su tesis. Que se la habían plagiado. A partir de ahí, todo fue por el mismo plano, por la misma pendiente.

«Los tontos ya no son humildes, se han descarado y esto no va a parar»

P.- ¿Cómo ves nuestra profesión?

R.- Tenemos menos influencia y menos credibilidad. Hay un elemento que ha influido notablemente en ello, que es la popularización de la opinión a través de internet, con gente que opina escondiendo la cara. Ha sido un verdadero veneno para los medios y para su imagen. Ahora, cualquiera se cree periodista. Con escribir lo que a uno le parece, sin contrastarlo con datos, ni someterlo a un chequeo con la realidad, pues ya está. Todo vale. Un amigo mío ingeniero me decía: «internet ha descarado a los tontos». Antes, los tontos eran humildes. Se resistían a hablar en público para que no se notaran sus insuficiencias. Pero, ahora no. Además, lo pueden escribir bajo el anonimato, con un seudónimo. Se han descarado y esto no va a parar. Me lo decía hace años y, efectivamente, es así.

«Cuando anunciaron los 300 actos sobre Franco, dije: esto no lo van a resistir ni ellos»

P.- Roberto Arce afirmaba en este mismo estudio de Fuera de Micrófono que la gente joven no se fía ya de los periódicos y sólo se informa a través de las redes…

R.- Se abonan a los bulos. Pero esto mismo les pasa a los ministros del Gobierno y al propio Presidente. Ahí están los ataques sistemáticos a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por haber dicho aquello de «hijo de fruta». Masculló entre dientes «hijo de puta». ¿Por qué pasó aquello? Porque el presidente del Gobierno, desde el atril del Congreso de los Diputados, había acusado a Ayuso y a su hermano de corrupción por una causa que había sido archivada por orden de dos fiscalías: la fiscalía anticorrupción española y la fiscalía anticorrupción europea. Y yo creo que Sánchez lo sigue repitiendo todavía… Hoy escribe en El Mundo una columna sensacional Maite Rico, titulada El gallego que mató a Liberty Valance, donde habla de estas cosas, con una economía de lenguaje bastante notable. Dice: «… y los muertos no se tocan (depende: a Franco lo pasearon en helicóptero)».

P.- ¿Qué ha sido, por cierto, del Año de Franco?

R.- Yo le dediqué una columna, nada más anunciarse la efeméride. ¿Van a celebrar 300 actos? Eso no lo van a resistir ni ellos. Efectivamente. Hicieron el primero y después han pasado meses sin que haya habido ningún otro. ¿A quién se le ocurre? Estuvo muy bien Carlos Herrera cuando Jordi Évole le dijo que Franco todavía estaba dentro de la cabeza de los españoles y Herrera le respondió: «fundamentalmente, en la cabeza de los españoles de izquierdas». Yo, que fui antifranquista cuando había que serlo, en vida de Franco, me quedaba alucinado viendo en la tele a cientos de miles de españoles pasando a rendir su póstumo homenaje al dictador. Decía: esto no nos lo quitamos de encima. Luego, los antifranquistas nos fuimos olvidando. Bueno, lo recordabas, pero ya no te pesaba nada. Los antifranquistas son lo que Joaquín Leguina llama ‘antifranquistas sobrevenidos’

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