The Objective
El purgatorio

Melchor Miralles: «El trabajo de Ketty Garat merece el Premio Nacional de Periodismo»

El hombre que destapó los GAL visita El purgatorio: «El destrozo del sanchismo va a ser difícil de reparar»

Un feliz abuelo jubilado, así podríamos describir la actual situación de Melchor Miralles (Madrid, 1958). El periodista, que asegura no querer ir de víctima, afirma que sus investigaciones sobre el caso del agresor sexual Kote Cabezudo le costaron el despido de los grandes medios. Tampoco los echa de menos. Miralles, reportero de investigación de amplio recorrido, sabe bien lo que es lo canalla de este oficio, la soledad de las exclusivas, le pasó con los GAL. De derechas, ni de joven le atrajo el comunismo, y ahora es un votante, pero sin ilusión.

PREGUNTA.- Empezaremos por lo que mucha gente se habrá preguntado al ver su nombre por aquí, ¿qué es de su vida? ¿Por qué no aparece en los grandes medios? ¿Qué pasó?

RESPUESTA.- Bueno, respecto a los grandes medios, pasó que el caso de Kote Cabezudo, no vengo aquí a ejercer de víctima de nada, pero la realidad es que el caso de Cabezudo supuso que me largaran de los grandes medios. Y ahora soy un abuelo jubilado. Jubilado porque tenía necesidad de cobrar, de tener algún ingreso y, después de toda mi puta vida pagando, quería que empezaran a devolverme.

Y después tengo un digital —no un periódico, una revista digital— que se llama «It-Magazine», que es «Imaginación y Talento». Lo monté junto a Mario Díez, el abogado de las víctimas de Cabezudo. Y tenemos una asociación que se llama «Justicia poética», en la que ayudamos a víctimas de delitos sexuales. Entonces no estoy en los grandes medios porque no me quieren y ahora mismo tampoco los quiero yo. Estoy feliz con mi trabajo, con la asociación, y estoy trabajando ya preparando un documental de Kote Cabezudo que se llamará «Los lobos de San Sebastián».

P.- De todos modos, para la gente que quiera conocer la historia de Cabezudo…

R.- Hay un documental en Netflix que se titula «En el nombre de ellas», que recomiendo a todo el mundo que lo vea. En él se cuenta, sobre todo, todo el procedimiento judicial, el calvario que vivieron las víctimas, que algunas de ellas decían: «Nos hemos sentido más violadas por Ana Isabel Pérez Asenjo, la jueza instructora, que por Cote Cabezudo».

Esa jueza instructora, después de una querella del abogado de las víctimas, fue apartada de la causa y se le pasó el caso a otro juez que, en el instante, decretó la prisión de Cabezudo. Pero esta señora, Ana Isabel Pérez Asenjo, no decretó durante años la prisión de Cabezudo.

P.- En El purgatorio, siempre preguntamos por la relación de los invitados con la fe. ¿Cómo es la suya?

R.- Mi relación con la fe es estupenda por mi parte, y mi relación con Dios también, y espero que la de Dios conmigo lo sea. Soy creyente y convencido, y feliz de serlo, aunque no esté de moda.

P.- Si hay que ponerle una calificación a su carrera, esa sería la de periodista de investigación.

R.- Pero no me gustan las etiquetas. Esto es como el que dice: «Soy periodista deportivo, soy periodista económico». Yo soy periodista y he dedicado buena parte de mi vida a lo que se conoce comúnmente como periodismo de investigación. Pero creo que todo el periodismo es investigación.

El periodismo es muy difícil —a la vista está, porque está prácticamente desaparecido—, pero es un oficio que consiste en enterarte de las cosas. Para eso hay que estar en la calle. En las redacciones, no voy a hablar de la de THE OBJECTIVE, donde hay gente a la que admiro mucho y donde está una persona para la que yo reclamo el Premio Nacional de Periodismo, que es Ketty Garat. Pero yo he visto muchas redacciones en las que la peña está sentada delante de un ordenador y no pisa la calle.

Entonces, el periodismo es enterarte, informarte de lo que te has enterado, verificar la información que has obtenido y publicar. Caiga quien caiga, aunque el que caiga seas tú.

P.- ¿Cómo ves el periodismo desde la barrera, desde la jubilación?

R.- Bueno, yo no dejaré nunca de ser periodista y de buscar información. ¿Y cómo lo veo? Fatal. O sea, creo que estamos en un momento donde veo mucha propaganda y poco periodismo.

Y por eso me gusta THE OBJECTIVE. Y me gusta por muchas cosas. Primero, le tengo cariño porque escribí en el origen de THE OBJECTIVE. Me gusta mucho porque es uno de los reductos que quedan de periodismo de verdad.

Después, me parece que hay un derroche de talento. Se ve que hay pasta, pero es que hay muchos medios en los que hay pasta pero no hay talento, y eso es dramático.

P.- Habrá medios en los que haya más pasta todavía.

R.- Con toda seguridad. Y menos también. Desde el punto de vista del diseño, me parece fantástico. Y creo que es como un parque de atracciones de la información. Yo transito por todos los medios y no es fácil que me ponga a leer en muchos medios. En THE OBJECTIVE no hay día en que no me lea siete u ocho piezas y no me vea uno o dos vídeos.

Y reitero: tengo mucho interés en el elogio al trabajo de Ketty, que fue la primera, la pusieron a parir y ha hecho un trabajo que creo que merece el Premio Nacional de Periodismo. Y que, si estuviéramos en Estados Unidos, le darían el Pulitzer.

P.- Creo que usted conoce bien la soledad del que es el primero.

R.- Sí, es maravillosa.

«La historia del PSOE es una historia negra, salpicada de sangre y corrupción»

P.- La soledad del que es el primero en informar de algo.

R.- Y que te ponen a parir, y después se suben al carro como si fueran ellos los autores de la noticia, esas son las miserias de este oficio maravilloso, que también tiene miserias.

Pero hay pocas cosas tan sexys, tan excitantes y tan reconfortantes como dar una exclusiva. En mi época, ahora las exclusivas vuelan, pero en mi época del papel era más difícil que te las robaran porque tenían que pasar 24 horas, hasta que al día siguiente los medios…

Pero esa sensación de decir: «Soy el primero y este es un asunto del que nadie habla», a mí me parece maravillosa. Y tiene una parte dura, pero bueno… la vida, la dureza, los palos y las derrotas son las que te hacen aprender.

P.- Como periodista de investigación, ¿cómo analiza el trabajo de Leire Díez? Ella asegura estar haciendo un reportaje de investigación sobre el asunto de los hidrocarburos. ¿Conoce estos métodos de ofrecer pactos con Fiscalía?

R.- Eres un cachondo. Sí, sí, toda mi vida iba ofreciendo pactos con la Fiscalía, con el Gobierno. O sea, a mí me pareció como un chiste. Como si fuera un programa de humor. El que esta señora pretendiera convencer a alguien de que su trabajo era un trabajo periodístico. O sea, insólito. Como tantas cosas insólitas que estamos viviendo. Pero creo que hubo muy poca gente que compró esa mercancía averiada. Esa es mi impresión. Igual estoy equivocado.

P.- Se hace últimamente una comparación entre los últimos años de Felipe González al frente del Gobierno y lo que algunos presumen que pueden ser los últimos años en el poder de Pedro Sánchez.

O sea, esta sucesión y esta escalada de casos de presunta corruptela, de ingresos en prisión, de portadas, de noticias escandalosas… Esa sensación permanente de que el Gobierno está asediado por noticias que le vienen y que no sabe muy bien por dónde le va a venir el escándalo del día, el escándalo de la semana. Lo que pasa un lunes, se olvida un viernes.

R.- Creo que sí lo sabe. Pero bueno, a ver, yo con Felipe González soy muy crítico. No comparto algunas piezas que he leído últimamente, Felipe González hizo muchas cosas bien. Pero tiene una sombra que, en mi opinión, le inhabilita para la vida política, para ir dando lecciones de democracia: que su Gobierno organizó y financió una banda de asesinos que mataron a 29 personas, dejaron decenas de heridos, secuestraron a un anciano viajante de comercio al que se plantearon asesinar y enterrar en cal viva.

Y que un presidente de Gobierno bajo cuyo mandato ha ocurrido eso no puede dar lecciones de democracia. Pero me ha parecido delirante que, cuando Felipe González ha salido a decir que Pedro Sánchez debe irse y convocar un congreso por la honradez —no sé cómo fue la expresión exacta que utilizó, en defensa de la honradez, de la decencia del Partido Socialista—, ha habido un documento firmado por un montón de exministros y ex altos cargos, entre ellos José Barrionuevo y Rafael Vera, ministro del Interior y secretario de Estado de Seguridad, condenados por terrorismo de Estado.

Es la única vez que ha ocurrido en mi vida que he estado de acuerdo con un mensaje en Twitter, en X, de Óscar Puente. Que, leído el documento y vistos los abajo firmantes, colgó un mensaje que decía: «Solo faltan Amedo y Domínguez». Y entonces digo: pero para estos socialistas, ¿asesinar sí, pero robar no? A mí me parece peor asesinar.

Melchor Miralles en El purgatorio. | Kevin Borja

P.- ¿Tiene mejor opinión de Pedro Sánchez que de Felipe González?

R.- Mi opinión de Pedro Sánchez no puede ser peor en lo político. En lo personal, he tenido mucha relación con Pedro Sánchez, o sea, le conozco.

Pedro Sánchez, que se sepa, no ha organizado ni financiado una banda de asesinos. Felipe González, sí. Dicho eso, Pedro Sánchez, siendo un joven estudiante de Derecho, apareció en un programa de televisión en Telecinco que se llamaba «Moros y Cristianos», en el que se estaba hablando del asunto GAL. Y lo que hizo fue criticar a quienes, desde el periódico El Mundo —antes, Diario 16—, denunciaban el crimen de Estado. Ya entonces adoptó una posición de defensa de González y de crítica del periodismo independiente, del periodismo libre.

Entonces, ¿tengo mejor opinión de Sánchez que de González? Diferente. Pero hay una diferencia sustancial: Felipe González está manchado por la sangre del terrorismo de Estado. Y Pedro Sánchez, con todos sus defectos, con todas las cosas que me parecen criticables y detestables de su forma de hacer política, no lo está. Y eso marca una línea roja muy clara.

P.- De todos modos, Felipe González nunca va a decir «yo financié». Lo que ha dicho siempre es que no estaba al tanto de ello.

R.- Sí, como Sánchez dice ahora que no estaba al tanto.

P.- Ya, pero González puede jugar con eso y decir: «Pues no hay una sentencia judicial que acredite que yo estaba al tanto y ordene eso». Y siempre va a haber polémica, por supuesto, eso es opinable.

R.- Bueno, creo que no hay nadie que tenga duda alguna de que, si te condena el Tribunal Supremo a toda la cúpula del Ministerio del Interior —al ministro del Interior, al secretario de Estado de Seguridad, al director general de la Policía, al director general de la Guardia Civil, subcomisarios, comisarios, inspectores—, ¿el presidente no sabía nada? Es imposible.

Después hay testimonios, dos especialmente relevantes. Uno, el de Martín Prieto, periodista. Y otro, el de Ricardo García Damborenea, que se auto inculpó y que dijo: «Yo fui el que le dijo a Felipe que había que hacer esto, que había que ir a matarlos».

Y Felipe González, a Pedro J. Ramírez —siendo Pedro J. mi director—, le dijo: «Nosotros dejaremos de matarlos a ellos cuando ellos dejen de matarnos a nosotros». Por lo tanto, Felipe González no fue condenado, pero la responsabilidad política… Pedro Sánchez no ha sido condenado. Entonces, políticamente, los dos son responsables de hechos gravísimos. Pero a mí me parece más grave matar que robar.

P.- De todos modos, se pueden sacar mil lecciones de aquello. Si los GAL no quebraron al PSOE, y la cosa fue como bien sabemos muy grave, tampoco, el caso Koldo, el caso de los hidrocarburos, va a quebrar al PSOE. Habrá escándalo, pero el PSOE ha demostrado que, a pesar de todo, sigue resistiendo. Ahí puede haber etapas fluctuantes, mejores o peores.

R.- Pero bueno, la historia del PSOE es una historia negra. La historia del socialismo español desde el año 34 hasta hoy es una historia negra, salpicada de sangre y salpicada de corrupción.

Con González hubo unos niveles de corrupción descomunales. El caso más relevante es Filesa, financiación ilegal del partido. Y después, otros casos graves con una cantidad menor: el caso de Juan Guerra, el hermano del vicepresidente; escándalo Matesa, Ibercorp, es decir, casos de corrupción que afectaron a la Cruz Roja, a Renfe. O sea, hubo una corrupción galopante.

P.- Sobre la actualidad. ¿Qué sensación te da seguir el ritmo de las noticias?

R.- Lo sigo con todo el interés y me da mucha pena. Me da mucha pena porque, por un lado, el panorama es desolador, y el personal se queda con «las putas de Ábalos», cuando lo grave aquí es la autoamnistía, como síntoma máximo de hasta qué punto Pedro Sánchez se ha cargado todas las instituciones. O sea, le queda la monarquía, que están en ello. Pero el destrozo institucional del sanchismo va a ser difícil de reparar. Y eso me produce mucha tristeza porque amo a mi país y veo que estamos en una situación crítica.

«Le hice la última entrevista a Zapatero como presidente: le llamé mentiroso ocho veces»

P.- Desvelaré algo. Antes de la entrevista me ha dicho Melchor Miralles: «No comparto la alegría de los que la tienen por ver a Santos Cerdán en prisión».

R.- Desde que se produce el ingreso en prisión de Santos Cerdán, no dejo de escuchar, y estoy mucho en la calle, no dejo de escuchar a gente: «Por fin, ahora todos a la cárcel». A mí no me alegra que nadie entre en la cárcel, no me produce alegría. ¿Por qué? Porque sé lo que es una prisión. De hecho, he estado preso. Y después tengo una impresión, no es una información. Pero tengo una impresión de que una vez más, y no cuestiono que hay indicios más que razonables para la decisión que ha tomado el juez como consecuencia de una petición del fiscal Anticorrupción.

Pero tengo la impresión de que, una vez más, porque esto ya ha ocurrido en España, se utiliza la prisión preventiva para ablandar a alguien para que cante. La gente debe ir a prisión cuando esté condenada, y la prisión preventiva en casos muy excepcionales. No me gusta que se utilice la prisión preventiva, y tengo una impresión de que en este caso, aparte de todos los indicios, se ha le ha mandado a prisión para que probablemente cante. Y como advertencia a Ábalos y a Koldo.

P.- Usted le hizo, si no tengo mal entendido, la última entrevista a José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno. ¿Sabía o intuía que era la última?

R.- No lo sabía, pero lo intuía. Y en honor a Zapatero tengo que decir que yo solicité la entrevista por los cauces oficiales. Y Miguel Barroso —que Dios lo tenga en su gloria, porque falleció— me dijo: «Melchor, ninguna posibilidad. A ti no te va a dar una entrevista».

A Miguel Barroso le conocía muy bien, a todos los hermanos Barroso, y entonces llegué a Zapatero a través de un amigo común. Y le hice saber: «Oye, no es por mí, que yo no soy nadie, pero yo tengo mi cadena. Punto Radio tiene 400 y pico mil oyentes que tienen el mismo derecho a escuchar una entrevista con Zapatero que los oyentes de la SER, de la COPE, de Onda Cero. Has dado entrevistas a todos».

Y entonces, en contra de la opinión de Miguel Barroso, Zapatero me dio la entrevista. Me dijo: «20 minutos». Me llamó él y me dijo: «Me la vas a hacer tal día, 20 minutos». Y yo dije: «Fenomenal». Y te cuento la historia: luego la entrevista fue muy tensa. Empezó a las 9:00 y terminó a las 9:58, cuando ya tenía que irme al boletín de noticias. Durante la entrevista estaba el tema de ETA, muy candente, y yo en varias ocasiones le llamé mentiroso y le dije: «Usted nos ha mentido reiteradamente en este tema».

Después, él tenía unos cuantos folios y un bolígrafo. Yo me fijaba y no escribía nada. Y en un momento dado le dije: «Presidente, bueno, ¿y qué me cuenta del cisco que tiene organizado en el partido?». Y entonces me di cuenta de que escribía en el folio «Cisco» con Z, con una Z grande.

Terminamos la entrevista y yo dije: «Ese papel me lo llevo». Y, como dice mi amigo Ángel Antonio Herrera —al que has tenido aquí también y que me dijo que «toda entrevista es un robo»—, lo hice. Ángel incluso me escribió un texto, porque lo tengo enmarcado: el folio. Y entonces puse mis papeles encima de los de Zapatero y arramblé con lo único que había escrito: «Cisco» con Z. Era muy significativo.

Y al final me dijo: «Oye, Melchor, ¿te da tiempo a tomar un café?». Y me dijo: «Oye, dos cosas. Una, me dijiste 20 minutos y hemos estado una hora. Y dos, me has llamado mentiroso ocho veces. En mi modesta opinión, creo que con dos hubiera sido suficiente».

O sea, porque Zapatero encajaba bien. Zapatero fue el origen de todo lo que estamos viviendo. Pero, en relación con los medios, creo que fue el presidente que más justicia ha tenido en el trato con la prensa.

Melchor Miralles en El purgatorio. | Kevin Borja

P.- Hablando de presidente a aspirante a presidente… ¿Qué le parece Alberto Núñez Feijóo? Porque, por las encuestas, la gente da por hecho que, de un momento a otro, acabará llegando a la Moncloa.

R.- Creo que llegará a la Moncloa. Y no me estimula nada, porque me temo —a la vista de lo que conocemos, no le conozco íntimamente— que va a ser un Rajoy bis.

P.- Inmovilista.

R.- Sí, no he visto desaprovechar una mayoría absoluta como la desaprovechó Mariano Rajoy, también incumpliendo su programa electoral. Y me temo que Feijóo va a ser en eso un Rajoy dos. Por eso no me estimula mucho.

Y después, la llegada de Feijóo… ¿Nuevas caras? Yo soy un veterano del Vietnam, yo decía: «Caras nuevas». Y veo ahí a Esteban González Pons, veo a Javier Arenas, «campeón», porque era su frase: te llamaba a ti, llamaba a todo el mundo «campeón».

Y yo veo al «campeón» ahí en el Senado, y digo «¿Pero esto es el nuevo PP?». Vendrá otro, y ahí seguirá Javier Arenas. Entonces, no me estimula nada el Partido Popular.

P.- ¿Le estimula más Vox?

R.- No. No me estimula ningún partido político. Yo tengo ideología: soy de derechas y jamás he militado en un partido político. Y si mañana hubiera elecciones, votaría, pero sin entusiasmo.

Voté en el 82 a Felipe González con entusiasmo. Jamás me podré arrepentir de haber dado un voto como ese, y con entusiasmo, porque decías: «Bueno, el cambio». He vivido la política desde la cuna. He vivido contra Franco, he visto cómo la dictadura persiguió a mi padre, que era un hombre de derechas de toda la vida. Hizo la guerra en el bando nacional y estuvo un año deportado después del Congreso de Múnich, el famoso «contubernio» mal llamado.

Y después yo, a los 14 años, para ver a mi padre, iba a la cárcel de Carabanchel. Entonces he tenido conciencia política desde muy jovencito. Soy el pequeño de diez hermanos. Todos mis hermanos estaban en política: en el Partido Comunista, en organizaciones de izquierda. Yo nunca milité, nunca fui comunista. Siempre me generó mucho rechazo el comunismo.

Pero siempre he tenido conciencia política. Y vi en el 82 al Partido Socialista y a González como una esperanza de cambio. Lo voté con entusiasmo. Pero mañana votaría sin ningún entusiasmo. No me gusta ningún partido político.

P.- Tengo casi una petición. Es difícil la petición, pero la lanzo por si acaso. Miralles ha sido productor de cine, de documentales, de productos audiovisuales. Películas como El Lobo, que la gente recordará, donde se cuenta la historia de Mikel Lejarza, ¿qué hay que hacer para tener un biopic de la vida de José Luis Ábalos? Porque Cerdán es alguien demasiado gris, demasiado funcionarial en su modo de actuar. Koldo me parece demasiado tosco, demasiado basto. Pero Ábalos encaja en un arquetipo de personaje que, cinematográficamente, creo que quedaría muy bien. ¿Cree que se podría llevar a cabo un biopic?

R.- Sí, creo que se podría. Podemos ver la primera tentación: decir que Santiago Segura y Torrente… Además, Ábalos ha nacido en Torrente. Es la vida. Pero ¿qué hay que hacer para una producción audiovisual? Primero, tener una buena historia. Y después, tener un buen guion, que es lo más difícil. No hay tantos buenos guionistas. Entonces tienes que dar con un buen guionista y con una buena historia. Después, tocar puertas, y mi experiencia vital es que siempre que me he propuesto hacer algo, he terminado haciéndolo. Me ha costado muchísimo, lo audiovisual cuesta mucho.

Publicidad