The Objective
Fuera de micrófono

Isabel Durán: «Me parece atroz que los partidos coloquen a periodistas en las tertulias»

La periodista vuelve a la primera línea de batalla, después de estar algunos años alejada de la información política

Después de alejarse voluntariamente de la primera línea de fuego y escribir un libro sobre las nuevas tecnologías y los cambios que se están produciendo en la sociedad –Todo comienza ahora–, vuelve con las pilas cargadas al periodismo y a la investigación. Autora, junto a José Díaz Herrera, de algunos de los libros de actualidad más vendidos en los años 90, Isabel Durán (60) confiesa en Fuera de Micrófono que ha llegado el momento de luchar por la democracia y por la libertad de expresión.

«Al poder –afirma– no le gusta la prensa independiente. Estamos llegando a un nivel tan carroñero y tan bajo que nos olvidamos de que la prensa está para informar». Desde la barrera, ha venido observando que importan menos los hechos que el relato que se fabrica sobre ellos. Denunció la corrupción surgida en las postrimerías del felipismo y tuvo que hacer frente, con éxito, a querellas criminales interpuestas por Javier de la Rosa y Mario Conde por destapar sus intentos de chantaje al Rey. Cree que era su obligación hacer ese trabajo.

Los secretos del poder, El saqueo de España, Arzalluz: la dictadura del miedo o ETA, el saqueo de Euskadi, fueron libros de éxito. También una alternativa eficaz para ejercer el periodismo de investigación sin mayores cortapisas que las del propio mercado. El esfuerzo mereció la pena y se acostumbró a convivir con las presiones y las amenazas. Isabel Durán prefiere pasar página, pero no olvidará nunca que tuvo que asistir al funeral de su abuela escoltada por dos coches de la Guardia Civil.

Aquellas historias, donde primaba la información sobre los intereses económicos y políticos de sus protagonistas, ayudan a comprender mejor su preocupación por los abusos y corrupciones más recientes. «El último bastión de la defensa de la democracia están siendo los jueces, los periodistas, los fiscales, la Guardia Civil y la Policía», comenta la periodista y escritora.

Desde sus comienzos en la revista Tiempo –-donde tuvo de director y maestro a Pepe Oneto–, pasando por Diario 16 y ABC, tuvo claro que nadie la iba a regalar nada. Ni en los momentos de mayor felicidad. «Cuando tuve a mi primer hijo, me llegó un ramo de flores a la clínica, junto con una carta de despido de Diario 16», firmada por su buen amigo, y entonces director del periódico, José Luis Gutiérrez. No siempre las criaturas llegan con un pan debajo del brazo.

PREGUNTA.- Hay una faceta tuya poco conocida que tiene que ver con las nuevas tecnologías. Sobre estos avances, escribiste un libro en 2019 titulado Todo comienza ahora.

RESPUESTA.- Yo venía del mundo del periodismo, de la tele, de la radio, y fue muy apasionante. Me gusta contar lo que pasa y también opinar. La labor del periodista en la sociedad consiste en luchar por el derecho que tienen los ciudadanos a conocer la verdad; no lo que nos quieran contar los políticos. De repente, deciden que se acaba el programa que hacía en televisión (Más claro agua, en 13TV). Me ofrecen otra cosa, y en ese momento se cruza en mí camino un ángel de la guarda que es César Alierta, entonces presidente de Telefónica, al que un 12 de octubre, en el Palacio Real, le había comentado que me gustaría hacer algo por los demás. Me llamó, para irme a Fundación Telefónica. Así llegué, en 2016, a un mundo donde sólo se hablaba de algoritmos y de inteligencia artificial. Hice un máster dirigido por Javier Rodríguez Zapatero, exdirector general de Google a España, y luego tuve la enorme suerte de que Fundación Telefónica traía a España a los grandes gurús del mundo tecnológico. Así surgió la idea de escribir ese libro.

P.- Libro que, por cierto, lo presentó un robot humanoide.

R.- Recuerdo que hablé con Iñaki Gabilondo y también pensé en Carlos Herrera. Y, de repente, dije: ¡qué va! Localicé a un genio español, que tiene la mayor colección de robots de Europa, le expliqué que me gustaría que la presentación la hiciera un robot y le entusiasmó la idea. Fue una etapa feliz. 

P.- ¿No echabas de menos anteriores trabajos de investigación?

R.- Me quería desintoxicar. Tengo el disco duro muy rayado y casi no recuerdo ya los nombres. No podría decirte el día que Mario Conde o Javier de la Rosa hicieron no sé qué. Mi disco duro se había llenado de cosas que humanamente no me satisfacían nada: casos de corrupción, etc. Escribía entonces con Pepe Díaz Herrera y teníamos unas fuentes impresionantes. Hacíamos investigación pura y dura, tirando del hilo. Era muy bonito. Luego, cambié de vida y quise desaparecer del mapa, porque tenía muchísima exposición mediática. Estuve en La Noria de Telecinco y aquello fue bestial. También estaba en la radio. Me apetecía mucho desaparecer. Me llamaban de las teles y les decía, en broma: ¿qué parte del ‘me he retirado’ no comprendéis?

«El Brexit fue un puro bulo; el primer gran ensayo masivo de manipulación»

P.- Cerraste una etapa para empezar otra muy distinta.

R.- Pero, también hice investigación porque el libro Todo comienza ahora me permitió investigar sobre un mundo, para mí, absolutamente fascinante: cómo dominan las tecnologías al ser humano y cómo nos controlan. Y, sobre todo, la ingeniería social que se está haciendo a través del móvil sin que lo sepamos.  No sabemos la barbaridad que es darle a un niño un móvil porque su cerebro no está bien formado. En el libro hablo también de geopolítica y de estrategia. Hablé con el CNI y me pusieron en contacto con una fuente que se llamaba Lola. Nunca sé quién fue, y me mandaba informes sobre la manipulación que se hacía con las granjas de bots, etc. O sea, que yo seguía haciendo investigación.

P.- Bulos e imágenes que no se corresponden con el hecho que se describe…

R.- Los bulos destruyen la democracia. Minan la fe de la gente en la democracia. Es muy grave lo que ha hecho Rusia y lo que está pasando, no sólo en España. El Brexit fue un puro bulo. El primer gran ensayo masivo de manipulación. Iban a perder y con Cambridge Analytica lo ganaron. Goebbels, pero en modo bestial. A través de algoritmos, se asustó a la población y consiguieron cambiar el voto en el último momento. Es muy apasionante.

«Me alarma la polarización actual que magnifican los algoritmos»

P.- ¿Qué avance tecnológico te parece más determinante? ¿La Inteligencia Artificial?

R.- Ahora, todo es Inteligencia Artificial. Es maravillosa. Las tecnologías han avanzado exponencialmente. Un médico puede operar a una persona que estaba abocada a la muerte en África con cirugía robótica Da Vinci. Las radiografías tienen más veracidad que la que pueda aportar un médico, por mucha experiencia que tenga. Es impresionante. En la India, con el iris y la IA, se ha conseguido erradicar enfermedades. Hay cosas muy beneficiosas para el ser humano y para la humanidad. Internet es un invento maravilloso que ha cambiado la humanidad, igual que el móvil, pero tiene un problema enorme. Un periodista norteamericano, Eli Pariser, alertó de ello en un libro sensacional que se titula El filtro burbuja. Si tú eres del Barça, por no meternos en política, te van a llegar siempre cosas horribles del Real Madrid y al del Real Madrid sólo cosas horribles del Barça. Están poniendo orejeras a la gente. El tío que es de Vox se embrutece porque no sabe lo que piensan los demás. Solo recibe noticias que reafirman su verdad. Se provoca un choque bestial de intolerancia. Estoy absolutamente alarmada por la polarización actual que amplifican los algoritmos. Están creando generaciones peligrosamente encorsetadas en pensamientos únicos, incapaces de tener una visión tolerante, incapaz de disfrutar del que piensa diferente. A mí esto me preocupa mucho.

P.- En la presentación del libro subrayaste la cantidad de huellas que dejamos en internet, cuyo destino desconocemos.

R.- Los niños que nacen ahora –-pocos, desgraciadamente– van a vivir en el siglo XXII. En 30 años –lo están alertando los grandes gurús de la IA– podemos llegar a la singularidad. Estamos en un momento muy delicado. Cuando escribí el libro, la gente todavía no era consciente de que, además de la huella humana, usamos internet. Hay 6000 millones de personas en el mundo conectadas a internet. Las consecuencias de la huella digital son enormes. En los departamentos de recursos humanos investigan si los candidatos han puesto barbaridades en su cuenta de Instagram. Y eso tiene unas consecuencias tremendas. Incluso los whatsapps, que la gente cree que son privados, han servido para despidos. Todo lo que escribas, si no es en papel, puede ser susceptible de volverse contra ti. En 2016, cuando escribí el libro, ya empezaba a haber doctrina jurídica –sentencias y despidos– basada en la huella digital. Además, estamos cosificados. Somos un producto en internet. César Alierta tenía un móvil sin internet, porque sabía perfectamente lo que pasaba.

«Ganamos dos querellas criminales a Javier de la Rosa y Mario Conde»

P.- Dejemos el futuro a un lado y volvamos al pasado. Háblame de tus inicios.

R.- Empecé en la revista Tiempo, siendo director Pepe Oneto. He cumplido ahora 60 años y mi vida laboral empezó hace 42 años. Llevo trabajando desde que eché los dientes en la carrera.  Llegué como becaria y me mandaron al archivo. Sin embargo, fui la única becaria que volvió a contratar Pepe Oneto años después. Surgió una entrevista a un general francés en Bruselas, nadie de la sección Internacional quería hacérsela, y me fui yo a hacerla. Luego, hice un máster con la intención de trabajar en la Comisión Europea, pero no tenía enchufe. No conocía a nadie. Entonces, a Manuel Marín y a Enrique Barón les llamaban ‘agencia de colocación’.  Yo no conocía a nadie. Cuando volví a Madrid, me encontré con Pepe Oneto y me preguntó: «¿tú qué haces aquí?». Le conté lo que me había pasado y me dijo: «mañana empiezas en Tiempo». Después, me fui a Diario 16 y empecé a sacar historias de investigación. Mi vida ha sido pura investigación, muy bonita e independiente.

P.- ¿Qué sería del periodismo de investigación sin las personas que, por venganza o resentimiento, filtran informaciones?

R.- A mí me parece el periodismo más auténtico y más bonito, porque es ir más allá de la epidermis. Con la crisis que han atravesado los medios de comunicación, tener un equipo de investigación resulta caro. Tardas mucho tiempo en sacar las historias. Y unas salen, pero otras no salen. Hay que distinguir siempre entre el periodismo de filtración y el periodismo de investigación. Nosotros hacíamos periodismo de investigación. A veces, te daban un papel, pero podía ser falso. Entonces, tú empezabas a tirar del hilo, hablando con unos y con otros. Me dedicaba a vivir y a contar esas historias, más allá de lo que se veía en la prensa diaria. Yo tuve a mi primer hijo, que ahora tiene 30 años, y me llegó un ramo de flores a la clínica Jiménez Díaz, junto con una carta de despido de Diario 16.  Ahora, no te pueden despedir, pero entonces el director, José Luis Gutiérrez, El Guti, que era buen amigo, se enfrentó a una crisis bestial en el periódico y tenía que cortar por ahí. Así que nos dedicamos –-Pepe Días Herrera y yo– a escribir libros. Fue un éxito porque contábamos muchas cosas, muchas historias. Jamás perdimos una querella. Éramos el dato, el rigor. No se publicaba nada que no estuviera muy contrastado. Nuestro jefe era el mercado. Las editoriales del Grupo Planeta ponían un dinero encima de la mesa, lo que nos permitía vivir al margen de los medios de comunicación. No tenías dependencia de ningún grupo, ni de los intereses económicos de nadie. Luego, si vendías muchos ejemplares, te volvían a contratar. Escribimos ocho libros, casi a uno por año.

P.- En aquella etapa, tuvisteis serios problemas con Javier de la Rosa y Mario Conde.

R.- Escribimos un libro que se tituló El saqueo de España. Hicimos una prepublicación en Diario 16 sobre el intento de chantaje de Mario Conde y Javier de la Rosa al Rey. Entonces, colaborábamos también en la Cope, con Antonio Herrero. Cuando salió la noticia, nos llamó Iñaki Gabilondo y fuimos a la Ser con todos los datos. Lo desmintieron, absolutamente todo, Javier de la Rosa y Mario Conde. Pusieron una querella criminal, la Fiscalía General del Estado abrió una causa contra nosotros, y antes de ir a declarar entraron en nuestra casa, cuando estábamos durmiendo, para robar las cintas con las grabaciones.  Lo llevamos a la Fiscalía y el entonces jefe de la Casa Real, Fernando Almansa, hizo un escrito diciendo que todo lo que decíamos en el libro, respecto al intento de chantaje a la Jefatura del Estado, era verdad. Ganamos dos querellas criminales.

«Es muy doloroso ver en el poder a quienes apoyaron a ETA»

P.- Otro libro polémico y arriesgado fue ETA, el saqueo a Euskadi.

R.- Sí, fue tremendo. Antes, habíamos escrito una biografía no autorizada de Xabier Arzalluz que le retiró de la política, porque pensó que sacaríamos unas informaciones que luego no llegamos a sacar. Después, escribimos lo que yo llamo siempre el Big Data sobre ETA.  Me pasaba el día en la Audiencia Nacional con Eduardo Fungairiño y con otros fiscales valientes. España ha tenido gente espectacular. Entonces, viendo sumarios y sumarios, decidimos hablar de un aspecto de ETA del que no se había hablado hasta entonces: los negocios de la banda terrorista. Empezamos a cruzar información de los sumarios con la extorsión a empresarios, etc. Ese libro fue una auténtica bomba para el entramado etarra. Desvelamos sus sociedades, cómo sacaban el dinero de España…  Era un tocho de datos. Nos llamó el secretario de Estado del Ministerio del Interior y nos dijo que acababan de requisar unos papeles a la jefa de los comandos operativos, Ainhoa García Montero, una de las mujeres más sanguinarias de ETA –la que dio la orden de matar a la cúpula del PP en el cementerio de Polloe y no lo consiguió por los inhibidores– en los que ordenaba matarnos. De repente, aparecieron en nuestra casa pintadas de Gora ETA. Nos pusieron escolta, pero, a diferencia de muchos periodistas que lo contaban, nosotros nunca lo hicimos. No queríamos preocupar a la familia. Mis hijos eran muy pequeños y yo me he criado entre San Sebastián y el sur de Navarra. Tuve que ir escoltada por dos coches de la Guardia Civil al entierro de mi abuela. Y, ahora, que los jóvenes no sepan lo que ha costado la democracia en España…

«No importan los hechos, importa el relato»

P.- Pues la portavoz de Bildu (Mertxe Aizpurua) va dando lecciones sobre libertad de expresión.

R.- Era la que señalaba a muchos periodistas. Algunos de ellos, como José Luis López de Lacalle, fueron asesinados. Es muy doloroso ver que los terroristas y quienes les apoyaron estén ahora en el poder. Sánchez está en el poder gracias a ellos. Si no le hubieran votado, hoy no habría Gobierno. Y, todo lo que querían lograr matando, lo están empezando a conseguir. La conquista de Navarra era fundamental. Han euskaldunizado Navarra, que es una cosa terrorífica. Espero que esto se pueda revertir, pero lo veo difícil y es muy triste.

P.- ¿La situación política es tan grave como parece?  ¿Está en peligro la democracia?

R.- Es gravísimo. La polarización extrem no solo está en la clase política, sino en las plataformas, que deberían de reconducirse y dejar de viralizar lo malo. Esta polarización está teniendo muchos efectos secundarios en una sociedad devastada. Entre el mal ejemplo de los políticos y el enfrentamiento tan absurdo… Cuando yo fui a Bruselas, España se estudiaba como modelo de transición. La concordia, el disfrutar del diferente, llegar a acuerdos en los que tienes que ceder tú y tiene que ceder el otro, no está de moda. Me parece muy grave. El discurso del Gobierno actual, y el de todos sus socios, es de una exclusión absoluta de aquellos que no están con ellos. Al PP lo veo con ganas de tender puentes. No somos todos iguales, pero ese Vox que entra como un elefante en una cacharrería… Todos los extremos son malos y tenemos que construir una sociedad en la que se respete a quien no piensa como tú. Una sociedad que sea absolutamente intransigente con la corrupción y con la intolerancia. Estamos yendo a un mundo muy radicalizado que no es bueno para nadie.

P.- ¿Esa polarización se ha trasladado también a los medios? ¿Cómo lo estás viendo en tu regreso?

R.- He vuelto con las pilas cargadas. ¿Desquitarme? No hay mejor desprecio que no hacer aprecio. En la época del felipismo, denunciamos la corrupción sin piedad. En la etapa de José María Aznar nuestro primer libro no le gustó nada al PP. Aparecía Aznar en la portada con una tirita en la boca. Al poder no le gusta la prensa independiente. No la quieren. Pero ahí está mi trayectoria. Me ofrecieron trabajar en Moncloa en la segunda legislatura de Aznar y dije que no. Yo soy periodista. Me gusta la labor social del periodista. A mí me da igual de lo que me acusen. En aquella época dura, cuando empezaron las tertulias salvajes, como La Noria, alguien que no pensaba como tú era capaz de decir que estaban cayendo chuzos de punta. Tenía que decir: «No, hombre, no. Si estamos en un sitio cerrado». Porque no importan los hechos. Importa el relato. Y voy a decir que lo que tú cuentas es mentira, aunque sea absolutamente verdad. En aquella época, una de mis grandes amigas era María Antonia Iglesias. La quería un montón. Eso ahora no creo que esté pasando. He visto cosas tan horribles como lo que le han hecho a Ketty Garat, periodista de THE OBJECTIVE. Estamos llegando a un nivel tan carroñero y tan bajo que nos olvidamos de que la prensa está para informar.

P.- ¿Qué opinión te merece que los partidos políticos coloquen a periodistas afines en tertulias?

R.- Me parece atroz. A mí no me ha colocado nadie. Cada uno tendrás sus circunstancias, pero no me gusta. Como tampoco me gusta que se mezcle a políticos y periodistas en las tertulias, porque están contaminando la labor del periodista. Es un totum revolutum que confunde. Hay que reivindicar la esencia del periodismo y el valor que tiene para la sociedad. Los ciudadanos tienen derecho a conocer la verdad. La verdad existe. Los hechos existen. Es de día, es de noche. No vale todo. Las crisis a veces son oportunidades. Y más en este momento, en el que se firman comunicados contra periodistas y contra la labor de informar. Estoy escribiendo un libro sobre todo esto que te estoy contando. El último bastión de la defensa de la democracia están siendo los jueces, los periodistas, los fiscales y la Guardia Civil. Ese es mi libro.  

«Están en la política solo aquellos que no se ganan la vida fuera de ella»

P.- La corrupción política no es nueva y afecta a distintos partidos e ideologías.

R.- El poder corrompe y el poder absoluto más. Esto no es nuevo. Pero, las democracias tienen que tener contrapesos y controles. La Unión Europea viene alertando a España, desde 2018, que debe tomar medidas contra los lobbies. Si se pusieran los controles necesarios, disminuirían los casos de corrupción. Necesitamos políticos honrados y decentes, así como instituciones que no estén dopadas. En la Transición veíamos a personas que dejaban empresas y negocios importantes para dirigir al país. Ahora, al que se va de la empresa privada lo laminan, lo trituran –porque pasas por una trituradora reputacional espectacular– y no le compensa. Solo están aquellos que no pueden ganarse la vida fuera de la política. Esto es muy peligroso. Podría haber una vuelta atrás, si se quisiera. Pero, en estos momentos, no veo yo a nuestros políticos por la labor. Para nada. El nivel de los políticos españoles, en general, con honrosísimas excepciones, es bajo.

«El deterior democrático que está viviendo España no tiene precedentes»

P.- ¿Qué más tiene que pasar para que el presidente del Gobierno decida poner fin a esta legislatura?

R.- Esto no tiene precedentes. El deterioro institucional y democrático que está viviendo España no tiene precedentes. Y tampoco tiene equivalencias en la Unión Europea. La única equivalencia es la de un Estado fallido, como Bélgica. Nos estamos convirtiendo en una suerte de Estado fallido. Lo vimos en la dana de Valencia. O en el incumplimiento de la obligación constitucional de presentar presupuestos. La principal obligación de un Gobierno es presentar unos presupuestos. Luego, si no me los aprueban, disuelvo el Parlamento, como hizo Felipe González. El yo me quedo y no presento presupuestos, porque lo que quiero es vivir del poder, no es de recibo. Es como si un ciudadano no pagara sus impuestos porque no le da la gana. Los constitucionalistas no previeron que un Gobierno pudiera dinamitar las propias instituciones, saltándose los mandatos constitucionales.

«Estamos viviendo una etapa dramática para la libertad de expresión en España»

P.- ¿Los periodistas deberíamos también ser más autocríticos?

R.- Vamos a hablar claro. Hay corruptos en el poder, en la oposición y en la prensa. Estamos viviendo una etapa muy dramática para la libertad de expresión en España. Hay una corrupción enorme, porque venderte al poder es corrupción. Se están pasando unas líneas rojas. Yo soy de datos y me encantaría hacer una hemeroteca de todos aquellos periodistas que decían que la amnistía no era posible porque era anticonstitucional. Cuando Sánchez necesitó una amnistía para seguir en el poder, también cambiaron las huestes mediáticas, como las de Don Rodrigo. De pronto, decían que era factible. Te estoy dando un ejemplo absolutamente evidente. Ha pasado exactamente lo mismo con la corrupción. Yo he criticado la corrupción la haga quien la haga. Me da exactamente igual. Y, además, a por ellos, sin piedad.

«Es repugnante que paguemos con nuestros impuestos a las ‘Jésicas’ de turno»

P.- ¿Qué opinas del eslogan que pronunció José Luis Ábalos: «Soy feminista porque soy socialista»?

P.- Representa el peor machismo caciquil. No creo que existiera ni en siglos pretéritos. Es repugnante que estemos pagando con nuestros sangrantes impuestos a las ‘Jésicas’ de turno. Y que eso no les pase factura… O que diga en el Congreso un representante de quienes le votaron que, bueno, «son cuatro corruptos» o que «los preferimos de los nuestros a los de los otros». Prostitutas pagadas con dinero público, mordidas a granel, el otro con el Ministerio de Hacienda utilizado para mí… Esto es intolerable, lo cometa quien lo cometa. Iban a luchar contra la corrupción, iban a conseguir una vivienda digna para todos, y resulta que ahora tenemos la mayor dificultad de acceso a la vivienda. Pero, tengo esperanza. Creo que se puede cambiar.  Una última cosa, ahora que Zapatero ha puesto muy de moda a nuestros abuelitos. Mi abuelo paterno era muy amigo de Federico García Lorca –en casa tenemos unos cuadros dedicados a mi padre por el poeta– y el otro fue diplomático, embajador y director de Política Exterior con Franco. La educación en tolerancia, la reconciliación nacional, que no se está contando a los españoles, es lo que hay que pedir. La educación en sociedad es fundamental para que España vuelva a ser un país de gente –que lo es– maravillosa. No de gente enfrentada.

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