Antonio Caño: «A España le queda todavía por conocer lo peor de Pedro Sánchez»
El periodista, exdirector de ‘El País’ y columnista de THE OBJECTIVE, repasa la actualidad política en ‘El purgatorio’
El 2 de febrero de 2026, si llega, Sánchez superará a Zapatero en días como residente en la Moncloa. Tantas veces lo han dado por acabado, y aquí sigue. Un fenómeno político que tiene su efecto en la prensa. Antonio Caño (Martos, Jaén, 1957), periodista de amplia trayectoria en el grupo Prisa, fue despedido como director de El País a la llegada de Sánchez al poder. A Caño le siguieron otra serie de purgados. El periodista, que nunca terminó de comprar las aptitudes del socialista para el poder, se negó al principio a hablar de sanchismo, por no darle importancia al líder del ejecutivo. Ahora usa ese término, qué remedio, Sánchez, con el apoyo de una parte de la prensa, ha conseguido moldear el ambiente de la sociedad. Y por ello, más que nunca, conviene seguir dando la batalla por la verdad y la democracia.
PREGUNTA.- ¿Qué te preocupa más, la degradación del periodismo o de la política?
RESPUESTA.- Es que va unido. La política está tan degradada porque el periodismo ha degenerado mucho. No puede existir una democracia liberal sana sin un periodismo fuerte e independiente. Y ninguna de las dos cosas se dan en este momento en España.
P.- Pero por hacer casi la pregunta del huevo y la gallina, ¿qué fue antes, la política degradándose o el periodismo?
R.- Creo que empezó antes la degradación del periodismo. El periodismo lleva sin encontrar una fórmula de responder a las necesidades que tiene una sociedad liberal moderna más de 20 años. El periodismo nunca acabó de adaptarse a la revolución tecnológica. Le está costando. Le está resultando muy difícil cumplir con su función social.
P.- ¿El periodista y el activista tienen algo en común?
R.- No. Son contrarios. Un activista es lo contrario a un periodista. Un activista no responde directamente a la causa para la que trabaja, por muy noble que sea esa causa que puede ser la protección de los mares o de los bosques, o cualquier causa noble que se nos pase por la cabeza. Pero para un periodista, por encima de cualquier causa está la verdad. Y si se produce un choque entre una causa, el periodista tiene que optar por la verdad.
P.- ¿Recuerdas una situación de periodismo tan enconado, tan polarizado, donde parece ya insalvables algunas distancias entre algunos medios de comunicación?
R.- Hubo una época en los años 80, cuando el sindicato del crimen, hubo, digamos, dos bloques de periodistas, uno más o menos en la izquierda, en el entorno de El País, y otro más en la derecha, en el entorno del Abc y de algunos grupos. Y hubo un enfrentamiento fuerte, pero no tan largo ni tan prolongado como el actual, ni tan ideologizado. Y yo diría que tampoco tan violento. Se libró esa batalla sin faltar a la obligación que un periodista tiene con los ciudadanos.
P.- A los invitados hay que preguntarle por su relación con la fe.
R.- No practico ninguna fe religiosa. No milito en ese campo, en ninguna iglesia.
P.- ¿Nunca tuviste un llamado?
R.- No. Quizá muy en mi adolescencia, algunos coqueteos con la Iglesia Católica, que eran más bien una época en la que la Iglesia tenía un contenido social muy fuerte y yo más bien me sentía atraído por esa labor social más que por la espiritual, pero después no. Nunca he sido un creyente.
P.- Antonio Caño, bienvenido a El purgatorio. Bienvenido a tu casa, porque esta es tu casa.
R.- Pero es más tuya que mía.
P.- Estamos aquí porque Antonio, aparte de ser columnista del periódico, que lo es y muy leído y muy seguido, es presidente del Consejo Editorial de THE OBJECTIVE. Cuando decimos la cúpula, uno se refiere este tipo de cosas, ¿no? Te voy a hacer una pregunta que yo me hacía este verano. Uno a veces tiene más tiempo para reflexionar en verano y uno veía la actualidad y veía los incendios y a veces la falta de respuesta del Estado y el sempiterno problema de los trenes que no llegan o que llegan tarde, o que no salen directamente. Y veías un poco toda esa situación, y yo me preguntaba a raíz de esto de julio de 2018, hasta este septiembre de 2025, ¿qué funciona mejor hoy en España que hace siete años?
R.- Habría que mirar con lupa. España se ha deteriorado en todos los órdenes. El más importante, desde luego, es el deterioro institucional. Pero todo lo demás funciona peor. España es un país en declive, no solamente porque está estancado económicamente y eso se manifiesta en todos los órdenes. España lleva diez años sin crecer económicamente y eso se ve y eso se nota. España se ha empobrecido y el compromiso de los ciudadanos con la sociedad es inferior. Los ciudadanos hoy creen menos en su sociedad y en su país. Y en parte es por eso, porque las cosas no funcionan.
P.- Te escucho decir que el problema de Pedro Sánchez no es que sea un mal presidente. El problema es que es un presidente tóxico para el país. Es tóxico para la democracia.
R.- Déjame llevarlo a Estados Unidos, que es un país que conozco mucho y que para mí siempre ha sido modelo. Estados Unidos ha tenido muchos presidentes, 46. Y ha habido buenos y malos y algunos muy buenos y otros muy malos. Y con Trump se sale de esa escala. El problema de Trump no es que sea un mal presidente, sino que ha roto completamente las reglas del juego y se ha convertido en un presidente que está activamente trabajando contra el sistema político. Ese es exactamente el caso de Pedro Sánchez. Pedro Sánchez es lo más parecido a Trump que ha ocurrido en España. Ha desatado las costuras de la democracia española, ha roto lo que nos unía como sociedad y ha ensuciado el sistema en todos los órdenes, ha deslegitimado las instituciones y ha hecho muy difícil al país salir de aquí. Va a ser muy difícil.
P.- O sea que tú digamos que también compras esto de que Pedro Sánchez es la versión europea de Donald Trump.
R.- De verdad, es lo más parecido que hemos visto. Solo que aquí es una manifestación por la izquierda. Sánchez ha entendido cómo poner a la izquierda a su servicio, que básicamente es en esta extraña fusión que ha hecho con los nacionalistas, olfateando cuáles eran las las características y las debilidades de este país.
P.- Tú al principio no te gustaba usar el término sanchismo.
R.- Es verdad. Pero por no darle importancia, ¿sabes? Porque claro, aquí cuando se usa el -ismo, es porque ya hay una corriente. Creado por el felipismo. Fueron 13 años de gobierno que transformaron este país. Y hablar de felipismo es sin duda justo, porque era una época. Pero yo no veía a Sánchez capaz de definir una época de la historia de España. Es decir, que estaba equivocado. Sí que la va a marcar; negativamente, pero la va a marcar por las pulsiones autoritarias se reprodujeron en la democracia española, que estuvo a punto de perecer por las ansias de poder de una persona sin escrúpulos y sin límites. Esa va a ser la definición del sanchismo en la historia de España.
P.- ¿Cuánto del poder de Pedro Sánchez tiene la ausencia de críticas notables a la gestión de Sánchez en determinado grupo de prensa, grupos mediáticos y todos, más o menos, podemos intuir a qué nos referimos?
R.- Mucho, para qué nos vamos a engañar. El delito más grave cometido por Sánchez es la ley de amnistía. Eso es lo que marca toda su segunda época y que sin duda cuestiona la legitimidad desde el punto de vista de toda la legislatura. Eso no hubiera sido posible con medios de comunicación profesionales potentes, comprometidos con el servicio que se debe a una sociedad. En una democracia liberal no hubiera sido posible. No digo que no lo hubiera intentado, pero con medios de comunicación adecuados ese ejercicio es mucho más difícil.
«El País ha pasado por momentos muy difíciles. Es indiscutible que los años de la última directora, el nivel de apoyo al Gobierno excedió todos los límites imaginables»
P.- Cuando se habla de medios comunicación afines o cercanos al gobierno, uno de ellos, sin duda, es el diario El País, es el Grupo Prisa. ¿A ti te sigue costando hacer una crítica al ejercicio, a la labor de fiscalización del diario El País con respecto al gobierno de Sánchez?
R.- Mira, en general me cuesta criticar la actividad periodística concreta fuera de este plano teórico. Me cuesta criticar la actividad periodística concreta porque los periodistas ya bastante tienen y ya viven en condiciones bastante precarias. Cuando digo una de los consecuencia graves de la falta de empresas de comunicación potentes es que los periodistas ganan sueldos miserables. Muy difícil que puedan cumplir con esa labor. Entonces ahí hay una contradicción irresoluble. Usted es un guardián de la democracia, ese es su papel social, pero gana 1.500 euros al mes. Es muy difícil ser guardián de la democracia y tengo que cubrir cinco noticias diferentes en un día. Por otra parte, los periodistas somos muy poco autocríticos. Tú le preguntas a algún periodista que cómo es su profesión, te dirá que eres un periodista independiente, profesional, nada sectario, que no se debe a nadie. Con lo cual, yo no quiero hacer de esto una batalla. Cuando El País fue más independiente es cuando era más poderoso económicamente y era una empresa de más poder y más influencia. El País ha pasado por momentos muy difíciles. Y sí, es indiscutible que los años de la última directora, el nivel de apoyo al Gobierno excedió todos los límites imaginables y rompió todas las tradiciones que había tenido a lo largo de su historia. La excusa de que El País es un proyecto de izquierda, eso no es verdad. El País nunca ha sido un periódico de izquierda. El País es un periódico liberal que en determinadas épocas ha simpatizado con la izquierda porque la izquierda fue la que impulsó los movimientos sociales principales en este país.

P.- Si de repente el diario El País hubiera puesto uno o dos o tres o 30 o 40 editoriales diciendo «no a la amnistía». ¿Crees que Sánchez hoy no sería presidente?
R.- Creo que no hubiera salido la ley de amnistía. Si a eso se hubiera sumado Televisión Española, si se hubieran sumado otros medios que creían defender posiciones de izquierdas, no sé por qué creían que eso era de izquierda. No sé. No entiendo. ¿Quién vio alguna vez una posición de izquierdas en la ley de amnistía? Eso no hubiera salido. En la época que yo fui director El País, cuando dejé el cargo, alguna gente me dejó de hablar, pero otra gente que es con la que sí he mantenido relación después, me ha dicho y bastante gente me lo ha dicho. «Si la posición de El País, en la época en la que tú fuiste director, hubiera sido dudosa respecto a la oposición de los independentistas, ya veríamos qué hubiera pasado en Cataluña. Afortunadamente, El País fue contundente en su oposición a las propuestas de los grupos independentistas catalanes y en opinión de alguna gente, eso contribuyó de manera determinante a que fracase.
P.- Yo creo que de lo que más te habrán preguntado de tu etapa pasada en el diario El País es ese editorial. Se van a cumplir ahora nueve años desde el 1 de octubre del 2016, el editorial que se llamaba «Salvar al PSOE», donde estaban esas líneas que siguen siendo recordadas, las de Sánchez ha resultado no ser «un dirigente cabal, sino un insensato sin escrúpulos que no duda en destruir el partido, que con tanto desacierto ha dirigido, antes que reconocer su enorme fracaso y desidia». Nueve años después, aquí seguimos.
R.- Si a alguien le molestó, lo siento. Yo no veo en esas frases nada que no se corresponda con el comportamiento de Sánchez. Es el peor dirigente socialista, es el líder socialista que más elecciones ha perdido en toda la historia. Creo que solo ha ganado una. Ha ido de derrota en derrota, hasta la victoria final. Y victoria que fue con una moción de censura después de otra derrota electoral. Y sobre la insensatez y la falta de escrúpulos, bueno. A los hechos me remito de lo que ha ocurrido en el PSOE. Nosotros creíamos que había que impedir que Sánchez llegara al poder porque era un insensato y porque iba a conducir a este país a una situación negativa. No creía yo que tan nefasta, pero sin duda negativa. Pretendía que los socialistas se dividiera entre quienes apoyaban Rajoy y quienes no apoyaban a Rajoy. Y el Consejo Editorial entendió que había que tratar de pararle los pies y que había que impedir que llegara al Gobierno, entre otras cosas porque sospechábamos de cuáles eran sus planes, que era un pacto con Podemos primero y con los independentistas después, tal como acabó ocurriendo.
P.- Nueve años después, ¿diría que casi fuiste suave en ese editorial?
R.- Sí, sí. Alguna gente que me criticó por la dureza del editorial ha estado llamándome después para decirme que nos quedamos cortos.
P.- Una de las sensaciones que a veces también tengo es cómo la prensa más o menos progresista y la prensa de derechas, la relación que tienen con los suyos. Hemos visto el caso Montoro. Lo que pasó con Carlos Mazón. Y al otro lado a veces noto una falta de esa gran crítica a determinados miembros del gobierno, de los gobiernos autonómicos, de figuras de la izquierda.
R.- El concepto general lo entiendo y lo comparto. Pero dime, ¿cuál de las medidas progresistas de este Gobierno se siente obligado a apoyar un medio progresista? ¿La quita de la deuda? ¿Los privilegios para las regiones más ricas? ¿La ley de amnistía es de izquierdas? Este Gobierno no ha hecho una política de izquierdas. Los empresarios han ganado más dinero que nunca con este Gobierno, que no es que me parezca mal, pero sí para una política de izquierdas. Hay gestos para la galería, de subir impuestos a la banca que luego nunca se concretan en nada e impuestos a las energéticas que luego acaban diluyéndose. Pero ninguna de las grandes iniciativas de este Gobierno se corresponde con políticas progresistas.
«Este Gobierno no ha hecho una política de izquierdas. Los empresarios han ganado más dinero que nunca con este Gobierno»
P.- La ideología en este país escasea frente al partidismo. Entonces, si lo hace el PSOE es progresista siempre. Si lo hace el PP, es liberal siempre.
R.- Yo creo que es necesaria una política social comprometida y una política social que busque equilibrios y que equilibre la actuación del mercado. Sí que creo que es necesario generar sociedades donde haya igualdad de de oportunidades, donde los más desfavorecidos tengan posibilidades de crecer. Pero esas no son las que ha puesto en práctica este Gobierno. Nunca han sido las prioridades de este Gobierno. Y te digo, la política exterior es un ejemplo perfecto de cómo actúa este Gobierno, siempre movido por un solo instinto, que es la protección de Sánchez, que Sánchez siga en el poder. Aquí no hay más medida progresista que esa. Proteger a Sánchez y hacer que siga en el poder.
P.- Estamos asistiendo a la agonía de Sánchez. Incluso en la entrevista con Pepa Bueno dices: «Bueno, parece que intenta ya convencer a su parroquia». Ahora ya le veo falto de eso. ¿Cómo será el final? Ya que tuvisteis buen ojo hace nueve años…
R.- Yo no lo sé anticipar todavía. Creo que no hemos visto nada todavía de cómo va a ser de desastroso. Creo que Sánchez se va a enrocar. Sánchez no se va a ir por las buenas. Cada día está en una situación más difícil. Y cada día va a vender más cara su salida del poder. Y no sé cómo va a ocurrir esa salida del poder, pero no imagino el escenario tradicional de sustitución. No lo veo. No quiero tampoco hacer augurios tremendistas, pero creo que a España le queda todavía por conocer lo peor de Pedro Sánchez.

P.- Es capaz de usar hasta su propia esposa para mandar una carta a la ciudadanía. Decir que es un hombre profundamente enamorado, una cosa de telenovela, tener en un país a todo un país pendiente de su decisión. Hemos vivido grandes momentos.
R.- Es capaz de todo. Y le estorban los contrapoderes y le estorban las instituciones democráticas. Le estorba la Corona. Eso lo vemos. Vemos disminuido el papel del rey. La buena gente se lo toma como una cuestión anecdótica, porque el rey no tiene poderes ejecutivos. Pero esto es una monarquía parlamentaria, que tiene los dos ingredientes: parlamento y monarquía.
P.- Te quiero preguntar sobre sobre el fallecimiento de Javier Lambán. Es un socialista muy reconocido, incluso iba a decir muy elogiado, a veces más, por parte de la derecha de este país que por los propios compañeros. Y quería relacionarlo con otro político que tú bien bien conoces que fue Alfredo Pérez Rubalcaba. No sé si el socialismo que representaron y que representan en la memoria y el recuerdo Javier Lambán o Alfredo Pérez Rubalcaba está vivo en algún lado del PSOE.
R.- Si está vivo, está muy escondido. Yo conozco algunas personas que tratan de mantener la bandera de Rubalcaba, que no es más que la bandera del socialismo tradicional de la socialdemocracia. O sea, Rubalcaba no, no cambió lo que el PSOE llevaba haciendo desde la refundación del PSOE por Felipe González. El PSOE moderno. La etapa moderna. El PSOE ha sido un partido socialdemócrata que ha cometido en el poder errores aquí y allí, pero que ha sido coherente con un papel que entendía que le correspondía dentro jugar dentro del Estado y dentro de la democracia española.
P.- ¿Quedan hombres de estado en España?
R.- Pues pocos. Es una crisis de hombres de estado, que esa no es exclusiva de España. Es mundial. Hay pocos hombres de estado en el mundo. Desgraciadamente, la clase política se ha deteriorado mucho en todo el mundo en las últimas décadas.
P.- Felipe González, que es bien considerado por todos, el fundador del PSOE moderno, y después esta otra figura antagónica que es José Luis Rodríguez Zapatero. Muchos cuando hablan de este Gobierno y demás, lo que vienen a decir es bueno, el número uno realmente es Zapatero.
R.- El problema es que los méritos, el peso político de Zapatero no permiten honradamente hacer una comparación con Felipe González. Felipe González fundó el Partido Socialista, pero no porque las circunstancias o porque le venía mejor electoralmente, sino porque creyó que la España en la que él tenía que vivir no cabía un partido socialista marxista que quería la revolución del proletariado, sino que necesitaba un partido socialdemócrata cuyo compromiso principal fuera con la democracia y con la sociedad española. Y eso lo hizo por convicción, que es muy diferente a por qué después Zapatero y Sánchez se van colocando en el mundo, que es por intereses personales y por pura supervivencia, no por convicciones. El único interés de Pedro Sánchez es Pedro Sánchez. El único interés de Zapatero es Zapatero.
P.- La frase de Susana Díaz. «Este chico no sirve, pero nos sirve».
R.- Ahí lo tenéis. El que estaba de paso y enseguida este nos lo quitamos. Pues a ver cómo os lo quitáis.
P.- Ya ha superado a Rajoy.
R.- Si acaba este año, este curso digamos, ya solo queda Felipe González.
P.- Un lugar en el mundo.
R.- España.
P.- ¿Tiene esa palabrota o insulto más usado?
R.- Coño.
P.- ¿Un político?
R.- Felipe.
P.- ¿Una película que siempre recomiendes?
R.- Centauros del desierto.
P.- Un libro para regalar.
R.- Scoop es el libro que a mí me llevó al periodismo.
P.- ¿Cuál es tu idea de éxito?
R.- Ser feliz, razonablemente feliz.
P.- ¿Un hecho histórico que te hubiera gustado presenciar o en tu caso, si quieres también documentar periodísticamente?
R.- La Revolución Francesa.
P.- ¿La cualidad que menos te gusta de ti es?
R.- Yo soy perezoso.
P.- ¿Cocinas o te cocinan?
R.- Cocino. Me queda muy bien el lenguado, las judías con chorizo. Hago muchos platos.
P.- Un deporte para verlo o para practicarlo.
R.- El fútbol.
P.- ¿Para ti, España es?
R.- Un dolor de cabeza.
P.- ¿Y qué opinión te merece THE OBJECTIVE?
R.- El periódico con más energía vital de España.
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