The Objective
Medios de comunicación

Oughourlian no baja sus exigencias y la lucha por Prisa se convierte en una guerra de desgaste

Los rebeldes lo apuestan todo a que se deteriore la situación financiera del grupo editor de ‘El País’ y la Cadena Ser

Oughourlian no baja sus exigencias y la lucha por Prisa se convierte en una guerra de desgaste

El presidente de Prisa, Joseph Oughourlian | Europa Press

La lucha por el control del grupo Prisa continúa, pero con un nivel de revoluciones más bajo. Las fuentes consultadas por THE OBJECTIVE indican que las posturas siguen inamovibles, lo que aboca a los interesados en desbancar al presidente de la compañía, Joseph Oughourlian, a una guerra de desgaste. Este diario ya advirtió antes del verano de que el proceso sería largo pese a que había varios interesados –incluyendo grupos internacionales– en adquirir un paquete de participación en el editor de El País y la Cadena Ser. El tope sigue siendo el precio que pide el empresario franco-armenio.

Desde hace un par de meses continúa habiendo acercamientos (que no negociaciones formales) en los que se han trasladado algunas propuestas a Oughourlian. Y no solo desde la órbita de los rebeldes de Global Alconaba –liderados por Andrés Varela y Adolfo Utor– sino también desde otras vías. Incluso el propio presidente de Prisa se ha reunido con algunos grupos extranjeros para sondear posibilidades, pero se ha constatado que las posturas están muy lejanas.

Oughourlian mantiene sus exigencias porque tiene la certeza de que una venta pactada es la única forma de que abandone Prisa. Después de asegurarse el control del grupo tras el canje de bonos convertibles y de la última ampliación de capital, tiene directamente –y mediante aliados– casi el 50% del grupo. Dicho de otra manera: incluso si sumaran fuerzas todos los grandes accionistas como Vivendi, los Polanco, Global Alconaba y Carlos Slim (algo que tampoco es seguro), no reunirían el capital necesario para expulsarlo.

Nuevos inversores

Y esto hace que nadie quiera ceder en sus posiciones. Oughourlian sigue insistiendo en que la única solución posible es una opa por la totalidad con un valor de entre 750 y 800 millones de euros. Incluso hay quien dice que estaría pidiendo más. Esto se traduce en que su 29% valdría entre 250 y 270 millones, sin contar las participaciones no afloradas de fondos que podrían estar vinculados al empresario tras acudir a la ampliación de capital que se hizo antes del verano.

Por otro lado, los rebeldes llegaron a plantearse una oferta por los medios del grupo, El País y Cadena Ser, de 400 millones, que finalmente no terminó cuajando. Pese a reconocer que no se ha producido ningún acercamiento formal en los últimos meses, este grupo no tira la toalla: siguen manteniendo que no aceptarán una transacción con precios desmesurados «fuera de cualquier valoración objetiva» y advierten del elevado peso de la deuda en las cuentas de Prisa.

Una opinión similar a la de otros grupos extranjeros que se han mostrado interesados por motivos exclusivamente económicos y que están al margen de la guerra accionarial que se ha vivido desde comienzos de año. Entre ellos podría estar el dueño de la mitad de Caprabo, Daniel Kretinsky, y el hijo de George Soros, quienes llevan varios meses sondeando opciones.

Cuentas de Prisa

En estos momentos, la capitalización bursátil de Prisa está en torno a los 490 millones, a 36 céntimos la acción. Es una mejora del 20% desde comienzos de año, aunque lejos del récord de los 50 céntimos de mediados de marzo, y se mantiene estable desde finales de junio. Expertos bursátiles no le atribuyen gran potencial de crecimiento, ya que están convencidos de que el subidón de hace cinco meses se produjo por las compras de los accionistas para intentar decantar la balanza en la guerra por el control. Una situación excepcional que no se repetirá, sostienen.

Este diario ya contó que la situación del grupo sigue siendo compleja pese a la renegociación de la deuda que se cerró en mayo. Los resultados del primer semestre volvieron a arrojar pérdidas de 28 millones de euros, por encima de los 24 que ya se perdieron en igual periodo del año anterior. Pero el problema es que los ingresos cayeron un 5%, los resultados operativos brutos un 21% y el resultado de explotación un 40%. Unas cuentas lastradas por un pago de intereses de 42 millones y unos costes de refinanciación de 23 millones.

Por otro lado, Prisa registró un patrimonio negativo de 368 millones en 2024, pese a que en los últimos dos años se le inyectaron 230 millones en dos bonos convertibles computados directamente como patrimonio. Al mismo tiempo, la deuda total es de unos 780 millones, incluyendo arrendamientos. En la última refinanciación se pagó la deuda junior que cobraba un interés de euríbor más 8%, pero sigue quedando la senior que –antes de esta operación– tenía unos intereses de más del 5% y no es probable que estas ratios hayan bajado demasiado por la necesidad de retrasar los pagos en dos años.

Opciones de los rebeldes

Considerando el escaso margen de flujo de caja, lastrado por el pago de la deuda y de los intereses; un negocio de educación (Santillana) estancado; y uno de medios con ingresos publicitarios a la baja y sin grandes expectativas a medio plazo, en el sector financiero se cree que Prisa vale bastante menos que las cantidades que se han estado publicando. Del lado de los rebeldes se dice que la empresa seguirá perdiendo valor, aunque el equipo de Oughourlian considera que empezará un ciclo expansivo una vez cerrada la refinanciación y aplacada la rebelión. Incluso preparan un nuevo plan estratégico.

Y esta es la clave: si la empresa mejora, Oughourlian podrá cobrar lo que pide por sus acciones; de lo contrario, tendrá menos sentido cumplir sus pretensiones. Una verdadera guerra de desgaste que no para, pero que ha entrado en una etapa de enfriamiento en la que las partes esperan expectantes la evolución de los acontecimientos financieros. En los próximos días deberían conocerse los resultados del tercer trimestre de Prisa.

Publicidad