La radicalización de TVE amenaza el control del Gobierno: «La izquierda gana terreno»
Las tertulias de la cadena pública protagonizan una guerra en la que el enemigo siempre está en el mismo lado

Ernesto Ekaizer y Jesus Cintora, durante la emisión de un programa de 'Malas lenguas'.
La extrema politización editorial de Televisión Española (TVE) se está convirtiendo en una peligrosa arma de doble filo que ha hecho saltar las alarmas en los asesores mediáticos de La Moncloa. La estrategia ha acarreado una arremetida silenciosa de la izquierda, muchas veces coqueteando con movimientos antisistema, que comienza a copar muchos minutos de la profusa programación de infoentretenimiento que la cadena pública brinda cada día. Una izquierda que se hace fuerte al calor de una parrilla creada para agitar y para reforzar los discursos contra la derecha, pero que no debe olvidar el objetivo principal: apoyar a Pedro Sánchez, al PSOE y al Gobierno. En ese orden inalterable.
El mandato que recibió José Pablo López al comenzar esta temporada no admite dos lecturas: convertirse en el ariete mediático del Gobierno y copar las tertulias con opiniones que refuercen el discurso oficialista y el argumentario que todas las mañanas se envía desde Moncloa a sus satélites mediáticos. De esta manera, durante doce horas de tertulias -desde la mañana de Silvia Intxaurrondo hasta la noche de Xavier Fortes- se repiten de manera machacona argumentos que muchas veces no resisten la lógica más elemental, pero que sirven para dar labatalla del relato ante las investigaciones y los informes que día sí y día también cercan el entorno del presidente del Gobierno.
Es la única manera de entender que en medio de una semana de alta tensión judicial en la que Begoña Gómez nuevamente fue llamada a declarar o en la que se ha conocido un informe de la Unidad Central Operativa (UCO) en el que se revelan prueban de pagos del PSOE con sobres en efectivo a José Luis Ábalos y Koldo García y se mencionan conversaciones sobre chistorras, soles y lechugas en referencia a billetes de 500, 200 y 100 euros, el único tema de TVE durante toda su parrilla sea la llegada de la flotilla a Gaza y su posterior deportación.
La flotilla en TVE
El mismo fin de semana en el que casi la totalidad de los medios españoles hablaban de la afición del exministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE a recibir dinero en efectivo sin aparente respaldo bancario, la cadena pública hizo programas especiales, con conexiones en directo de Pepa Bueno con hasta cuatro equipos desplazados (tres en Madrid y uno en Barcelona) para recibir a los tripulantes de la flotilla.
Un pequeño recuadro durante toda la emisión del Telediario de las nueve de la noche del domingo y un sinnúmero de informaciones nos recordó que estos activistas volvían a casa. Ese mismo fin de semana, el informativo de La 1 despachó en pocos minutos y casi sin despliegue la noticia de Ábalos y los sobres con dinero que figuraban con el mismísimo logo del PSOE.
Todo ello es algo que viene siendo habitual en las tertulias de los Javier Ruiz, Jesús Cintora y Marta Flich. Con la diferencia de que estamos ante un asunto que ha sido históricamente patrimonio de la izquierda y que han enarbolado grupos radicales a la izquierda de Podemos y Sumar, y que ahora ha cogido el PSOE y el entorno de Pedro Sánchez para intentar desviar la atención. El problema -para el Gobierno- es que finalmente se ha impuesto la radicalización y han salido reforzadas figuras como Ada Colau, Ione Belarra e incluso Yolanda Díaz. Además, se han ‘colado’ insistentemente mensajes de Podemos contra Sánchez, por su ‘tibieza’ a la hora de defender Gaza y la flotilla y por no romper definitivamente relaciones con Israel.
De esta manera, -coinciden en TVE- se está yendo demasiado lejos. Muchos de estos programas están llegando a un límite de politización que comienza a ser peligroso, no solo para el prestigio de la cadena pública -que eso importa más bien poco en Moncloa- sino que para los intereses del propio Gobierno. Un buen ejemplo reciente de este descontrol es el caso de Ernesto Ekaizer. El experiodista de El País ha vuelto al primer plano mediático gracias a sus desaforadas intervenciones en las tertulias de la cadena pública, profiriendo gritos y epítetos contra otros tertulianos menos cercanos al discurso de la izquierda y del Gobierno y que incluso le han llevado a un requerimiento del juez Juan Carlos Peinado contra el opinador por llamarlo «prevaricador».
Iglesias y Ekaizer
Por ello fue citado el director de TVE, Sergio Calderón, en representación de Malas Lenguas, el programa de Jesús Cintora en el que se emitieron estos comentarios. Peinado también exigió una rectificación a Pablo Iglesias quien -en el mismo programa- cargó contra el juez que investiga a la mujer del presidente, Begoña Gómez. Peinado les reclama que «se avengan a reconocer que la imputación de prevaricación es rotunda y radicalmente falsa, del mismo modo que la afirmación de que su actuación jurisdiccional responda a fines espurios, intereses políticos o motivaciones personales».
Más allá de la denuncia de Peinado -que no deja de ser una pequeña batalla judicial con poco recorrido- la clave está en la implicación del entorno de Pablo Iglesias en la parrilla de RTVE. En tiempos de la anterior administración se le colocó en debates como 59 Segundos y Radio Nacional de España (RNE) para estrenarse esta temporada en Malas Lenguas, de mano de un Jesús Cintora que ha sido su valedor en la pública desde los tiempos de Las cosas claras. Es -al igual que Ekaizer- un fijo en la plantilla de colaboradores de Cintora y su presencia no es casual. Va mucho más allá de una simple colaboración para dar visibilidad a un Iglesias en horas bajas. Al contrario, es parte de la arremetida con la que el expolítico quiere cumplir su mayor sueño: controlar la tele pública. Y en Moncloa lo saben.
El problema es que ahora mismo el margen de intervención gubernamental es escaso. En primer lugar, los objetivos generales se están cumpliendo, ya que las tertulias han logrado generar un clima de confrontación propicio para el Ejecutivo y generoso con sus mensajes. Y en segundo lugar, las audiencias responden. El contexto político y social generado por el Gobierno beneficia la radicalización editorial y así lo han leído en Moncloa, que ha alimentado con ingentes recursos (casi) ilimitados un animal televisivo que cada vez tiene más audiencia. Han logrado cautivar a un público de hinchas furibundos que siguen estas tertulias, como si fuese un Barça-Madrid en el que el forofismo sustituye el análisis reposado.
Consejo de RTVE
El pasado lunes, La 1 promedió un 13,4% de cuota, solo tres décimas por debajo de Antena 3. La Hora de La 1 marcó un 20,7%; Mañaneros 360 un 16,9%; Malas Lenguas un 11%; Directo al grano un 10,7%; y La Revuelta un 13,8%. En el sector atribuyen este éxito a una demagogia y radicalización editorial que agita a los votantes de izquierda y atrae a los fieles del PSOE. Y lo hacen además desde la tranquilidad de tener un elevado presupuesto que les permite gastar 17 millones en programas de tertulias y además pedir otros 40 millones al Ministerio de Hacienda para que cuadren las cuentas de un presupuesto que se mantiene congelado desde hace tres años. Un presupuesto que en las privadas está marcado por la caída de la publicidad del 9% en el sector televisivo, algo que no afecta a la pública.
El problema es que hay un serio riesgo de que la radicalización editorial se le vaya de las manos al Gobierno. Ya sabemos que Cintora tiene cercanía con Pablo Iglesias, al mismo tiempo que tampoco está asegurada la fidelidad de los programas de Javier Ruiz o el de Marta Flich a la causa del Gobierno. Por ahora, la sangre no llega al río y en la izquierda se conforman con (de momento) tener una creciente participación en tertulias con las que ir fomentando un mensaje cada vez más alternativo al sanchismo.
En todo caso, parece que el PSOE tiene atada la gobernabilidad de la cadena pública. El decreto del Ejecutivo da plenos poderes al presidente José Pablo López para poner y quitar programas sin pasar por el consejo de administración y además tiene un tercio de vocales (5) nombrados por el PSOE que le dan cobertura. Pero la segunda fuerza es de izquierdas, con dos miembros de Sumar (María Teresa Martín y Marta Ribas), uno de Podemos (Mariano Muniesa), y otro de ERC (Sergi Sol). Y dado el caso, no sería descabellado que este grupo consiguiese los apoyos de Junts (Miquel Calçada Olliveras) o PNV (María Roncesvalles Solana). En anteriores crisis en el seno del consejo, fuerzas aparentemente opuestas se han unido para hacer saltar por los aires la cadena. Algo que aconseja que en Moncloa no deben fiarse. ¿Otra bomba de relojería en TVE?