Isabel Rábago: «No entiendo el dilema que el PP se ha montado con Vox»
La televisiva periodista de Mediaset analiza el cambio de rumbo de la empresa, critica al actual PP y muestra su posición sobre el feminismo
Viene directamente de la tele, si no, dice que «vendría con la cara lavada». Una cara a la que no le tiene miedo, como tampoco a ninguna pregunta. Va de frente, sin complejos, y con sus ideas muy bien ordenadas. Otra cosa es que después usted esté de acuerdo con ellas. Al menos, se lo aseguro, va a saber cuáles son. Fue Miss Cantabria, se licenció como periodista, ejerce ahora como tertuliana en Mediaset, aunque también probó las dulces –o no tan acarameladas–experiencias de ir a Supervivientes y a la casa de Guadalix de la Sierra. Encerrada en un hogar, en una isla o comentando lo último de la actualidad política, para Isabel Rábago (Ferrol, 1974) todo es trabajo. «Una vez que estoy fuera del reality, ya vuelves a tener a Isabel periodista».
Defiende a Sálvame frente a los que le acusaban de ser telebasura. Entiende que los cambios que se han producido en Mediaset, más conocidos como «la llegada al trono del nuevo monarca Borja Prado», requieren un tiempo de adaptación y será a partir de septiembre cuando todo empiece a verse. Rememora su paso como responsable de comunicación del Partido Popular madrileño con Ayuso como jefa. Hay espacio para los complejos del PP actual, el feminismo de Irene Montero o su faceta más desconocida, la de abogada penalista: «Los realities me han pagado la carrera de Derecho». No todo el mundo puede decir eso. En realidad, solo Isabel Rábago puede decir eso.
PREGUNTA.- ¿Cómo se llega a ser Miss Cantabria?
RESPUESTA.- Ah, pues muy sencillo. Te presentas, hay un jurado y te eligen.
P.- Está bien como explicación simple, pero yo voy a en qué momento uno decide presentarse o la presentan.
R.- Mira, yo salgo Miss Cantabria cuando tenía entre 17 y 18 años, y entonces el certamen de Miss España era un certamen súper reconocido. Estoy hablando de hace 30 años, que es una cosa que me gusta decir, hace 30 años, no me he presentado hace cinco años. Y entonces era como salir de tu zona de confort y yo soy una persona que me gusta salir de mi zona de confort. Había importantes premios, había dinero. Yo tenía muy claro qué es lo que quería hacer, pero a mí me llamó la atención el premio, no la corona, el premio porque eso empezó a darme como medallas, a tener un poco de independencia del nido familiar.
P.- Hay quienes critican este tipo de eventos y argumentan esto de la sexualización de la mujer o la cosificación de la mujer, ¿Lo entiende?
R.- A mí me parece absurdo. Cuando te presentas a un concurso de misses, pues sabes que tienes que desfilar en bañador. Es que a mí me parece absurdo. Sabes a dónde vas, nadie te obliga. Es una cosa voluntaria. Ya está. Tampoco tienes que ir de inteligente si no lo eres, porque luego todas las misses saben 800 idiomas, tienen 400 carreras y luego resulta que te encuentras con ellas y después son chicas normales y corrientes.
P.- ¿Le molesta que le pregunten por esto o que se lo recuerden?
R.- No, no me molesta para nada. Lo que pasa es que siempre me lo sacan cuando yo soy noticia por algún tema, dicen «esta es miss». Y digo, «pues muy bien. ¿Y tú eres algo?, ¿tú quién eres?, ¿tú tienes corona? Yo la tuve».
P.- ¿Ser guapa puede ser un castigo?
R.- Bueno, es que yo no me considero guapa. Yo me considero resultona.
P.- ¿A veces ser resultona es un castigo?
R.- Por el tema de las etiquetas. Porque tendemos a etiquetar a las personas. Sí. Si eres resultona o guapa, efectivamente tienes que ser tonta. O consigues las cosas no por méritos propios o porque estabas o estás ahí puesta por el Ayuntamiento. Y luego están las mujeres como yo, que rompen todos esos clichés y etiquetas. Y me encanta romper las etiquetas.
P.- Ya que estamos en el purgatorio, preguntamos por la relación con Dios a los invitados, ¿Cuál es la suya?
R.- Soy católica, apostólica, romana y pontificia porque yo me licencié en la Universidad Pontificia de Salamanca. Es que no todo el mundo puede decir que es pontificia.
P.- Isabel es periodista pontificia, abogada colegiada, tertuliana. Ha sido concursante de realities. Es escritora, publicó hace no demasiado La cortesana fiel. Se moja mucho en asuntos políticos. Lleva muchos años en televisión, pero no es una persona de la que les guste mucho hablar de su vida privada, ¿siempre te has mantenido en intentar no vender esa parte?
R.- Es que yo diferencio mucho. Para mí la televisión en todos los terrenos es trabajo, para mí es lo mismo trabajo estar sentada hablando del corazón, estar sentada en una mesa social o política, para mí es trabajo entrar en un reality. Las líneas y los límites siempre te los pones tú. Y para mí el límite es que mi vida privada no está en venta. Está el personaje que tú ves, está la persona que tú ves en televisión, hasta dónde a mí me da la gana, evidentemente, pero no más allá. No es una línea roja, eso es que como pases un poquito no tienes España para correr.
P.- Pero sabe que a veces intentan, entiendo yo, traspasar esas líneas ofreciendo dádivas, dinero, regalos y uno puede tener dudas.
R.- Depende. Depende de lo que tú quieras en tu carrera y lo que tú y a las aspiraciones a las que tú quieras. Donde más dinero te ofrecen es cuando finalizas un reality dependiendo de quienes hayan sido tus compañeros de reality, te ofrecen muchísimo dinero por hacer exclusivas en entrevista en revistas o sentarte en un plató de televisión para una entrevista.
Yo eso siempre lo he rechazado ¿Por qué? Porque yo en el momento que cumplo el trabajo acabé. Una vez que estoy fuera del reality, ya vuelves a tener a Isabel periodista. Tú ya no la tienes como concursante. Ahí es donde acaba absolutamente todo. Y para mí es muy importante la lealtad, si tú te has abierto conmigo, yo jamás voy a quebrar esa confianza que tú me has dado. Para mí la lealtad no tiene precio. Aunque en la televisión todo el mundo tiene un precio.
P.- Me parece muy interesante el mundo reality como fenómeno televisivo y sobre todo como es, como usted dice, que al final es un trabajo.
R.- Para mí sí. Es un trabajo en tanto en cuanto a mí siempre me ha llamado la cadena para participar en un reality. Hay diferentes personas o personajes que llaman para participar en realities. A mí siempre se me ha llamado, entonces yo cuando se me llama tienes dos opciones decir sí o no. Te lo digo porque hay gente que solamente puede decir sí o sí, a toda costa, lo que sea. Yo siempre estoy en el no, siempre me pongo en el no.
Entonces puede pasar que la cadena dice «bueno, lo dejamos pasar», pero la cadena vuelve a insistir y cuando ella vuelve a insistir ya es una cuestión de negociar. Entonces tú tienes que ponerte un precio. ¿Cuánto vale que yo renuncié a mi vida de fuera para trabajar? Porque claro, yo ahora vengo de trabajar y me voy a mi casa. En un reality la única diferencia es que no vuelves a casa, estas 24 horas. Tú le pones un precio. Y si te lo dan, pues ya está.
P.- ¿Qué tiene Isabel Rábago como persona o personaje televisivo que no tengan otras personas, para que la llamen?
R.- Es que nunca lo he entendido (ríe) Digo pues no sé por qué resulto yo tan interesante. Pero quizás creo que soy la que aporta cordura dentro de un reality. O por ejemplo, yo rompo determinadas etiquetas. Recuerdo que la primera vez que digo sí a un reality de Supervivientes, que para mí es el reality más increíble y excepcional que hay en televisión yo estaba en Antena 3.
Entré en Supervivientes en el año 2015, cuando los periodistas decían «yo soy periodista, no puedo cruzar determinadas líneas» y la línea era ir a un reality. Me dijeron que iba a acabar con mi carrera, que me iba a convertir en un personaje. Y digo «vamos a ver, eso lo decidiré yo». Y luego cuando salga, si las cadenas quieren seguir contando con mi profesionalidad. Entonces yo demostré que se podía estar en un reality, que podrías trabajar y luego incorporarte a tu día a día. Ya está.
«Los realities me han pagado la carrera de Derecho»
P.- ¿Es todo tan verdad en Supervivientes como parece?
R.- Es peor. Pero nos ves como llegamos con 20 kilos, con la piel descolgada, es como una clínica de desintoxicación, como digo yo, a todos los niveles. Mental sobre todo. Supervivientes es para disfrutarlo y cobrarlo. Porque cuando se van las cámaras tú te quedas en la playa y cuando llueve te mojas. Y cuando te dan un coco para ocho personas, divide tú un coco entre ocho personas.
P.- En ese aspecto, ¿es mejor Supervivientes a qué le encierran en una casa durante unas cuantas semanas?
R.- Yo a la casa le tenía mucho miedo. Supervivientes es para disfrutarlo. Yo, por ejemplo, si tenía ganas de gritar, me metía debajo del mar y le gritaba los pececillos que estaban por ahí. Pero una casa es otra cosa y la juegas a otro nivel. Todos los realities o mentales. Pero en una casa es que se te cae la casa encima. Y aparte es que hay momentos en donde no tienes siempre libertad. Una cosa que no entiende la gente es que en los realities tú no tienes libertad de movimiento. En una casa, por ejemplo, imagínate la gala en directo del jueves. Hay determinadas zonas de la casa donde tú no puedes entrar, entonces es todo como más, como más comprimido. Entonces es muy importante tener la cabeza bien.
P.- Hablemos de Telecinco y de Mediaset, con la llegada de Borja Prado, la salida de Paolo Vasile, ¿Cómo ha vivido todo eso?
R.- Vasile ha sido un auténtico referente y ha sido el que ha convertido Mediaset durante más de 20 años en líder de audiencia. Ha cambiado la forma de hacer televisión. Vasile era una persona súper próxima, era un poco el padre y el abuelo de todos. Pero Vasile también tenía que jubilarse y bastante que prolongó durante dos años o año y medio su estancia aquí. Hasta que llegaron los cambios. Los cambios pues como en todas las empresas, viene una nueva directiva y se plantea una serie de cambios estructurales que yo estoy segura de que veremos en septiembre, que es cuando comienza la temporada. Los cambios siempre son buenos, no hay que tener miedo a los cambios.
P.- Hay quienes hablan de una derechización de la cadena.
R.- ¿Sabes lo que pasa? Que a mí nadie me ha preguntado cuando entro en Mediaset a quién voto, qué es lo que pienso. En Mediaset es la cadena donde más libertad he tenido yo a la hora de trabajar.
P.- ¿Cree que Telecinco echará de menos a Sálvame?
R.- Mira Sálvame le vamos a echar de menos absolutamente todos. No conozco a ninguna persona en Telecinco que no vaya a echar de menos a Sálvame. ¿Sabes lo que pasa? Que en Telecinco, cuando tú estás en un programa durante 14 años, muchas veces entras en Telecinco y era como tu casa. Entonces tú por los pasillos durante 14 años te encuentras con los mismos. Nos vemos en maquillaje, nos vemos en los pasillos, nos enfadamos, nos arreglamos, nos decimos de todo en un programa y en el otro. Pero esto es una familia. Entonces les vamos a echar mucho en falta. Y me molestó terriblemente el titular de que relacionó Sálvame con Telebasura. No me gustó porque en Mediaset no hacemos telebasura.
«Con este gobierno feminista, he visto recortados mis derechos como mujer»
P.- La exclusiva del diario El Mundo que hablaba del fin de la telebasura en Mediaset.
R.- ¿Quién decide lo que es telebasura? ¿Sabes lo que hacemos nosotros en Mediaset? Entretener. Yo estuve trabajando toda la pandemia, salí a trabajar todos los días. Intentábamos pintarnos una sonrisa cuando se apagaban los focos y llorábamos detrás de las cámaras por toda la situación que estaba viviendo. Porque solo los que hemos salido en Pandemia sabemos qué situación había en las calles y sabemos en qué condiciones hemos trabajado y cómo nos animábamos unos a otros para no derrumbarnos porque había mucha gente derrumbada. Eso es Mediaset, es entretenimiento, es sonrisa. Tú sabes los mensajes tan bonitos que recibíamos absolutamente todos de los programas, ¿Eso es telebasura? No, eso es entretenimiento. Basura a lo mejor me parecen otras cosas.
P.- También es tertuliana, ¿se maneja mejor en una tertulia política que en las de crónica rosa?
R.- A mí me parecen exactamente iguales. ¿Eres diferente tipo de periodista si hablas de Isabel Pantoja que de la actual presidente del Gobierno? Pues perdóname. Yo, por ejemplo, reconozco que no tengo filtros, no me pongo filtros. Es que yo soy como soy entonces. Y a lo mejor ese es mi valor. Me quieres o me odias, no tengo término medio.
P.- ¿Le gusta discutir en televisión?
R.- Sí, es que si no me aburro. A ver, tú imagínate la típica tertulia en la que hay una personalidad hablando durante diez minutos, todos en el mismo rollo, pues chico, es que hacemos televisión, no estamos demostrando al mundo lo que sabemos o los conocimientos que sabemos.
P.- En una tertulia política, ¿hay tertulianos que no están para decir la verdad sino para repetir el argumentario de los partidos?
R.- Te pregunto, ¿tú no hay determinados tertulianos que ya sabes lo que van a decir?
P.- Sí, pero es bien diferente es que yo diga que se repiten y otra cosa es que les den los argumentarios hechos.
R.- Cuando tú, te repito, escuchas la misma frase o el mismo enfoque en cinco periodistas diferentes, ahí lo llevas, ese es el argumentario. Esa es la postura que ha salido. Pero a mí lo que me gusta y lo que yo le doy validez es al que aporta y es capaz de criticar. Es que el que yo tenga una ideología no significa que yo sea gilipollas y diga todo amén, porque eso no es tener ideología. Eso es borreguismo puro y duro. Y yo pues va a ser que no. Me salgo bastante del redil.
P.- Es Isabel Rábago una mujer de derechas, sin complejos, ¿cómo es esto de sin complejos?
R.- Te lo resumo. El PP actual es un PP con complejos y el PP de Aznar era un PP sin complejos.
«Si nunca he permitido que un hombre me diga nada, no lo voy a permitir de una mujer»
P.- ¿Cuáles son los complejos actuales del Partido Popular?
R.- Los hemos visto a lo largo de toda la campaña. A mí me escocía mucho todo, toda esa movida que se montó con los pactos con VOX. ¿Cuál es el problema? Yo siempre digo a los votantes que tenemos una ideología clara no nos movemos, se mueven los partidos. Si yo tengo una ideología y tú me la das a mí, me vas a encontrar. Si tú ahora decides girar hacia el centro y en algunas cosas girar mucho más allá del centro o buscar algo que yo jamás votaré en mi vida, a mí ahí me pierdes.
Venimos de una legislatura de cuatro años en el que sin complejos hemos tenido en el Gobierno y se han hecho auténticas barbaridades. ¿Qué pasa por negociar con Vox? ¿Qué pasa con una alianza entre PP y VOX? ¿Me lo puede explicar alguien? Porque yo hablo con la gente que vota derecha y que vota PP y VOX, a nadie le molestaba y nadie entendíamos todo ese dilema que se montó. Feijóo, o sí o no, no se puede estar en el término medio porque España no está para términos medios.
P.- ¿Nunca tuvo dudas con respecto a su ideología? Lo digo porque hay gente que ha pasado por un tránsito desde la izquierda a la derecha.
R.- No. Y fíjate que reconozco el liderazgo, la capacidad y el nivel político de muchos políticos de izquierda. Pero por ejemplo, si yo me ciño a Pedro Sánchez, es un tipo que me divierte mucho, porque es que me parece todo tan disparatado, lo que hace que me divierte, pero yo jamás podría votar a la izquierda y yo no podía votar a la izquierda. Te voy a decir por qué y de una manera muy clara, porque yo jamás voy a votar a un partido que ha redactado una ley que ha dejado en la calle y ha rebajado la pena a 1200 violadores y pederastas. A mí en el pasado gobierno progresista feminista, yo como mujer he visto recortados mis derechos y yo voy a votar y he votado a la opción que me garantizaba mis derechos como mujer.
P.- ¿Hay un feminismo de derechas o de izquierdas o no debería?
R.- Ha habido un feminismo muy mal entendido. Había un adoctrinamiento, o sea, directamente. Yo siempre digo si yo nunca he permitido que un hombre me diga nada, no lo voy a permitir tampoco de una mujer. Y hemos pasado durante cuatro años, hemos estado en un Ministerio de Igualdad que te decía cómo tenías que comportarte porque si no, no eras una buena mujer. Hemos visto campañas absurdas.
P.- Fue usted responsable de comunicación del Partido Popular de Madrid, durante un breve periodo de tiempo. ¿Cuándo se está cerca de los políticos, esa idolatría que a lo mejor puede tener desde fuera, se pierde?
R.- Sí, esa es la parte que a mí me costó asimilar. Porque yo entiendo la política, siempre la he entendido como un servicio al ciudadano, no como un trabajo de funcionario, no como a lo que agarrarse el resto de la vida. Yo no entiendo y sigo sin entender. Pero no te hablo del Partido Popular, te hablo de todos los políticos que empiezan con 18 años, con 20 años y oye, se agarran al sillón. Y es que da igual, porque yo estoy viendo y hemos visto que ha habido partidos a los que los ciudadanos le han dicho no los queremos en el Congreso de Diputados, váyanse ustedes a trabajar a la empresa privada.
Y a los dos minutos estaban lloriqueando a las puertas del Partido Popular para que les metieran en sus listas. Pues hay más vida más allá. Es que en el momento en que tú pierdes esa noción de servilismo al ciudadano, es que no es una profesión para tú medrar, es para que tú hagas cosas a favor de ciudadanos. Y esa parte sí me decepcionó. Y luego me di cuenta de que a veces arriba hay gente que tú tienes una imagen y dices este tiene que ser súper interesante, tiene que estar súper formado y te encuentras con unas personalidades que dices tú, «¿Perdona?»
P.- Sobre eso Isabel Pantoja, ¿ha visto que cambio de rumbo? De todas las Isabel Pantoja, que hay muchas: la artista, la madre, la esposa, la mujer que sale de la cárcel, ¿Cuál te interesa más?
R.- A mí me gusta el personaje de la tragedia. Todo en ella es tragedia, pero a mí me encanta. A mí me gusta la Pantoja del escenario, la que te sigue contando Marinero de luces y se desgarra. Y la viuda de España es como la zona de confort a la que ella se agarra cada vez que la vida le da un meneo. A mí me fascina. Luego es que muy poquita cosa, es muy pequeñita, es como «pero dónde sacas tú toda esa fuerza». Pero bueno, creo que la prensa muchas veces no nos hemos portado bien con ella, ni ella con nosotros.
P.- Seguramente la faceta más desconocida al público de Isabel Rábago sea la de abogada. Abogada penalista, que es, seguramente, la rama más dura. ¿Por qué?, ¿Por qué alguien decide meterse a eso?
R.- Porque soy muy inquieta. Soy una persona que necesito siempre estar formándome, aprender, salir de mi zona de confort. En la Universidad Pontificia de Salamanca teníamos varias asignaturas de derecho y a mí me gustaba mucho ese derecho. Y luego te voy a decir una cosa que todos los famosos acaban delante de un juicio, no todas las famosas, pero las más importante. Entonces es que al final es algo con lo que tú trabajas políticos famosos, todo, más o menos todo. Casi todos acaban ahí. Siempre digo que Mediaset, los realities me han pagado la carrera de Derecho en la UNED.
P.- Por cerrar, cuestiones breves. ¿Se liga más siendo Miss Cantabria o saliendo en televisión?
R.- Yo no tengo ni idea, es que estoy fuera del mercado, pero vamos, desde hace muchísimos años que no estoy pendiente de esas cosas.
P.- Un consejo de belleza sencillito, para que nosotros podamos aplicarlo a nuestro día a día.
R.- Menos es más. Naturalidad. No pasa nada. A ver, yo estoy un poco producida porque vengo de trabajar, que si no iría con la con la cara lavada. No tengo miedo a la cara lavada, no tengo miedo a envejecer. Y no tengo miedo a tantas de esas tonterías que son absolutamente superficiales.
P.- El alcalde del alcalde de Madrid, Almeida, ha estrenado hace poco noviazgo con Teresa Urquijo. Ella tiene 26 años, él tiene 48. ¿Entiende que algunos miren de reojo esa diferencia de edad, esos 22 años de diferencia?, ¿Entiende el tema de las críticas o dice anda y que os den?
R.- Anda y que os den. O sea que tenemos que seguir, somos como la Santa Inquisición. Lo que no viene bien para mí no puede venir bien para el resto. Se quieren, se respetan. Y a nosotros, ¿qué nos importa?
P.- ¿Eres una pija?
R.- No.
P.- ¿Le interesan más las historias de amor o de desamor?
R.- De desamor. Las historias de desamor, las traiciones son lo que mueve absolutamente todo el mundo del corazón. Hasta el mundo de la política. La Operación Malaya sale por unos cuernos, y es el mayor caso de corrupción. Ahí lo llevas.