Marc Giró pasa una hora desternillándose de risa y el público también
«Asegura que intenta no transgredir, sino que simplemente pretende entretener al tiempo que dibujar la realidad»

En el foco: Marc Giró. | TO
Un buen amigo me habló el pasado verano de él: un tipo alto, rubio, ojos azules, bien parecido, elegante, con traje azul y corbata como de boda, que tenía desde hacía unos meses un programa nocturno de humor inteligente y entrevistas en La Dos llamado Late Xou. Su nombre, Marc Giró, ha saltado a la fama en poco tiempo, sobre todo después de que la nueva dirección de TVE haya decidido pasarlo a La Primera desde mediados de enero: más de un millón de telespectadores, con un índice de audiencia del 13,4% y subiendo. Se emite el martes justo después de La Revuelta, de David Broncano.
Giró se desternilla durante la hora de su programa. También el público que asiste. Se ríe de sí mismo y de todo, de su gesticulación, de su amaneramiento, pero en alguna entrevista que ha concedido desde que saltó a la fama confiesa respetar mucho al espectador. Ha vivido una veintena de años en Madrid y el resto en Barcelona. Asegura que intenta no transgredir, sino que simplemente pretende entretener al tiempo que dibujar la realidad. Más que en las entrevistas, en la originalidad de las respuestas de sus invitados -suele despedirles con una cariñosa frase apenas audible-, o en los juegos que les propone, la fuerza del presentador está en el monólogo de introducción, cuando habla con mucha ironía sobre las cosas de la vida, ya sea Donald Trump, la falta de libertades o la polarización que impera en nuestra sociedad.
Es allí donde este barcelonés, licenciado en Historia del Arte, 50 años cumplidos, atrapa al telespectador con su mensaje. No es un discurso largo, lo entremezcla con humor y algún que otro taco, pero da que pensar. Es más corrosivo que los que solía exhibir Andreu Buenafuente. Giró trabajó con él. Y es esa introducción lo que genera odio e ira en personas que no piensan como él, que lo insultan y ponen en duda su inteligencia a través de mensajes. «A veces se me olvida que soy catalán y también que soy español. Y también que soy mariquita, aunque a veces voy por la calle y me lo recuerdan al pasar: ‘¡Maricón!‘. Qué bien te viene un buen insulto para recordar quién eres», confesó en una entrevista en El País.
Habla siempre con mucho cariño y agradecimiento de su pareja, su marido, Santi Villas, con el que vive desde mediados de los noventa. Se conocieron en ese periodo en la tele. Villas es junto con él padre del Late Xou y ambos han creado su propia productora, Minuto de Barras. El programa lo lanzó la televisión autonómica catalana y al poco, en 2004, fue la televisión pública la que decidió fichar a la pareja y hasta hoy.
En sí recuerda esos tradicionales talks shows de la noche que tanto éxito tuvieron en las cadenas de televisión estadounidense a finales de siglo pasado, empezando por Johnny Carson, Jay Leno, David Letterman o Jimmy Fallon, entre otros. TVE, en vista del éxito, estudia ampliar la duración y llevarlo a un programa río durante la franja de tarde en el que trabajen Belén Esteban y María Patiño. Seguramente esa fórmula, si se lleva a cabo, dañará la calidad. Será como mezclar aceite con agua. Giró tiene también un programa radiofónico diario en la emisora Rac1 de Barcelona. Por su plató han pasado, entre otros muchos, Yolanda Díaz. Fue allí donde la vicepresidenta y ministra de Trabajo confesó que cuando terminaba en el ministerio subía al piso oficial y se ponía a planchar para relajarse. Y también han estado con él Candela Peña, Lolita, Rosario Flores, Rappel, Paco León y Amaral. Ahora muchas figuras públicas quieren acudir a los estudios de televisión en Barcelona, donde se realiza el rodaje para divertirse con Giró.
Quienes lo atacan intentan etiquetarle como un hombre de izquierdas y a quien Moncloa ve con buenos ojos. Él los ridiculiza con ironía. Esta semana su monólogo puso en duda su afinidad con el gobierno de coalición de Pedro Sánchez. «Comparándolo con Donald Trump, el actual Gobierno parece totalmente de izquierdas, pero si lo comparamos con otros políticos históricos como Pablo Iglesias diría que queda mucho margen de actuación, precisamente a su izquierda. Pero mucho, mucho».
Bromeó entonces con el nombre de Iglesias. No se refería al fundador de Podemos, sino al del PSOE. Fue entonces cuando emergió la figura de «la verduga» y la guillotina. Él, encajada la cabeza y las manos en los huecos abiertos en la madera, preguntaba si la derecha ya había llegado al poder. La ejecutora le contestó que tenía instrucciones de decapitarle, dado que sus comentarios habían irritado a Moncloa y que la dejara en paz. ¿Sustitutos para reemplazarle en el talk show? Ella citaba, entre otros, a Buenafuente, José Mota, Belén Esteban y María Patiño. «¡Yo que sé! ¡Será por muñecos, oiga!», concluía.
En un programa anterior antes de Navidades, cuando aún se emitía en La Dos, Giró observaba que algunos sostienen que en España se podían decir muchas más cosas antes (y lo subrayaba una segunda y hasta una tercera vez) que ahora. Algo así como la frase de nostálgicos según los cuales con Franco se vivía mejor, que había más libertad. Él discrepó de plano. «No sé si se refieren a los 40 años de dictadura o al periodo de la Santa Inquisición», comentó sarcástico.
Aprovechó para leer algunos mensajes que le llegan a su despacho a diario, a cual más bárbaro y que destilan profundo odio y amenazas: «Tremendo subnormal este tío. Normal que esté al servicio del Gobierno». «Marc Giró se puede meter las gracias por donde le quepan». «La opinión de este fela morcillas está sesgada». «Volverán los buenos tiempos y todos estos pájaros irán al gulag». «El 57% de los españoles cree que Marc Giró es demasiado gilipollas. El 43% no lo cree, lo sabe». «Nos han colado un programa de un tal catalán. ¿Pero de qué va TVE?».
Disfruta charlando con sus entrevistados. Saca unos apuntes a modo de guion. Unos folios, no las clásicas tarjetas a las que recurren otros presentadores y no pocos políticos. Mejor sería que no se ayudara del guion y que improvisara. Sería más auténtico como al comienzo, cuando él, su troupe y el invitado acompañados de un enorme gatazo de peluche blanco suben en el ascensor para entrar en el estudio. Lo adereza con algún que otro personaje que emerge en pleno absurdo.
«Buenas noches. Soy Marc Giró, que resulta que soy yo», nos anuncia sonriente y gesticulante con las manos.
Late Xou se emite los martes en La Primera de TVE.