The Objective
Fuera de micrófono

Ántoni Daimiel: «El periodismo deportivo que yo consumía de niño tenía más nivel que el actual»

Su nombre está asociado desde hace 30 años a la NBA y a una brillante trayectoria en el periodismo deportivo.

Nació en Ciudad Real, creció en Valladolid y se licenció primero en Periodismo y después en las franquicias de la NBA, de cuya competición lleva informando y opinando 30 años. En esta entrevista concedida a Fuera de Micrófono desvela que su nombre de pila – Ántoni – es el resultado de la combinación del de sus dos abuelos, Antonino y Antonio.

Este periodista deportivo –cuya trayectoria profesional empezó en Canal + en el verano de 1990 y continúo en Movistar + cuando la cadena de pago del Grupo Prisa fue adquirida por Telefónica– recuerda que de niño ya leía mirando al frente, como los presentadores de telediarios. Sin embargo, primero se matriculó en Derecho, al no existir Facultad de Periodismo en Valladolid, hasta que una tía suya le acogió en su piso de Madrid.

Desde que, en sus inicios, otros compañeros de redacción miraran a los de Deportes por encima del hombro, defiende y reivindica la importancia y seriedad que le merece la información deportiva. A esta mala fama, según él, siguen contribuyendo ahora quienes priman el espectáculo y la opinión sobre la información, porque «es el camino más corto para que la gente te siga y te vea».

Gracias a la NBA, competición en la que es un auténtico especialista, Ántoni Daimiel ha tenido la oportunidad de recorrer Estados Unidos y conocer la complejidad de la sociedad norteamericana. De todo ello deja testimonio en el libro El sueño de mi desvelo, publicado en 2013. Noctámbulo por razones de trabajo, pero también por afición, ha sabido adaptarse a unos horarios y a unas circunstancias difíciles de cambiar. «La NBA –afirma- es una competición que me gusta y he tratado de adaptarme a los tiempos y a la audiencia. Hay gente que empezó a verme en su infancia y que todavía sigue viéndome. Gente que cuando me encuentra por la calle me muestra su cariño».

El periodista, con 55 años recién cumplidos, ha compartido redacciones y micrófonos con dos compañeros a los que considera especiales: Michael Robinson y Andrés Montes. «Son dos personajes con mayúscula», asegura. Con el segundo estuvo retransmitiendo partidos de baloncesto y viajando por EEUU más de diez años y de ambos nos cuenta anécdotas que les definen. Esa manera de ser diferente y singular.

PREGUNTA.- La gran noticia de esta nueva temporada de la NBA ha sido el fichaje de Luka Doncic por los Lakers.

RESPUESTA.- Hay un vínculo muy grande de Doncic con el baloncesto español y el hecho de que, de manera inesperada, su equipo lo haya traspasado a los Lakers, después de haberle llevado la temporada pasada a la final, ha llamado mucho la atención. Ha causado un impacto a nivel mundial. No suele ocurrir con un jugador tan joven. Es, también, un jugador muy vinculado al madridismo. Se formó desde que era casi un niño en el Real Madrid.

P.- Una curiosidad: ¿de dónde viene el nombre de Ántoni?

R.- Es un nombre inventado. Es esdrújulo, pero a mí muchas veces se me olvida poner la tilde. Digamos que es un nombre de consenso, inventado. Cuando yo nací había que inscribir el nombre en el Registro Civil y en la Iglesia. Mi abuelo paterno se llamaba Antonino y mi abuelo materno Antonio. Entonces, mi padre fue a registrarme con el nombre que a él le gustaba y mi madre cuando lo supo se enfadó bastante. Así que, cuando yo era un niño, llegaron a una solución de consenso y me quedé con Ántoni.

«De pequeño leía mirando al frente, como los presentadores de Telediarios»

P.- Antes de matricularte en Periodismo, empezaste Derecho. ¿Por qué?

R.- Mi vocación era el periodismo. Mis padres me cuentan que de pequeño trataba de leer mirando al frente, como los presentadores de los Telediarios. Decía si alguien lo hacía bien o mal cuando veía la televisión. Yo quería ser periodista. Pero en Valladolid no se podía estudiar Periodismo y en aquella época se decía que en Letras sólo tenía salidas Derecho. Lo que son los cruces de camino, las coyunturas vitales. Estudié mucho para el primer examen de Derecho Romano y me suspendieron. Pedí revisión, no me trataron bien en esa revisión y aquello me marcó. No me gustaba mucho el Derecho, pero, si hubiera aprobado, quizá no lo habría dejado. Llegué a hacer algún curso de redacción periodística en Valladolid, vinculado a El Norte de Castilla; hice otro curso de radio y también me presenté a unas oposiciones de la Junta de Castilla y León, pero no pasé por la mecanografía. Hubo muchas circunstancias en mi vida que finalmente me llevaron al periodismo. Una tía mía, que vivía en Madrid, me dijo: si te gusta el Periodismo, vente y te quedas en mi casa. Así lo hice. Me matriculé en la Universidad Complutense y hasta ahora. Ha sido una carrera larga, pero muy agradable porque el periodismo es la profesión que más me gusta.

P.- ¿Cómo fueron las pruebas de acceso a Canal +, en el verano de 1990?

R.- Acababan de darle la licencia para emitir a Canal +, primera aventura de televisión de pago en España. La gente decía: aquí, en España, nadie va a pagar por ver televisión. Compraron los derechos del fútbol y necesitaban mucha gente en deportes. El caso es que aparecí en las instalaciones de Torre Picasso, y me atendieron muy bien Joaquín Maroto, que era redactor jefe, y Alfredo Relaño. Estuve año y pico de becario; como una esponja, aprendiendo muchísimo. Era un medio nuevo y los medios nuevos te ofrecen una aventura fantástica. Había buen ambiente. Éramos gente muy joven y aprendí mucho y muy rápido.

«El periodismo deportivo tiene que ser tan serio como cualquier otro»

P.- Los periodistas deportivos no estaban bien considerados en esa época, incluso por los compañeros que se ocupaban de otro tipo de información.

R.- El deporte es algo poco relevante, en cuanto a las cosas importantes de la vida, y a veces se frivoliza bastante. Puede ser más o menos importante, pero creo que el ejercicio del periodismo deportivo tiene que ser tan serio como cualquier otro. También, a veces, los periodistas deportivos nos ganábamos esa fama. Gritábamos más que los de Informativos, bromeábamos más, más barullo… Éramos menos disciplinados, pero sacábamos muy bien nuestro trabajo. Más anárquicos, pero efectivos, pragmáticos. El deporte es algo muy generoso para los medios porque da mucha visibilidad, mucha audiencia, aunque no se le de la relevancia que merece.

P.- Llevas 30 temporadas siguiendo la NBA.

R.- Es mucho. Me da vértigo. Mientras las he vivido, no he sido consciente de ello, pero 30 temporadas es mucho, y con peculiaridades que lo hacen más complicado. Trabajas de madrugada, fines de semana, viajas. Sin embargo, lo he ido disfrutando. La NBA es una competición que me gusta y he tratado de adaptarme a los tiempos y a la gente que pensaba que me estaba viendo y escuchando. Me siento muy querido y reconocido por la gente. Eso me hace estar bastante orgulloso y agradecido. Todavía hay gente que me dice: «Te sigo desde 1995». Gente a la que le habrán pasado mil cosas en su vida y sigue ahí.

P.- Ahora, quizá te vean también sus hijos…

R.- Hay gente que me empezó a ver siendo niño. Gente que ha estudiado, que ha ido a la Universidad, que se ha casado, que ha tenido hijos, que se ha divorciado, que se ha ido a otro país, que ha vuelto, y que me ha seguido viendo. No todos los días, pero sí esporádicamente. Esto me da la satisfacción de que algo habré hecho bien para haberme mantenido ahí 30 años. Esa gente, cuando me encuentra por la calle, me muestra su cariño.

«Siempre he sido noctámbulo, pero el trabajo nocturno es muy duro»

P.- ¿En algún momento has pensado en cambiar de temática?

R.- Es difícil cambiar. La profesión no está, ni ha estado nunca, para juegos de ese tipo. Es un dilema interesante. Lo he pensado, pero uno tiende a ser conservador en eso. Comentar la NBA me daba una posición, un estatus, una garantía y una seguridad. Tengo muchos intereses fuera. El paso del tiempo, unido a esos intereses, a esas curiosidades e inquietudes, me ha llevado a la encrucijada de decir: debería romper con esto y probar otra cosa. Ahora, por la acumulación de años, tengo más seguridad. Mi vida – con 55 años, recién cumplidos – está prácticamente encarrilada a nivel laboral, pero me queda menos tiempo. Las inquietudes y el dilema siguen ahí: frenar esto y buscar otras cosas que, por curiosidad o inquietud, me llenen más.

Ántoni Daimiel. | THE OBJECTIVE

P.- ¿Eres noctámbulo por obligación?

R.- Siempre he sido noctámbulo. Desde niño. Me costaba madrugar y por la noche tenían que forzarme para ir a la cama. En la Universidad también busqué el turno de tarde. Este trabajo nocturno me vino bien, por ser una persona adaptable, pero es muy duro. Toda la gente que ha trabajado en turnos de noche, en diversas profesiones, saben que es muy complicado a nivel de salud. También de relaciones sociales y familiares. Yo lo he llevado lo mejor que he podido. A veces, de manera inconsciente, he hecho bien algunas cosas. Algunos médicos especialistas me han dicho que lo peor es el cambio de hora constante y que tener un mismo horario toda la semana, aunque no trabajes, es bastante bueno para mi salud, a nivel hormonal y biológico. El horario sigue siendo duro, y ahora que tengo un hijo de seis años y medio, se hace todavía más duro. El niño necesita de sus padres y para estar con él tienes que sacrificar horas de sueño.

P.- No puedes llevarlo al colegio por las mañanas…

R.- Ni jugar un rato con él por las tardes o ayudarle con los deberes… Hay muchas cosas.

P.- Has conocido EEUU gracias a la NBA y escribiste un libro en 2013 que se titula El sueño de mi desvelo.

R.- Hablo en ese libro de mi experiencia. De la NBA, para quien le guste la NBA, pero quería que fuera también un libro asimilable para gente que no esté tan interesada en esa competición. Tenía necesidad de contar lo que habían sido mis experiencias laborales y también, por supuesto, los viajes que he realizado durante muchos años, que me han servido para conocer puntos diferentes de Estados Unidos. EEUU es un país muy grande y muy complejo. Mucha gente todavía se sigue sorprendiendo ante diversas reacciones que se producen en aquel país. Yo no me sorprendo tanto. Es un país diverso y hay que entender los fenómenos en cada momento.

«Algo debió pasar en España para que en los 80 salieran tantos deportistas de gran nivel»

P.- ¿Sigue existiendo mucha diferencia entre el baloncesto europeo y el baloncesto de la NBA?

R.- Es bastante diferente, pero hay más intercambio y cada vez nos parecemos más. El baloncesto europeo trata de defender su singularidad, ante la invasión cultural – en este caso deportiva – del poderoso. Gente del mundo del baloncesto en Europa dice: aquello no nos sirve; esto es más bonito, más interesante, más táctico. Hay motivos para defender las dos partes. Y no somos tan diferentes. Ahora, se critica mucho a la NBA por abusar de los triples. Es cierto, pero también en el baloncesto europeo hay muchos más triples que hace 10 años. Hemos tenido épocas de muchos jugadores españoles en la NBA haciéndolo muy bien. Ahora tenemos solo a un jugador y a un entrenador y quizá no los seguimos tanto como merecen. A lo mejor se sigue más a Doncic que a Santi Aldama (jugador de los Memphis Grizzlies) o a Jordi Fernández (Brookyn Nets), que es el primer entrenador español en la historia de la NBA.

P.- ¿A la selección española le perjudica la mayor presencia en la ACB de jugadores foráneos?

R.- Es un problema que ya existía cuando llegó a su culminación deportiva la gran generación de los hermanos Gasol, Juan Carlos Navarro, Felipe Reyes, Sergio Rodríguez, José Manuel Calderón, Ricky Rubio, etc. En la Liga ACB tiene que haber en cada equipo un número de jugadores en formación. Pero, claro, al entrenador no le puedes decir que ponga a este y no ponga al otro. Creo que hay un problema de estructura. ¿Qué ocurre con jugadores muy buenos – que los tenemos – entre 16 y 19 años? ¿Cómo dan el salto siguiente, a jugadores de élite? Se encuentran con un tapón, con una limitación, para tener minutos. Y, sin esos minutos, es difícil llegar al nivel más alto. También hay una coyuntura totalmente de azar. Yo siempre digo que algo debió pasar en España en los años 80 para que salieran tantos deportistas de gran nivel, no sólo en el baloncesto. Tenemos grandes deportistas de esa generación. Ahora no hay tantos.

«Michael Robinson y Andrés Montes eran dos personajes con mayúscula»

P.- Has trabajado al lado de Michael Robinson y Andrés Montes ¿Cómo los recuerdas?

R.- Estamos hablando de gente de mucho nivel, muy especiales. Compañeros que, en cuanto hablabas 10 minutos con ellos fuera del trabajo, te dabas cuenta que eran singulares, diferentes. Eso contribuía a que tuvieran también una dimensión muy importante a nivel profesional. Gente creativa, con mucho ingenio. Y esto es muy importante en la comunicación y en el periodismo. Robinson y Montes eran dos personajes con mayúscula. Con Andrés Montes tuve mucha relación. Estuve 10 años y medio trabajando y viajando con él. Estábamos todo el tiempo juntos cuando viajábamos. Y con Michael Robinson trabajé en El día después y en Informe Robinson. Recuerdo una anécdota espectacular con Robinson, que define como era. Propuse un reportaje en el que yo creía mucho, aunque era algo costoso, para Informe Robinson. El equipo del programa decía: ¿cómo vamos a gastar tanto dinero en ese reportaje? Pero, Robinson sí creía en mi idea. Lo hablé un día con él, le pareció bien, pero no me terminaban de dabar el okey para seguir adelante: hacer el viaje y grabar. Entonces, el Día de Nochebuena, un 24 de diciembre al mediodía, le escribí un email diciéndole: «Michael, necesito saber, cuanto antes, si puedo hacer el reportaje o no». Entonces, me contestó a las nueve y media de la noche. Sólo ponía en el email: «Adelante, esta fiesta la pago yo». Esa frase me sirvió para empezar a llamar y preparar el viaje. Hice el reportaje y a él le encantó. Robinson funcionaba fuera de la ortodoxia y de los cánones habituales.

P.- Debe resultar difícil mantener despierta a la audiencia en la madrugada, por muy fan que sea de la NBA.

R.- Hay que tener en cuenta que nos enfrentábamos –sobre todo Andrés Montes, porque yo era un complemento que habían puesto con él– a la primera experiencia de directos en la madrugada. Hacer madrugadas en directo, durante semanas y meses, era una novedad. Él lo tuvo muy claro desde el principio. Sabía lo que quería hacer: un producto llamativo. Pensaba en gente a la que, probablemente, no le interesaba la NBA. Cambió absolutamente de look. Empezó a afeitarse la cabeza, a ponerse pajaritas… Toda la ropa que sacaba en la tele era suya. Quería labrarse un personaje. Hacer un producto distinto, novedoso y que llamara la atención. Que la gente que, por curiosidad, lo viera se enganchara. Recuerdo siempre una anécdota. Cuando empezamos no había Internet ni apenas comunicación por email. Entonces, la gente que nos veía nos enviaba cartas y postales para felicitarnos, darnos sugerencias o preguntar cosas. Y recuerdo que nos escribió un chico contándonos algo que le había pasado, bastante llamativo. Dice que estaba viendo un partido a las tres o las cuatro de la mañana en el salón de su casa y que su madre se levantó de la cama para beber agua. Le preguntó: ¿qué estás viendo? Entonces, la madre empezó a escuchar a Montes pegar un grito, luego susurrar y decir las cosas que decía… Después, se sentó, en bata o camisón, al lado de su hijo diciendo: «Pero, ¿qué es esto?» Unos días más tarde, quería volver a verlo.

P.- ¿A tu hijo Daren, de seis años y medio, también le gusta el baloncesto?

R.- De momento, no. Le vuelve loco la música. Ahora está empezando a gustarle el fútbol, pero recuerdo que yo empecé a ver fútbol con tres o cuatro años. Quizá era un niño atípico, pero me sentaba con mi padre a ver el fútbol y me tragaba un partido entero con cuatro años. Mi hijo puede aguantar 20 minutos o media hora. No le llama tanto la atención. Sin embargo, la música le gusta desde que era un bebé. Recibe clases de música tres o cuatro días por semana. Yo no quiero condicionarlo en nada. Ahora dice que es del Real Madrid porque todos los chicos de su clase lo son. El Madrid ha tenido unos años muy buenos y, obviamente, ganar y triunfar atrae.

«Cuba siempre ha necesitado la protección y la ayuda de otros países»

P.- La madre de tu hijo es cubana y mantienes una relación estrecha con Cuba desde hace muchos años. Creo que todo empezó en un viaje a la isla caribeña con tu amigo Julio Maldonado (Maldini).

R.- Fuimos a Cuba, como podíamos haber ido a otro sitio. Compramos un viaje de agencia. Nos impactó muchísimo. Era una época complicada en Cuba –no menos que ahora-, con una sociedad bastante ajena al mundo que nosotros conocíamos: muy imprevisible, muy sorprendente. Nos parecía curioso todo lo que veíamos allí. Lo pasamos muy bien y luego yo regresé de nuevo a la isla. Como era un país que me llamaba la atención, buscaba excusas para volver. Hice allí también un curso de percusión y otro de guion documental en la Escuela de Cine. Fui haciendo amistades y después, por mi relación sentimental y de pareja, hemos ido muchas veces a Cuba para visitar a su familia. Es un país al que quiero. Pese a la situación complicada que tienen, soy capaz de integrarme con la gente, jugar al dominó, ir a ver un concierto y hacer las cosas que se pueden hacer allí. Me hace sentir bien, la verdad.

P.- Cuba, al igual que Venezuela, ¿vive por debajo de sus posibilidades naturales?

R.- Ahora mismo, Cuba está muy mal. Ha habido una mala gestión. Es un país que siempre ha necesitado del paternalismo, la protección y la ayuda de otros países. Durante la etapa de la Unión Soviética, la gente vivía bien, pero gracias a esa ayuda. Luego, el turismo les sacó de una situación muy complicada. Y cuando el turismo parecía que ya no era suficiente, llegó la ayuda de Venezuela. Entonces, eso les fue ayudando, hasta que llegó la crisis de Venezuela y la caída del turismo por la pandemia. En función de la administración estadounidense que haya, tienen más o menos oxígeno.

«Nadie ha rendido tanto con 40 años como LeBron James»

P.- Volviendo a la NBA, ¿quiénes han sido para ti los mejores jugadores de la NBA en las últimas décadas, Michael Jordan, LeBron James…?

R.- El mejor Michael Jordan es el de los últimos tres años en los Chicago, que coincidieron con mis primeros tres años de comentarista. Llevo 30 años comentando la NBA, pero LeBron lleva 22 jugando y está mejor que yo ahora, en cuanto a rendimiento. Es un ejemplo de longevidad. En eso no le gana nadie en la historia de la NBA. Nadie ha rendido tanto con 40 años como está rindiendo LeBron. Eso es algo indiscutible. Hay un jugador que está entre los mejores de la historia, aunque no es tan nombrado: Tim Duncan, que jugó muchos años en San Antonio Spurs. Para mí, podría estar en el quinteto ideal de la historia. Y Kobe Bryant también. La manera en la que muere influye en su leyenda, pero ha sido uno de los grandes, sin duda. Stephen Curry, todavía jugando en Golden State Warriors, ha cambiado bastante la manera de jugar, la percepción del baloncesto. Todos estos y, por supuesto, Pau Gasol. Lo tengo que incluir porque ha sido muy importante en la NBA y para todos nosotros a la hora de seguir la NBA, desde que en el 2001 se fue para allá.

«Los hermanos Gasol han sido los mejores del baloncesto español»

P.- ¿Quién es el número uno de la historia del baloncesto español?

R.- Para mí, los hermanos Gasol son los mejores. Lo que han logrado los Gasol es muy difícil de repetir. Luego, hemos tenido muy buenos jugadores en esa época. Juan Carlos Navarro, a nivel europeo, ha sido un jugador super top. José Manuel Calderón ha hecho una gran carrera en la NBA, Ricky Rubio, Sergio Rodríguez… Desde 2006 hasta el 2022, hemos tenido 15 años de grandísimo nivel. Se seguirá recordando a esa generación, al igual que recordamos a un pionero como Fernando Martín. En los 70 y 80 tuvimos también a Epi y otros grandes jugadores.

Ántoni Daimiel y Javier del Castillo. | THE OBJECTIVE

P.- Has tenido una relación especial con Pau Gasol…

R.- Le he tratado mucho y le tengo admiración. Ha sido un tipo que ha estado siempre en su sitio, en su lugar. Ha sabido comportarse y responder en cada situación como correspondía. Y eso es muy valioso en un deportista. Cuando él estaba en los Lakers, todos los años le hacía una entrevista al acabar la temporada. Los dos años en que ganó el Anillo y tras la final perdida contra BostonSiempre me trató bien. Lo que pasa es que yo – esto es una cosa mía – no he querido ser gran amigo de ningún deportista. He puesto freno a eso.

«El espectáculo es el camino más corto para que la gente te siga y te vea»

P.- Tampoco eres amigo de enfundarte la camiseta de tu equipo favorito.

R.- El periodismo no debería ser así, pero se ha transformado. El espectáculo es el camino más corto para el éxito, para que la gente te siga, te conozca y te vea. Por lo tanto, un camino más corto para la productividad en los medios de comunicación. Es más corto, más sencillo, y no tiene nada que ver con el periodismo deportivo que yo consumí, primero como niño y adolescente, que tenía más nivel que el de ahora, y luego con el periodismo en el que yo creo. Nosotros somos un medio, un pasillo, entre el aficionado y el deporte. Tenemos que mejorarle la experiencia de consumir deporte al aficionado. Mejorarle la experiencia no es decirle que todo lo que hace un equipo está bien, porque le estás engañando. Nadie hace todo el tiempo todo bien. Además, estás despertando unos instintos en ese aficionado que no le van a permitir vivir el deporte de la mejor manera posible. Le va a enfrentar con gente que no tiene sus gustos. Hay gente muy fanática que se frustra porque no entiende que su equipo pueda perder. Y el deporte suele ser más perder que ganar, incluso en los mejores. Yo me hice, con tres o cuatro años, del Atlético de Madrid. Mi padre era muy del Real Madrid, como lo es mi madre, y mi suegro del Barcelona. A mí lo que me gusta es convivir con gente de sentimientos diferentes y poder hablar de fútbol con ellos.

«Hay gente muy fanática que no entiende que su equipo pueda perder»

P.- ¿El fútbol, como deporte rey, desplaza a otros deportes en los medios de comunicación?

R.- Esta es una dinámica que yo he vivido desde que empecé a trabajar. Pero, ha ido a más, sin duda. El fútbol se lo come todo. Es una bola de nieve que cada vez se hace más grande. ¿Por qué? Porque, cuanta más gente lo sigue, más rentabilidad genera hablar de fútbol en los medios. Entonces, eso no hay quien lo pare. Ha habido periodistas que empezaron en baloncesto, les iba bien, pero pensaron que su mayor dimensión profesional la iban a alcanzar con el fútbol. Y cambiaron.

P.- ¿Tomás Roncero?

R.- Roncero estuvo mucho tiempo escribiendo de baloncesto. Manolo Lama empezó también en el baloncesto. Se da la circunstancia de que muchos periodistas que comenzaron con baloncesto luego han tenido mucho éxito. Andrés Montes decía que en baloncesto empezaban los mejores. Los medios públicos se han hecho también muy dependientes de las audiencias y no le han dado a otros deportes la atención que debieran.

P.- La información sobre los equipos grandes también deja fuera a los pequeños.

R.- Esto es también un fenómeno preocupante. Antes, tú eras del equipo de tu ciudad, pero ahora cada vez pasa menos. Los niños, en provincias, son primero del Madrid, del Barça o del Atleti y luego del equipo de la ciudad. No ganar todo el tiempo penaliza a los niños de ahora más que penalizaba a los de mi época. A nosotros no nos importaba tanto.

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