Jesús Cintora o la resiliencia informativa
«Este periodista es polémico. Allí donde va crea problemas porque no tiene pelos en la lengua»

Ilustración de Alejandra Svriz.
A veces Jesús Cintora, periodista y presentador de televisión y radio, me recuerda a Pedro Sánchez, quien llegó al liderazgo socialista como un outsider, fue echado a patadas por la cúpula por oponerse a poner fin a la inestabilidad y apoyar un gobierno del PP y regresó victorioso para sorpresa de muchos y disgusto de otros. “Hemos vuelto. No todos se alegran de que estemos de vuelta”, anunció este soriano, de 48 años -presume de ser de pueblo, de Ágreda- el miércoles al inicio de su programa magazine, de dos horas y cuarto, que emitirá de lunes a viernes RTVE por La 2. Aunque de momento, y hasta el próximo día 16, en simultaneidad con la primera cadena.
La apuesta es atrevida puesto que la segunda cadena jamás ha puesto en su parrilla este tipo de programas y más aún a esas horas y con una duración un tanto larga. Pero los nuevos responsables de la tele pública se han lanzado a recuperar la audiencia perdida. Primero fichando a golpe de talón a David Broncano y La revuelta, que desde octubre rivaliza en La 1 con El hormiguero de Pablo Motos, en Antena 3. Pero no satisfechos con ello han sacado ahora el programa de Cintora, producido por El Terrat y La Osa de Producciones. Y reservan como plato fuerte, durante las tardes de La 1, La familia de la tele, a partir del próximo día 22 sin reparar en la calidad del producto y el temor a que se encasille en la categoría de telebasura.
Allí estará toda la pandilla formada por María Patiño, Belén Estebán y compañía. Quién le iba a decir a la antaño princesa del pueblo que un día se metería en casa de los españoles desde la tele que pagamos todos. A Donald Trump le ha rogado, el día de la presentación del magazine, que retire los aranceles y que a cambio promete llevarle a los mejores restaurantes de Madrid. Dicho queda. A lo mejor, un partido de cualquier etiqueta descubre que ella es lo que necesita el país: Trump en Washington y Belén en La Moncloa.
Tal vez sea un prejuicio, pero cada vez que veo a Cintora siento ansiedad. No sé si se está riendo de mí, de todos o es que tiene una mueca gestual impertinente con la que esboza una media sonrisa. No es una carcajada sonora y abierta. Es una abertura incompleta de boca como si me dijera: ‘No te creas mucho lo que te digo aun cuando finjo ser maestro de escuchar a todos‘. El objetivo de su programa, Malas lenguas, es acabar con los bulos y para ello tiene una sección llamada Verífica, que comprueba lo que es verdad y lo que es mentira. A mí, perdonen y perdona, Jesús, me suena mucho a lo que escucho al jefe de Moncloa y sus adláteres.
Pero Cintora es un profesional como la copa de un pino. Eso es indiscutible. Comenzó en radio, en la Ser, y allí trabajó con Iñaki Gabilondo para dirigir luego programas tan importantes como Matinal Ser. Siempre se observaba en su discurso un tono crítico, moderadamente sin exagerar, contra el PP de José María Aznar. De hecho, el jueves, casi al final de la emisión, aprovechó para dar cuenta de la crítica del exlíder popular al viaje de Pedro Sánchez a Pekín. Alguno de los colaboradores, sin embargo, le quiso recordar que FAES, el laboratorio de análisis que dirige Aznar, ha sido muy duro con la política arancelaria de Donald Trump.
“Nos quitaron con un gobierno y ahora nos quitaron con otro”, dijo Cintora en 2020 cuando poco después de presentar un programa de debate en TVE le enseñaron el camino hacia la puerta. Hay colegas que protestaron la decisión y otros ocultaron mal el disfrute que les causó el despido. Este periodista licenciado por la Universidad de Navarra es polémico. Allí donde va crea problemas porque no tiene pelos en la lengua. Claro que los palos son más para la derecha que para la izquierda. Se ha paseado y trabajado por todas las cadenas de televisión nacionales. Mediaset lo despidió en 2015 pese a que dirigía un programa de éxito, Las mañanas de la Cuatro, insinuando que antes que informador era demasiado opinador. De todos modos, Las mañanas obtuvo un premio Ondas.
Malas lenguas nace con el principal objetivo de informar, entretener y desmontar bulos y lo hace en directo con unos tertulianos que apenas fingen cuál es su debilidad. Hay algunos como Javier Aroca, Esther Palomera o el veterano Ernesto Ekaizer a quienes no les cuesta demasiado asegurar dónde está el bien y dónde el mal. Compite en esa franja con magazines parecidos en Telecinco y La Sexta. El de Cintora se asemeja muchísimo a Al Rojo Vivo de Antonio García Ferreras. Los colaboradores no son siempre los mismos. Además, ha incorporado unos muñecos que en la nota informativa se anunciaba que eran como los célebres teleñecos del desaparecido Canal Plus. Sin embargo, dejan mucho que desear tanto en sus discursos como en sus movimientos. Ha copiado la sección bastante ingeniosa de La ventana de la SER, El Mundo Today. El primer día, sus dos presentadores no participaron, pero sí el jueves. El segundo día apareció una humorista con gracejo casi al final para reírse del mundo como debe ser y de Bill Gates, que acaba de afirmar que el ser humano está hecho para descansar.
La manipulación de lo que allí se dice, se discute o se emite es sutil. A veces es grosera, porque quiere hacer creer al telespectador que la extrema derecha nos invade. Y aunque es cierto que el pringue facha emerge cada día un poquito más, resulta un poco exagerado dedicar más de diez minutos a una presentación de un libro de exaltación al dictador en un acto de la Fundación Francisco Franco. La pobre periodista de Malas lenguas se jugó literalmente el físico frente a la panda de cavernícolas que allí se dieron cita insultándola con palabras gruesas y amenazas. Pero tampoco faltó un buen cachete al obispo de Orihuela-Alicante por atreverse a censurar al Gobierno de Sánchez.
El primer día, obviamente Cintora centró el programa en el por él denominado “carrusel de aranceles”. Entrevistó a David Jiménez, exdirector de El Mundo, a punto de viajar a Estados Unidos, quien calificó de fascista a Trump. Tal vez esté en lo cierto, pero me inquieta saber si ha podido tener problemas en la aduana. En las circunstancias actuales todo es posible si se encapricha el hombre de Mar-A-Lago.
El primer día no le pareció suficientemente noticiable el último informe de la UCO donde la Guardia Civil salpica a Begoña Gómez, la esposa de Sánchez, en el asunto del rescate de la aerolínea Air Europa. En cambio, sí calentaron motores en víspera de la declaración como investigado por presunta corrupción en los negocios y fraude fiscal de Alberto González Amador, la pareja de Isabel Díaz Ayuso, en visita oficial a Ecuador. Al caso le dedicaron más de media hora el segundo día, en la jornada que él tuvo que comparecer ante el juez y subrayaron que la presidente la de la Comunidad de Madrid no puede seguir amparándose en que González Amador es un ciudadano privado como otro cualquiera y no un sujeto político, que demoró su declaración de renta durante dos ejercicios y presuntamente defraudó a la Hacienda pública.
Pensé que Cintora convocaría a una de sus grandes debilidades, Miguel Ángel Revilla, contra quien el Emérito ha presentado una denuncia por presunto delito contra su honor. Ignoro si Revilla se resistió a ir, tal vez porque pidió como mínimo la mitad del programa para exponer el problema. Quien sí accedió a la invitación fue el juez instructor del caso Urdangarín, José Castro. El magistrado concluyó que esa demanda tiene poco recorrido. Los tertulianos coincidieron en que era indecente la acción, que el anterior monarca está muy mal asesorado y que está dañando a la Corona.
Y mientras, Cintora, con esa inquietante sonrisa nos agradeció a los sufridos telespectadores por haber seguido hasta el final la transmisión. ¿Cuánto durará Malas lenguas? ¡Quién sabe! Personalmente, creo que Moncloa debe de estar satisfecha. Tiene un aliado en el entusiasta periodista soriano. A lo mejor, la próxima semana convoca un mano a mano entre Sánchez y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, para hablar de la religiosidad de los españoles durante la Semana Santa. Y él sin cambiar de gesto.
‘Malas lenguas’ se emite de lunes a viernes en La 2 de RTVE, de 18.45 a 21.00. Temporalmente hasta el próximo día 16 lo hace simultáneamente también en La 1. El primer día de emisión, el pasado miércoles, día 9, obtuvo un índice de audiencia de 9,3% en la Primera y de 2,5% en la Segunda.