THE OBJECTIVE
Motor

El penúltimo nuevo coche de Kim Jong-un demuestra lo inútil de las sanciones de la ONU

El líder norcoreano ha hecho lo que ha querido desde niño, como cuando fue a Disneyland con pasaportes falsos

El penúltimo nuevo coche de Kim Jong-un demuestra lo inútil de las sanciones de la ONU

Kim Jong-un y Vladímir Putin en un coche que el presidente ruso regaló al norcoreano recientemente. | Reuters

La retahíla de chistes ha sido interminable. «Granujas a todo ritmo», «los locos del volante», «la carrera de la muerte», «los caraduras»… Las redes sociales se han puesto las botas al ver a Vladímir Putin conduciendo la flamante limusina Aurus Senat, que con un motor V8 biturbo de 590 CV desarrollado por Porsche, le ha regalado Kim Jong-un. Y no será porque el norcoreano tiene malos coches, pues su escudería alberga lo mejor de lo que el mercado occidental ofrece, aunque su exportación a Corea del Norte esté vetada por Naciones Unidas.

La conclusión sencilla es que se salta las sanciones internacionales a la torera. Se las pasan por donde Buda le da a entender, y para Pyongyang no existe tal limitación. No solo eso, sino que se lo muestran al mundo sin rubor alguno. Y uno de los reflejos visibles de lo poco que les importan son los coches de Kim Jong-un.

A los dictadores les chiflan las demostraciones de poder, y hay pocos ejemplos como esas cabalgatas presidenciales que montan a su alrededor cuando se desplazan. El problema llega cuando se ven detalles que hacen chirriar el orden establecido, y uno es el de sus vehículos; unos coches que no deberían estar ahí.

Cuenta la leyenda —nunca demostrada— que cuando Naciones Unidas sometió a fuertes sanciones a Irak tras su invasión de Kuwait a principios de los 90, Sadam Huseín dejó de recibir sus dos ejemplares de la revista Playboy. Pero hasta entonces, era bastante habitual ver rodar por las calles de Bagdad coches de indudable origen yanqui. Hasta los coches de policía podían ser del mismo modelo que los usados por los patrulleros de Wisconsin o Florida. Desde entonces la llegada de vehículos americanos o europeos a la antigua Persia dejó de tener el mismo flujo.

Cuando al gobierno libio de Muammar el-Gaddafi le recetaron el mismo menú, las importaciones de vehículos a nivel comercial hacia su país sufrieron, aunque no tanto aquellas habidas entre particulares. La consecuencia que decenas de compradores «particulares» buscaron coches de otros particulares —estos de verdad— en todas las ciudades mediterráneas con conexiones marítimas con Libia.

La importación de corte industrial estaba vetada, pero no que un ciudadano se llevase un coche que se había comprado en Marbella, Ibiza, Tánger o alguna ciudad de Italia. Muchos todoterrenos y SUV españoles, casi todos de gasolina, acabaron en el norte de África bajo esta premisa.

Ahora es otro tipo de alarma, tan inútil como un cuchillo de gomaespuma, la que ha saltado. Kim Jong-un, El Tío del Cohete en denominación de Donald Trump, y presidente de Corea del Norte en términos internacionales, demuestra lo vacuo de las sanciones internacionales dictadas por la ONU.

La comunidad internacional reaccionó ante los planes nucleares de uno de los últimos reductos planetarios del comunismo. El espionaje de Corea del Sur, su vecino y enemigo más cercano, desveló sus avances en la materia, y la ONU les conminó a abandonar la idea. Ante la negativa de Pyongyang, la reacción fue el veto de todo producto relacionado con esta tecnología. Ordenadores de cierta potencia, microprocesadores, material fisible, compuestos químicos, y tecnología de desarrollo no ha de entrar en el país… o no deberían.

Uno de los productos que están en la lista negra de la ONU son los vehículos a motor de cierta prestancia. Sin embargo, Corea del Norte se las apaña para conseguir, no ya cualquier vehículo, sino incluso unos muy señalados y difíciles de acceder, solo al alcance de la élite planetaria. Es el caso de los flamantes Mercedes-Maybach S600 Pullman Guard y Maybach S62, que muestra en sus vídeos institucionales.

Cabalgatas de alto nivel

Cada vez que Kim Jong-un se mueve, una caravana de vehículos rigurosamente negros y que deslumbran con su brillo, se desplaza al chasquido de sus dedos. A su lado, la que montan alrededor de Joe Biden, parece una pachanga de amiguetes. Tres largas columnas de vehículos alineados a lo ancho pasean por las avenidas norcoreanas mientras el amaestrado público se rompe las manos aplaudiendo. Cuando preguntan a Daimler, el fabricante de este tipo de vehículo, demuestran sorprendidos que ellos no vendieron nada de esto.

Los Mercedes y Maybach de Daimler no son los únicos. También se han visto Toyotas de última generación en manos de su escolta, furgonetas Ford Transit para transporte de autoridades, Lexus LX600, o Audis Q5 y Q7 blindados. Tiene buen gusto con los coches, pero ¿cómo llegan hasta allí?

Sus deseos son órdenes

Kim Jong-un ha hecho siempre lo que ha querido desde niño. Un ejemplo es cuando se emperró en ir a la prohibidísima Disneyland, y fue en compañía de su padre equipado con pasaportes brasileños falsos. Según el medio surcoreano Korea Now, es el único que tiene coches en propiedad en todo el país, que para eso es el presidente. El resto de vehículos que ruedan por sus calles y carreteras son del estado, que preside él. En cierto modo, todos son suyos.

Kim critica al capitalismo, pero se sube en uno de sus símbolos más reconocibles, el Maybach Guard blindado de 1,5 millones de euros. Mercedes abrió varias investigaciones cuando recibió las primeras denuncias al respecto y asegura que no mantiene relaciones comerciales con el país desde 2015. El cómo han circunvalado los vetos internacionales ha sido objeto de estudio por parte del Estudio del Centro de Estudios Avanzados para la Defensa de Washington, conocido como C4ADS, una entidad sin ánimo de lucro que ha seguido la pista a estos coches.

El extraño viaje

Según C4ADS, los Maybach fueron adquiridos de segunda mano, y salieron de Europa por el puerto de Róterdam el 20 de junio de 2018. Entraron a las instalaciones en el interior de contenedores, así que nadie pudo verlos. Salieron flotando unos días más tarde, pasaron por Gibraltar, el canal de Suez, y tras 41 días de viaje, llegaron al puerto chino de Dalian el 31 de julio.

Quedaron estacionados en el puerto hasta el 26 de agosto, que reiniciaron su viaje hasta Osaka, en Japón. Tras la escala, partieron en su tercer viaje en barco hasta Busan, Corea del Sur, y a partir de aquí todo se vuelve más nebuloso.

Se sabe que los contenedores subieron a un carguero herrumbroso y de mal aspecto llamado DN5505, que partió 1 de octubre hacia el puerto de Nakhodka en Rusia. Pero por el camino el barco se hizo invisible. El Automatic Identification Systems (AIS), que es la radiobaliza que señala su posición, se apagó. Dieciocho días más tarde reapareció en su punto de origen, pero no cargado de contenedores, sino de carbón a granel. En algún momento de esas casi tres semanas, su carga cambió, y en el puerto ruso de Nakhodka, de donde vino el carbón, no saben nada de los contenedores.

El lío aumenta de nivel cuando se sabe que el barco se denomina DN5505 desde hace poco, pero su nombre previo era Xiang Jin, y pertenece —pertenecía— a una empresa de Hong Kong. Aquí la rareza va a más. Dicho barco cambió de manos, y con ello de nombre, tres días antes de zarpar con los contenedores. Ahora es propiedad de una empresa rusa, afincada en las Islas Marshall, y cuyos navíos surcan los mares bajo bandera de conveniencia de Togo. Huelga decir que este es un proceso habitual a la hora de encubrir actividades ilegales.

¿Y los contenedores?

Ya es casualidad, que tres aviones militares de carga Illyushin-76 de Corea del Norte aterrizaran en Vladivostock de manera no programada el 7 de octubre. Entre el puerto de Nakhodka y el aeródromo hay apenas 180 kilómetros por carretera. Este tipo de aeronave es la acostumbrada en los ejércitos de países cercanos a Rusia para transportar vehículos militares.

C4ADS calcula que entre 2015 y 2017 Corea del Norte importó unos 191 millones de dólares en artículos de lujo, procedentes de al menos noventa países. Ropa, relojes, coches, perfumes, y hasta yates. Kim vive bien, como un pachá, pero lo que más le gusta son los coches.

La próxima vez que salga Kin Jong-un por televisión, saliendo de un cochazo de los que no se ven aquí, rodeado de escoltas vestidos como los malos de Matrix, le verás siempre sonriendo. Los asientos traseros de los Maybach tienen un sistema de masaje que dejan la espalda nueva, la espalda de los que tengan uno, obviamente. Su sonrisa seguramente sea debido a eso, a la comodidad que le procuran los mejores coches del mundo. También a la guasa con la que se toma las prohibiciones de todo el planeta.

También te puede interesar
Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D