Alex Palou, el piloto español que domina sin piedad en la categoría estadounidense IndyCar
El de Sant Antoni de Vilamajor piensa en la F1, pero sin prisas tras el chasco de su último acuerdo con McLaren
Los estadounidenses no pueden con él. Aprietan los dientes, bajan la mandíbula, y hacen lo que pueden, y eso no es otra cosa que ver su alerón trasero. El piloto catalán Alex Palou lleva tres títulos de campeón en la prestigiosa IndyCar, «la Fórmula 1 de América». Logrados en cuatro años, ya le empiezan a llamar El Señor de los Anillos.
Cada vez que un corredor se proclama vencedor en esta categoría que se disputa en 17 citas, recibe el anillo de campeón. Palou ya tiene tres, y cuando se le pregunta, se encoge de hombros y cuenta siete dedos más en sus manos. Carlos Sainz y Fernando Alonso refulgen en la más ambiciosa y rutilante Fórmula 1, pero el que gana títulos es este barcelonés, de rostro anguloso, y sonrisa fácil.
Fórmula 1 sí, pero sin agobios
Palou sí que piensa en la F1, pero tampoco tiene prisa por llegar a ella, sobre todo tras el sabor agridulce que le dejó su acuerdo con McLaren hace un par de años. El de Sant Antoni de Vilamajor vio las puertas del cielo abiertas cuando llegó a un acuerdo con la escudería británica. Se subió a sus monoplazas en varias ocasiones, y todo hacía pensar que tras esos test acabaría pilotando para ellos. El castillo de naipes se vino abajo cuando la formación anunció a Oscar Piastri como piloto titular en un acuerdo multianual. Con otro piloto ya bajo contrato —Lando Norris—, Alex quedaría fuera, y se inició un desagradable proceso judicial con ambas partes enfrentadas.
Tras el revés, la mejor opción de Palou era quedarse donde estaba, en América y corriendo para el equipo de Chip Ganassi; no es el equipo más potente, pero sí uno de los favoritos en la categoría más rápida de los Estados Unidos. Curiosamente, allí la más popular es la Nascar, que se disputa con coches carrozados, con un aspecto que simula la figura de las berlinas de calle. La IndyCar no goza de la misma aceptación, pero sigue siendo una categoría muy prestigiosa.
Los monoplazas —construidos en Italia por Dallara— alcanzan velocidades altísimas, superiores en muchas ocasiones a los de la Fórmula 1, aunque se considera a esta última más rápida y de un nivel superior por los presupuestos y tecnología aplicados.
A Palou se le resisten las 500 Millas de Indianapolis, el plato estrella de la categoría, que se disputa cada año dentro de su calendario, y tampoco se le dan bien los ovales. En los EEUU se corre en pistas de este tipo, con una fisonomía análoga a la de las pistas de atletismo, con dos largas rectas encadenadas por amplias curvas que se toman a una velocidad muy elevada. Es lógico, no su falta de adaptación en estas que ya debería conocer, sino porque domina la técnica que se aplica en circuitos permanentes, y los muy frecuentes urbanos en los que se disputa la categoría, con frenadas y trayectorias variables entre curvas.
Alex Palou fue un hallazgo del desaparecido Adrián Campos, un expiloto de F1 metido a manager, con un ojo único para dar con jóvenes valores. Descubrió a Fernando Alonso, o al Antonio García, que acumula victorias desde hace años en resistencia. Desde su equipo en Alzira dio la alternativa a decenas de corredores, pero cuando hablaba de Palou se le encendían los ojos, y decía: «¡Hemos dado con otro!», en referencia al Alonso, bicampeón del mundo de Fórmula 1.
El valenciano le ayudo en sus inicios, y le sentó en sus coches, tras seguir su trayectoria en el Karting. Campos le llevó a la Eurofórmula Open, más tarde a la Fórmula 3, e hizo incursiones en las World Series by Renault, el Campeonato Europeo de Fórmula 3 FIA e incluso la Fórmula 2. Su consagración llegó en tierras niponas, que estuvo cerca de ganar en su año de debut; no lo logró por problemas mecánicos.
En Japón no se aburrió, y compaginó sus carreras de monoplazas en la Super Fórmula con las carreras de GT, a bordo de un McLaren 720S GT3. Palou se ha subido prácticamente en todo aquello que tenga ruedas y un motor. En 2020 hizo las maletas y se fue a hacer las Américas, con un salto de calidad en 2021 para correr en la formación de su actual jefe, Chip Ganassi. Desde entonces no se ha bajado de sus coches y sus tres anillos le han llegado defendiendo sus colores.
Reconocimiento general
Este tercer título le coloca en un pequeño y selecto club, en el que hasta su llegada solo había una docena de miembros; hoy hay uno más. Los corredores de esta categoría tienden a ser muy longevos, y sus carreras son más alargadas que en la F1. De acuerdo con la estadística, es el segundo que logra sus tres anillos en un periodo de cuatro temporadas, y el segundo que lo consigue con solo 27 años, únicamente superado por un clásico en la categoría, Sam Hornish Jr.
Para su tercer entorchado, Alex Palou tuvo la llamada suerte de los campeones. Acabó la prueba final del calendario en decimoprimer puesto, y no solo acumuló los puntos necesarios, sino que las circunstancias quisieron que su principal rival, Will Power, no tuviera la suerte de cara. Mejor situado que el barcelonés, se vio obligado a detenerse porque uno de sus cinturones de seguridad se le había desprendido. Esto decidió la suerte de ambos.
La suerte se reparte entre todos
«No es la manera en la que quieres ver a tu mayor rival en la última carrera de la temporada, pero también es lo que nos pasó a nosotros hace dos semanas», expresó tras la prueba, según recoge SoyMotor. «Son carreras, esto es lo que hace que este deporte sea tan duro».
El piloto español es padre desde diciembre, cuando nació su primera hija, Lucía. Su jefe, el legendario Chip Ganassi, ya le coloca entre los mejores de la historia de la categoría, y acumula más títulos en esta categoría que corredores del calado de Emerson Fittipaldi, Nigel Mansell, Mario Andretti, Juan Pablo Montoya o Jacques Villeneuve. Se toma con sorna una de sus debilidades. Cuando alguien le espetó que nunca había ganado en pistas ovales, le respondió, «pues tú verás cuando empiece a ganar ahí».