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El Land Cruiser de octava generación reina en la tierra y domina el asfalto más que nunca

Tiene pocos competidores a su alrededor, y es mejor en asfalto, pero le encanta revolcarse por el fango

El Land Cruiser de octava generación reina en la tierra y domina el asfalto más que nunca

Toyota Land Cruiser.

El rey en popularidad de los todoterrenos vuelve. Desde 1951, el Toyota más reconocible de todos, sigue siendo fiel a su idea original: una máquina imparable capaz de rodar por los terrenos más difíciles. En su octava generación se supera a sí mismo.

Es el Kalashnikov de los 4×4. Nunca falla, todos lo desean, y se les ve en los escenarios más complicados. La respuesta asiática al Jeep de toda la vida es un coche que te puedes topar en los escenarios más insospechados. Allá donde apenas se pueda llegar a pie o a caballo, es bastante probable que te topes con uno.

Su fiabilidad resulta legendaria, y está basada en soluciones técnicas sencillas pero eficientes. A pesar de ello, de un tiempo a esta parte está perdiéndolas a base de concesiones a la tecnología y las regulaciones a las que está sometido. El Land Cruiser de octava generación es más sofisticado, pero con una idea en mente: que hasta el más torpe de los conductores pueda salir de los peores atolladeros en terreno complicado gracias a unas características y prestaciones brillantes.

El Land Cruiser es uno de los pocos 4×4 auténticos que aún quedan en un mercado menguante. Los SUV tienen pinta de este tipo de coches, pero con alardes de lujosidad y excelentes comportamientos sobre asfalto, tienden a hacer aguas sobre superficies comprometidas; no son todoterrenos. Esta nueva generación mantiene sus capacidades campestres, sin embargo, sus ingenieros se las han apañado en elevar su calidad de rodadura en carretera, y le han dotado de un lujo y clase que nada tienen que envidiar a los SUV mejor compuestos en este sentido.

El chasis sigue siendo de travesaños, en forma de escalera, como en los camiones; nada de monocascos. Pero el número de soldaduras y el uso de adhesivos extrafuertes han devuelto como resultado una estructura un 30% más rígida. El Land Cruiser «8» es ahora más largo, alto y ancho, y si mejora su habitabilidad, sin ser un lastre, condiciona su utilización en maniobras cuando se sale de la carretera.

Las suspensiones tienen el mismo recorrido, pero son ahora más firmes. Se trasladan sus posibilidades más hacia lo viario sin perder demasiadas capacidades todoterreneras. El coche se bandea menos en curvas, es más previsible, y se muestra algo más duro cuando se pasa por zonas lentas con superficie muy irregular.

El propulsor es el ya conocido turbodiesel de 204 caballos. Será desplazado a finales de 2025 por uno sustentado en el mismo bloque térmico, aunque equipado con una hibridación suave. Ahora es compatible con biodiésel HV0100 de origen vegetal.

Lo que sí cambia es la caja de cambios, automática con ocho relaciones —la anterior era de seis—, y sin opciones manuales. Con relaciones más cortas, el coche acelera mejor y desarrolla una velocidad punta inferior. El manejo del cambio es muy bueno, y al haber más saltos, se le saca mayor partido al par óptimo del motor. La velocidad punta está limitada a 175 km/h.

La dirección tradicionalmente hidráulica es ahora asistida. La electrificación de este mecanismo es necesaria para poder aplicar los sistemas de ayuda a la conducción. Una de ellas, no obligatoria por las regulaciones, es el llamado Crawl Control, una especie de Cruise Control todoterreno. En lugar de hacer que el coche mantenga su velocidad en carretera, ejecuta presión sobre el acelerador, los frenos y aplica los controles de tracción y par de potencia cuando está en el campo.

Todoterreno para todos

En una zona complicada, con barro, agua, el vadeo de un río, un pedregal o el paso entre grandes rocas, el conductor manejaría el volante y el Toyota haría el resto. Una de las premisas de los técnicos en su concepto inicial fue que, hasta la maniobra más compleja, fuera fácil para alguien sin experiencia, y lo han cumplido.

El Crawl Control ya estaba presente en generaciones anteriores, pero ahora es más discreto y silencioso, está más depurado, y su eficiencia invita a querer pasar por donde muy pocos coches —casi ninguno— serían capaces. Tiene cinco velocidades, siempre por debajo de los 30 km/h, a la que se desactiva, y en sus modos de conducción se puede seleccionar de forma manual nieve, barro, arena, o rocas.

La altura al suelo no es ajustable, pero los 21,5 centímetros de aire que hay bajo su panza deberían ser suficientes a pesar de ser más largo. Sus voladizos son discretos y los ángulos de ataque permiten subir terraplenes sin arrastrar los paragolpes. Muy útil la cámara delantera, que pica mucho su ángulo de visión y permite ver desde los asientos lo que el morro oculta; no es novedad, pero siempre es bienvenida.

El interior, mejora

La calidad interior sube de tono, con plazas traseras generosas gracias a una superior anchura y longitud de la cabina. Dispone de una tercera fila de asientos atrás del todo que limitan a unos escasos 130 litros la zona del maletero si se usan. Pasa a ser de 550 si se pliegan.

Toyota ha de lidiar con las limitaciones regulatorias en lo tocante a emisiones, así que este coche, que remite al éter 272 gramos de CO₂ por kilómetro, ha de ser compensado por eléctricos o híbridos de muy bajas emisiones. Los nipones han echado cuentas, y ante la previsión de ventas de sus coches «ECO», solo les renta poner a la venta en España 500 unidades del nuevo Land Cruiser. Podrían colocar varios miles con facilidad, pero estarían sometidos a fuertes sanciones.

Opciones costosas, pocas unidades

Ante la exclusividad, y mientras se piensan si sacan más adelante una versión de acceso, salen al mercado a cambio de 85.450 euros en su versión más sencilla, la VX. La VXL sube de precio, pero trae llantas de 20 pulgadas y no de 18, barra estabilizadora delantera desconectable, asientos de cuero, techo panorámico, Head-up display y un equipo de sonido JBL entre otras mejoras.

El Toyota Land cruiser tiene pocos competidores a su alrededor, muy pocos. Ha logrado crear un todoterreno mejor en asfalto y al que le encanta revolcarse por el fango. Si alguien necesita algo así, va a tener escasas opciones con este nivel. Puede que los haya más lujosos, más potentes, más bonitos. Pero no va a haber ninguno tan compensado, equilibrado y con semejantes capacidades. El mito sigue intacto.

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