El nuevo Ebro s700 se presenta repleto de equipamiento a un precio irresistible
La marca ya dispone de treinta concesionarios, que serán casi el doble en dos meses

Ebro S700.
La leyenda del dragón del Ebro seguiría viva de no ser porque no hay dragón. O no lo había, porque el dragón chino de Chery se ha instalado en tiempo récord en la antigua factoría de Nissan en Barcelona, y acaba de resucitar otra leyenda: el Ebro.
Pero lo que ha vuelto a la vida no es el río, que nunca la perdió, sino la marca de vehículos. Sus propietarios han interpretado de otra manera las corrientes actuales, y ya no están interesados en crear pequeños camiones, furgonetas o tractores, sino turismos tipo SUV; están de moda, y es el tipo de coche que más se vende.
De esta guisa han traído de oriente la ingeniería volcada en el modelo Tiggo 7 Pro, que se comercializa en su país de origen bajo la marca matriz, Chery. El Tiggo rebautizado llega a medio montar a la planta catalana, donde se termina de ensamblar. La idea es ir cediendo poder de decisión a su brazo español, e ir adquiriendo piezas en este mercado hasta cumplimentar el 25 % necesario de componentes para recibir la etiqueta de Made in Europa. La finalidad, en buena lógica, es vadear los aranceles de importación.

El primer modelo con el que se lanza la marca, primero en España, y luego en otros países europeos, es el s700, y en mayo llegará otro modelo muy similar pero algo más grande y con tres filas de asientos, el s800. No acaban ahí los planes de Chery, sino que antes de finales de este 2025 veremos un tercer modelo, que será un SUV más pequeño que se meta en el coto de caza del Dacia Duster, y más tarde un cuarto del que no hay detalles. Ambición, buena señal.
Pero el de su estreno atiende al segmento C con sus 4,55 metros de longitud, cinco plazas y 1.593 kilos de peso. Su principal característica en el frontal es una enorme parrilla que va de lado a lado, y que limita con faros de tecnología LED. En la parte trasera y según la tendencia actual, la firma luminosa es marcada por la línea que emparentó ambos faros. Pasa al lado del nombre de la marca, sin logotipo, solo las letras, un detalle muy chino.
Arriba, y rematando el techo, existe un pequeño alerón que cobija una luz de freno. Sus llantas de 19 pulgadas —20 en opción— le otorgan una altura de veinte centímetros con respecto al suelo. Sus formas, en general, son las habituales en los SUV; no sobresale en nada en especial, con un diseño moderno, agradable, sin estridencias, aunque bastante común. El maletero es de 500 litros, que se van a los 1.305 si se abaten los asientos traseros.
Lo que impulsa al conjunto es un motor de combustión, sin hibridación alguna, de cuatro cilindros y turboalimentado. Cubica 1,6 litros, genera 147 CV caballos, y con etiqueta C dispone de un solo nivel de potencia. Aplica su caballería al tren delantero a través de una caja de cambios de siete relaciones. A quien pueda parecerle una potencia escasa, porque necesite más, en el futuro próximo tendrá disponible una versión híbrida enchufable con 90 kilómetros de autonomía en modo 100 % eléctrico, etiqueta ECO, y 347 caballos.

El interior sorprende nada más sentarse, no por su calidad exactamente, sino porque la percibida es la propia de coches de gamas superiores. Sus elementos están muy bien encajados, y la calidad de los materiales no es la propia de un coche de su precio. Dispone de detalles que, sin ser de gama alta, invitan a pensar que lo son, como plástico que imita al aluminio cepillado, o toques de fibra de carbono —o una imitación de ella—, en un conjunto muy a la altura de marcas europeas.
El volante es muy grande, achatado en la zona inferior, repleto de botones; los de la izquierda relacionados con el pilotaje automatizado, y a la derecha el control por voz y sistema de sonido. Tras él está una de las dos pantallas corridas de 12,3 pulgadas; la otra está más centrada, y es donde residen funciones no relacionadas con la conducción. También hay un head-up display que refleja datos en la luna delantera. Hay dos varillas tras el volante que también están repletas de botones, y hay más pulsadores bajo la pantalla central, relacionados con el sistema de climatización.

Muchos botones
Entre los dos asientos hay bastante espacio para almacenar cosas, bebidas, una palanca con el selector de marcha con un pomo de cristal… muy chino. También reside ahí el freno de mano eléctrico, sin tirador, con botón. Un interruptor activa las cámaras exteriores y en la pantalla principal refleja la situación del vehículo en 3D, un gadget disponible en el acabado Luxury; no en el básico.
Dispone de mucha y buena tecnología, para lo que carga a bordo dos radares, cámara frontal, cuatro más laterales y ocho sensores de ultrasonido. Toda esta panoplia de inventos atiende dos docenas de soluciones ADAS, las ayudas a la conducción.
El catálogo de opciones es radical, o todo o nada; no hay un configurador complejo repleto de opciones. A cambio de 3.000 euros se escoge el acabado Luxury, o te los ahorras con el básico llamado Comfort. El más alto de la gama trae carga inalámbrica para el móvil, luz ambiental de hasta 64 colores, techo panorámico de más de metro cuadrado, mejores asientos tapizados en cuero sintético con calefacción y ventilación —en la primera fila— y memoria, un climatizador más completo y un sistema de sonido mejorado.
Precio de derribo
La gama arranca en los 24.990 euros, un precio irresistible a cambio de lo que se recibe. No es un coche prémium, pero la calidad percibida es superior a la mayoría de las marcas que ofrecen productos similares con un rango de precios superior. La marca ya dispone de treinta concesiones repartidas por todo el territorio nacional, que serán casi el doble en dos meses. Si a esto añadimos un centro logístico en Guadalajara, con capacidad de remitir recambios en 24 horas en cualquier punto de nuestra geografía, tenemos una opción contundente a la que se pueden poner muy pocos peros.
El dragón del Ebro ha vuelto a un terreno en el que en otro tiempo dominó, y esta vez echa más fuego que nunca por su tubo de escape. Su competencia enarca las cejas, se encoge de hombros, y resopla. Les ha salido un poderoso oponente.