James Bond y Fernando Alonso se van a pelear por el nuevo Aston Martin Vanquish Volante
Ni el agente ni el piloto van a tener que hacer cola por conseguir uno pero competirán por recibir el primero

Aston Martin Vanquish Volante.
Es rápido, es descapotable, y es un Aston Martin. Y no uno cualquiera, sino el que alberga el motor más grande de la marca: un poderoso V12 que desarrolla 835 caballos. Para Fernando Alonso sería «un coche de empresa», y para el nuevo James Bond, su oficina móvil, pero sin asiento eyector. Es el nuevo Vanquish Volante.
La marca que pone coches al espía británico y al bicampeón español tiene modelos más rápidos y potentes que este, pero ninguno posee el encanto del Vanquish cabrio. Es considerado el convertible de motor delantero más rápido y potente del mundo; hay otros parecidos, pero no son como este.

La marca de Gaydon reserva la denominación Vanquish a sus modelos más ambiciosos y rutilantes. Vanquish también es el coupé homónimo a este, y no se han complicado mucho. Su versión descapotable es un calco de su hermano con techo duro. Las diferencias son mínimas con respecto a su mellizo, y estriban en las lógicas modificaciones ante una fisonomía superior distinta.
Es por ello que hereda el mismo chasis, motor y medidas. Con 4,85 metros de largo, y 2,04 de ancho, se antoja en que es muy grande, si partimos de que solo alberga espacio para dos pasajeros. Las modificaciones son mínimas en los dos gemelos, porque fueron diseñados de manera conjunta. Lo que sí cambia es el peso, 1.880 kilos ahora, 95 más que el coupé presentado en 2024. A tenor del extra que añade el techo K-fold y su mecanismo de plegado, los ingenieros de Aston Martin ajustaron las suspensiones que cuentan con amortiguadores Bilstein DTX.
Su cubierta se abre en 14 segundos, y tarda dos más en volver a su estado original, y es posible accionarla en marcha hasta una velocidad de 50 km/h. Lo que declara Aston Martin es que las modificaciones a las que han sometido a las suspensiones, y toda la cadena cinética para soportar una arquitectura distinta, le confiere el mismo comportamiento dinámico de su hermano.
Gran parte se le debe al diferencial electrónico trasero y un control de estabilidad mejorado con respecto a iteraciones previas. La marca asegura que proporciona el mismo nivel de aislamiento acústico que el coupé. Pero hay una enorme ventaja de la que van a disfrutar sus propietarios. Con el techo abierto se podrá hacer algo que no es viable con el otro modelo: escuchar el escape cuádruple, que puede ser sustituido por uno acabado en titanio. Cuesta un riñón, pero ahorra unos diez kilos, y suena mucho más, gracias a un silenciador más reducido.
Lo que emanará de ese escape será el trueno de su motor twin turbo de doce pistones. Toda esa potencia se transmite al suelo a través de una caja de cambios ZF de ocho relaciones aplicada al tren trasero. Si el 0 a 100 lo hace en 3,4 segundos, la velocidad punta es de 345 km/h, récord en su clase. Para el coupé y el cabrio, la velocidad punta es la misma, aunque el descubierto tarda 0,1 segundos más en la prueba de aceleración; hace falta hilar muy fino para apreciarlo.
Aston Martin ha hecho evolucionar este motor de forma bastante sorprendente. Desarrolla su par máximo a solo 2500 rpm, que es justo la mitad de las revoluciones que necesitaba su antecesor. De la misma manera, la potencia que desarrolla este bloque es el doble del que proporcionaba en el año 2000, cuando se presentó el DB7 Vantage. Mantiene el par de potencia hasta las 5.000, en un régimen medio para encadenar curvas y cambios de marcha con suavidad y elegancia.
Aunque el bloque es el mismo que se estrenó en el DB11 de 2017, se ha reconfigurado de manera intensa, con el refuerzo de elementos, cambio de geometrías, y reposicionamiento de bujías y tanto la admisión como los escapes. Las cuatro válvulas por cilindro también han recibido modificaciones, y ahora los inyectores de combustible proyectan un mayor caudal.
Tecnología y cuero de primera calidad
Por dentro, el lujo y calidad de acabados hablan por sí mismos, y va a ser complicado encontrar un grado de detalles similar. Resulta curioso observar cómo se entremezclan los elementos más tecnológicos con los acabados en madera o cuero de primera calidad. El puesto de conducción cuenta con una pantalla de 10,25 pulgadas para la instrumentación, y una segunda pantalla del mismo tamaño y en posición central para el infoentretenimiento.

El equipo de sonido está firmado por la prestigiosa compañía Bowers & Wilkins, y cuenta con un total de quince altavoces y doble amplificación. La única diferencia que le separa con el coupé es la presencia del botón físico de la consola que abre y cierra el techo, una función que también puede ejecutarse desde la llave. Los asientos también albergan opciones; se pueden montar los Sport Plus de serie, o elegir los Performance, acabados en fibra de carbono.
Aston Martin debe mucho a 007, y a modo de agradecimiento, denomina «Q by Aston Martin» al departamento de personalización de cada vehículo. Huelga decir que «Q» es el personaje del científico que retoca los coches del agente secreto con sus delirantes gadgets. Estas mejoras pueden ir desde un nombre bordado sobre los cinturones de seguridad o los asientos, hasta elementos específicos que hagan de cada coche una pieza única.
Competencia rocosa del más alto nivel
Compite con el Bentley Continental GT, el Mercedes-AMG SL o los Porsche 911 Cabrio más altos de la gama. Existen otras opciones más radicales y deportivas, como el Maserati MC-20 cielo, el Ferrari 12Cilindri Spider o el Lamborghini Huracán Evo Spyder, todos ellos con precios disparatadamente altos para la gran mayoría de los que soñamos con conducir algo así.
En el 60 aniversario de producción del Volante, la firma ha decidido limitar a un máximo de 1.000 ejemplares anuales. Con un precio que va a superar ligeramente los 430.000 euros del coupé —más extras—, ni James Bond ni Fernando Alonso van a tener que hacer cola para conseguir uno. Lo que a lo mejor sí ocurre es que compitan por matricular el primero.