Apple y Google abren un nuevo campo de batalla: el salpicadero de tu coche
Entregar la tarea de desarrollar el software a gigantes de la tecnología trae más ventajas que inconvenientes

Apple CarPlay Ultra en un Aston Martin.
Como diría un villano de James Bond, el mundo no es suficiente. O no al menos el mundo que viaja en nuestros bolsillos. Tampoco la idea es la de un malo de película, sino de Google y Apple, los fabricantes de los dos sistemas operativos que están instalados en los aproximadamente 7.420 millones de smartphones que existen en uso en todo el mundo.
Como en una lucha del bien y el mal, pero sin que haya un malo y un bueno, estas dos compañías casi vecinas, acaparan el 99% del espacio digital con el que se comunica todo el planeta. Como les parecía poco, han llevado esa guerra incruenta al salpicadero de nuestros coches.
La compañía de la manzana se adelantó por meses a su competencia, y en 2014 presentó el Apple CarPlay. El resultado era una prolongación de algunas habilidades de sus iPhone que se clonaban en la cada vez más habitual pantalla de los coches. En marzo de 2015, Google hizo lo propio con las aplicaciones de sus muy extendidos teléfonos con sistema operativo Android.
En ambas opciones, la sincronía con las llamadas de teléfono a través de los altavoces, o la reproducción de música de forma inalámbrica desde el dispositivo móvil eran las utilidades más populares. Sin embargo, Google dio una enorme zancada con el llamado Google Automotive, un sistema operativo capaz de ir más allá.
Se pasó de unas pocas aplicaciones a gestionar funciones esenciales del coche como la climatización, la posición de los asientos, o manejar ventanillas y puertas. A ello se le añadieron aplicaciones de infoentretenimiento avanzadas, como Google Maps, Spotify, YouTube Music. A esto se han añadido más recientemente videojuegos, órdenes por voz, o la cada día más omnipresente inteligencia artificial.
Apple se estaba quedando rezagada en esta asignatura, y si Google dio un paso enorme en su presencia sobre las cuatro ruedas, los de Cupertino acaban de lanzar su interpretación: Apple CarPlay Ultra. El rumor durante años es que la compañía que fundó el mítico Steve Jobs quería hacer un coche. El denominado Proyecto Titan hizo aguas y parece que la especialidad de la casa, el software, encontró un salvavidas.
Hace tres años, la firma dejó ver un adelanto, y desde entonces no ocurrió nada. Ahora lanzan de la mano de Aston Martin, y de momento solo en Estados Unidos y Canadá, no unas pocas aplicaciones, sino todo un sistema operativo, capaz de hacerse cargo de poco menos que manejar todo el coche, en todo lo que no sea la gestión dinámica.
De momento, el motor, la energía, o las suspensiones activas, si las hubiera, corren por cuenta del fabricante de cada coche. Todo lo demás, y que esté relacionado con sistemas de control digitalizables, pasará a estar manejado por Apple. Uno de los primeros en darle uso en el viejo continente bien podría ser el piloto Fernando Alonso, el propietario de Aston Martin más famoso del mundo, y usuario habitual de iPhone.

Aston Martin no serán los únicos. De manera progresiva, el sistema llegará a marcas como Hyundai, Kia, Audi, Ford, Honda, Infiniti, Jaguar, Land Rover, Mercedes-Benz, Nissan, Polestar, Porsche, Renault y Volvo. Todas ellas irán haciendo anuncios según vayan incorporando el software, dotado de actualizaciones OTA.
¿Y qué hace?
Si hasta ahora el Apple CarPlay era una opción dentro del menú, ahora se hará cargo de muchas cosas y cambiará, sobre todo, el aspecto general. Ultra se quedará con el espacio visible en las distintas pantallas, y se lanza con varios diseños con afección de diverso calibre. Las opciones van desde posibilidades minimalistas hasta tradicionales y, por supuesto, la presencia de Apple Maps en modo de pantalla completa.
Cada fabricante de automóviles podrá adaptar los parámetros genéricos hasta cierto punto, y los usuarios personalizarlos con cambio de colores o fondos de pantalla. Los menús podrán rehacerse, con la presencia de widgets a elegir, desde audio hasta mapas, presión de los neumáticos, ayudas al conductor y más.

Las únicas cosas que no han sido rediseñadas por Apple en la versión estadounidense son las advertencias sobre las luces de emergencia. Están estrictamente reguladas por las autoridades federales y han de atenerse a la legislación, algo que ocurrirá en otras latitudes de manera análoga. Incluso las alarmas, chivatos y ventanas emergentes aparecen con el lenguaje de diseño propio de los de la manzana.
Múltiples opciones de personalización
Por otro lado, si un usuario se siente atrevido, se podrá optar por un nuevo diseño que le resulte familiar a cualquiera que haya usado un Mac o haya conducido un Tesla. Se pueden mover las aplicaciones utilizadas recientemente y los controles climáticos a la parte inferior de la pantalla, donde se pueden mostrar cuatro aplicaciones en modo flotante.
Otras aplicaciones de nombre sencillo, como Clima o Radio, asoman con muy pocos toques; nada de menús enrevesados con utilidades recónditas. Al tocar la aplicación del climatizador, aparece un menú diseñado por Apple donde puede cambiar todos sus ajustes. Lo mismo para la aplicación que maneja la radio. No se tendrá que usar el software del fabricante de automóviles, y las perillas y botones físicos que posea todo modelo serán funcionales para con el sistema.
A pesar de semejante invasión visual de todo aquello a lo que alcance la mirada, los fabricantes de automóviles pueden optar por mantener parte del software personalizado. Queda espacio para interfaces dedicadas a equipos de sonido de alta gama, o asientos con masaje.
Un Mac sobre ruedas
Uno de los beneficios reside en que CarPlay Ultra se cargará de manera instantánea cuando se arranque el coche, mucho antes de que el teléfono se conecte. No hay que esperar ni cambiar repentinamente del software del fabricante de automóviles a CarPlay Ultra. Las demostraciones vistas son fluidas, eficientes, y dejan buen sabor de boca.
Sin embargo, no es todo de color de rosa. Hay marcas que no quieren ni oír hablar de este asunto, como General Motors, que prefieren diseñar sus propios sistemas y la clave: ser propietarios de sus datos. Muchos ven que las manos de las dos compañías, Google y Apple, no hacen más que estirar sus brazos un poco más allá en busca de una recolección de datos para uso privativo. La política de privacidad de Apple es muy rígida y durante años han hecho gala de ello. Esto no quiere decir que esos datos no vayan a ser usados, sino que no trascenderán a terceros.
Por el contrario, a los fabricantes occidentales esto de la electrónica, las interfaces, y los sistemas operativos ha sido un quebradero de cabeza horroroso, con graves problemas añadidos en un campo que no dominan. Entregarle el diseño y actualizaciones a un gigante de la tecnología, puede eliminar uno de sus baches más profundos, les permitiría concentrarse en otros asuntos, y tiempo habrá de recuperar ese espacio.
Donde hay quien ve una intromisión, otros ven una oportunidad; si es así, no es momento de dejarlas pasar. Y pocos dudan que el manejo de los teléfonos de Apple goza de una enorme aceptación. Ahora, muy probablemente, no acabemos tenido uno, sino dos; el segundo sobre ruedas.