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Se gasta tres millones en un hiperdeportivo y denuncia a la marca porque suena demasiado

Los ricos también lloran, pero se secan las lágrimas con pañuelos chapados en oro

Se gasta tres millones en un hiperdeportivo y denuncia a la marca porque suena demasiado

Un Aston Martin Valkyrie en Le Mans. | Javier Jimenez (Zuma Press)

Lo profetizaba la teleserie mexicana Los ricos también lloran. Porque ser creso tiene sus ventajas, pero es un estatus social que también alberga sus pegas. Una de ellas es padecer las deficiencias de un mundo imperfecto; lo mismo que todo el mundo, aunque con inconvenientes más caros.

La marca de deportivos Aston Martin es bien conocida por las espectaculares prestaciones de sus modelos. En gran medida se debe a unos motores de cubicaje infinito y que desarrollan una potencia que en caballos se cuenta por centenares, cuando no en miles. Uno de ellos es el Valkyrie.

Lanzado en 2022, su propulsor atmosférico de doce cilindros es capaz de entregar 1.160 CV. Este central energética catapulta al biplaza a una velocidad de 354 km/h y logra alcanzar los 100 km/h en 2,6 segundos; velocidades propias de un Fórmula 1. Este tipo de cifras se logran siempre a cambio de una cantidad equiparable: tres millones de euros.

Fueron los que desembolsó el anónimo propietario alemán de uno de los 275 Valkyries construidos desde su presentación. Pero no todo es perfecto en su personal paraíso. Tras tres años de uso y 441 kilómetros en su odómetro, protagonizó un incidente, del que culpa a un mal funcionamiento del vehículo. Es por ello que ha entablado una batalla legal contra la firma británica.

Aunque quiere quedar en el anonimato, el diario germano Handelsblatt que cuenta su historia, le presenta con el pseudónimo de Kunze. Este conductor denuncia que su coche está plagado de defectos, y uno en particular casi le provoca un accidente.

Uno de los mecanismos que posee por defecto para su uso habitual son unos auriculares, mitad protectores, y mitad de escucha externa. Por una parte, protegen ante el rugido del 12 cilindros alojado en su trasera, y por otro, una cadena de micrófonos externos proveen de conciencia sonora sobre el entorno circundante en orden de marcha.

El 24 de agosto de 2024, y según declaró Kunze, este sistema debió fallar y no pudo percibir la proximidad de una ambulancia que se acercaba con las sirenas encendidas. La habilidad del conductor de la clínica móvil evitó un a buen seguro costoso accidente, pero desde entonces, el propietario del Aston Martin no coge su coche por temor a que le vuelva a ocurrirle algo parecido.

Este no fue un problema aislado, sino que la cascada de quebraderos de cabeza comenzó con anterioridad, justo después de que se entregase el hipercoche. A días de su recepción, todas las luces del cuadro de instrumentos empezaron a parpadear sin causa aparente alguna, y con advertencias de diverso tipo.

Por otro lado, el sistema eléctrico falló, con ello se produjo un error en el llamado «Rocket Locker», un mecanismo que evita que la suspensión hidráulica se hunda cuando se corta la energía, lo que acabó dañando el automóvil. Es por ello que el bólido acabó encima de una grúa y en viaje hasta el concesionario para ser reparado. «Estoy harto de Aston Martin», dijo Kunze ante el tribunal regional de Aquisgrán, porque su Valkyrie tenía más defectos «que todos mis otros coches juntos», que a tenor de lo que pagó por el Valkyrie, debe poseer muchos.

Cuando ha pedido explicaciones a la marca, le expresaron que cuando el coche fue entregado, todo funcionaba perfectamente, y le mostraron una lista de comprobaciones que reflejaba que así era. Kunze desea que le devuelvan su dinero, y la marca no se ha negado. Pero le ha puesto una condicionante: deberá asumir la pérdida de valor por el uso, y reclaman una compensación de 55.000 euros.

Un paseo muy caro

Con esto ya sabemos lo que cuesta la devaluación por uso del biplaza: 124,71 euros por kilómetro, una cifra que el conductor se niega a asumir, de ahí que el asunto haya acabado en los tribunales. Aston Martin se escuda en que cualquier diatriba deberá ser litigada en los juzgados británicos, tal y como expone el contrato de compraventa.

Otro que tampoco va a disfrutar demasiado de un coche único es el hijo de Miles Guo. Es bastante probable que este nombre no diga nada, pero es el número 73 en la lista de ricos en China. No fue un Aston Martin, sino un Pagani Zonda el que encargó en 2016. Pagani construye medio centenar de coches cada doce meses, y su precio tiende a incrementarse cada año; de hecho, son los deportivos que más se revalorizan con el paso del tiempo debido a su grado de exclusividad.

Si los Zonda «normales» ya son escasos y exclusivos, en 2012 lanzaron una versión extrema denominada Zonda 760. Fue una personalización hecha a medida muy para un cliente, al que se conocía en la factoría como «La Bestia». Solo se hicieron cinco unidades con estas características, y una de ellas fue propiedad del piloto Lewis Hamilton.

Exclusivo, muy exclusivo, el más exclusivo

Cuando se presentó, muchos propietarios del Zonda «normal» contactaron con la marca para que les rehicieran sus coches y adquiriesen sus formas y prestaciones. Uno de ellos fue Guo, que tras un importante desembolso recibió una pieza única denominada Zonda Mileson, «el hijo de Miles».

Fue visto con frecuencia en las calles de Londres entre 2017 y 2018, y ahora ha terminado en la sala de exposición de F1rst Motors en Dubai. No está claro si está a la venta, pero se encuentra en exposición como la pieza del museo que es. La razón es que Guo no podrá disfrutarlo.

La causa es que la justicia le recetará en septiembre lo que puede acabar siendo un largo periodo entre rejas. Guo Jr. se ha enfrentado a una serie de problemas legales en los últimos años, y entre ellos, una condena en Estados Unidos por su participación en un fraude de más de mil millones de dólares. Probablemente, el coche siga siendo suyo; el problema es que la carretera por la que podría conducirlo sería solo en una celda de 2 x 3, o el patio de la prisión.

Ruidos sí, por favor

Los que tienen un problema con el ruido son los de Ferrari, pero no por su exceso, sino por su defecto. En una política alineada con las regulaciones imperantes, la marca del cavallino rampante tiene previsto lanzar su primer coche 100 % eléctrico el año próximo. El lanzamiento tiene fecha prevista en la primavera de 2026, pero algo inesperado parece estar ocurriendo en el seno de Maranello.

Este acaecer consiste en que ese primer modelo, el Elettrica, iba a ir acompañado de un hermano exento de tubo de escape a finales de año, pero es algo que ya no va a ocurrir. Es moneda común que Ferrari venda gran parte de su producción antes incluso de ser puesta sobre el asfalto, lo que les da una proyección bastante certera del grado de aceptación antes incluso de matricular el primero.

Ferrari tiene, o al menos tenía previsto, vender entre cinco y seis mil unidades del modelo sin motor de combustión en un periodo de vida de cinco años. Se conoce que el libro de pedidos es inferior a lo estimado, porque han anunciado que el segundo modelo 100 % eléctrico verá retrasado su lanzamiento en al menos dos años; pasará de 2026 a 2028.

Si bien los eléctricos más accesibles están reflejando una aceptación lenta aunque en aumento paulatino en todos los mercados, los deportivos de marcas tradicionales no están encontrando ni de lejos esas cuotas. Si eliminamos de la ecuación los eléctricos chinos, hay ejemplos palmarios.

Eléctricos para ricos, menos

Porsche ha reducido las ventas de su Taycan a la mitad en 2024 con respecto al ejercicio anterior. Los todoterrenos Mercedes G-Klass eléctricos acumulan polvo en los concesionarios, mientras que hay poco menos que lista de espera para conseguir uno de combustión. El delirante Rimac Nevera y su gemelo de Pininfarina, no han conseguido colocar las 150 únicas unidades que tenían previstas a pesar de lo espectacular del biplaza. No solo eso, sino que Maserati congeló el desarrollo de su MC20 eléctrico. En Aston Martin afirman que sus clientes no quieren ni oír hablar de coches eléctricos, y Lamborghini ha ralentizado el avance de su Lanzador a batería.

El Elettrica de Ferrari, codiseñado por Johnny Ive, el padre del aspecto de la mayoría de los dispositivos que hicieron a Apple la empresa más valorada del planeta durante años, no ha cambiado de planes, pero sí la compañía. Todo indica que al contrario que Rolls-Royce con su Spectre eléctrico, agotado antes de salir de su factoría la primera unidad, los verdaderamente ricos no quieren hipercoches silenciosos.

El precio del sonido

Cuando alguien desembolsa el medio millón de euros que se calcula costará un Ferrari Elettrica, quiere ser precedido por el trueno rodante que emana de la sinfonía de pistones que hay bajo su capó. En Maranello han trabajado mucho alrededor del sonido, pero si el caballo no relincha, no es un caballo.

O esto piensan los más afortunados, a menos que seas alemán y te llames Kunze, que ya encontrarás la pega por alguna parte. Son las tribulaciones habituales por las que pasan los millonarios, que como ricos que son, se secan las lágrimas con pañuelos chapados en oro.

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