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DS Nº 8, el coche por el que se van a pelear Brigitte y Emmanuel Macron

Pesa más de 2.000 kilos y se conduce como un deportivo, aunque su principal baza es la comodidad

DS Nº 8, el coche por el que se van a pelear Brigitte y Emmanuel Macron

El nuevo coche oficial de Emmanuel Macron, el DS Nº 8.

El pasado 8 de mayo, los Campos Elíseos de París detuvieron su ritmo normal. El tráfico habitual desapareció para facilitar una ceremonia protocolaria repleta de pompa en conmemoración del fin de la Segunda Guerra Mundial en ese mismo día de 1945. Uno de los momentos álgidos del acto fue el paso del presidente Emmanuel Macron a bordo de un coche descubierto. Por primera vez en la historia no sonaba: era eléctrico.

Los franceses llevan lo revolucionario en su ADN. De su mano nos llegaron la Torre Eiffel, las novelas de Julio Verne, el 2CV, o el Concorde. Y de alguna manera, los gestores de una de las marcas señeras de la automoción francesa convencieron al presidente de la república para subirse en un coche eléctrico. El elegido fue el DS Nº 8, el llamado a abanderar a la industria francesa del automóvil como tope de gama de sus topes de gamas.

Emmanuel Macron dispone de diversos modelos de coche para su uso institucional, y la regla no escrita es que siempre atiendan a las marcas patrias, como Citröen, Renault, o DS. Esta última se ha ganado su aprecio especial de un tiempo a esta parte, y los consideran «algo especial». Tampoco el DS que llevó el presidente galo era un DS normal; de hecho, ni siquiera está la venta: es una pieza única a pesar de parecer relativamente normal.

Basado en el nuevo modelo Nº 8, posee acabados personalizados y está abierto por arriba, para que Macron pueda saludar a sus ciudadanos; algo de lo que no podrán disfrutar sus «compradores normales». Tampoco su nombre es vulgar. No es que tenga unas letras y una cifra numérica, como hacen otras marcas, sino que se denomina así como los perfumes de Chanel, una letra representativa del vocablo «número», y una cifra. Tras el exitoso Nº 4, y el interesante Nº 7, ahora llega el 8.

La industria automotriz francesa siempre ha creado buenos coches, pero rara vez modelos de referencia en la gama prémium. De ahí que el deseo de DS sea hacerse un hueco entre ese territorio que dominan las firmas alemanas. Para enfrentarse a ellos, ofrecen un producto equiparable, con acabados realmente buenos, mucha originalidad y unas líneas que le separan del resto de sus compañeros de trayecto. Cuando uno ve un DS Nº 8 lo reconoce al instante, cosa que es cada día más difícil en el populoso segmento de los SUV, que son casi todos iguales.

No es exactamente un SUV, sino la tendencia a la que está rotando poco a poco el mercado: los crossovers. Coches de cierta altura, que suben más allá de donde lo hacen las berlinas, pero más bajitos que los todocaminos al uso, y con una zaga caída que les dota de un cierto espíritu deportivo.

Esto es justo lo que se consigue con la versión más poderosa, la de las cuatro ruedas motrices, con un verdadero ejercicio de deportividad. A pesar de sus más de 2.100 kilos, se mueve con una agilidad propia de un coche de 600 kilos menos, y acelera como un cohete a la más mínima insinuación del acelerador.

Comodidad ante todo

Los ingenieros de DS se han concentrado en el confort. Confort de marcha, confort térmico, confort sonoro, y confort en orden de marcha. Si el más potente sí que tiene alma deportiva, las otras dos versiones carecen de ese mordiente, en beneficio de la buscada comodidad.

Tiene tres versiones mecánicas: una básica con tracción delantera y un solo motor eléctrico, una intermedia con mejor equipamiento, y una superior con doble motor y tracción total. Esta última es una bestia de la aceleración: se planta de 0 a 100 km/h en poco más de 4,2 segundos, aunque lo hace sin estruendo, sin drama. Como si no quisiera molestar.

La batería es generosa: 98 kWh de capacidad útil (102 brutos), lo que le permite homologar hasta 750 kilómetros en ciclo WLTP. En condiciones reales, esa cifra baja, pero no demasiado: hay versiones que superan los 540 km reales, una proeza para un coche de su peso y categoría. Y lo más interesante: consumos de apenas 18 kWh/100 km en autopista, si se tiene el pie fino. Muy pocos rivales de su tamaño –y menos con este nivel de lujo– pueden decir lo mismo.

Adiós a los SUV

Enmarcado en el segmento de «coches de cinco metros» gracias a sus 4,82 metros de longitud, disfruta de las líneas que están llamadas a desplazar a los omnipresentes SUV, al tiempo que ofrece la mayor autonomía de todo el mercado en su espacio. Diseñado en Francia, y construido en Italia, disfruta de una plataforma específica, se enfrenta a contrincantes como el Tesla Y, el BMW i4, el Audi, Q5, el Mercedes EQ, y los supera a todos.

Por fuera, el DS Nº 8 no intenta parecer alemán. No lo necesita. Tiene una silueta muy única y reconocible, algo rarísimo en el panorama actual, donde todos los coches parecen diseñados por el mismo algoritmo. Faros afilados, una firma lumínica que recuerda a los colmillos de un felino, y una trasera descendente con aire deportivo. Y sí, llantas desde 19 y hasta 21 pulgadas, que le quedan como un anillo hecho por Cartier.

Por dentro, la historia se repite: materiales nobles, combinación de texturas, tapizados artesanales, y un volante en forma de X, pequeño, peculiar, pero altamente funcional. Nada es casual. Todo parece diseñado para ser acariciado. Desde los asientos con sujeción lateral que impiden que te deslices en curvas como albóndiga en sartén de teflón, hasta las molduras metálicas pulidas que reflejan la luz del exterior como en un estudio de arquitectura. Los agujeros practicados en la chapa de aluminio que cubren los altavoces son tan finos y delicados que están hechos con láser.

Se conduce como un deportivo

El resultado es un interior donde se puede viajar durante horas sin fatiga. Con un centro de gravedad bajo, y suspensiones activas en la versión más alta –que se notan bastante a la hora de traccionar y acelerar–, desarrolla una gestión de las inercias que sorprende: se siente ágil pese a su tamaño. No hay esa sensación de mueble con ruedas que transmiten otros SUV grandes.

Aquí todo está afinado para dotarse de un movimiento elegante. La suspensión adaptativa lee el firme con un escáner situado muy cerca del retrovisor central, y anticipa el comportamiento del coche. Tenerlo cuesta más, pero aporta mucho, como pudo comprobar THE OBJECTIVE en las pruebas organizadas por la marca en Suiza.

El DS Nº 8 parte desde los 60.000 euros, pero las versiones más completas –las que realmente hacen justicia a su nombre– se acercan o incluso superan los 85.000 euros. No es barato. Pero tampoco pretende serlo. No compite con el Megane E-Tech ni con el ID.4., sino que va más allá y planta cara al Mercedes CLA eléctrico, al BMW i4, al Audi Q6 e-tron y, cómo no, al omnipresente Tesla Model Y Performance.

Y lo hace con argumentos sólidos: más autonomía, mejor confort acústico, y un diseño diferenciador. Bien podría decirse que se sitúa en la zona media de costes de su segmento, mientras que aporta el refinamiento de los mejores, y la autonomía que no alcanza ninguno.

Alguien tiene que sujetar la bandera

En el famoso lienzo de Eugène Delacroix, La Libertad guiando al pueblo, la figura femenina de Marianne –símbolo de la República– avanza con la bandera en una mano y un fusil en la otra. Ahora mismo, sin duda el DS Nº 8 recibe el testigo de Marianne, que sujeta la bandera de la industria automotriz francesa como su modelo más rimbombante. Seguramente va a haber jaleo antes de salir a dar una vuelta con el DS presidencial; tanto Brigitte como Emmanuel van a querer conducirlo. Se avecina tormenta en casa de los Macron.

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