Renault Austral, el SUV palentino que deja contentos a todos y busca diferenciarse
El refrescado Austral es el abanderado del nuevo lenguaje visual de la marca francesa

Nuevo Renault Austral.
Se llama Waipawa. Está en Nueva Zelanda, y es una ciudad que está al otro lado del planeta, justo en las antípodas de la fábrica de Renault de Palencia. Si se da un paseo por sus calles, se pueden ver Mitsubishis, Cupras, Fords y algún que otro Renault. Lo que no se ve es ningún Austral, y es una lástima, porque sería un coche perfecto allí. Igual que lo es, al menos, para los 200.000 usuarios que le pusieron matrícula desde que se presentó.
Aunque tiene un nombre que nos remite a aquellas latitudes, donde triunfa este modelo es aquí; allí no se comercializa. El Austral, fabricado exclusivamente en Palencia, guerrea en el populoso segmento de los SUV de tamaño medio, y no es fácil. Para no perder pie, ha sido sometido en fechas recientes a una revisión, el típico lavado de cara de mitad de vida, y pocas veces se ha podido observar un refresco de semejante calibre. Lo habitual es retocar las llantas, perfilar algún faro, añadir un color a la paleta y muy poco más. Pero Renault ha hecho algo más con el Austral.
En lugar de aplicar un lifting discreto, ha optado por reconfigurar su SUV compacto para que encaje en el nuevo esquema visual de la marca. Porque este coche, hasta ahora, representaba una época que ya se ha cerrado. El Austral fue uno de los últimos modelos paridos antes de la llegada de Gilles Vidal al departamento de diseño del grupo galo —del que se marchará en breve— y estaba perdiendo pie frente a las andanadas externas.
En su vida previa dejó una firma luminosa inconfundible: la llamada lágrima, esa luz diurna que descendía desde el faro hasta el paragolpes. Fue una decisión estilística que marcó una etapa. Pero, en la nueva dirección estética, esa característica ha sido eliminada. Desapareció en el Clio, también en el Captur, y el renovado Austral se despide de ella de la misma manera. Solo la mantiene el Arkana, pero la guadaña llegará a visitarla; es cuestión de tiempo.
La transformación estética del Austral se advierte en cada esquina, pero con especial incidencia en el frontal, que ha sido completamente rediseñado. Las formas redondeadas ceden paso a líneas más angulosas, decididas, incluso agresivas. El capó cambia de diseño, algo que no suele tocarse en este tipo de revisiones por coste y complejidad industrial. La parrilla crece en volumen y articula una trama de rombos que se abren hacia los lados que integran el nuevo logo en una superficie continua.
Los faros, redibujados, afinan su presencia con una nueva firma lumínica. Medios rombos que asoman como marca de identidad, y luz como discurso visual. El Austral adquiere un aspecto… más ambicioso. Renault quiere que su coche se vea distinto, pero no solo de frente, sino también desde los laterales, donde se ha trabajado en la aerodinámica de los retrovisores y en la oferta de llantas, ahora con hasta 20 pulgadas.
En la parte trasera, los pilotos abandonan aquella forma que descendía hasta el paragolpes y adoptan un diseño más sobrio. También desaparece la controvertida letra «E» en la nomenclatura del modelo. Ya no es «Austral-E», sino Austral a secas, con la insignia E-Tech como único rastro de electrificación.
Interior: cambios sutiles, pero medidos
Dentro del habitáculo, el neozelandés de pasaporte español se muestra más conservador. La arquitectura general no cambia. Se mantienen la doble pantalla en disposición vertical, el mismo diseño de volante y la consola central con reposabrazos deslizante que oculta un cofre. Pero hay novedades: los asientos son nuevos, con más sujeción lateral y mejor apoyo para la cadera, detalles que en un SUV familiar pueden parecer secundarios, pero que en la práctica mejoran la experiencia de conducción.
La palanca de cambios ha sido reubicada. Ahora se aleja de la maneta de los limpiaparabrisas, lo que evita confusiones. Los acabados Spirit Alpine incorporan asientos calefactados, eléctricos, tapicería en Alcántara, pedales metálicos y una bordada letra «A» en los respaldos. En las versiones más accesibles, los tejidos incluyen hasta un 98 % de materiales reciclados, una cifra más que simbólica que se alinea con el discurso de la marca que apunta hacia una contundente sostenibilidad.
Donde sí se notan los avances es en el equipamiento tecnológico. El Austral introduce un sistema de reconocimiento facial que identifica al conductor, ajusta el asiento, los retrovisores y personaliza el perfil del sistema OpenR Link con los servicios de Google. Es un detalle más cercano a la experiencia prémium que al segmento generalista. La instrumentación mantiene las 12 pulgadas y la pantalla central oscila entre las 9 del acabado Evolution y las 12,3 de los Techno y Spirit Alpine. Se puede añadir un head-up display de 9 pulgadas como opción, y todo funciona con una fluidez notable.
La vida a bordo se tecnifica un poco más
Las plazas traseras se benefician de una banqueta deslizante en 16 centímetros, reclinable en tres posiciones. Ofrece una modularidad útil, aunque el sistema requiere cierta fuerza. La altura al techo sigue siendo generosa incluso con el techo panorámico. Y el maletero mantiene su capacidad: 555 litros en el híbrido ligero y 527 en el full hybrid. No rompe récords, pero tampoco se queda corto. Se puede abatir la segunda fila desde el maletero mediante unos tiradores que permiten ampliar aún más el espacio.
Los materiales del interior, sin llegar al nivel de los SUV de marcas prémium, tienen un tacto correcto. Algunas superficies duras contrastan con zonas acolchadas, y se aprecia un salto en la calidad percibida respecto a modelos anteriores. La posición de conducción es buena, con reglajes amplios y un asiento que en versiones superiores puede memorizar hasta tres configuraciones. La tarjeta que sirve de llave sigue ahí, ese clásico de Renault que empieza a sentirse superado en esta era de accesos con tarjetas, teléfonos móviles y hasta sistemas biométricos.
Dinámica más pulida, misma filosofía híbrida
El motor estrella sigue siendo el full hybrid de 200 CV, una solución técnica que combina un motor 1.2 tricilíndrico de gasolina con dos motores eléctricos. La batería, de tamaño contenido, se mantiene siempre por encima del 50 % de carga gracias a un sistema de regeneración especialmente eficaz. El conductor no tiene que intervenir: no hay botones, ni modos, ni opciones de forzar el modo eléctrico. Solo las levas del volante permiten ajustar el nivel de frenado regenerativo.
El sistema de transmisión, que antes pecaba de cierta brusquedad, ha sido retocado. Los tirones al cambiar de marcha han desaparecido en gran parte, y la respuesta ahora resulta más lineal. El conjunto no permite intervención manual, pero sí transmite una sensación de mayor control. La versión de 160 CV, híbrido ligero con cambio CVT, sigue estando disponible, aunque representa solo el 20 % de las ventas. Su consumo es mayor —6,2 l/100 km frente a los 4,7 del híbrido completo— y carece de algunos refinamientos clave propios de acabados superiores.
En cuanto a comportamiento, el Austral de 200 CV gana con claridad gracias a su eje trasero multibrazo y a la dirección a las cuatro ruedas. Este sistema permite girar las ruedas traseras hasta 5 grados en sentido contrario a baja velocidad, lo que reduce el radio de giro a 10,4 metros. En curvas rápidas, giran hasta un grado en el mismo sentido, lo que aporta estabilidad. El resultado es un coche ágil en ciudad, con una pisada firme en carretera y una respuesta progresiva. La suspensión, revisada, mejora el filtrado de baches sin comprometer el dinamismo.
El aislamiento acústico ha sido otro de los focos de mejora. Se han añadido materiales fonoabsorbentes, juntas nuevas, un parabrisas más grueso y retrovisores rediseñados para reducir el ruido del viento. El resultado es un coche más silencioso, sobre todo cuando circula en modo eléctrico, y que transmite una sensación de calidad más lograda.
Precios altos, aunque algo más justificados
El híbrido ligero de 160 CV parte desde los 33.520 euros en acabado Evolution, mientras que el Techno asciende a 37.520. El híbrido de 200 comienza en 38.420 euros y escala hasta los 43.230 del Spirit Alpine, aunque la marca aplica descuentos que pueden rondar los 2.000 euros. Aun así, sigue siendo una tarifa exigente en un segmento cada vez más competitivo, con rivales como el Volkswagen Tiguan, el Kia Sportage o el nuevo Peugeot 3008.
El refrescado Austral ya no es el heredero de un lenguaje antiguo, sino el abanderado de una nueva etapa. Renault no se ha limitado a actualizar su SUV compacto: lo ha reposicionado. Ha ajustado el diseño, ha mejorado el confort, ha pulido la dinámica y ha reforzado su propuesta tecnológica. No es un coche nuevo, pero lo parece. En un mercado saturado de lo mismo, el Austral ha optado por crear su propio camino, y cuando se ve, se reconoce con rapidez. O haces algo de esto, o serás uno más, aquí y en Waipawa.