Citroën impone racionalidad frente a los exotismos chinos en su nuevo C5 Aircross
La segunda generación del modelo quiere ser el vehículo que se una a su tradición de coches icónicos

Citroën C5 Aircross. | Citroën
Citroën siempre ha tenido un coche de referencia para todos. Modelos como el 2CV, el DS «tiburón», el GS, más tarde el BX, o en fechas más recientes el Xsara Picasso, marcaron tendencia, hicieron historia y señalaron a la firma de los dos chevrones como poseedora de un algo especial. El nuevo Citroën C5 Aircross está llamado a ser uno de los que formen parte de esta singular estantería.
El C5 Aircross no es un modelo nuevo, sino la segunda generación de un vehículo que se ha vendido muy bien y ahora quiere plantar cara al resto de contendientes en uno de los segmentos más disputados del mercado: los SUV medianos tirando a grandes. El mercado convulsiona y los galos levantan la voz frente a la oleada de SUV chinos que se unen a los sospechosos habituales, que amenazan con asaltar el podio. Citroën responde con un coche más grande, más racional, más digital y con más argumentos de conducción de los que muchos se atreverían a suponer.
El primer vistazo al nuevo C5 Aircross confirma que ya no estamos ante aquel SUV de formas redondeadas y carácter amable que inauguró la saga. Los diseñadores de Citroën han afinado su silueta con trazos más tensos y proporciones más musculadas. Ahora mide 4,65 metros de largo, lo que supone un crecimiento de 15 centímetros respecto a su predecesor, y se apoya sobre una plataforma STLA Medium que comparte con el Opel Grandland o el Peugeot 3008. En el frontal desaparece la parrilla de lamas horizontales para dejar paso a un capó más bajo, surcado por una banda negra continua que integra el nuevo emblema de la marca. La firma lumínica, de tres puntos, acentúa la anchura del coche y le da cierto toque de distinción.
Las llantas, ahora de hasta 20 pulgadas, no solo decoran, sino que trabajan: su diseño modular mejora la aerodinámica y refrigera los frenos. Los pasos de rueda, las protecciones de bajos y el pliegue lateral que recorre toda la carrocería refuerzan un lenguaje más técnico. En la trasera, los pilotos flotantes con forma de ala —bautizados como «Light Wings»— y un portón vertical rematan una zaga que adquiere un aspecto robusto. El nuevo C5 Aircross acentúa el bauhausiano equilibrio entre forma y función.
Pero es al abrir la puerta cuando se percibe el verdadero salto generacional. Lo llaman «C-Zen Lounge» y, en efecto, el habitáculo transmite calma difícil. El salpicadero, dispuesto en dos niveles horizontales, te conduce mentalmente más a un sofá escandinavo que a un coche. Está revestido en materiales textiles que, aunque no siempre disimulan el plástico duro que domina en muchas zonas, consiguen una atmósfera acogedora y homogénea. Hay mucha luz natural, cierto orden visual y una clara intención de simplificar sin empobrecer. El nuevo volante ovalado, los aireadores integrados y el Head-Up Display de gran formato refuerzan una sensación de coche bien pensado.
Los asientos ya eran uno de los puntos fuertes de la marca y dan ahora otro paso adelante. En la versión superior ofrecen ajuste eléctrico de diez posiciones, calefacción, ventilación y hasta cinco programas de masaje. Son mullidos, pero ahora también recogen mejor el cuerpo. En la parte trasera, los respaldos son reclinables entre 21 y 33 grados, y la banqueta, aunque ya no es de tres módulos individuales como en la generación anterior, conserva una calidad notable. Lo que se pierde en modularidad se gana en espacio: hay cinco centímetros más para las rodillas y siete más para la cabeza.
En términos de conectividad, el nuevo C5 Aircross tampoco se queda atrás. Cuenta con una instrumentación digital de 10 pulgadas y una pantalla central vertical de 13, que parece caer en cascada desde el salpicadero. Es rápida, personalizable y mantiene zonas fijas para controlar el climatizador, aunque los controles táctiles sustituyen a los físicos, lo que no es del gusto de todos. Integra Apple CarPlay y Android Auto inalámbricos, permite conectar dos móviles simultáneamente y, como novedad, incorpora ChatGPT dentro del asistente de voz «Hola Citroën», que entiende lenguaje hablado —denominado por muchos «lenguaje natural»— para funciones básicas como navegación, llamadas o climatización.
Al volante, seriedad
Pero todo eso, lo realmente valioso, se pone a prueba cuando giramos la llave y el coche echa a rodar. El nuevo C5 Aircross ha hecho los deberes en este campo. En su versión 100% eléctrica, el silencio de marcha es inmediato, pero también lo es la manera en que filtra los baches. La suspensión con topes hidráulicos progresivos, una marca de la casa, ha sido revisada y optimizada. El resultado es un coche que absorbe las irregularidades del asfalto con una elegancia impropia de un SUV de este tamaño. No hay balanceos incómodos, no hay rebotes descontrolados. Incluso en carreteras secundarias mal asfaltadas, el coche se mantiene sereno sin renunciar a una dirección precisa que, aunque no transmite demasiado, sí permite llevar un ritmo vivo sin esfuerzo.
La experiencia de conducción se ve reforzada por una postura al volante que ha mejorado. El asiento puede bajarse más que antes, lo que permite una posición casi de berlina. El volante, ovalado y más compacto, está mejor integrado y los pedales están colocados con criterio. La visibilidad es buena, tanto hacia delante como hacia los laterales, y los espejos —ahora con cámaras 360º en algunos acabados— contribuyen a una sensación de control constante.
Mucha opción híbrida y sin diesel
Las mecánicas disponibles ofrecen muchas opciones. Como acceso, encontramos el Hybrid 145, un sistema microhíbrido de 48 V que combina un motor tricilíndrico 1.2 al que se añade un pequeño propulsor eléctrico de 28 caballos. No es brillante en prestaciones, pero sí suave y sorprendentemente eficiente, en especial en ciudad, donde puede circular hasta la mitad del tiempo en modo eléctrico. Le sigue el Hybrid Rechargeable 195, con una batería de 21 kWh y una autonomía eléctrica de hasta 100 km en ciudad. La tracción es delantera y el conjunto se maneja con naturalidad, aunque la recarga sigue limitada a 7,4 kW en conexión de corriente alterna.
Las versiones 100% eléctricas son las que realmente apuntan a los rivales chinos. Habrá dos: una de 213 caballos con batería de 73 kWh y otra de 230 caballos con 97 kWh en su acumulador. Esta última promete hasta 680 km de autonomía homologada. Y aquí es donde el Citroën empieza a hablar en voz alta. Con carga rápida hasta 160 kW, bomba de calor y planificador de rutas inteligente, la variante eléctrica no se queda atrás frente a propuestas como el BYD Seal o el MG HS. Además, a partir de 2026 contará con carga bidireccional (V2L), un añadido muy solicitado en el ecosistema eléctrico europeo.
Menos originalidades, más realidades
Este nuevo C5 Aircross es sensato, cómodo, espacioso y tecnológicamente solvente. Pero también ha perdido parte del alma excéntrica que una vez definió a la marca. No hay detalles originales y pintones, y se nota que Stellantis ha apostado por una estandarización que prioriza la rentabilidad sobre el atrevimiento. Puede que haya quien piense que es un adocenamiento, pero si es lo que el público pide, lo obvio es dárselo.
Puede que no sea el coche más apasionante, pero sí uno de los más equilibrados de su clase. En tiempos convulsos, la sensatez puede ser revolucionaria, y eso, en el fondo, es lo que representa el nuevo Citroën C5 Aircross 2026: una revolución silenciosa. Si es un gran heredero en la línea sucesoria de coches icónicos, solo el tiempo lo dirá.