The Objective
Motor

BYD Seal 6 DM-i: el regreso del coche sensato, con más de 1.500 km de autonomía

El modelo chino recupera el valor de la berlina familiar con argumentos de peso

BYD Seal 6 DM-i: el regreso del coche sensato, con más de 1.500 km de autonomía

BYD Seal 6 DM-i. | BYD

No estaba muerta, sino de parranda. Ocurre que la música se toca ahora con instrumentos chinos. De un tiempo a esta parte, sedanes y berlinas andan de capa caída, fagocitados por los monovolúmenes y, más tarde, arrasados por los SUV. Pero, aunque haya marcas que los han enterrado, llegan desde Oriente fórmulas sensatas que reivindican la sensatez y el valor del coche familiar de toda la vida. Un ejemplo es el BYD Seal 6 DM-i.

Durante años, la silueta de un sedán marcaba el ideal del coche familiar. Una forma alargada, equilibrada, con maletero independiente, espacio suficiente y un aura de elegancia contenida. Pero algo cambió. En un paisaje colonizado por carrocerías sobreelevadas, BYD ha hecho algo casi revolucionario: apostar por una berlina. El nuevo Seal 6 DM-i no llega para abrir debates sobre el futuro del automóvil, sino que aterriza con algo más contundente: argumentos.

El Seal 6 no pretende impresionar. Su diseño responde a una lógica funcional que ha sido muchas veces despreciada por un mercado enamorado del exceso y la pose. Con 4,84 metros de longitud y una distancia entre ejes de 2,79, se posiciona en el segmento D con aplomo.

La marca llama a sus líneas maestras «Ocean Design», un término que apunta a fluidez y limpieza, y que se traduce en una carrocería sin voladizos absurdos ni líneas estridentes. En el frontal destaca una parrilla cerrada, con un grupo de ópticas afiladas y detalles cromados que dan forma a un conjunto que parece más pensado que inspirado. Este chino apuesta por la sobriedad.

Donde muchos recurren al formato fastback para presumir de maletero, el Seal 6 mantiene una solución tradicional. El volumen de carga asciende a 491 litros en la berlina y 500 en el familiar Touring, aunque con los asientos traseros abatidos, la ranchera puede alcanzar los 1.535 litros. La versión familiar –la primera de la marca con esta carrocería en Europa– ofrece una boca de carga más amplia, mayor altura útil y un portón eléctrico de serie.

El interior sigue el mismo guion: orden, lógica y calidad bien medida. El diseño del habitáculo evita los excesos y elementos de cara a la galería. Todo responde a una idea clara de funcionalidad. En el centro, una pantalla de infoentretenimiento que puede ser de 12,8 o 15,6 pulgadas –según acabado–. Lo más interesante es que, pese a su tamaño, la pantalla no eclipsa los controles esenciales. Hay botones físicos, a los que acompaña un cargador inalámbrico de 50 W con refrigeración forzada.

Los materiales se sitúan en una zona intermedia, entre lo noble y lo más mundano del plástico hueco. El cuero vegano de los asientos transmite buena presencia, el ensamblaje general es firme y la percepción de calidad está por encima de lo que suele ofrecer el rango de precios donde se mueve este coche. Los asientos eléctricos son realmente buenos, con ventilación y calefacción. Hay salidas de aire en la zona trasera, puertos USB-C repartidos con sensatez, reposabrazos con portavasos y perchas tras las puertas. Todo está donde debe.

En la parte mecánica es donde el Seal 6 justifica buena parte de su propuesta. La denominación DM-i responde a la tecnología Dual Mode, un sistema de propulsión híbrida enchufable que actúa como si fuera un eléctrico con extensor de autonomía. Toda la gama gira en torno a un motor térmico 1.5 de gasolina atmosférico –nada de turbos, que encarecen y complican–, basado en el ciclo Atkinson. Aporta 98 caballos y se hace acompañar de uno o dos motores eléctricos según versión, y por baterías de diferente capacidad.

La versión Boost se sitúa como puerta de entrada a la gama, con una batería de 10,08 kilovatios hora, una potencia combinada de 184 caballos y una autonomía eléctrica homologada de 55 kilómetros. Le sigue la Comfort Lite, con unos más ambiciosos 212 caballos, batería de 19 kilovatios hora y hasta 100 kilómetros de rango eléctrico en el Touring. Y, como tope de gama, la Comfort, también con 212 caballos, que estira su autonomía eléctrica hasta los 105 kilómetros en la berlina. En ciclo combinado, la autonomía total puede alcanzar unos impactantes 1.505 kilómetros con el depósito lleno y la batería cargada hasta arriba, lo que permite afrontar largos viajes sin ansiedad ni necesidad de planificar paradas electrificantes.

Consumos de utilitario

Los consumos, por su parte, sorprenden. En modo híbrido se sitúan entre los 4,4 y 5 litros cada 100 kilómetros, según la versión. En condiciones reales, el Seal 6 puede recorrer más de 80 kilómetros en ciudad sin necesidad de activar el motor térmico, una cifra que convierte la movilidad eléctrica diaria en algo rutinario. No hay heroicidad en estos números, solo una ingeniería que ha encontrado el punto de equilibrio.

En carretera, el comportamiento confirma esa voluntad de coche cargado de sentido común en su maletero. No hay pretensiones deportivas, pero sí una pisada notable. El centro de gravedad bajo, la suspensión de esquema MacPherson delante y multibrazo detrás, y un peso relativamente contenido –entre 1.665 y 1.805 kilos– colaboran para ofrecer una conducción estable, predecible y confortable. La dirección, precisa sin ser directa, responde bien a lo que se espera de un coche orientado al uso familiar. Incluso la frenada, a menudo punto conflictivo en los enchufables por la transición entre regeneración y frenada cinética a base de morder sus discos, se muestra progresiva y natural.

En la mayoría de las circunstancias de uso, la conducción en modo eléctrico se acaba imponiendo. El motor térmico permanece en segundo plano y solo se activa en aceleraciones intensas o cuando la batería baja del umbral mínimo. En ningún caso interrumpe el confort general. Incluso al pasar al modo Sport, las reacciones son suaves, pensadas para conservar el agrado de uso. El sonido del propulsor, cuando aparece, no invade ni molesta. Es un coche que no invita al exceso, sino al desplazamiento calmado.

Y mucho espacio trasero

Las plazas traseras cumplen con lo que prometen. Hay espacio para piernas, aunque la berlina penaliza ligeramente en altura. La ranchera, gracias a su techo algo más elevado, mitiga esa sensación. La postura en ambos casos obliga a subir ligeramente las rodillas, pero no compromete el confort general. De nuevo, se nota una atención al detalle que no busca el efecto, sino la funcionalidad. Se viaja bien. Y eso, en un familiar, debería ser lo único que importe.

En cuanto al equipamiento, el Seal 6 juega en terreno propio. La versión Boost incluye pintura metalizada, faros LED, cámara trasera, sensores de aparcamiento, llantas de aleación, asientos eléctricos, climatizador automático y compatibilidad inalámbrica con Android Auto. Las versiones Comfort y Comfort Lite suman la pantalla rotatoria típica de la marca con un tamaño de 15,6 pulgadas, techo solar panorámico, sistema de audio mejorado, volante calefactado, iluminación ambiental, cámara 360 y retrovisores con luces de cortesía. También incluye la función V2L, capaz de alimentar dispositivos externos con hasta 3,3 kW de potencia.

El capítulo de seguridad tampoco se queda corto. Siete airbags, control de crucero adaptativo, asistencia de mantenimiento de carril, frenado automático de emergencia, aviso de colisión, alerta de tráfico cruzado trasero, detección de fatiga y cámara de visión 360 forman parte del arsenal. Todo lo que exige hoy la normativa europea está presente, con una implementación que, afortunadamente, no se vuelve intrusiva.

Precio sin apenas competencia

Lo más llamativo, sin embargo, llega al final: el precio. El Seal 6 DM-i parte desde 27.990 euros en versión Boost sedán, con descuentos aplicados. El familiar suma apenas 1.500 euros más. La versión Comfort, sin ayudas, arranca en 43.000 euros, pero puede quedarse por debajo de los 30.000 si se suman Plan Moves III, financiación y achatarramiento. A ese nivel, simplemente no hay rival directo. El Peugeot 508 híbrido arranca por encima de los 40.000 euros. El Skoda Superb supera los 48.000. Incluso un Toyota Camry, con propulsión híbrida simple, no baja de los 36.000. El Seal 6 no necesita inventarse enemigos para parecer atractivo.

No quiere seducir a los que buscan pedigrí de marca, ni tampoco a quienes necesitan justificar su compra en una imagen de estatus. Quiere hablar a quienes aún se dejan guiar por la lógica, como profesionales del kilometraje, flotas o familias. Gente que quiere recorrer muchos kilómetros sin hacer cuentas con cada repostaje ni preocuparse por las zonas de bajas emisiones.

Quizá la gran paradoja del BYD Seal 6 DM-i sea esa: ofrece todo lo que tiene sentido, pero lo hace en un momento en que el sentido común parece haber sido sustituido por la pose, la moda y el algoritmo. En un mundo que aplaude las pantallas curvas, las puertas en tijera y las aceleraciones en tres segundos, este coche responde con maletero, autonomía y silencio en ciudad. Un coche sensato, a fin de cuentas, algo poco habitual.

Publicidad