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Range Rover Sport SV Carbon: músculo de carreras, piel de carbono y alma británica

El «Range» más potente jamás construido dejaría atrás a muchos deportivos de altas prestaciones

Range Rover Sport SV Carbon: músculo de carreras, piel de carbono y alma británica

Range Rover Sport SV Carbon.

Si las marcas de coches fueran atletas, Range Rover se parecería a Mondo Duplantis. El saltador de pértiga sorprende en cada meeting deportivo al elevar un poco más el listón que deja atrás sin aparente esfuerzo. La marca británica ha ido un poco más allá de su ya alto Sport SV y ofrece una versión que lo lleva todo un poco más allá. Su nombre: Carbon.

Porque en la cima del mundo SUV, cuando el aire escasea y muchas cosas dejan de tener sentido, Range Rover ha decidido dar un paso más allá del exceso. Un paso que no busca disimularlo, sino amplificarlo. El nuevo Sport SV Carbon es el máximo exponente de una idea que se construye sobre tres pilares: potencia desmedida, lujo sin contemplaciones y una obsesión casi enfermiza por la ligereza, y todo en un SUV de más de cinco metros y dos toneladas largas. Porque si alguien puede hacer que eso tenga sentido, es Land Rover. Y vaya si lo ha hecho.

El Sport SV Carbon parte del ya de por sí bestial Range Rover Sport SV, pero lo convierte en otra cosa. Lo envuelve en una capa de fibra de carbono que no es solo decorativa, sino funcional. Todo arranca por el nuevo paquete exterior Forged Carbon, que salpica la carrocería con un acabado de carbono forjado, visible en molduras, retrovisores, contornos de escape y difusor.

Pero lo que de verdad transforma al coche son las gigantescas llantas de 23 pulgadas, también opcionalmente fabricadas en carbono, que por sí solas reducen 35 kilos del conjunto. A eso se suman los frenos carbocerámicos —con pinzas de ocho pistones disponibles en azul, amarillo, negro o el exclusivo Carbon Bronze— y el capó Twill Carbon con el patrón diagonal al aire. El resultado: 76 kilos menos, que se notan, se sienten y se agradecen.

Esa obsesión por la reducción de peso no es gratuita. Debajo de toda esa fibra se esconde una central nuclear que ruge con autoridad. El V8 biturbo de 4,4 litros, con tecnología mild-hybrid, entrega 635 caballos y 750 Newtons metro de par motor. Cifras que lo convierten, sin discusión, en el Range Rover Sport más potente y rápido jamás producido.

Pero más allá del dato, lo relevante es cómo lo entrega. La aceleración de 0 a 100 se liquida en 3,8 segundos. Sí, tres con ocho. En un SUV que puede remolcar una lancha, atravesar un río y llevar cuatro adultos con sus maletas a Sierra Nevada o a la romería del Rocío, en Huelva, sin despeinarse. Y, mientras tanto, dejar atrás a más de un deportivo en una nacional bien asfaltada.

Pero el SV Carbon no se queda en la línea recta. Su sistema de suspensión 6D Dynamics, una maravilla de la ingeniería hidráulica interconectada, es capaz de controlar en tiempo real los movimientos de cabeceo y balanceo del coche. La sensación al volante es de estabilidad permanente. En curvas rápidas se agarra como si tuviera ventosas, mientras que en zonas más bacheadas el sistema neumático se encarga de filtrar las imperfecciones sin renunciar a la firmeza necesaria para sostener semejante masa a ritmos altos.

Por dentro, el coche no defrauda. El habitáculo es un salón británico con alma de paddock de carreras de gentleman drivers. Los asientos Performance, con respaldo en fibra de carbono forjada, integran el reposacabezas y lucen el logotipo SV iluminado con orgullo. Las opciones de tapicería permiten elegir entre piel Windsor perforada o una alternativa más contemporánea y sostenible: el Ultrafabrics, un material técnico libre de cuero que combina ligereza y tacto prémium. Cada elemento de su interior está pensado para transmitir esa dualidad que define al coche: lujo absoluto y brutalidad contenida.

El salpicadero, decorado también con inserciones de carbono, alberga lo último en tecnología de infoentretenimiento. Pero la estrella del sistema es, sin duda, el Body and Soul Seat. Bajo ese nombre propio de un spa en Marbella se esconde un equipo de sonido con nada menos que 29 altavoces que no solo suena, sino que vibra. Los asientos delanteros incluyen una tecnología háptica que permite sentir la música en el cuerpo y transforman las frecuencias en impulsos físicos que acompañan al ritmo.

Deliciosos excesos

El resto de detalles son pura pornografía automotriz: estribos iluminados SV, molduras en Moonlight Chrome, configuraciones interiores a la carta con el programa SV Bespoke. Porque si vas a pagar 229.450 euros por un coche, lo mínimo que esperas es que tenga tu firma. Y, si además se solicita la pintura Sunrise Copper, habrá que sumar otros 10.250 euros más, más o menos lo que cuesta un Sandero básico.

A pesar de todo este despliegue de potencia, lujo y presencia, el SV Carbon sigue siendo un Land Rover, un todoterreno. Puede subir una pista forestal, vadear un arroyo, activarse en modo off-road y avanzar donde otros se rinden. Aunque seamos honestos: nadie lo va a meter en el barro.

Elevando el listón más allá de lo conocido

En un mercado donde los SUV deportivos parecen competir a ver quién suena más o quién pone más pantallas, el Sport SV Carbon decide ir más allá: reducir peso, elevar el confort y multiplicar las prestaciones sin pedir perdón por sus excesos; todos persiguen una utilidad concreta o mejorar lo ya conocido. No es un coche para todos, pero sí el que todos querrían tener. O, al menos, subirse alguna vez. Mondo Duplantis seguro que quiere uno.

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