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OPINIÓN

Sánchez, a la moda iraní

«Ahora y aquí, los ayatolás de la izquierda guay, los que hacen «cosas chulísimas» y se pueden gastar mil euros al mes en peluquería nos anticipan la moda del otoño»

Sánchez, a la moda iraní

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

El llamamiento de Sánchez a sus ministros a quitarse la corbata para ahorrar energía no sólo es una ocurrencia majadera más de este Gobierno. Revela el alejamiento del presidente de la realidad de los españoles y es la última muestra de cómo una nueva insensatez tiene toda la potencialidad para convertirse en un nuevo arma de la guerra cultural.

El maniquí que preside un país insolvente aparece en televisión, convencido de que a su persona cualquier cosa que se ponga le sienta bien, para recomendar a una sociedad que lleva meses consultando Internet para saber a qué hora es más barato poner el lavaplatos o la lavadora, que se quite la corbata para ahorrar como si llevarla o no fuese una libre elección para cientos de miles de trabajadores tanto de la empresa privada como de las administraciones públicas.

«Quitarse la corbata es otro gesto de esta izquierda pija, que se caracteriza por no haber trabajado en su vida, para seguir dictándole a la gente cuál tiene que ser su conducta»

Quitarse la corbata es otro gesto de esta izquierda pija, que se caracteriza por no haber trabajado en su vida, para seguir dictándole a la gente cuál tiene que ser su conducta con un posible y fuerte efecto de polarización social, uno más, -no llevarla será cool y ponérsela será de fachas- con los peores ecos, encima, de las barbaries de la guerra civil.

Llegará el otoño del descontento con su inflación desbocada, las hipotecas más caras, la electricidad, el gas y la gasolina por las nubes, los salarios bajos, el cierre de empresas y los nuevos ERE y los despidos y la misma o peor precariedad de la gente joven… incluso se puede esperar que hasta pasen las olas de calor. Entonces veremos sin corbata a las cigarras de la clase política y de las instituciones subvencionadas, pero para los demás mortales llevarla o no, en caso de poder elegir, será la última de sus preocupaciones.

Tras la revolución de Jomeini, los políticos iraníes que no eran clérigos como el que fuera primer ministro, Mahmud Ahmadineyad, de infausta memoria, desterraron la corbata, probablemente, entre otras razones, porque recordaba al símbolo de la cruz y no era apropiada en un régimen islámico teocrático. Ahora y aquí, los ayatolás de la izquierda guay, los que hacen «cosas chulísimas» y se pueden gastar mil euros al mes en peluquería nos anticipan la moda del otoño. Está claro, el narcisismo es una sociopatía.

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