Los ricos Harry y Meghan también lloran
«Si alguna vez accediese a ser reina sería solo por poder llevarme a todas partes mi cuarto de baño de casa y no tener que usar los de las gasolineras»
Los Duques de Sussex vuelven a ser protagonistas de una polémica. Enrique de Inglaterra y su mujer, la exactriz Meghan Markle, han apoyado a una organización que promueve la educación de niños y jóvenes alejados de la «masculinidad tóxica». En fin, ‘CaraPam’ estará contenta. Yo no puedo evitar, incluso aunque a veces hagan este tipo de horteradas, que Harry y Meghan me caigan francamente bien. Él es nieto del Duque de Edimburgo y pelirrojo. Ella se queda con un tipo tan raro después de dar a luz como cualquiera de nosotras, pobres mortales. ¿Mal de muchos, consuelos de tontos y tontas, en este caso? Sí. Pero consuelo al fin y al cabo.
El hijo pequeño de Lady Di y su mujer también han acaparado titulares estos días por sus presuntas exigencias para asistir a la coronación de Carlos III. Según los tabloides, habrían solicitado que sus hijos sean incluidos en el protocolo y que a ellos se les permita saludar desde el balcón de Palacio de Buckingham, algo que solo está permitido a miembros de la Familia Real que trabajan. A ver, Harry y Meghan trabajan. Lo que pasa es que trabajan para ellos, -han ganado 88 millones de libras según las malas lenguas con su documental para Netflix-, y en general, contra la Corona británica, cosa de la que no seré yo quien se queje. Tampoco acabo de tener claro que viajar con un osito de peluche y un retrete y cambiarse de corbata seis veces al día como hace el ya rey Carlos sea trabajar muchísimo. No me gustaría nada ser reina de ningún lado, pero desde luego si alguna vez accediese a serlo sería solo por poder llevarme a todas partes mi cuarto de baño de casa y no tener que usar los de las gasolineras.
Desde luego yo que el Rey les dejaba salir al balcón y al jardín si les apetece. Entiendo que él no tenga tantas ganas, porque su hijo y nuera se han forrado básicamente poniéndolos a él y a su heredero a caer de un burro. Su serie consiste en ver cómo dos personas con una enorme suerte en la vida se quejan. Por todo. Pero eso los humaniza. Tengo un amigo que ante cualquier dificultad que le planteo me repite la frase que tanto odio de «problemas del primer mundo». Sí. Es cierto que nuestros problemas no son tan graves como los de otros. Pero no lo es menos que cada uno sufrimos por nosotros mismos y por los nuestros. Harry, educado en los mejores colegios y universidades, con posibilidad de elegir la carrera profesional que más le gustase, echa de menos a la madre que perdió de niño. Meghan, de origen humilde pero actriz de éxito, acostumbrada a vivir de alfombra en alfombra roja y casada con su príncipe azul, se siente por primera vez en su vida como «una mujer negra» por el trato que le dispensa su familia política. Tampoco es que la afirmación de que la primera familia británica es racista sea como para parar las rotativas, pero Carlos tiene una oportunidad de oro dejando a la pareja estar presente en la coronación y plantándole un par de besos a Meghan en público si hace falta. Total, no creo que sea más difícil que dárselos a Camilla.
«Entiendo que él no tenga tantas ganas, porque su hijo y nuera se han forrado básicamente poniéndolos a él y a su heredero a caer de un burro»
Conste que no tengo nada en contra de la Duquesa de Cornualles. A mí no me puede caer mal una mujer que aparece en tantas fotografías disfrutando de unas buenas pintas, como no puedo tener nada en contra de una amante de la ginebra como la Reina Madre. Ya nos gustaría a los españoles tener una Familia Real como esta. Bueno, a poder ser sin amistades peligrosas con Jeffrey Epstein. Ya es mala suerte ser hijo de Felipe de Edimburgo y parecerse a la reina Isabel. Es cierto que la mala suerte la tuvieron los cuatro hijos del matrimonio. Las Leyes de Mendel no perdonan. Nosotros además de eso nos tenemos que conformar con Froilán y su hermana Vicky Fede -la sigo tanto que me creo que somos amigas- que en fin, parecido con Diana de Gales tampoco tienen. A ver si Leonor y su hermana cuando crezcan nos dan más alegrías.