La caída del caballo de Macarena Olona
«La evolución de la abogada del Estado es desconcertante. Ha dado un giro que resulta poco creíble»
Ha llegado hasta nuestros días la historia, verdad o leyenda, de Pablo de Tarso, perseguidor de cristianos, y de su caída del caballo camino a Damasco. Iba Pablo con ánimo persecutorio hacia la ciudad en busca de seguidores que creían en Jesús de Nazaret. Que propagaban su palabra. Cuando antes de cruzar las puertas de Damasco, de forma repentina le rodeó una luz venida del cielo, cayó Pablo en tierra y oyó una voz, la de Jesús, que le inquirió: «¿Por qué me persigues?». Con los ojos abiertos, pero sin ver nada, lo llevaron a la ciudad. Allí pasó tres días sin ver, sin comer y sin beber. Se convirtió al cristianismo, abrazó la palabra de Jesús y empezó a intentar evangelizar a todo aquel que se encontraba a su paso.
Me es irremediable acordarme de la caída del caballo de Pablo de Tarso cuando veo el papel que ha adoptado ahora Macarena Olona. Ella, antigua segunda espada de Vox, ahora primera tizona de Caminando Juntos, ha tenido su particular caída del caballo. Y aunque niegue cancelar su pasado en la formación de Santiago Abascal, cada palabra, cada gesto, cada actitud que va difundiendo por los medios, es un paso más para deshacer el camino andando. Su camino. Es la epifanía de Macarena. Y no me dirán que la campaña esperpéntica de Vox en las últimas elecciones andaluzas, con una Macarena folclórica, una candidata a imagen de Juanita Reina, no se presta a esto del caballo. De la caída. Del besar la lona, para volver al albero de la política con el partido macarenista.
«Es un ejercicio de contorsionismo arriesgado, quizá imposible, que una persona que defendió combatir la violencia intrafamiliar, ahora sea una justiciera de la violencia machista, pero a su vez siga negando la violencia de género»
Desde que Juanma Moreno, vía mayoría absoluta en junio de 2022, provocara que las expectativas electorales de Olona se vieran truncadas, y finalmente la alicantina abandonara la política y Vox, alegando razones médicas, la evolución de la abogada del Estado es desconcertante. Ella ha dado un giro, bien por nuevas convicciones, bien en búsqueda de poder, que resulta poco creíble. Me explico. Es un ejercicio de contorsionismo arriesgado, quizá imposible, que una persona que defendió combatir la violencia intrafamiliar, ahora sea una justiciera de la violencia machista, pero a su vez siga negando la violencia de género. Un cacao. Es harto complicado presentarse ahora con el objetivo de bajar los decibelios, cuando ella fue una de las que más colaboró, como así lo ha reconocido, en su etapa como diputada. Y resulta risible aplaudir hace unos meses a Giorgia Meloni con su «sí a la familia natural, no a los lobby LGTB», y hablar de «reventar los armarios» en el pasado día del Orgullo. Fotomontaje con morreo a Yolanda Díaz incluido. Y como estas, muchas más «evoluciones».
Afirma Olona, a la que Federico Jiménez Losantos apodó con buen tino en su momento como «la Ayuso de Vox», que ella tiene una cabeza de leyes y un corazón rojo. Ni siquiera se define, si le preguntan por ello, ni de izquierdas ni de derechas. Es el nuevo centro centrado, pretende ocupar el espacio de Ciudadanos. «Caminando con el pie izquierdo y con el derecho». Ya no hay palabras de Olona para lo que ella calificaba de «Gobierno socialcomunista», ni tampoco para su «agenda totalitaria». De hecho, apenas se le recuerdan críticas a Pedro Sánchez o Yolanda Díaz—a la que ahora elogia—en estos últimos meses de la nueva Macarena. La Macarena de Tarso. Con la fe del converso, ella aplica una crítica al sistema en totalidad. No habla de romper el candado del 78 a lo Iglesias, pero sí quiere una segunda transición. Incluso un referéndum entre monarquía o república. Y su púlpito más que la calle es Twitter. De hecho, es por sus tuits por lo que habitualmente Macarena Olona sigue siendo noticia.
Por supuesto, es execrable el acoso, las amenazas o los comentarios machistas que haya podido padecer Olona tras su marcha de Vox. Cosa que no quita que aún a día de hoy muchos de los que votaron al partido de Abascal por ella se hallen desconcertados por la que un día fue «su Macarena». Y que otros posibles votantes de Olona no se terminen de fiar de su metamorfosis. Iremos viendo con el tiempo, ese juez implacable, si Caminando Juntos es juguete de un día o un proyecto de largo recorrido. Si Olona apuesta de verás por el centrismo o es una simple táctica maniquea. Si sigue en política aun sin conseguir ningún escaño o busca otros espacios de atención. Veremos. Como dicen los clásicos, Roma no se construyó en un día. Tampoco Pablo de Tarso difundió la palabra de Jesús en una semana. Habrá que seguir cabalgando. Con cuidado de no caerse. Otra vez.