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Alfonso, el clítoris y el pensamiento único

«Todo no es tan simple porque siempre hay alguien con ganas de complicarlo: quienes siguen la linde del pensamiento único, aunque la linde se acabe»

Alfonso, el clítoris y el pensamiento único

Exteriores del estadio municipal de Getafe Alfonso Pérez. | Eduardo Parra (Europa Press)

Estaba Ángel Torres, un tipo más listo que los ratones coloraos, preocupado por la manera de incrementar el presupuesto del Getafe para no andar cada año a real y media manta. Desde la discreción, que diría Florentino Pérez, hacía gestiones para conseguir unos ingresos extras por ponerle un apellido al ya de por sí larguísimo Coliseum Alfonso Pérez, o sustituirlo por un naming, que dicen los modernos. Negociaba sin dar tres cuartos al pregonero mientras pergeñaba la estrategia para prescindir del nombre del futbolista más importante que ha nacido en la localidad getafense. Casualidad (los buenos policías no creen en las casualidades), o no, irrumpe en la oración la alcaldesa Sara Hernández y «se la pone botando» (la pelota). La edil aprovecha unas declaraciones de Alfonso sobre la sección femenina del fútbol y consulta a Torres si le parece oportuno suprimir el rastro del ya ex hijo predilecto. Podemos imaginar el brinco del presidente que, por supuesto, apoyó la moción: «Sin problema».

¿Y qué fue aquello tan grave que dijo Alfonso Pérez en una entrevista en El Mundo como para retirar su huella de lo que 25 años antes había sido Las Margaritas?: «No puede ser equiparable el fútbol femenino y el masculino, porque todo va en función de los ingresos que generes y de la repercusión mediática. Y ahí no hay comparación». Anticipaba en la respuesta que su opinión es «bastante discrepante», de ahí que la alcaldesa le saltase a la yugular: «En Getafe fomentamos los valores del deporte, igualdad, respeto y solidaridad. Me entristece que hable de que las jugadoras no se tienen que quejar de cómo está el mundo del fútbol. Ha habido agresiones sexuales, han denunciado actitudes machistas. Han reivindicado unas condiciones mínimas laborales…» (Marca).

Ejemplos prácticos, La Cerámica suele llenarse cuando el Villarreal, ahora de Pacheta, se enfrenta al Atlético de Madrid del Cholo, en torno a los 23.000 espectadores. Último encuentro entre las féminas del Villarreal y el Atleti, profesionales de Primera División: 500 espectadores, «no todos de pago». El fútbol femenino acaba de firmar un nuevo convenio colectivo, un avance extraordinario con respecto al que empezó a gestarse en 2018, porque ya cobran algo más que las jueces de línea (asistentes); pero seguro que es insuficiente. Un paso adelante, imprescindible, aunque lejísimos de lo que exigía hace un lustro una abogada de la AFE, «si ellas y ellos son futbolistas, ellas tienen que cobrar como Sergio Ramos». SR4 era el paradigma de la época, aunque no fuera el jugador mejor pagado. También «confesó» Alfonso que a él le hubiese gustado cobrar lo que Cristiano Ronaldo… «Lo que no ‘pué’ ser, no ‘pué’ ser y además es imposible», frase legendaria atribuida al torero Rafael Guerra.

Merece aplauso, ovación y vuelta al ruedo Sara Hernández en su defensa de la igualdad. No debemos desviarnos ni un milímetro de ese camino; pero cuando mezcla en la filípica lo de las agresiones sexuales toma un atajo más exagerado y oportunista que eficaz. La alcaldesa de Getafe desbarra en algunas de sus sentencias, incluso rebate con ellas la igualdad que promociona. Su lema «apaga la tele y enciende tu clítoris», dirigido exclusivamente a las niñas, ¡ojo!, niñas, apagaba la discriminación positiva, al marginar a los niños de la ecuación: ellos pueden ver la televisión en vez de masturbarse. Por su regla de tres, todas las futbolistas profesionales deberían ingresar lo que Alexia Putellas, 4,2 millones anuales por temporada, ¡pero es que entre ella y la inmensa mayoría hay diferencias sustanciales! ¿O no? Lo que nos diferencia es lo que nos une y «sólo en la muerte somos semejantes porque en la vida somos diferentes» (Lao-tsé). ¡Chimpún! En realidad, todo no es tan simple porque siempre hay alguien con ganas de complicarlo: quienes siguen la linde del pensamiento único, aunque la linde se acabe.

Un ejemplo de igualdad compartida, sin alharacas: en la Gala de la Real Federación Española de Natación compartieron protagonismo al 50% el waterpolo femenino y el masculino, ambas selecciones en la élite mundial. Nadie más que nadie, igualdad allí donde el dinero no enturbia el agua. Sólo hubo una reclamación de género cuando Txell Mas, con un discurso profundo, brillante e inmaculado, reclamó y apoyó la presencia de más hombres en la natación artística, la sincro de toda la vida.

A Jon Fosse, poeta, novelista, ensayista y dramaturgo noruego, lo que viene a ser un escritor de categoría suprema, le han concedido el Nobel de Literatura. Se lo han otorgado, entre otras razones de peso, porque «su prosa da voz a lo indecible», porque dice lo que no se debe decir, con las palabras que casi nadie se atreve a pronunciar por temor a la señora Loba y sus secuaces censores, e imagino que por expresar lo que piensa, lo cual en estos tiempos de ñoñería y tribulación merece un premio, salvo que repitas como un lorito/ta lo que promulga precisamente la señora Loba, incolora, inodora e insípida sin corifeos ni turiferarios. Expresar uno lo que piensa es un deporte de tanto riesgo que, valga la redundancia, te arriesgas a que te borren el nombre de la fachada de un campo de fútbol. También por esa libertad de pensamiento y obra este Nobel da tanta envidia. Por cierto, Fosse es devoto de Federico García Lorca, cuyo nombre no se debería citar en vano. Una reflexión del poeta granadino: «Callar y quemarse es el castigo más grande que nos podemos echar encima» (Bodas de sangre). Por no hacerlo, por expresarse, a Pérez, Alfonso, que no Castejón, le han achicharrado.

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