Éxito de THE OBJECTIVE, la 'koldosfera' y el pato derrotista
«THE OBJECTIVE está de moda. Las investigaciones de sus periodistas han marcado finalmente la agenda nacional»
1. THE OBJECTIVE está de moda. No solo porque entre sus colaboradores están los dos mejores articulistas del país, y ya no en El País, Félix de Azúa y Fernando Savater (el primero dijo campanudamente que este periódico debería llamarse El País del siglo XXI; al segundo le ha dedicado David Mejía otra de sus estupendas «Vidas cruzadas»), sino además porque nuestro director, Álvaro Nieto, ha visto cómo las investigaciones suyas y de su equipo de periodistas sobre el caso Delorme-Koldo-Ábalos han marcado finalmente la agenda nacional, por las medidas de la Justicia y el eco político y mediático. Nieto ha escrito ahora un importante artículo sobre el caso. Hay que remitirse también a su libro Conexión Caracas-Moncloa (Ediciones B). Todos los medios hablan ya del asunto (los oficialistas con menos entusiasmo, hay que comprenderlos), que ha sacudido la actualidad española. Y más que la va a sacudir.
2. Yo no tengo nada nuevo que decir sobre el caso. Solo el recordatorio de que los «buenos y malos» no están determinados por la ideología ni su adscripción partidista, como se nos ha estado insuflando hasta las heces en estos insoportables años de pestilente ideologización polarizante. Hay buenos y malos en todos sitios. La calaña no nace de la ideología, que no es lo esencial. Quizá sí lo sea, en sentido negativo, el exceso de ideologización: ese filtro embrutecedor que percibe el mundo desde unas premisas reductoras y habitualmente falsas.
3. Para combatir la corrupción solo caben control y transparencia. Ambas cosas, que se habían reforzado un poquito en nuestras instituciones, se relajaron en los alocados días de la pandemia y por ahí se coló la corrupción. Hasta en aquel contexto lo hizo. El ser humano (como mínimo el hispánico) es así.
4. Ya circula el término «koldosfera». Rafa Latorre habló de la «sanchosfera». El entrañable Idafe trajo lo de la «fachosfera» de
Francia para prestarle un servicio a Sánchez, pero el mecanismo se ha puesto a operar antisanchistamente. No cabe duda de que resultaba operativo.
5. Sigo con Idafe. Esta semana le toqué las pelotas al tocapelotas oficial del sanchismo y su respuesta fue de lo más sintomática. Primero, el ninguneísmo de estirpe franquista: «nadie le lee», «no es usted nadie». Esto dice el que solo ha alcanzado a ser «alguien» cuando se ha puesto al servicio (¡bufonesco!) del poder. Segundo, y esto es lo mejor: «No le voy a citar en la columna». Aquí deja entrever sus pretensiones. ¡Al final era eso! ¡Utiliza la «columna» de trampolincillo! Qué entrañable. Estaba claro que esto era sota, caballo y rey, pero no deja de ser divertida la confirmación.
6. Incendio de Valencia. El fuego insoslayable. Tampoco tengo nada nuevo que decir. Solo que les dedico un pensamiento a las víctimas y afectados. Y otro pensamiento a todos los demás, a nuestra situación cotidiana: vivimos en antorchas potenciales, no solo de fuego. El milagro es que no prendan todos los días.
7. Las chanzas sobre el pato muerto en Madrid. Precisamente vi hace poco El pato salvaje, de Henrik Ibsen. Es la obra que viene de interpretar el actor de Tala, de Thomas Bernhard. Se me ocurrió mirar si estaba en el archivo de TVE y sí: se emitió en 1969. Es un archivo prodigioso. El título viene de esto que se dice en la obra: «Cuando el pato salvaje es herido en las alas se zambulle en el agua lo más abajo que puede, se agarra con el pico a las algas y a todas las excrecencias que encuentra en el fango y no vuelve a la superficie». ¡Pobre pato derrotista!