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Murcia dice basta

¿Qué es la infrafinanciación? El mayor eufemismo sobre nepotismo, trato de favor y un sistema corrupto

Murcia dice basta

Fernando López Miras en el Congreso | Europa Press

Aristóteles ya nos explicó, cuando fumábamos porros y veíamos porno en cintas muy aparatosas de VHS, cómo el todo es siempre la suma de las partes (Libro II de su Metafísica o, también llamada, Física teórica). España es el conjunto de sus comunidades autónomas pero también el individuo es la suma de su hígado que no está pinchado, de sus pulmones que inspiran y expiran, de su corazón que bombea y por ahí todo seguido. La euforia gubernamental por la cual el país es Moncloa y cuatro delincuentes que nos votan desde Cataluña tiene los días contados. Si las partes se cabrean el todo peligra. Y el enfado, con visos de desencuentro activo, empieza por Murcia.

Nunca he escuchado mayores verdades por metro cuadrado ni cúbico que las dichas por Fernando López Miras, presidente autonómico de Murcia. El maltrato fiscal hacia Murcia (publicado a doble espacio y con negritas por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas) consta de una deuda por parte del Estado que llega a 11.000 millones de euros, debida a las transferencias no satisfechas durante quince años y el actual modelo financiero inaugurado por el señor Rodríguez Zapatero (2009), ya entonces obseso con las demandas catalanas.

El sistema financiero autonómico, sí, quedó en sabroso paréntesis tras la moción de censura a Mariano Rajoy, cuando ya existía entonces un acuerdo para aumentar en 16.000 millones los recursos de todas las autonomías. La obsesión de Fernando López Miras es la pura cordura: la caja común de todas las partes que componen España. Lo tiene claro López Miras: «El 95.5% de la deuda de la Región de Murcia no es culpa de la gestión sino de la infrafinanciación de la comunidad».

Los presidentes autonómicos forman un grupo muy simpático: tienen sus grupos de WhatsApp, secretean entre ellos, conspiran todos y, sí, también la suma de sus partes, sean cuales sean sus siglas políticas, son una oposición frontal al gratis total para Cataluña. Todos dicen lo mismo y la sensatez habla por la voz de la mayoría: Miras, Page, Barbón, Chivite, Rueda, Mañueco, etc. Las partes pueden ser agujeros con una solo una andorga llena hasta los topes: Cataluña la Bella. Todos señalan el chantaje y les jode la quita a los bolsillos de los inocentes: sus paisanas y paisanos. López Miras, sin mayorías absolutas, experto en diálogo, ajeno a jactancias y vanidades superfluas, no está dispuesto a la voladura del sistema autonómico de financiación y no descarta acudir a los tribunales si el atropello continua de forma indiscriminada. Murcia dice no. Murcia no traga. La regla no escrita debe seguir respetándose: «Los que tienen más aportan más y, los que menos, menos. Cualquier español, viva donde viva, debe tener acceso a los mismos servicios de calidad».

El modelo del Estado de bienestar empieza por las partes –viene a decir López Miras- y el tejer la tela de araña de la trola vulnera algo que está por encima, las leyes orgánicas y la propia Constitución. No puede seguir abierta hasta las tantas la barra libre de las concesiones nacionalistas. El todo no se riega ni se financia como debería. Los privilegios financieros son ilegales. A López Miras se le hincha la vena que no tiene al cuello, porque se la tapa la papada, y le estalla el último botón de la camisa XXXL: «No me puedo callar cuando vengo desde una región cuya deuda se debe en más de un 95% a la infrafinanciación».

«¿Qué es la infrafinanciación? El mayor eufemismo sobre nepotismo, trato de favor, mafia entera de euros y un sistema corrupto»

Tasamos el vasito de agua, depende quien lo pida, y así dejamos morir a quien no tenemos apuntado en la libretita ni pertenece al club de la infamia. ¿Qué es la infrafinanciación? El mayor eufemismo sobre nepotismo, trato de favor, mafia entera de euros y un sistema corrupto en el reparto cuya extensión en el tiempo y en el espacio solo traerá muchas desgracias compartidas.

López Miras se sabe, ante todo, europeo. Ni cree en amnistías ni en fracturas ni en judicaturas inconstitucionales. No cree en la trampa de la toga y sí en su memoria en un país libre y feliz: conciliación, convivencia, progreso. Una ley, esclava de la política, no es ley. Un Estado sin separación de poderes (ejecutivo, legislativo, judicial) amenaza la seguridad general. López Miras ha conseguido, él solito, que el 40% de su PIB ya esté en la exportación bajo una ecuación simple: «El modelo de libertad económica de mi Región funciona». López Miras cree en el triángulo de tres vértices: financiación, estructuras y agua. El agua misma que no le dan y no llora, y exige.

La revolución de los presidentes autonómicos es lenta, silenciosa, ordenada, peligrosa. El estado habitual del cuerpo que goza de salud es el silencio, dijo el profeta. Las partes se apartan de los bandidos del aparato, de los gañanes del gonorreo bravo e insultante, de los gañanes del encono y la pillería, y de toda melancolía en escabeche, porque seguir a lo suyo es lo prioritario. La timba de los tahúres, las pochas por las esquinas del tenebro, nada tiene que ver con la España que madruga. Murcia deja para otros la tan rentable red de zarzas y malentendidos. Logreros, tramposos y figurones solo pueden seguir en la paga fija de lamerle el culo a los bonzos del momento (zurrapas, como pepitas de oro, incluidas). Las partes le dicen al todo lo mismo que Aristóteles a nuestra molicie adolescente con granos: qué vida llevas, trol. Cuidado, porque un estallido de cólera social propiciado por las partes, romperá el todo. Y adiós al bureo de patanes, sí.

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