Si un famoso se enamora de ti y te pide dinero, huye
Hay que ser muy despreciable para hacerte pasar por una ‘celebrity’ y utilizar la debilidad de tu víctima para arruinarla
Parece obvio, pero hay que decirlo bien alto para que quede claro: si un famoso se enamora de ti y te pide dinero, huye. Huye rápido, bien lejos, y no mires atrás. No solo es que no te merezca, es que no es quien dice ser. Y no porque no haya famosos que se puedan quedar tiesos de vez en cuando -todos pasamos por alguna crisis en estos tiempos de fijos discontinuos-, pero si esa celebrity ha entrado en tu vida a través de las redes sociales, hazme un favor y pregúntate de qué coño te conoce para pedirte amistad con esa naturalidad. Eso, para empezar, y ya luego hablamos de todo lo demás. Así que, cariño, lamento decirte que no estás hablando con una estrella de Hollywood ni con con tu cantante favorito sino con un pirata sin escrúpulos de Alpedrete que, además de sacarte los cuartos, se está cachondeando de ti con ayuda de una IA.
Siento una especial fascinación por estas historias. De lejos, se prestan a la comedia. De cerca, al drama. Hace unos meses vimos en Y ahora Sonsoles el caso de Inmaculada, que fue seducida por un supuesto Jason Momoa, el actor conocido por dar vida a Aquaman en el universo Marvel. Se escribían en español, algo que añadía más dudas a la ya más que sospechosa relación. Pero el divorcio del actor, las noticias de que vivía en una roulotte y a saber qué otros inventos fabulados por el estafador, alimentaron la fantasía. Según Manuel, el padre de la chica, su carácter cambió y llegó a pensar en el divorcio. La dependencia emocional era tal, que Inmaculada le pidió a su madre la medalla, el anillo y los pendientes de la comunión que guardaba en su casa para venderlas y obtener dinero que serviría como ofrenda a su amor. Su madre se lo negó, como a una adicta.
Uno de los casos más sonados es el de una granadina que llegó a pagar 170.000 euros para ayudar a Brad Pitt, el pobre, que por lo visto lo estaba pasando mal y necesitaba una ayudita para tirar con su mansión, su jet privado y su viñedo. Todo empezó por el club de fans en Facebook. La estrella la eligió por la foto de perfil y ése fue el principio de una bonita amistad. Del ‘¡Qué guapa eres!’ al ‘¿Me mandas 3.000 euros?’ hay unas cuantas conversaciones que, por mucho que imaginemos, se nos quedan cortas para entender los mecanismos psicológicos por los que una mujer de Granada, sentada en la soledad de su casa frente al ordenador, llega a creerse que el ganador de un Oscar le escribe mensajes de amor, le confiesa que está pasando apuros económicos y que, de todas las personas en las que puede confiar tamaño secreto, no solo la elige a ella, sino que además le pide dinero para superar el bache. No una hipoteca de su lujosa Steel House en Los Ángeles (que basta con echar un vistazo en Google para saber que cuesta 50 millones, tiene 2.000 metros cuadrados en dos plantas y está rodeada por un impresionante jardín), no: le pide la pasta a ella, a la mujer que no sabe que Brad Pitt aparece en el top 10 de los actores más ricos según la revista Forbes. Y lo terrible es que ella se sentiría afortunada mientras iba soltando mes a mes todos sus ahorros.
Y hay que ser muy despreciable para, desde el otro lado, no solo ir descubriendo lo vulnerable que es tu víctima, sino utilizar precisamente esa debilidad para aprovecharte cada vez más, hurgando y socavando finalmente su autoestima, dejándola destrozada y arruinada.
Hay dos detenidos por esta estafa.
Pero esta granadina no ha sido la única engañada por un falso Brad Pitt: crecen como los champiñones. Elena Cornea, rumana afincada en Orense, cayó en una trampa parecida: «Me escribió a través de TikTok para ofrecerme una tarjeta de membresía vip. Me suscribí con mis datos y ya empezó a escribirme por WhatsApp. Se acreditó con un carné de conducir que tenía sus datos. Me quedé muda». No es para menos, pero al final soltó 1.300 euros: «Me ofrecieron un paquete regalo que venía desde Estados Unidos. Me enviaron una foto del contenido. Se veían joyas y mucho dinero, hasta 50.000 euros. Solo tenía que pagar mil en concepto de aduana para recogerlo». Ah, caramba, que este Brad Pitt no era un romántico, era otra cosa.